Christian Arévalo

Apareció en 2005 luego  de una convocatoria que hizo Millonarios para reclutar nuevos talentos en el estadio de Techo. Lo hizo en compañía de un residente de la sala de espera del Bestiario: Tommy Tobar. Ambos venían de San Andrés. Suponemos, que con la firme intención de desbancar a Oswaldo Santoya y a Fabián Barbosa como máximos exponentes del fútbol isleño. En los entrenamientos, dicen, uno se pedía Santoya y el otro Barbosa.

Debutó en el segundo semestre causando grata impresión por sus condiciones pero también por un cierto parecido con el entonces super astro Ronaldinho Gaúcho que algún cronista le supo encontrar. Mostró un par de chispazos, pero no más, apenas para Ronaldinho, pero de Sanandresito. No cuajó, su cuarto de hora duró lo mismo que una bufada del hoyo soplador.

Permaneció en Bogotá en el 2006 para luego volverse cliente platino del expreso Ormeño. Comenzó -le quedaba en el camino- por el Girardot FC, luego  Sport Ancash en Perú -club al que llegó de la mano de Javier Martínez, socio fundador de este espacio-, Sportivo Trinidense y 12 de octubre en Paraguay, para volver por el Suroccidente y temperar en Palmira, donde jugó el año pasado. En Palmira quiso cambiar de rumbo: mientras escuchaba en su iPod -de Sanandresito, por supuesto-  «take me back to my San Andrés…»decidió que era hora de reorientar su carrera y tomó rumbo norte, pensando en llegar, después de recorrer todo el fútbol centroamericano a su tierra natal. Por lo pronto está haciendo escala en el siempre ilíquido Alianza Petrolera.