Los 80 y los 90 fueron décadas felices para los arqueros. Antes de que los minuciosos contratos entre clubes y marcas de ropa deportiva impusieran severas restricciones a su libre albedrío, estos podían darse todo tipo de licencias, muchas de ellas ya documentadas en este espacio, como la de Eddy Villarraga emulando a Tony Meola o la de Óscar Córdoba disfrazado de arquero del Bayern Münich.
Alberto Pedro Vivalda, argentino que militara en Millonarios entre 1982 y 1985, fue uno de tantos cuidapalos anarcos que no tuvieron temor a decirle «NO» al utilero llegado el momento de recibir su indumentaria de dotación. Y «el Loco» dijo no porque había logrado hacerse a un buzo azul claro metalizado de entonces selección campeona del mundo: Italia.
No lo lució por muchos partidos. Quizás delanteros rivales se quejaron del reflejo que molestaba sus ojos o también pudo haber ocurrido que Dino Zoff lo alertara de una posible demanda por suplantación. O quizás simplemente lo guardó para no gastarlo. Eran otros tiempos, no había apertura, no existían almacenes en Unicentro con estantes llenos de indumentaria de equipos y selecciones europeas. Era, sin dudas, una «monita difícil», que bien podría ser víctima del decol en la lavada y, por lo tanto, había que cuidarla.