Deportivo Samarios

En el intento de tener una liga civilizada, la Dimayor, junto a la Difútbol, le dieron un toque de elegancia al Campeonato de la Primera B, y como si fuera un torneo con altura, plantearon la posibilidad del descenso a una categoría ¿inferior? y le dieron la oportunidad a equipos de la Primera C de jugar en el preámbulo del fútbol grande.

Así fue que llegó el Deportivo Samarios, equipo salido de las arenosas playas de Santa Marta, a mediados de los años 50 y precursor del Unión Magdalena, volvió a la palestra.

Samarios, que buscaba ser el segundo equipo de la llamada Bahía más hermosa de América, tuvo la ilusión de renovar sus años dorados, con goleadas memorables como el 12-1 que le impuso al Huracán de Medellín en el torneo de 1951. Contando con los problemas del Unión Magdalena para mantenerse en la A, el futuro de Samarios en la B parecía incierto desde el momento en que se firmó la planilla de inscripción.

Ante la Dimayor llegaron con un plantel lleno de figuras: Roberto Bravo, Ubaldo Barranco, Moisés Pineda, Eddie Escorcia, Frank López, Miguel Hidalgo, Elquer (su solo nombre merece un capítulo aparte) González, Giovanny Ríos, Gustavo Lara y Juan Carlos Maestre. Solo un par de jugadores sobresalieron años después en el Ciclón Bananero, como Leonardo Candanoza (suplente de Roque Pérez… Si, Roque también tenía su suplente), Leonardo Huertas (delantero de picardía y poco gol) y el gran hijo de Samarios: Justiniano Peña.

Peña, zaguero central de mucha enjundia pero poco técnica, se hizo famoso con el Unión y en el único título del Deportes Tolima, fue el único jugador en vestir la camiseta lila y blanca de Samarios.

Su historia, como el del también costeño Unicosta se resume en un año de gloria (ascenso de la Primera C a la B en 1993), otro de sufrimiento (fue uno de los descendidos de la B a la C en 1994) y de olvido (todavía existe el club en las polvorientas calles de Santa Marta).

Hoy Samarios vive el triste recuerdo de algo que fue y ya no existe, así como el césped del Eduardo Santos…

PD: Si, el saco de portero de Candanoza da para un nuevo capítulo de Adelante con la moda… Pronto, el arquero noventero….

Involución Colombia

¿Qué hacer con la selección?

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Dejar así, si seguimos retrocediendo pronto llegaremos a 1975 140 22
La brisa es argentina, es hora de echar plancha sobre nuestros estadios 31 4.9
Organizar un nuevo Torneo de las Américas sub23 para retomar la confianza perdida. 39 6.1
Vamos a la fija, traigamos a Bora 223 35
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Imagen original, arriba: Pedro Sarmiento, Nolberto Molina, Miguel Augusto Prince, Luis Norberto Gil, Américo Quiñones, Acisclo Córdoba y Pedro Zape. Abajo: Alonso «Pocillo» López, WIllington Ortiz, Arnoldo Iguarán y Germán Morales. Selección Colombia que cayó 3-1 contra Argentina en Bogotá en las eliminatorias a México’86.

Todo sobre el Torneo de las Américas.

Mamá: estoy triunfando

Contribución: Álvaro Castellanos

El gol de tiro libre que le quitó el invicto al Milán en el 93. Dos de los cinco goles con los que Colombia se burló de Argentina en el 93. Aquel mítico hattrick ante Barcelona por Champions League en el 96… en fin, sí es por sus logros con el balón, el popular “Tino” no tendría porque engalanar este gris bulevar de los sueños rotos.

Pero así como hace unos meses, cuando lo sorprendimos mal parqueado chupando ron en la playa con Chicas Santacola, el siempre impredecible ‘Tino’ está de regreso, esta vez como refuerzo de lujo de un equipo de rockeros londinenes ,mejor conocidos como Iron Maiden.

