Cuatro «deques» y un taco

(recomendable oír a alto volumen y con audífonos)

Fueron necesarios nueve segundos de declaraciones y el gran Freddy Rincón decidió meter un record difícil de igualar en ese tiempo. Luego de que el Amé

rica le ganara 3-0 al Deportivo Cali en 1990 Rincón no se intimidó ante los micrófonos y lanzó todo un dechado de dequeísmo ilustrado. Los periodistas no se enteraron y de hecho, en algunos casos, decidieron imitar el uso del «De que» del crack, al que se le perdona cualquier cosa luego del gol de taco que le hizo a Carlos «solousosacosdeequiposderugby» Trucco.

El enigmático sexy-laboratorio de La Equidad

La Equidad no deja de sorprender. Harto se ha dicho ya en este espacio sobre los asuntos del resorte de las sociedades secretas que, presuntamente, rodean al equipo asegurador. Por otro lado, su técnico, Maestro Alessis

, ha querido en más de una ocasión ofrecer lecturas erótico-deportivas del desempeño en la cancha de sus dirigidos. Por lo pronto, estos enigmáticos movimientos que tienen desconcertada a nuestra unidad investigativa -una corriente en ella asegura que se tratan en realidad de un enigmático santo y seña- sólo aportan una cucharada más de confusión. Necesitamos luz.

Tres estadios 1A

En el video lo importante no es que el «Rambo» Sosa se haga un gol que deja a Caldas entre los ocho, ni que James Rodríguez papá marque un gol de tiro libre que le hizo comerse varias

cucharadas de arena al arquero del Sporting, Lisandro Bello. Tampoco es importante eso de que Alfonso Cañon hijo clave un golazo de tiro libre y que el arquero del Cúcuta William Mosquera dé volteretas como extra de vaquero acribillado en una película de John Wayne.

Lo verdaderamente valioso es ver tres colosos: el Romelio Martínez de Barranquilla en el juego Sporting-Tolima, el extinto Fernando Londoño y Londoño de Manizales, cuando estaba siendo demolido para darle paso al Palogrande y el Luis Duque Peña, ubicado en Girardot y hogar del Cúcuta Deportivo en 1990.

Nadie sabe si el Atlético de Madrid, en sus angustias económicas, tal vez hubiera jugado contra Sporting y Cúcuta hoy, en esos estadios.

 

Última Hora: imágenes exclusivas de la negociación Jeque-Club Deportivo Los Millonarios

Dentro de un corpiño, una de nuestras habituales colaboradoras en la Unidad Investigativa del Bestiario del Balón pudo acceder a los momentos más tensionantes del diálogo sostenido entre el Jeque y los mi

embros de la Junta Directiva que quieren vender el club azul. Por ahora las partes se encuentran en un round de estudio para saber si la transacción llega a buen puerto. Una de las condiciones impuestas por el Emir González de turno es que no contará en la próxima temporada con Ignacio «King Hippo» Ithurralde y Ezequiel «Don Flamenco» Brítez.

Seguiremos informando…

 

Estaremos informado

«La manoteé con toda la mano»

El uruguayo Carlos Arias ya era conocedor de nuestro fútbol, a fuerza de sacar la pelota del fondo del arco cuando tuvo que defender sin gran suceso las porterías de Cúcuta y Unión Ma

gdalena. Buen arquero, en Santa Fe tuvo sus mejores actuaciones, como este penal que le detuvo a René Higuita en un juego que Santa Fe le ganó a Nacional 2-1. Ofrecemos excusas por los problemas de audio y el tracking del video (los beta nunca se los terminaron de inventar). Sus declaraciones postpartido lo emocionaron hasta la redundancia.

De Sir Hamilton para el mundo: la postal de Francia'98

Los colombianos recordamos el Mundial de Chile a través de la imagen de Lev Yashin entre desconcertado e iracundo tras el gol olímpico de Marcos Coll. Casi treinta años después, la postal de Italia'90 corrió por cuenta

de Freddy Rincón y su celebración del empate contra Alemania. La de Estados Unidos -para desgracia de toda una nación- no puede ser sino el trágico autogol de Andrés Escobar. ¿Y Francia?

El pasito tun-tun de Léider Calimenio tras el gol contra Túnez, dirán algunos. Pero no. Hechas las indagaciones, la unidad investigativa del Bestiario del balón pudo establecer que si bien la mayoría de los colombianos quisieran que este fuera su recuerdo insignia del mundial francés -lejos, el más insípido en insulso de los cuatro- no lo logran.

Y no lo consiguen porque en el medio se les atraviesa con modales de trauma infantil el madrazo con adición de guayazo que Sir Hamilton Ricard por motivos todavía desconocidos le propinó a la cámara que estaba llevando el partido a millones de hogares en todo el planeta.

