Cuando se está en la buena, cuando la rueda de la fortuna gira a favor de nuestros intereses todo sale. Eso lo constató Germán Gutiérrez de Piñeres aquel 20 de diciembre de 1987, día en que Millonarios obtuvo la estrella 12 y en el que el barranquillero pudo dar su segunda vuelta olímpica con los azules. Era, de hecho, el único repitente del título del 78 en el plantel.
Pero su mayor alegría no fue deportiva. Todo estudiante universitario conoce el calvario que es conseguir un lugar para hacer la práctica profesional. Germán, al tiempo que con sus pies repartía muestras de afecto a delanteros rivales, adelantaba estudios de periodismo. Y coincidió que para el octogonal de ese año, se vio en la necesidad también de tocar puertas para ver dónde lo recibirían para hacer sus primeros pinitos en su profesión paralela. Esto lo sabía el equipo de Cromadeportes de Cromavisión, quienes justamente andaban buscando cargacables, joven de los tintos, transcriptor de entrevistas, tramitador, auxiliar de trasteos y paño de lágrimas para jefes (funciones que regularmente cumplen los jóvenes en este rol).
Así, aprovechando la euforia del momento Humberto Salcedo le dio la buena noticia a Gutiérrez de que el dispendioso trámite en el que tendría que gastar sus vacaciones de fin de año estaba resuelto, cosa que agradeció el zaguero azul. Por supuesto, no era el momento de profundizar en lo referente al perfil del cargo que le esperaba a su nuevo «chino águila».