Más conocido como el «crédito de Honda», este delantero protagonizó a finales de la década de 1990 una sucesión de exóticas excursiones en el exterior.
Despuntó en la delantera del Cóndor a mediados de la década de 1990 lo que le valió engrosar en 1995 una delantera santafereña que aún no se reponía por la reciente partida del «Tren» Valencia. Nunca mostró mayor cosa pese a las múltiples oportunidades con que contó. Para verdades, los números: 14 goles en 75 partidos, Mejor quizás que Jeffrey, Penayo o Liberman pero no lo suficiente como para que el estadio de Honda llevara su nombre. Hasta acá, nada extraordinario ni paranormal. Lo que llama la atención en la carrera de este modesto delantero son las dos incursiones que registra (también entre 1995 y 1998) en el fútbol europeo. En efecto, todo parece indicar que este jugador, a diferencia de otros, conoció la fórmula para ganarse el cariño del entonces mayor accionista de Santa Fe Cesar Villegas. En últimas hizo bien Gustavo. En lugar de dedicar su tiempo libre a perfeccionar aspectos de su fundamentación o de su técnica con el balón quiso más bien dedicar este tiempo a ganarse los afectos de don César. No tardó mucho tiempo en darse cuenta de que había tomado la decisión correcta: sin mayores argumentos futbolísticos jugó algunos partidos en la liga griega (en el Ethnikos de El Pireo) y pudo tomarse sendas fotos en el Partenón y en las playas de Mykonos para envidia de los compañeros suyos que creyeron que quedarse después de los entrenos era el secreto para llegar a Europa.
Años más tarde, en el primer semestre de 2001, cuando el Cheché Hernández y Samuel Calderón llegaron al verde con una constelación de estrellas detrás: Martín Zapata, Néstor Salazar, Jorge Salcedo, entre otros.
A llegar se le escuchó decir: “Nacional es un equipo grande, con jugadores de mucha categoría y vengo con la intención de triunfar”, sentenció con la tranquilidad de tener sus derechos deportivos en la mano.
Poco tiempo después debió salir por la puerta de atrás con rumbo a Pasto en dónde tampoco supo darle motivos a los concejales de Honda para que impulsaran lo del cambio del nombre al estadio. Su último intento fue en el Chicó, cuando este equipo militaba en la primera B.
Con la colaboración de fusilero..
Obviamente, hay que mencionar que Gustavo cobró de los lindo en Nacional, donde estuvo todo un año, jugando un sólo partido… y como no, yéndose en blanco en la casilla de goles anotados. Otro fracaso de la dirigencia de Nacional.