Cuando Ormeño casi se vuelve Ospina

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Ormeño entra al campo con gesto de desconfianza. Zape tampoco se sentía seguro de su reemplazo

Estaba resignado hasta la médula. Su posición en la Seleción Colombia siempre había sido la de cumplido suplente de Pedro Zape y se conformaba con eso. No había poder humano que mandara al banco –ni siquiera para hacer consignaciones o transferencias- al buen Zape. Luis Octavio “Ormeño” Gómez ocupaba esa zona de incómodo confort del que tiene el número 12 en la espalda.

Pero un día le tocó salir al campo. Zape se lesionó en el Colombia-Argentina de Bogotá y se notó, porque Argentina, sin ser gran cosa, derrotó 1-3 a los de Gabriel Ochoa. “Bueno –pensaba Ormeño- qué carajo, vuelvo a la banca en Buenos Aires y como si nada”. Mientras el arquero que en ese entonces atajaba para el Medellín imaginaba qué souvenirs comprar en Lavalle, Ochoa le puso un camión compactador de la administración Petro en la espalda: iba a ser inicialista en el Monumental.

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Piernas temblorosas antes, manos firmes al detener el balonazo de Maradona.

Justo ese estadio que sigue siendo protagonista de los bombardeos más crueles sobre nuestras porterías –incluso el día del 5-0- lo iba a tener a él como blanco adecuado. Prefirió no usar la 12, sino la 22 y decidió esperar a ser derretido por la lluvia ácida que escupirían Maradona, Burruchaga y Pasculli. Cuando agarró la primera, se sintió bien; después atajaba todo lo que le mandaban, incluso una jugada de Maradona –similar a la que le haría a los ingleses un año después- la paró con las palmas y las rodillas. “Ormeño” se dio cuenta de todo el tiempo desperdiciado en el banquillo resolviendo preguntas como “río francés de dos letras” en los crucigramas que podía llenar con tanto tiempo libre.

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Jorge Valdano celebra mientras que Ormeño se revuelca por los aires. Ganaba Argentina 1-0

Hasta que llegó Jorge Valdano con un cabezazo que lo devolvió a la realidad. No importaba lo que había parado esa noche: igual Colombia perdía 1-0. Ni siquiera El Gráfico lo dio como figura. El honor se lo llevó Ubaldo Fillol por detener –un paradón, a decir verdad- un mano a mano claro de Carlos Ricaurte.

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Síntesis de la Revista El Gráfico. Fillol sacó 8. Ormeño 7

En el partido siguiente contra Perú regresó Zape y después vino Navarro Montoya… de nuevo era suplente. No valió mucho su actuación en la cancha de River. Al contrario: es como si por haberlo hecho bien le hubiera tocado ponerse el 33 en la espalda el resto de su vida.

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