Falcioni, impulsador de Fruco

La relación entre fútbol y mercadeo era más libre en sus inicios. De repente, de la nada, surgía un patrocinador con unas exigencias y nadie en el equipo sacaba un manual de manejo de marca para argumentar la negativa. Se hacían las cosas, punto.

A mediados de los ochenta alguien en Fruco relacionó el rojo de su salsa insignia con el de la camiseta del América y consideró que nada mejor para el producto que el referente del onceno del médico Ochoa, Julio César Falcioni,  saliera a la cancha con un frasco gigante de la nueva línea «Picante» haciendo las veces de impulsador (a).

Precursor cómo era del noble arte de la quema de tiempo, aquella disciplina en la que confluyen sobre un gramado  dramaturgia y deporte profesional, quizás pensó que era de verdad y que le serviría durante el partido para darle más realismo a sus largos lamentos por presuntos dolores así como años después lo hiciera el «Cóndor» Rojas en el Maracaná.

Sea lo que sea, el caso es que Julio César Falcioni no solo saltó esa tarde al Pascual con tan delirante accesorio, sino que accedió a tomarse esta foto para el recuerdo.  Fuentes de la entraña de los Falcioni nos confirman que el último arroz con pollo con salsa de tomate fruco picante se consumió en dicho hogar el 3 de marzo de 2002 con un saldo de tres sobrinos y cuatro vecinos con fuertes dolencias estomacales.

Colombia-Perú y la leyenda de las Patasolas

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Luego de intensivas búsquedas de archivo la Unidad Investigativa del Bestiario del Balón pudo confirmar aquella cábala que tenía la Selección Colombia a mediados de los ochenta cuando jugba como local en el Estadio El Campín.

La imágen muestra cómo la pelota enviada por el goleador del equipo nacional en esos tiempos, Miguel Augusto Prince, acaba de superar el siempre estéril esfuerzo del arquero peruano Eusebio Acasuzo. Colombia derrotaba 1-0 a los incas y se encaminaba, en ese momento en la tabla de posiciones a pelear por su entrada en el Mundial 1986. Sin embargo dicen los que conocen los recovecos del estadio de la 57 que existía una maldición en el arco sur del Nemesio, que impediría que Colombia alcanzara en la cancha su objetivo final.

La imagen no deja de ser aterradora. Como ocurriera con la grabación de la película “Tres hombres y un bebé”, donde aparece el fantasma de un niño en plena grabación –escena que no nos dejó dormir durante varios días- , en ese partido un par de quimbas con las medias tricolor aparecieron en medio de la red de la portería, lo que dejó perplejos a locales como a visitantes.

¿A quién pertenecían esas piernas? ¿Por qué ese fuerte olor a pecueca cada vez que se dejaban ver? ¿Era acaso una especie de maldición? Parecía que no porque al final Colombia vencío a los peruanos. Sin embargo en el siguiente juego frente a los argentinos se perdió 1-3 en casa. Desde ese momento todo fue desgracia: derrota 1-0 en Núñez, victoria ante Venezuela con Navarro Montoya diciendo que estaban haciendo todo lo posible para clasificar, entrada al repechaje frente a Paraguay teniendo a muchos de los convocados apuntando a disputar encuentro ante los guaranies y final de Libertadores con el América frente a Argentinos Juniors en menos de cuatro días…

Dicen que en Barranquilla las Patasolas aparecieron el día que el “Chino” Pereda le hizo un gol increíble a Mondragón, pero compraron un antídoto: la lechuza que se paraba en el arco. Por eso la rabia eterna contra Luis Moreno…

A esta hora se busca un búho para evitar cualquier contratiempo mañana.

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La relación Techo-Mundo Aventura no es la primera

La moda de llamar a la casa de un amigo o a la familia y hacer señas para que lo vean montado en una atracción mecánica de Mundo Aventura mientras se transmite en directo un partido de La Equidad parece una nueva tendencia pero nada más lejano a eso. Aunque muchos tratan de llevar a cabo esa sana costumbre de «mojar cámara» de esta forma, ya hubo pioneros en el asunto. En la inauguración del estadio en el Barrio Timiza de Bogotá, en 1983, se disputó un memorable clásico entre Santa Fe y Millonarios que terminó empatado a un gol.

Y no fueron a jugar nóminas juveniles, como cuando Pelé anduvo en El Campín: por el lado azul estaban Van Tuyne, Vivalda, Germán Morales, Wilmar Cabrera, Carlos Ángel López… Del lado rojo figuraron Mina Camacho, José Alejandro Galván, Grimoldi, Oddine y Gottardi.

Por ese entonces la rueda de Chicago estaba atestada, como las tribunas. Pero algunos intrépidos se animaron a tratar de ser inmortalizados y lo consiguieron. Así como se puede ver perfectamente por TV y en HD la mano estirada de algún parroquiano que anda esquivando el vómito montado en la araña de Mundo Aventura -ese ejercicio suele ser más interesante que observar los partidos de La Equidad-, en la foto también se alcanza a ver a un niño con saco de rombos haciendo los cuernitos de Ronnie James Dio en la canasta azul del lado derecho de la rueda de Chicago.