Virtuosos para el oscuro arte del Heavy Metal, pero desprovistos de la más mínima capacidad para patear un balón, un día de 1998, Blaze, Steve, Adrian y Nicko se cansaron de perder cuanto picado amistoso que jugaban y decidieron que no iban a seguir siendo el hazmerreír de sus congéneres tatuados. Por eso, sentaron en la banca a su incompetente cuadrilla de carga cables y amigos y se metieron la mano al bolsillo para incorporar algunas súper estrellas del fútbol mundial. Stuart Pearce, Patrick Vieira, Marc Overmars, Ian Wright, Paul Gascoigne ¡y sí! Faustino Asprilla fueron finalmente los fichajes para reforzar a este seudo-equipo de fútbol.

Para ese entonces, ya en su segundo ciclo con el Parma de Italia, Asprilla venía de destacarse el en Newcastle United de Inglaterra, motivo por el cual se ganó la confianza de Bruce Dickinson y sus amigos.

A propósito, dicen que Asprilla entabló una estrecha amistad con el siempre virtuoso y polémico Paul Gascoine, gracias a su gusto compartido por el cine arte, los museos y la literatura inglesa, los cuales supieron alternar con uno que otro galpón de pola que se les atravesó en su camino.

La prueba reina del fichaje del tulueño se encuentra en el álbum Virtual XI de la banda que vio la luz en 1998. En la foto, nótese la pícara sonrisa del delantero tulueño, tal vez producto de los recuerdos de la juerga compartida con el también sonriente Gascoigne. Así mismo, nótese la forma en la que escriben el país de procedencia de nuestro ‘pendular’ delantero: “Columbia”, a pedido expreso de la Federación Colombiana de Fútbol que desde el primer momento se opuso a la convocatoria. .

Jugamos con fe y alegría

El Bestiario del balón, siempre fiel a su misión y visión, procura que en lo posible su contenido no trascienda nuestras fronteras. Sin embargo, y tal como en el caso de la muy barrial camiseta Adidas del Strongest boliviano, no podíamos pasar por alto esta rarísima pieza que la siempre acuciosa unidad investigativa del Bestiario encontró en la segunda división ecuatoriana. La prenda en cuestión, con el famoso logo de las pequeñas calcomanías que en los ochenta las damas voluntarias pegaban en la solapa a cambio de una moneda de diez, no es la del equipo que sería el equivalente ecuatoriano al onceno de los jóvenes expósitos del padre Nicoló en Bogotá, tampoco es el atuendo de un equipo conformado con lo más granado de las ONG’s holandesas afincadas en el hemano país, no. El sin muy bizarro uniforme corresponde a la Universidad Católica, equipo que ya se aseguró un lugar en la liguilla que a final de año decidirá quién será el equipo que asciende a primera división ecuatoriana.

¿Pero cómo llego el popular coranzoncito a esta camiseta? No fue después de arduas negociaciones en las que los representantes de Fe y alegría ofrecieron camionados de monedas, no. Todo lo contrario. Detrás del corazoncito está un gesto de altruismo del poderoso grupo Pichincha muy ligado desde siempre al «trencito azul». El grupo, patrocinador del equipo, decidió ceder su espacio en el frente de la camiseta a la conocida entidad benéfica que, suponemos, recibirá además las monedas que en los partidos que la Católica dispute de local le sean arrojadas al referí de turno. Notable.

Con la colaboración de Tierra Generosa..

Pare de sufrir, vuelve el foro

Las plegarias del «Cacharrito», las de ustedes y las nuestras fueron escuchadas y hoy el foro regresa intacto, tal y como lo dejaron. Para los que aún no hacen parte de esta cafetería virtual, los invitamos a registrarse.
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Ana Bolena Meza y su amor interruptus…

Para quienes buscaban con ansia la foto del «Pecoso» en «Aroma y tenga» para paliar sus más oscuros deseos, los integrantes de la redacción del Bestiario les damos un pequeño entremés en medio de tanto guayo y media rota. Se trata de Ana Bolena Meza, que posó con la camiseta de Millonarios y unos singulares «pantaloncitos calientes» a mediados de los años ochenta en una suculenta locación: la Plaza de Bolívar.

