Un Grammy para «Churta» Castillo

Invaluable aporte de Irish_Mandrake

Dios sabe cuánto talento desperdiciado hay en las prácticas de fútbol. Harry Castillo podría encajar en este perfil. Largos viajes a oriente, donde jugó en ligas de toda laya y su invaluable y estéril aporte en Millonarios hacen de él una figura inolvidable. Pero el gran Harry sintió que él estaba para grandes cosas, para ser un profesional «integral». Recordando entonces sus orígenes y apalancado por amigos de infancia -muy al estilo de Carlos Tevez y sus amigos que tienen un grupo de cumbia villera- se metió al mundo de la música con un éxito infinitamente superior al que amasó en el césped de El Campín.

Por eso, la redacción de este noble site recomienda gustosamente que usted, amable lector, amenice las fiestas de fin de año con «Guapetéalo» un hit musical perteneciente al rubro «música del mundo». Puro bling bling para el decembrino mes que se acerca.

Con un video memorable y el turbo del Renault 9 del buen «Churta» en acción al finalizar el clip, «Guapetéalo» bien podía ser tenida en cuenta en la próxima entrega de los Premios Grammy. Si Jethro Tull ganó un gramófono en 1990 por ser el mejor grupo de metal y Memo Orozco fue nominado por mejor disco infantil, la producción que en conjunto hicieron Harry Castillo y el grupo «Unión Libre» merece todo nuestro reconocimiento y también el de la academia.

PD: no hay «Payola» de por medio.

Un seguro contra la sal (efecto Poltergeist)

Es uno de los riesgos más graves que corre un ser humano. Sentir el poder salino de esas extrañas fuerzas que no pueden ser combatidas con eficacia ni con rezos, ni con escobas detrás de la puerta para que la mala racha concluya pronto su incómoda visita. Aún no se han inventado una póliza eficiente que sea capaz de cubrir esta eventualidad, que no deja de ser latente ante ciertas presencias. De hecho, el granítico equipo de La Equidad y su plantel está pensando hablar con la dirigencia para empezar a hacer válido el ítem de cubrimiento ante «Eventos relacionados con salmuera» y de esta manera, sacar rédito económico de una mala racha que puede tener explicaciones comprobables a través de este documento.

Es que ninguno de los jugadores puede dormir bien, luego de que un «efecto Poltergeist»  cayera sobre aquellos que salen en esta imagen. Aunados en torno a la inauguración de las torres de iluminación del Estadio de Techo, los futbolistas y el presidente de la institución Clemente Jaimes aparecen radiantes y sonrientes sin saber el peligro que corren al inmortalizarse en este encuadre tradicional, pero al que le sobra un protagonista.

Luego de tomada esta foto pasaron cosas que todavía no pueden ser explicadas ni por los inventores de la Patasola, el Chupacabras o DMG:

  • Ariel Carreño sufrió conmoción cerebral y una fuerte fractura de cráneo.
  • Alexis García fue suspendido un mes por pelearse con Eduardo Pimentel en medio de un anodino Equidad-Chicó. Como si esto fuera poco, debió pagar una multa cercana a los 3 millones de pesos.
  • Germán Caffa, arquero argentino, sufrió una lesión que lo tiene todavía en barrena.
  • El Cali le metió cinco goles en Techo.
  • Renzo Sheput no es el de antes.
  • De estar segundo del torneo, hoy no está clasificado a las finales.
  • Dawhlin Leudo, hombre de bestiarista identidad, se desmayó súbitamente contra el Tolima, haciendo gemir de miedo a jugadores, técnico y aquellos que no son beneficiarios de su seguro.
  • De no recibir expulsiones a pesar de abusar del juego fuerte, la tarjeta roja es amiga de las quincenas de varios integrantes del equipo, antes impunes en sus entradas.

No solamente Bogotá está en ruinas. La Equidad supo sufrir el «Efecto Poltergeist». Por eso, averigüe con su vendedor de confianza sobre los seguros para llevar una vida sin sal. Podría necesitarlo.

Navidad anticipada: Magnum era de la «Mechita»

Aporte de Juan Andrés Valencia

Todo un incunable llegó a la mesa de redacción del Bestiario en instantes en los que los integrantes de la unidad investigativa estaban mordiendo mezcladores de tinto y cortándose las uñas con las teclas de la máquina Olivetti utilizada para levantar los textos que usted lee.

