Christian Rojas, una promesa que no llegó

Por Christian Rojas

Esta es la historia de una promesa del fútbol que a pesar de su talento nunca llegó. Todo comenzó en 2003, cuando fui admitido en las inferiores del entonces Bogotá Chicó después de pasar por las de Millonarios. Era lateral derecho, no obstante mi escasa estatura, era veloz, tenía fuerza, manejaba bien el balón y le daba salida al equipo sin olvidar la recuperación. El primer obstáculo lo tuve que enfrentar en 2005 cuando un recién llegado Wilman Conde decidió tacharme de la lista y decretar así el fin de mi breve carrera.

Por fortuna me había visto Alberto “el Petizo” Ramos, cazatalentos del Chicó quien me lleva a las reservas del primer equipo que por esa época se estrenaba en la “A”. En la finca vecina a la de Millonarios comencé a entrenar con la esperanza de ser incluido en el primer equipo. Compartiendo sueño conmigo estaban Leonardo López, hoy en San Lorenzo, Raúl “el Ruanas” Mahecha, hoy en Belgrano de Córdoba y Raúl Asprilla. Desde las reservas, a cargo del “profe” Ramos”,comencé a labrar el camino al profesionalismo. Recuerdo, por ejemplo, que en la primera práctica a la que asistió Eduardo Pimentel metí gol después de un contragolpe y luego nada menos que uno olímpico, logros que me hicieron merecedor de la felicitación del “profe” Pimentel al terminar el partido en el que el rival era el Bogotá F.C.

Habían notado que mi fuerte eran los cambios de frente. Trabajando en eso estaba cuando en plena pretemporada de 2007 comencé a sentir una molestia en la espalda. En un entrenamiento tuve que salirme, vino el médico del equipo, Rodrigo Pimentel, y me examinó. Poco después vino el triste dictamen: una escoliosis no me permitiría seguir con una carga de entrenamiento tan fuerte. Esto era igual que decir que no podría ser futbolista profesional. Entonces tuve que dejar el fútbol. O el fútbol me dejó a mi. La pregunta sigue sin respuesta.

N. de la R. El anterior texto no fue fruto del trabajo de nuestra unidad investigativa, tampoco salió de la memoria de alguno de nosotros. No. Para el Bestiario del balón fue motivo de gran alegría encontrar en nuestro buzón el mensaje de Christian quien, después de entender  a cabalidad nuestra misión/visión, quiso que a su, por desgracia, malograda trayectoria no la carcomiera el olvido y se animó a solicitarnos un espacio. Es una historia que, perdonen el lugar común, puede ser la de muchos otros futbolistas a los que la realidad en forma de lesión, empresario o técnico garoso los despertó cuando estaban a punto de coronar el sueño del pibe.