Se dice que luego de esta foto su matrimonio con Luis Eduardo Arango se vino a pique: claro, Arango es fanático de Nacional y Ana Bolena le fue infiel con el azul..

Jaime Foxx

Las soleadas playas de Necoclí se parecen en algo a los polvorientos caminos de Texas. Además de ese calor insoportable, que se pega a la ropa y hace transpirar a garrafones, tienen a un par de hijos que podrían ser gemelos separados al nacer.

En Estados Unidos, Eric Marlon Bishop creció como un cantante de R&B que con los años tomó el nombre de Jamie Foxx. Se hizo reconocido en el mundo por ganar un Óscar por representar al músico Ray Charles. Pero sobre todo, por tener un hermano gemelo futbolista.

Lejos, en Colombia, Carlos Alberto Díaz «Bishop» salió de la costera población de Necoclí en un bus hacia Medellín en busca de cumplir su sueño: ser futbolista. Lejos del hip-hop y de Kanye West, más cerca de el vallenato y Los Chiches, Carlitos dejó a su familia en Urabá y se hizo jugador profesional.

Empezó en las reservas de Nacional, pero de un momento a otro desapareció del mapa (¿Sería para la grabación de Un domingo cualquiera, de Oliver Stone?). Volvió al escenario, digo, a la cancha, para ser campeón con Nacional en 2005, con gol incluido, que le valió el trofeo (o la estatuilla) al mejor jugador de la cancha.

Un par de años más tarde sigue en las canchas, pero con prolongados periodos de suplencia (o de grabación). .

Clase turista

Por cosas del destino, las delegaciones de Argentinos Juniors, la Selección Colombia y el América de Cali, se encontraron en un vuelo con ruta Cali-Bogotá-Cali-Lima-Huaral-Antofagasta-Santiago-Mendoza-Buenos Aires… No importó que algunas rencillas producto del primer encuentro de la final de la Copa Libertadores de 1985 no se hubieran cerrado en el campo de juego y fue así como JJ López, ex ídolo de River Plate y en esos tiempos integrante del club de La Paternal (en la foto, de negro), decidió echarse un motoso corto.

Los demás integrantes del vuelo le siguieron la corriente aunque fueron menos discretos. Battaglia, por ejemplo no pudo jugar con maestría el juego de revancha en Buenos Aires, producto de una tortícolis que minó sus capacidades. Falcioni fue apartado del grupo principal por sus fuertes ronquidos, al igual que Enrique Esterilla. Víctor Luna fue objeto de burlas porque dormido, y con su forma de pelo, parecía “Un muñeco de lego”.

Y claro, Juan “El martillo” Penagos, con corbata descachalandrada, tuvo que ser despertado por agentes de seguridad que inspeccionaban el avión… en Lima, Perú.

América no quiso pagar el viaje de regreso de Penagos por lo que al “Martillo” le tocó echar quimba hasta Cali.

Y los dirigentes americanos (ellos en primera clase) también se durmieron cuando sus pares de Argentinos programaron el tercer partido que definiría al campeón apenas dos días después del segundo encuentro y justo en Asunción, una cancha en la que pocas veces Colombia ha podido ser grande.

Imagen cortesía de enunabaldosa.
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¿Todo bien, todo bien?

