Especiales del Bestiario: la Copa Marlboro

La Copa no copa (como ven, es un trofeo) Marlboro (y Miami también, luego entenderán) que se llevó Millonarios en su edición Miami de 1987.

Alrededor de este evento hay una verdad de a puño. Y es que de no ser por la comunidad colombiana residente en Estados Unidos el fútbol colombiano difícilmente habría clasificado a tres mundiales seguidos en los 90. Ellos, con sus dólares invertidos estoicamente en cientos de miles de insulsos partidos amistosos la mayoría contra Honduras fueron quienes hicieron viable lo que de otra forma no habría dejado de ser un sueño, un bello sueño.

Ahora sí a lo que vamos. Decir Copa Marlboro es decir arcos con rueditas, colombianos en guayabera y ombliguera repartiendo codazos en la tribuna del Orange Bowl con tal de asomarse en la transmisión que verían sus familiares en la patria, partidos en diamantes de béisbol con vastas zonas de la cancha en arena o en su defecto, en canchas de fútbol americano con sus respectiva demarcación intacta -pesadilla de cualquier juez- y vallas de Chibcha Night Club en Queens junto a las de Gloria Envía. Decir Copa Marlboro es recordar las épocas en que se mezclaban peras con manzanas, esto es: jugaban, para dicha de cualquier infante que a los 4 años su cerebro todavía no le permite distinguir entre clubes y combinados nacionales,  las Chivas Rayadas contra Colombia, Millonarios o Santa Fe versus la selección de Estados Unidos.

Programa de la edición 1987, constaba de 143 páginas con la explicación completa de la metafísica del evento.

Para los que recién llegan, para los nacidos después de 1990 -o a consecuencia de los festejos futboleros de 1989 y 1990-  les contamos que la Copa Marlboro fue un torneo de ribetes místicos pues comprendía  dos competencias en una sola copa. Misterio que, como el de la trinidad católica, es bastante insondable. De hecho, la redacción tardó todo un retiro espiritual en más o menos descifrar que la Copa Marlboro fue el nombre que le dieron a la Copa Miami en 1987, cuando esta llegó a su segunda edición. Así, Copa Marlboro y Copa Miami fueron dos en uno solo hasta 1990 cuando la Marlboro desaparece y la Miami continúa hasta 2001, año en que tuvo y no tuvo lugar su última edición, pues fue cancelada.

La Copa Marlboro fue un crisol de culturas y la madre del fútbol playa. Costa Rica enfrentó a Polonia y Colombia en la edición Chicago de 1990 sobre arena caliente, rasgo inolvidable de esta competición.

Pero hay más: la Copa Marlboro se extendió a otras ciudades, lugares en los que fue, hasta donde sabemos, sólo Marlboro, sin fundirse con otras competencias. Así, cada año se jugaba la de la capital de la Florida y una, dos o hasta tres más en Nueva York, San Antonio y Los Ángeles, entre otras locaciones.  Ahora vemos dónde hicieron su máster en diseño de competencias nuestros siempre creativos «popes» del FPC.

La Copa Marlboro estuvo exenta de «tierreros» por decisiones arbitrales. No obstante, en las canchas-diamante,abundaron. Aspecto del Colombia-Polonia de la edición Chicago-1990. Aporte de Entretiempo-FM.

Y dio para todo. En sus anales figuran toda suerte de delicias para el hincha obseso. Estas van desde el premio a Carlos Karabín -defensa de fugaz e irrelevante paso por el Millonarios campeón de 1987- como mejor jugador del torneo de aquel año, la venganza del 4-4 contra la Unión Soviética -en 1990 cuando Colombia derrotó por penales a los soviéticos tras empatar a cero en el tiempo reglamentario- hasta la participación de un tal «Equipo olímpico irlandés» que otros medios registraron como el Dundalk, sin que hasta hoy se haya podido llegar a un acuerdo.

Carlos Karabín, defensa argentino de Millonarios que alcanzó el cénit de su carrera en el colombanísimo Orange Bowl.

El catálogo incluye también la  no menos peculiar figura de los partidos de exhibición post campeonato como los de 1989 en Toronto (en el que una ignota escuadra local, «Toronto Italia» perdió con el Benfica») y San José, California. Sobra decir que desde ya hacemos votos porque los encargados de diseñar la Liga Postobón 2013 no se cuenten entre los visitantes del Bestiario y la lectura de este post les prenda su lamparita Coleman.

Al hacer el balance, se puede decir que la competición le dejó muchas cosas a Colombia. Y de todo tipo. En lo deportivo, Millonarios se llevó la de 1987, Nacional no se quedó atrás y levantó la de 1988 edición Miami mientras que Santa Fe cerró el ciclo ganador obteniendo de nuevo la de  Miami de 1989.  América no se quiso quedar  atrás y participó dos veces, sin éxito, en 1989 en lo que algunos llamaron «the little malediction of the garabat».

Los tres clubes colombianos campeones derrotaron, curiosamente a la selección norteamericana del legendario Tony Meola cuando en el equipo de este país se hablaba español y en los viajes muchos convulsionaban acechados por malos recuerdos al pasar el avión sobre la frontera con México.  Por cierto, más de un compatriota al cruzarse con el caristmático golero en algún mall intentó sin éxito sacarlo de casillas por esos días  con un sonoro «Tony, the Dimayor tu papá».

Se dice que luego de las tres derrotas ante equipos colombianos, el carismático Tony Meola fue aconsejado sobre los poderes sobrenaturales de la popular «greña paisa».

Por su parte, la selección, que incluía jugadores de Millonarios, Nacional y Santa Fe creando un galimatías futbolero pues varios de estos futbolistas ganaron varias veces un mismo torneo un mismo año pero con diferentes colores y sin cambiar de equipo,  salió campeona de una de las tantas que se jugaron en 1990 tras derrotar en la final a las Chivas Rayadas y subcampeona de otra en 1990 tras perder contra el Atlas.

El «Nano» Prince levanta el trofeo de 1987 desportillado con Photoshop. Al presentarlo, cada integrante del equipo reclamó un pantalón de dril marca Marlboro Leisure Wear.

En lo social, las cartulinas de los inmigrantes -distanciados muchos  por razones personales de la «migra»- con mensajes en clave para sus seres queridos en el Norte del Valle y el Eje Cafetero fueron fundamentales para la felicidad y tranquilidad de cientos de miles de familias colombianas.  En lo económico, dicen los que saben que  quedaron abismos del ancho del cañón del Chicamocha entre los dólares que percibían los clubes por la participación y lo que ellos acá a la Dian le decían que les habían dado. Pero en estos asuntos es mejor no profundizar porque el fútbol debe ser motivo de alegría, una excusa para que este país tan agobiado asome su cara más amable y siempre sonriente (?).

Y para Millonarios, el eterno arrepentimiento por haber aceptado subirse a esa excursión de 1987 pues si bien ganó, el «Nano» Prince levantó la Copa y cosechó comentarios positivos como el del ex «Naranja mecánica» Johan Neeskens asegurando que hacía años no veía un «forward» de las características de Óscar Juárez, fue en este viaje que sobre los azules cayó la tonelada de sal larga vida que hasta hoy los tiene en agobiante sequía campeonil.

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