Maturana, técnico del Real Madrid (1991)

Así tituló más de un medio en Colombia en mayo de 1991. El presidente «merengue», Ramón Mendoza había decidido apostarle al colombiano como carta, primero para ganar las elecciones en el club, y luego para que tomara las riendas del plantel profesional. Inmenso honor.

Hazaña histórica de nuestro balompié. «A Maturana le espera un reto bien serio.Por eso lo del Madrid no se puede entender como la gran meta de Pacho; es simplemente el comienzo, el inicio de sus verdaderos objetivos. Lo anterior fue la preparación de una gran carrera que empieza ahora», escribió César Augusto Londoño en un artículo, portada de Deporte Gráfico, en el que se daba como un hecho la llegada del chocoano al Bernabéu.

Y no sólo César Augusto andaba eufórico. Con él, medio país. Qué medio país, tres cuartos de esta nación. Y entre ellos el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Antonio Navarro que, al aceptarle la renuncia a la curul, aprovechó para inyectarle confianza. Le dijo en su carta que «en el Real Madrid, si llega allá como todos deseamos (buen político, Navarro sabía que las puertas de los hornos queman panes), es irreemplazable».

Pie de foto contundente.

La ensillada sin bestias todavía, oficio en el que Colombia es potencia mundial, arrancó a todo vapor una vez en el país se decidió que era un hecho la nueva chanfa de Pacho. «Marcar en zona, hacer presión sobre el balón, jugar con la intención del contrario, tener jugadores con manejo y dejarle al talento la responsabilidad del ataque, son lo principios que aplicará en su nuevo club», pronosticó en su artículo César Augusto.

Y la euforia germinó como dictan nuestros manuales: que qué orgullo, que la reconquista, que el mejor técnico de esta y tres galaxias más, que ahora sí éramos potencia y que para septiembre ya estarían jugando «amigo secreto» en las oficinas del equipo con motivo del día del amor y la amistá.

Y es que, en serio, todo estaba dispuesto: Pacho, buen amigo, dejaría a los colombianos felices y a su carnal «Bolillo» junto a Diego Barragán instalados en el Valladolid como reemplazo . Nada parecía impedir que el Real Madrid fuera a partir de junio » el Real Madrid de los colombianos» mucho antes de Rincón y Congo.

Para entonces, recordemos, Maturana cumplía una campaña decorosa como técnico del Real Valladolid al tiempo que a distancia y vía telex ejercía como constituyente, cargo para el que había sido elegido luego de aceptar conformar una lista del recién desmovilizado M-19. El Real, por su parte, venía de una campaña llena de tumbos con dos cambios de técnico: comenzó Benjamín Toshack, luego la dupla Di Stéfano-Camacho y por último el yugoslavo Radomir Antic, para efectos de esta historia, villano del paseo.

Según nos contaron, la idea era que Ramón Mendoza una vez asegurara su elección, le pediría al balcánico la renuncia para instalar a nuestro crédito. Y parece que eso también fue lo que le dijeron a Pacho que, ilusionado, cerró apartamento en Valladolid, renunció a su freelance en Bogotá y durante unos días sólo tuvo merenguitos para ofrecerle a las visitas.

Pero algo falló. De repente, cada que Maturana llamaba a Mendoza, cuentan, este resultaba estar en una reunión, llevando los niños al dentista, en medio de un percance doméstico o simplemente atendiendo una llamada muy importante en la otra línea. Traducido al español de las Indias, la secretaria se cansó de decirle «ay don Pacho, si viera, don Ramón justo acabó de salir, usted tan de malas, pero le prometo que aquí le dejo su razoncita».

La angustia de Maturana al no recibir respuesta de Mendoza fue la de todo un país. La ansiada rueda de prensa para protocolizar lo que ya era un hecho jamás tuvo lugar.


El Noticiero TVHoy alcanzó a dar como un hecho la llegada de Pacho al banquillo del Bernabéu.

Y entonces, lo de siempre, el procedimiento que trae la cartilla de la colombianidad para sobrellevar resacas de este tipo: que el color de su piel fue un obstáculo en el seno del camerino del equipo que siempre fue franquista, que la conspiración de todos contra Colombia, que el sagaz Mendoza se aprovechó de la ingenuidad del colombianito y su buena fe y que el perverso Antic supo mover sus fichas para boicotear su llegada.

De lo que poco se habló es que justo mientras el representante de Maturana firmaba un preacuerdo, Antic supo enderezar el caminado del equipo y consiguió una serie de triunfos que lograron hacer impresentable su salida, más con la marea electoral alta. Pero no todo fueron pérdidas para el colombiano. Haber estado cerca, porque lo estuvo, eso nadie lo cuestiona, de sentarse en el banquillo local del Bernabéu, aumentó su cotización. Ayudó a aumentar el saldo de su reputación que luego fue dilapidando pero esa es otra historia. Resumen: perdió el hombre, pero el técnico ganó un poco.

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