 

El día que el Deportivo Armenia jugó en la A

Aunque pertenecen al mismo lugar, son dos entidades diferentes. Quindío, fundado en 1951 y campeón en 1956 ha sido siempre un club tradicional del país. En cambio el Deportivo Armenia recién vio la luz en enero de 1988 y disputó un par de torneos de ascenso. Pero en un episodio similar al que vivió la selección francesa ante Hungría en el Mundial de 1978, cuando debió vestirse con la camiseta de Kimberley de Mar del Plata -los uniformes de franceses y húngaros eran muy parecidos y se confundían-, el Quindío se tuvo que poner el ropaje de sus hermanos menores de plaza.

Aunque el Deportivo Armenia jamás estuvo cerca de jugar en primera, la foto que consiguió nuestra Unidad Investigativa comprueba que alguna vez jugó en la A. Nunca se supo, eso sí, por qué el equipo que entonces dirigía el «Pecoso» Castro, debió vestirse así para su juego como local en el estadio Centenario. Probablemente Lavatex no llevó a tiempo la tula de los uniformes o, si había crisis, varios de ellos no se alcanzaron a secar a pesar de que los futbolistas, muy juiciosos, los habían puesto detrás de la nevera con el fin de quitarles la humedad antes de disputar su encuentro dominical.

Nadie pareció molestarse ni sentir vergüenza por el hecho. Solamente hubo una persona que protestó airadamente por el cambio de indumentaria: el niño que llora desencantado en los brazos de Franklin Baldovino.

Pregunta Antanas, responde Chicho

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Los encuentros entre fútbol y política suelen darse en salones de protocolo o en oscuros sótanos escenario de componendas en las que no nos corresponde profundizar.

De ahí lo curioso de esta imagen en la que nada cuadra. El político, ex alcalde de Bogotá, en pose primaveral y luciendo sandalias franciscanas aborda al futbolista que lo espera debajo de un árbol -¿qué tan frecuente es toparse con un futbolista debajo de un árbol?- y no para pedirle que lo acompañe a una próxima gira, que se suba con él a una tarima, sino para que le conceda una entrevista.

La postal, no obstante, tiene una explicación: durante unos meses Antanas fue reportero freelance del noticiero QAP en compañía de John Portela. Quisiéramos conocer el audio de la nota. Saber, por ejemplo, si Antanas le preguntó al Chicho cuál era su mayor orgullo y si el entonces volante de Nacional le pidió el disfraz de super cívico para una fiesta de disfraces que tenía por esos días. Por eso, para el que nos traiga la grabación le tenemos reservadas tres cajas de manillas oficiales de la ola verde (?).

La falta de fútbol en TV nos devolvió al «Gamo»

 

Sábado en la redacción: mientras María Ester buscaba la manera de encontrar un acuerdo entre el administrador del edificio para buscar una conexión pirata con algún canal comunitario, los integrantes de la unidad investigativa del Bestiario del Balón trataban de encontrar algún link en internet para ver uno de los juegos del apertura en Colombia. Nuestra ingeniería de punta fue incapaz de localizar un vínculo estable para observar el encuentro Millonarios-Huila y justo, en medio de tantas señales de TV apareció una luz en el horizonte: Juan Carlos «Gamo» Estrada emergía en la pantalla. ¿Qué se había hecho el buen «Gamo»? ¿Por qué nos había privado de su presencia?

Estaba como invitado en «Duro contra el mundo» donde lo acompañó Oswaldo McKenzie a participar en ese concurso que compendia polisombra, agua de piscina, «dolor de caballo», golpes y dummies de icopor. Alcanzó a trovar un poco y fue partícipe activo del juego.

El Bestiario, a falta de fútbol en TV, estuvo en un momento histórico: en el único juego que le televisaron al «Gamo».

Reportería hombre a hombre

No sólo por ser el Héctor Mora del periodismo deportivo, el viajero reportero Jaime Orlando Dinas ha dejado una huella en el oficio. Así como Arrigo Sachi es para muchos el padre de la línea y la marcación en zona, aportes que transformaron el fútbol a finales de los 80, todos le reconocen a Dinas  la paternidad de la reportería hombre a hombre y a presión, como en este episodio ocurrido en la final de la B de 2009 . Y como a Sacchi la línea, a Dinas su escuela le funcionó. Tanto que lo llevó a lo más alto: hasta el mismísimo Rey del fútbol.

Pero no contaba con que al abordar a Pelé,  «O Rei»  justo venía de contarle a Playboy que su debut en la carne fue con un mozalbete en una noche loca de Baurú. Tal revelación perjudicó su imagen y sus asesores le recomendaron evitar de ahí en adelante cualquier actitud o gesto en público que diera para recordar este episodio de su vida. Por eso, apenas vio que Dinas había sobrepasado el límite de cercanía en la nota siguió al pie de la letra el consejo y no sólo tomó distancia sino que su cara dejó claro que, de recaer, no sería con este moreno.