Leandro Armani

Timorato, paquidérmico e improductivo ariete argentino que afirmaba haber hecho las inferiores en el club de sus amores, Boca Juniors, para luego destacarse en el equipo de su terruño natal: el Club Atlético Aprendices Casildense. De ahí, dijo, salió para unirse a la disciplina del Central Córdoba de la Tercera división gaucha.

Con rimbombante apellido, el rótulo de goleador a cuestas y la experiencia adquirida en un breve paso por la competitiva liga china (en la que se fue a probar y no fue fichado), arribó a Santa Fe como refuerzo para el torneo clausura del 2005. Su debut en canchas colombianas tuvo lugar en el Eduardo Santos de Santa Marta contra el encopetado Unión Magdalena. Su calamitosa presentación fue suficiente para que el siempre receloso «Basílico» lo hiciera inquilino de la banca por más de un mes argumentando que no le veía las depuradas condiciones que debe tener todo delantero. La verdad fue que Armani jamás pudo encontrar su lugar en el equipo titular que por esos días contaba con un inspirado Luis Yánez y un siempre importante Leider Preciado que, a pesar de sus tradicionales kilos de más por aquel entonces era hombre de confianza del cuerpo técnico. Con mucha pena y nada de gloria el ariete argentino, hizo parte de un plantel que en la última fecha del cuadrangular fue eliminado de la final luego de ser goleado por el Cartagena. Pese a esta salida en falso, gracias a los ahorros del torneo Apertura en el que disputó la final con el Atlético Nacional de Medellín, el cuadro rojo logró hacerse acreedor al cupo que otorga la reclasificación para la Copa Libertadores del siguiente año.

Armani, siempre noble y trabajador y ya instalado a satisfacción en la fría Bogota espero paciente su oportunidad haciendo votos para que la suerte no le fuera tan esquiva en el torneo y la copa del 2006. En tan buena onda andaba que en una entrevista concedida al diario El Tiempo no tuvo problemas en confesar: ‘’ A Gottardi le costó meterla al comienzo, pero después fue goleador en Colombia dos años seguidos’’. Palabras que provocaron ira e hilarancia cuando su depurada e ineficaz técnica le impidió en repetidas ocasiones fecundar ese romance con las piolas que es el objetivo de todo delantero a lo que debe añadirse que ni siquiera en los entrenamientos la lograba embocar. Acostumbrado a rematar los partidos, logró jugar algunos minutos en la Libertadores. Quedan como anécdota las palabras de los comentaristas a cargo de la transmisión del partido entre el Defensor Sporting de Montevideo y el Independiente Santa Fe quienes reseñaron unos innegables movimientos de crack y una importante presencia física que metía miedo (pero nada mas que eso) del delantero argentino.

Aborrecido por la hinchada, vilipendiado por sus rivales y fuertemente criticado por la prensa deportiva y por la del corazón a quienes también decepcionó por no lucir trajes a la altura de su apellido, Leandro decidió dar por terminado su periplo colombiano. Para el recuerdo le quedaron las buenas migas que alcanzó a hacer con ‘’Carlitos’’, taxista contratado por el club para sus traslados dentro de la ciudad y con los vecinos del edificio donde residía al nororiente de la ciudad. También le quedó la frustración y la sangre en el ojo de no haber anotado un solo gol en Colombia. Sin la bulla que lo recibió, una tarde de julio se despidió de “Carlitos” en El Dorado y regresó a su país. De vuelta en su tierra supo consagrarse como peligroso goleador en equipos de la estirpe de Central Córdoba y Tiro Federal, afamadas escuadras de las divisiones de ascenso argentino.

Imagen cortesía enunabaldosa. .

60 Replies to “Leandro Armani”

  1. Escribió: «…equipos de la estirpe de Central Córdoba y Tiro Federal, afamadas escuadras de las divisiones de ascenso argentino». Busque la palabra «ironía».

  2. Cashate y pensá antej de hablar. ¿Cuál paij ejtá en peligro de no ir al próximo Mundial (2018), al punto de que tratarán de resolverlo en la mesa, con el asunto de Bolivia? ¿Sabej voj quién fue el Botín de Oro del Mundial de Brasil 2014? ¿Sabej qué paij humishó a los argentos, y en el Monumental, che? ¿Cuál fue el paij que ashá le metió cinco pepinoj al Goyco, al equipo del Sholo y Batigol? ¿Sabej voj qué dijputaban? Y aprendé ejpañol, para no ejcribí como en tu tribu; leé un poco, si soj capaj, porque viendo como ejcribij, deberíaj volver a la primaria, atorrante. Eso te evitará rebujnar, otario, ¡Sharap!

  3. Kaoru Dokú Bermejo es colombiano, usiacureño, de padre japonés y madre colombiana. Cambió el nombre para facilitarse las cosas, en particular en la Marina.

  4. Diez años después, (julio de 2017) hay otro meritorio de la lista: Denis Stracqualursi que lleva 30 partidos y ¡UN GOL! Por algo amerita el apodo de Estroncolursi o Estroncocursi.

  5. ¡Claro! Era el equipo del presidente Eduardo Méndez, ¡el «Ferrari»!,
    ¿recuerda? Naif, otro argentino, famoso por ser internacional con la selección
    de… ¡Palestina! Sus pergaminos incomparables incluían al Audax
    Italiano (campeón por última vez en… ¡1957!), Victoria y Marathón (no
    es un juego de palabras) de Honduras, Provincial Osorno (sin
    comentarios) y su carnal Deportes Puerto Montt, Su fulgurante carrera lo llevó de regreso al Osorno, luego otro regreso, al Victoria, y terminó con broche de oro, ¿de queso?, en ¡Quesos Kürney!, según la Wikipereza.

  6. Pues Pocholo era apodo de un compañero de colegio, de cuando sólo había un canal de TV y casi no había culebrones en la televisión.

  7. Gamarra era un buen, casi un gran jugador, pero no pudo demostrar mucho por sus lesiones de las rodillas. Hubiera podido ser el Omar Pérez antes del que llegó años después.

  8. En ese bosque maderable que han mencionado, falta uno de los más insignes «tallos fuertes y macizos de los árboles»: Josip Tiblas. Hernán Peláez dijo en alguna entrevista que le hicieron que era el peor jugador que había visto. ¿Era acaso un agente del KGB que pusieron aquí con esa pantalla? Vaya uno a saber… En todo caso, tenía más cintura un tonel y más gambeta un tren, pero no el hijo del Tren Valencia. Pero Tiblas no se fue virgen de goles; anotó al menos cuatro, según mis datos.

    Fue contemporáneo otro «che»: Rubén Norberto Rodríguez, que tal vez no era malo, estuvo menos de un año y tal vez hizo un sólo golecito, pero me falla la memoria.

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