A finales de los 80 y comienzos de los 90 y por razones bien conocidas funcionaba una especie de puente aéreo -en un solo sentido- entre las sedes de Santa Fe y América. Entre todos los jugadores que viajaron estuvieron
los entonces jóvenes bogotanos Eduardo Niño y Wílmer Cabrera que a comienzos de 1990 y cuando eran fijos en la selección que pocos meses después jugaría el Mundial de Italia se despidieron de su casa matriz para instalarse en la tierra de Pepesón.
Esta nota de Ricardo Alfonso sirvió como despedida de los nuevos valores. Nos muestra a Niño, que sabía que era su último día, dejándose contagiar por el ambiente de recocha y haciéndole las populares «orejitas», muy comunes entonces nada menos que a Jorge Luis Pinto. Por su parte, el editor quiso hacer énfasis en el carácter que Cabrera proyectaba en la cancha y se valió del generador de caracteres para dejar claro que se trataba de un «volante con personalidad», descripción que tal vez no cayó muy bien en el resto del plantel.
De la donación de DIABLO AMERICANO.
El fugaz paso por la titularidad de por el entonces prometedor Niño.
Corrijo: Wilmer Cabrera no es Bogotano, es de Cartagena. En lo que sí estoy de acuerdo es que han sido muy buenos amigos desde siempre tanto en SantaFe como en América y selecciones Colombia. Alguna vez los vie en Cali en el año 91 «echandose unos guaros» en una discotek.