¿Qué lo llevó a comportarse de esa forma? Es un enigma aún. Pánico escénico tal vez. O quizás alguna cámara, siendo él más jóven, irrumpió en su intimidad y desde entonces les tiene fobia. O quien quita que, como dicen que ocurrió en su fugaz paso por Santa Fe, su nombre ya engrosara el listado de morosos del bar del hotel y que el lente indiscreto le haya revelado al barman que no era ningún integrante de ningún grupo de música tropical que había cruzado el charco para rebuscárselas en bares latinos. Explicaría la ira que al quedar en evidencia se le cerraría inmediatamente la línea de crédito que había logrado con mucho esfuerzo abrir.

Vía SergioCG.

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Pinto con orejitas

A finales de los 80 y comienzos de los 90 y por razones bien conocidas funcionaba una especie de puente aéreo -en un solo sentido- entre las sedes de Santa Fe y América. Entre todos los jugadores que viajaron estuvieron

los entonces jóvenes bogotanos Eduardo Niño y Wílmer Cabrera que a comienzos de 1990 y cuando eran fijos en la selección que pocos meses después jugaría el Mundial de Italia se despidieron de su casa matriz para instalarse en la tierra de Pepesón.

Esta nota de Ricardo Alfonso sirvió como despedida de los nuevos valores. Nos muestra a Niño, que sabía que era su último día, dejándose contagiar por el ambiente de recocha y haciéndole las populares «orejitas», muy comunes entonces nada menos que a Jorge Luis Pinto. Por su parte, el editor quiso hacer énfasis en el carácter que Cabrera proyectaba en la cancha y se valió del generador de caracteres para dejar claro que se trataba de un «volante con personalidad», descripción que tal vez no cayó muy bien en el resto del plantel.

De la donación de DIABLO AMERICANO.

El último gol del que se sentó sobre la pelota en el Maracaná

En épocas del «zapote mecánico», Colombia tenía tres canales de TV y seis goles en contra antes de jugar cualquier partido de eliminatorias. Por esos años Eduardo Emilio Vilarete era el hombre que, como Falcao García en estos tiempos, quedaba desconectado del resto del equipo. Defendían 10 y Vilarete se quedaba intercambiando teléfono con el arquero rival para buscar una transferencia a un fútbol en el que sí le levantaran la bola porque en Colombia, en la selección mejor dicho, la inanición era su amiga fiel. Se moría de hambre, lejos de quienes tocaban el balón, confiado en que un pelotazo lo encontrara al arquero rival guardándose el esfero en el bolsillo o dejando su agenda telefónica al lado de un palo para que él emergiera con un golazo salvador de cabeza, su gran especialidad.

En las eliminatorias para Argentina 78 andaba en esas mientras miraba cómo Brasil y 100 mil hinchas gritaban goles en el arco de su equipo. Fue 6-0 al final, pero cuando llegó el cuarto, obra de Marinho, Vilarete sintió que como siempre, iba a quedarse parado 90 minutos, igual que usuario de Supercade con recibo rosado de teléfono fijo. Se cansó de mirar cómo el resto se divertía -los brasileños- o sufría -cual defensa colombiano ante Roberto Dinamita-, se cansó y pidió un break.

La pelota llegó a la bomba central y el hombre se sentó encima de ella. Pero no le habló: lejos estaba entonces oligofrenia que solamente sabe manejar Quique Wolff. Realmente estaba mamado de aguantar de pie la goleada y su gesto fue tomado en el país como el de la rendición del cobarde, más que del tipo resignado y suficientemente maduro como para dejarse arrollar por la adversidad, verdadero deseo del atacante. En Brasil leyeron su descanso como la humillación más profunda, como cagarse sobre el balón. Una injusticia.

Jugó en muchos lados en Colombia (Bucaramanga, Nacional, Pereira, Tolima, Unión) y en el extranjero (Perú y Ecuador sus estaciones). Ya viejo se retiró en el Bucaramanga, en 1989. Solo hizo un gol, el del video. El último. El 150.

¡Qué feo eso! hay que respetar al público

Iván Mejía, en su «show del gol Criptón», le sacaba jugo hasta al más anodino partido de fútbol. Bucaramanga y Sporting de Barranquilla provocaban grima, pero nunca más que la que le brotó de las venas al

comentarista deportivo al ver que Flaminio Rivas, lateral de los búcaros, hacía un topless insustancial como ninguno. ¿Valía la pena celebrar a rabiar un empate en casa contra uno de los clubes más flojos en Colombia? ¿La hazaña era tan grande como para semidesnudarse en medio de la ciudad de los parques?

Una curiosidad: los anotadores de los goles, Edison Domínguez y Flaminio Rivas, se encontrarían 5 años después en Bogotá trabajando como destacados monaguillos de lujo para Karol Wojtila.

¿Quién es William González?

Video de elbordillo.co

Esta jugosa rueda de prensa tras el partido Junior-Real Cartagena dejó entre otras una reversa de para atrás, la palabra «fulbo» en toda su dimensión, recuerdos de puertas partidas en dos a karatazos y la incertidumbre por la suerte de William González.

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