(Nota de la redacción: en el proceso de confección informativa se mandan las hojas escritas a máquina, que son transcritas en un computador de un local cercano a una céntrica universidad. Luego el diskette es entregado con los textos en word perfect a varios varios tecnólogos que suben el material a la página desde la moderna consola de un computador Sinclair ZX 81)

En un sobre lacrado aparecía un incunable: la entrada de occidental tercer piso de un fanático que estuvo el 19 de diciembre de 1979 la noche en la que el América de Cali de Carlos Gay, Aurelio Pascuttini, Alfonso Cañón y compañía derrotaba 2-0 al Unión Magdalena de Gasparoni (goles de Cañón y  Lugo) y se coronaba por primera vez campeón del fútbol colombiano.

Tom «Pepino» Selleck quemaba las calles del barrio San Fernando en su Ferrari para llegar a tiempo a comer cholado y ver a su América

Imperdible la presencia de Tom Selleck, conocido en Cali como José «Pepino» Sangiovanni y que caracterizando a Magnum, acompañado de sus fieles dóberman Zeus y Apolo, presidía al América (Se decía que Higgins era el contador del club). En el ticket, Selleck (o Magnum, o Sangiovanni, como usted prefiera) les mandaba un saludo navideño a los hinchas, tan rojos como su Ferrari:

“La junta directiva, el personal administrativo y técnico deportivo desean a toda ferviente afición escarlata Feliz navidad y venturoso año 1.980”.

1979 sin embargo tuvo un hecho más importante para los entonces neonatos fundadores del Bestiario: la lesión de Willigton Ortiz producida por un ídolo de esta tribuna: Antonio “Gringo” Palacios.

Una gambeta a la realidad

Si nunca lo vio jugar, es hora de que empiece a llorar. No hay hoy en el fútbol colombiano un jugador como él. Una tarde de sol de 1989 contra el Sporting de Barranquilla recibió un saque de banda con la cabeza y se puso a hacer la “21”. Los rivales y la tribuna lo aplaudieron. No fue como  en 1988, que haciendo la misma jugada –incluso más compleja porque durmió el balón en su inmensa calva-  le hizo un gol a René Higuita en Medellín y le regalaron un monedazo en el ojo.

Fue a hacer una prueba en el Stuttgart y no quedó, menos mal por los que siempre quisieron tenerlo ahí, ridiculizando defensas de leña, seguirían pagando la entrada con gusto solo para verlo. Crack en Cali, ídolo irrepetible en Millonarios, y genio con el Medellín subcampeón de 1993 Carlos Enrique Estrada no tuvo nada de bestiarista. Ni sus dientes –unos desordenados granos de maíz peto- , ni su calvicie –propia de empleado bancario de vieja data- ni su paradójico corazón santafereño, que no le dolía cuando con Millonarios le hacía golazos, son merecedoras de una designación a las categorías del oprobio que otros sí se han granjeado con mérito en este espacio.

Esta es la única imagen “Bestiarista” de este superdotado. Nunca jugó en el Junior. De hecho en el octogonal de 1988 Lorenzo Carrabs, el uruguayo invencible, lo sufrió una tarde en la que Estrada lo hizo comer grama con tres golazos muy de la cosecha de la “Gambeta”. Pero en la foto está viviendo una de las alegrías más grandes de su carrera, aunque con la camiseta tiburona. En el camerino del entonces Metropolitano que aún olía a recién pintado, gritó campeón. Con Millonarios, claro. Pero en el desorden del camerino y luego de un intercambio con algún rival, quedó esta postal inédita guardada para siempre.

La moda del cordón poco umbilical

Foto cortesía Juan Pordiosero

Muchos le endilgan a esta costumbre el fracaso de los equipos de fútbol colombiano desde los 60 hasta los 90. En los bajos fondos se especula que por este motivo se forzó a que nuestro país abandonara la idea de hacer el Mundial de México 1986. Esta tendencia, con cara de ley, caminó rampante por todos los estadios y los árbitros eran los más estrictos a la hora de aplicar este estilo. Antes del pitazo inicial, con tono fuerte, los jueces le gritaban a los futbolistas: «¡Métase la camiseta y súbase la pantaloneta o lo echo!»

