Oscar Bolaño

Con un semblante parecido al de su hermano Jorge, Oscar es casi el arquetipo de nuestra categoría «la genética se equivocó». Llegó a Millonarios muy jóven a finales de 1995 gracias a las estrechas y extrañas relaciones que el gerente deportivo azul de aquel entonces sostenía con el presidente del efímero Unicosta (cualquier hincha del Pereira puede documentar esta conexión). La hinchada azul esperó pacientemente durante varias temporadas el debut del hermano de Jorge con la ilusión que tuviera por lo menos la mitad de las condiciones de su hermano o de su padre. Pasó el tiempo y el debut nunca llegó. En una de las tantas «podas» que se han hecho en Millonarios en los últimos años, Oscar (sin haber estado siquiera concentrado) Oscar fue uno de los damnificados. Debutó finalmente en el Unicosta en donde comenzó una intrascendente trayectoria que lo llevó también al Quindio y al Unión comprobando que, sin duda, él le salió a la mamá y Jorge al papá..

Manuel Rincón

Manolito tuvo que sufrir la triste historia del hermano carente de talento vs el crack de la casa. No fue fácil para Manuel decir que, a pesar de haber debutado primero y conocer los trucos del fútbol con anterioridad, fue completamente opacado por la presencia de su hermano Freddy Rincón.

Pero antes de que Freddy Eusebio le quitara todo el protagonismo, Manuel Rincón era jugador del Once Caldas que dirigió Francisco Maturana. Pero aunque este equipo fue brillante, Rincón era el lunar del conjunto, sin que esto se tome como un comentario racista.

Zaguero central, es recordado porque jugando un clásico Santa Fe-Millonarios en 1988, le propinó a Hugo Galeano uno de los codazos más criminales de los que se tenga noticia. En 1994 formó con el Tulúa, que casi desciende ese año por los yerros de Manolito, que, especulando un poco, fue seguramente uno de los pocos colombianos que no gritó el gol de la selección Colombia contra Alemania en el mundial de 1990 pues ese día que marcó el inicio de la leyenda de Freddy Rincón, fue la fecha en la que entró la última palada de tierra a su sepultura en el recuerdo del fútbol.
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Mario Alberto Coll

El hijo del «Olímpico» Marcos Coll abre nuestra sección de «cuando la genética se equivoca». Este discreto volante comenzó su carrera en el Junior, para pasar después al América con un paso fugaz por Millonarios en 1991. Entre sus logros se destaca haber disputado la copa América de 1987 cuando apenas comenzaba la era de Maturana en la selección colombiana. Tenía una dificil misión por delante si quería superar a su padre: convertir un gol olimpíco en un mundial. Como era de esperarse, no lo logró. Trabaja hoy en día en la MLS.

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