Afligido por el acaparamiento mediático de la fauna Barranquillera, y aprovechando la ola generada por el recién bautizado Gamero, es hora de reivindicar a otro gran símbolo bogotano: La polilla de estadio. Siempre presente, terror de toda mujer primeriza en el Nemesio, es hora de que reclame su posición entre el hall zoológico de la fama del fútbol colombiano.
La postal oficial de la ONG «Hijos del Mundial Sub-20»
El paso a paso de Arturo Boyacá
En estos tiempos de incertidumbre en los que el concepto de familia es cada vez más confuso, resultan casi naturales los disfuncionales núcleos familiares híbridos. Se hace hecho más natural ver a padres que cuidan de hijos que no son suyos, pero que a fuerza de cariño y las enseñanzas del Vágner del Amor, se adoptan como propios.
Nuestro fútbol, cada vez más parecido a un sitcom gringo, no es ajeno a este fenómeno que en los inicios de la década del 90 cautivó nuestra atención gracias a la magia de la televisión.
Cómo olvidar a la espectacular Suzanne Sommers quien, después de su travesía orgiástica de Three’s Company, hacía las delicias de adolescentes excitados cuando la veíamos manejar con propiedad un hogar de 6 hijos, entre propios y extraños, junto al ya vetusto galán vaquero Patrick Duffy en la popularísima Step by step ( que extrañamente no estaba ambientada por la exitosa canción de los imberbes Nuevos chicos de la cuadra).
Duffy era el tosco y muy americano padre de tres adolescentes conflictivos (que por la sensatez de los libretistas gringos siempre resultaban más maduros que sus paralelos latinoamericanos) y, por azares del amor y el natural deseo carnal por Sommers, se convertía en padre adoptivo de un par de ñoños mamertones y una hueca pero sensual adolescente.
El grupo de colaboradores del Bestiario logró conocer que Duffy, cansado del mediocre estilo de vida americano y con el ánimo de revivir sus épocas de padre putativo de adolescentes rebeldes y problemáticos, decidió aceptar la oferta de dirigir a los huérfanos que quedaron del hogar que Néstor Otero decidió abandonar.
Se ha visto a Duffy bastante desmejorado al tener que lidiar con las broncas escolares del niño Gerardo Bedoya y con los problemas de sobrepeso del quinceañero Preciado. Por fortuna para él cuenta con la asistencia de su media naranja, que lo apoya y acompaña en cada capítulo, que aunque no sea una reina despampanante como Sommers, es al menos un Rey Galván.