Ante ese panorama dictatorial los futbolistas no tenían más remedio que hacer caso, callados y sufriendo en silencio cumplían con la norma a cabalidad: siempre la pantaloneta debía quedar sobre el ombligo, atada a las costillas con el cordel que venía dentro del nylon de esa prenda, sin importar las molestias o los dolores producidos por el apretujón genital consecuencia de esa costumbre. Las caras de Carlos Fernando Navarro Montoya (arquero de Santa Fe) y de Darío Erramuspe (gran volante del Bucaramanga) delatan ese mal momento que tuvieron que vivir por cuenta de este código no escrito. Era difícil poder jugar bien en semejantes condiciones.

Así jugaban en los ochenta: como si fueran ancianos poniéndose un jean. El límite máximo para subir la prenda era las axilas. Todo acabó el día que Carlos Valderrama fue en contra de la moda, se sacó la camiseta, puso la pantaloneta donde era y empezó a jugar bien. El resto lo imitó y Colombia entró a tres mundiales.

Amor es…

Abrazar a un amigo sin importar cuánta sal te pueda pegar…

Foto cortesía William Mora

Camiseta-pareo referencia «Juan Del Mar». Cúcuta Deportivo 1996

Aunque bien una escultural modelo digna de nuestra popular sección “Bestiarísima” sería la apropiada dignataria de tan poco pudorosa prenda, el equipo motilón –con el sabio consejo de la querida ropa deportiva Comba- sacó al aire este modelo vaporoso de la casaca rojinegra en tiempos acordes al caldeado clima de la institución. Estaban cerca de irse a la B, en la campaña 1996/1997.

La tela vaporosa de la camiseta tenía como efecto desacalorar a sus futbolistas en medio del duro clima que pega en el General Santander a las 3:30 de la tarde y el patrocinador debía ser una gaseosa que al tomarse, produjera de inmediato sed, ojalá de victoria. La saladísima gaseosa Konga acompañó en el pecho a los jugadores cucuteños en esa temporada en la que regresaron a la B para casi nunca más volver.

Para jugadores de piel negra, como Cerveleón Cuesta –quien regaló esta prenda hace varios años y fue recuperada del ostracismo de un clóset por la unidad investigativa del Bestiario del Balón- no había ningún problema en usarla sin nada debajo. Los jugadores de piel blanquecina como el neón o extremadamente pudorosos, preferían utilizar una camiseta negra de algodón debajo, lo que produjo el efecto contrario a lo que el diseño buscaba: la libertad de movimientos y la liberación del sudor.

El Cúcuta se fue a la B cerrando un nefasto campeonato y Comba tuvo que echar al tacho de la basura esta buena idea. Luego en Nike se dieron cuenta de tamaña genialidad e inventaron el famoso Dri-Fit de sus camisetas.

Vasquel y Haziri

Se criticó tanto la Copa América 2001 que Colombia ganó… Largos bigotes de Fina y largos bigotes de Pastrana aparecían en los medios para dar tranquilidad, para decir que un par de bombas –y no Sempertex- no iban a dañar la fiesta del torneo más antiguo de selecciones. La voz que siempre se oía, la frase típica era: “estamos haciendo todo muy bien. No hay fallas de nada”. Parecía  en efecto, no había un solo error, hasta que aparecieron que aparecieron Vasquel y Haziri.

En una edición de álbumes que salieron para tan magno evento y que hoy se consigue a bajos precios en cacharrerías de Chapinero (venden también las monas, para los interesados) cometieron este error. A Edigson Velásquez lo llamaron “Edison Vasquel” y a Foad Maziri, le cambiaron su apellido a un “Haziri” más temerario.

No solamente aparecieron ellos, que no fueron convocados en el equipo campeón: también salían Orlando Ballesteros, Agustín Julio, Jhonier Montaño, Gustavo “Misil” Restrepo, Pedro Portocarrero, Jersson González y ¡Gustavo Del Toro!

Todo parecería indicar que las delegaciones, al ver esta bestiarista convocatoria colombiana y al leer los nombres de Velásquez y Máziri, imaginaron que esta dupla eran dos reggaetoneros destemplados; con estas extrañas apariciones autoadhesivas se dieron cuenta que el torneo no iba a tener mucha seriedad y mandaron lo primero que se encontraron: a Guilherme, Denilson, Fernando Menegazzo y Roger los brasileños, a Mauricio Aros y un Christian Montecinos de 36 años los chilenos, a Tavarelli, Massi y Robles los paraguayos. Los argentinos y canadienses bostezaron y en medio de varias monas repetidas de Héctor Hurtado –otro de nuestros incluidos- decidieron mejor no pegarse semejante viaje.