En el primer semestre de 1994 este rincón de Suramérica vivió una días de euforia que hoy es «boccato di cardinale» para especialistas en fenómenos de histeria colectiva. Cortesía del 5-0 con el que Colombia derrotó a Buenos Aires en septiembre de 1993 y de una seguidilla de triunfos contra rivales tan exóticos como la «selección Centroamérica», los colombianos creímos por un momento que los partidos del mundial serían un mero formalismo y que la Copa Mundo ya tenía dueño y le sería entregada al «Pibe» Valderrama el 17 de julio, día de la final en Los Ángeles. Pues bien, quiso el destino que por los mismos días en que se discutía quién sería el subcampeón del mundial, la campaña para la Presidencia para el período 1994-1998 estuviera en su recta final con dos candidatos, Ernesto Samper y Andrés Pastrana, enfrascados en un frenético «cabeza a cabeza» electoral.

Como buenos hermanastros que siempre han sido, la política y el fútbol supieron leer los signos de los tiempo, aprovechar la coyuntura y darse la mano en un momento en este momento crucial. El resultado fueron estas dos cuñas que se emitieron en el intermedio del partido Colombia-Rumania, pocas horas antes de la primera vuelta y cuarenta y cinco minutos antes del triste final de un bello cuento de hadas.

Bonus track: La grandilocuencia del «Gol gol de Colombia», Jairo Moncada Cortés y el optimismo en claro fuera de lugar del joven Adolfo..

Raúl Pinilla

Tal como el fútbol, el cine también tiene su serie B. Para el caso colombiano, sería imperdonable hablar de cine «Serie B» sin profundizar en la obra de Jairo Pinilla, director de largometrajes, hoy de culto, como «27 horas con la muerte», «Área maldita» y «Funeral siniestro». Pues bien, sin tener aún muy claro de qué tipo es el vínculo entre el apellido Pinilla y el fascinante mundo de lo B, hay que decir que si hay un futbolista que sea símbolo de la primera B, al menos en Bogotá, este es Raúl Pinilla, calidoso volante de creación que surgiera de las divisiones inferiores de Millonarios a finales de los noventa que por esos misterios que abundan en el fútbol y en los que no es bueno ahondar, esta es la hora en que sólo ha podido desplegar su talento en la serie B de nuestro rentado.

Contemporáneo de otros que con mayor o menor suceso supieron beber de las mieles del profesionalismo serie A como Gustavo Quijano, Freddy «El pirry» Castañeda y César Rodríguez, a Pinilla le ha correspondido cursar una maestría en paradores rojos, canchas con altorelieve y baños de gato al terminar los partidos. Todo esto, pan de cada día en la primera B, categoría que lo acogió después de que vio como se le cerraban las puertas en el club donde se formó y que hoy es reconocido en todo el mundo por los centenares de jóvenes valores que han pasado por las narices de sus miopes cazadores de talentos.


Pinilla, en sus años de promesa azul

De su trayectoria en la antigua Copa Concasa debemos resaltar que su buen desempeño en ese efímero y floripondio proyecto llamado Unión Soacha, le sirvió para ser llamado como refuerzo de Seguros La Equidad, primero para el tradicional hexagonal del barrio Olaya y después para su debut en la categoría de ascenso comenzando el 2003. Con la Equidad, trise ironía, estuvo hasta el día en el que este equipo consiguió su ascenso a la primera división. Con algo de justo desasosiego a cuestas, aterrizó a comienzos de 2007 en Academia FC, en donde supo aportar su talento al de jóvenes promesas como Ricardo Laborde y llevar al «equipo mandarina» a la final del primer torneo, instancia en la que se hizo presente con un gol en Envigado en el partido de vuelta.

A esta altura de su carrera, es de verdad un misterio apenas comparable con el de la fórmula de la pócima que le permitió al protagonista de «27 horas con la muerte» resucitar después de un día y unas horas en el más allá, la razón por la que este buen jugador no ha podido abandonar la serie B. No es en todo caso un tema de talento, que le sobra, y hay que decirlo, tiende a escasear en su pariente cineasta. Por lo pronto, y en esto si coincidiendo la obra de Jairo, Raúl va en camino de convertirse en un auténtico futbolista de culto. .