Colombia al final fue con su mejor arsenal. Ellos jamás se enteraron de ese álbum, al parecer.

Los ganadores de los Premios Bestiario del Mundial Sudáfrica 2010

Estos fueron los resultados de las elecciones. Muchas gracias a todos aquellos que votaron en los premios más prestigiosos del fútbol, después del Balón de Oro de France Football y el trofeo Asaderos Llano Mío al mejor jugador de la cancha.

Premio “El Balay” para el mejor embajador de Colombia en el Mundial de Sudáfrica

El Wakala Wakala (27%, 306 Votos)

Total de votos: 1.148

Premio Filis Lan (Phillip Lahm) a la mejor pronunciación del apellido Schweinsteiger

Suestinga (26%, 302 Votos)

Total de votos: 1.167

Premio “Vuvuzela de hojalata” al más sonoro fracaso en el Mundial de Sudáfrica

Cristiano Ronaldo (Portugal) (52%, 614 Votos)

Total de votos: 1.190

Premio “Daniel Arenas” al futbolista o técnico que más sufrió en el Mundial de Sudáfrica

Gyan, después de comerse el penal contra Uruguay (46%, 544 Votos)

Total de votos: 1.170

Premio “Pulpo Paul Potts” al arquero de peores tentáculos en el Mundial Sudáfrica 2010

Robert Green (Inglaterra), contra EE.UU (75%, 875 Votos)

Total de votos: 1.166

Premio Artridene Gel al árbitro más obtuso de Sudáfrica 2010

Jorge Larrionda (Alemania-Inglaterra, de octavos de final) (53%, 600 Votos)

Total de votos: 1.141

Premio friends al elemento más nocivo en un plantel en Sudáfrica 2010

Diego Maradona (Argentina) (57%, 664 Votos)

Total de votos: 1.169

Premio “Señorito Silueta” al jugador metrosexual del Mundial Sudáfrica 2010

Rigobert Song (Camerún) (52%, 605 Votos)

Total de votos: 1.162

Camiseta DIM 2010 con concepto ochentero

Agradecimiento imagen «Paisa»: Álvaro Castellanos

Los juegos de palabras en nuestro país supieron tener un sitio de honor en nuestro país, pero han venido cayendo a niveles de precariedad muy bajos. A veces hay que evitarlos incluso. Pero en los ochentas… ¡Esos sí eran buenos años para convertir las palabras en dagas filosas!

En esos tiempos en los cuales decir “vaina” o “carajo” era penalizado con sopapo en la boca, extradición de la mesa para terminar refugiado comiendo en la cocina y recorte presupuestal en la mesada, era más fácil aludir a las picardías lingüísticas y al doble sentido. Si Hombres G pegó en Colombia no fue precisamente porque David Summers cantara brillantemente como Eric Burdon o Van Morrison. No. Fue porque se atrevió a retar al pacato establecimiento colombiano hablando de mamones y maricas. La misma tajada de ese ponqué fue saboreada por los Toreros Muertos, aunque con muchísimos más méritos que Summers.

Y en medio de esa Colombia parroquial y sin Milky Way por las calles, unos soldados desconocidos comenzaron a plagar con sugerentes calcomanías el mercado: su propósito era vender y escandalizar y así lo hicieron. No era Texaco, sino “Tecago”; no era Marlboro, sino “Marihuana”, No era Colgate MFP, sino “Cagate POF”; No era Puma, sino “Fuma”.

El chiste debió durar de 1985 a 1986 y por culpa de David Summers esa picaresca se perdió. Ya era válido decir “Coma Caca” sin necesidad de usar la tipografía de Coca Cola y “Piense” sin utilizar el logo de Pepsi. Ya dejó de ser chistoso ese mensaje velado. La inocencia había dicho adiós para darle paso a los insultos sin pudor, sin pena, incluso en la mesa en la que en la niñez varios infantes sufrieron la extradición.

Sin embargo los encargados de la publicidad de la cerveza que patrocina al DIM  se ve que quedaron marcados por esa ochentera tendencia y, como parte de una estrategia para tocar las fibras más sensibles del buen beodo antioqueño, anunciaron el cambio en la feria de las flores de la marca de la cerveza, tradicional en estancos paisas y en vallas de carretera.