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James Rodríguez también hace goles de derecha
Aunque en la memoria de todo el mundo James Rodríguez es más zurdo que el Ché Guevara, también se ha dado el lujo de anotar golazos con la pierna diestra. Hay que agregar que este James del que hablamos es el papá del James que todo el mundo conoce. Wilson James Rodríguez, jugador que anduvo por Cúcuta, Tolima y Cali metió este bombazo contra el Caldas. Iván Mejía en su sección del «Show del gol Criptón» le dedicó una frase gentil: «este muchacho juega muy bien».
Todavía faltaban dos años para que el James de hoy naciera.
Un gol con «síndrome Naty Botero»
Hay mujeres que se ven hermosas cuando están lejos de nuestro panorama, pero la perspectiva de belleza se modifica a medida que se acercan a nuestros ojos. Bien es sabido de aquellas féminas que de acuerdo al lenguaje masculino tienen un «muy buen lejos». El oasis de la distancia hace que su aspecto sea esplendoroso pero al acercarse termina siendo una mujer normal, no tan despampanante como se imaginaba.
A este extraño caso de sofisma se le ha bautizado como el «Síndrome Naty Botero». Belleza y normalidad pueden convivir a medida que se aproxima la víctima de este síndrome a su objetivo masculino. Pero no es un problema exclusivo del sexo opuesto. En materia de goles también ha pasado más de una vez que uno advierte el final deseado de un gol que pinta para ser hermoso pero que al final, termina siendo una anotación común y corriente. Uno, al predecir el final imaginando una conclusión ideal -un balazo al ángulo con estirada elástica del arquero- es quien se equivoca: el desenlace de la escena es un puntazo deforme y un arquero despatarrado.
Este gol tipo «Naty Botero» fue narrado en precisa forma por William Vinasco, acompañado del joven Adolfo Pérez durante el mítico especial de los 500 goles.
Nota de la redacción: el síndrome «Naty Botero» también se denomina «síndrome de las gafas negras». Hay mujeres que con antiparras oscuras se ven deseables y suculentas, pero cuando el sol se va y ellas se las quitan, es probable que la magia de su encanto desaparezca.
Esta encuesta es para… ¿drapo?
¿Nacional de azul? Sí, Nacional de azul
Así como la primera saga de este especial mostraba a Millonarios vestido de verde piscina de Renault 4 modelo 81, en Nacional también decidieron, alguna vez, instaurar en su indumentaria el color azul, sin que nadie acusara de transfuguismo político a nadie. Tampoco se habló de una alianza de las juventudes conservadoras para modificar la camiseta del verdolaga y mucho menos hubo inspiración en la película “La laguna azul” debido al parecido entre los rizos de Stefan Medina y los del protagonista de la afamada película.
La idea fue de la marca Converse -toda una coincidencia idiomática en este cambio de colores- que llenó de camisetas azules los entrenamientos en Hatogrande durante la temporada 2001/2002. Este curioso modelo que hoy es una pieza de colección, un incunable tan grande como la forrada camiseta del “Cachaco” Rodríguez como DT del Pereira data de tiempos en los cuales se agudizó la rivalidad entre los equipos a límites insostenibles. Años después Umbro recaería en esta errata cromática.
Seguimos sugiriendo desde esta humilde tribuna, nuevas modalidades de paz entre ambos, ya que el daltonismo fanático no dejó hacerlo por los métodos naturales: por ejemplo, no hay nada que pueda unir más a hinchas azules y verdes que pensar en el sufrimiento que provocaron, por ejemplo, las actuaciones de Giovanny Arrechea en los dos bandos. Es una buena manera de empezar a zanjar diferencias.
Agradecimientos a @juansems @busdelavictoria, @andateadormir y @papo1023
Maradona en Cúcuta
Aporte de @pinocalad
Pasó por tierras fronterizas pensando en muchas posibilidades: quedarse en Colombia después de que recibiera la oferta de un club de noble abolengo caleño y la riposta inmediata de su par americano, donde también decidió posar con una camiseta conmemorativa. Realmente era muy difícil elegir entre ambos equipos. De pronto fue por eso que alguien le dijo que se pegara una pasadita por Cúcuta a ver si se amañaba.
Fue antes de pisar el sagrado gramado del General Santander que el Diego empezó a ver las ventajas de vestir la casaca del rojinegro: podría tanquear a precio de huevo solamente cruzando la frontera, encontraría Cocosettes en tiempos de nula apertura y podría tener cerca hasta a Jimi Hendrix.. Estuvo cerca el Diego de vestir la casaca del Cúcuta. Dicen que, de hecho, se quedó con alguna camiseta de recuerdo. la vida, años después, lo vestiría con colores similares a los del doblemente glorioso, cuando se enroló en el Newell´s Old Boys en 1993.
Hizo dos goles a Quiñónez y le metió un baile tremendo a los que hubieran podido ser sus compañeros de escuadra. No solamente en Pereira, con su golazo recientemente desempolvado, hizo historia el crack argentino. El «Pelusa» dejó la postal de sus rizos al viento en la capital de Norte de Santander y el peinado que en ese tiempo usaba el gaucho, fue posterior herencia e inspiración del «Pelusa» más conocido en Cúcuta: Felipe Nery Franco.
Adivine el personaje (dificultad media)
Aparece sonriente, como si no fuera con él, en un mini auto Tym que era un Dodge Dart con techo, réplica de la camioneta que llevaba a varios turistas a vivir las mejores aventuras al lado de Ricardo Montalbán y Tatú en La Isla de la Fantasía. Pero el corito de «El avión, el avión» le caía perfecto a este jugador porque hacía goles en los aires y era avioncísimo en la cancha provocando adversarios rompiéndoles los dientes, gracias a sus puntiagudos codos.
Si usted adivina el personaje en cuestión, recibirá a vuelta de correo un video con los goles que marcó Álvaro Anzola durante toda su carrera.
Andrés Cepeda
Colaboración fotográfica de @josegacel
El rock es una eterna fuente de historias. Lo puede afirmar sin temor Jimi Hendrix, que recaló en Cúcuta silenciosamente engañando a todos sus fans. Pues Andrés Cepeda decidió seguir el ejemplo, cansado ya seguramente de tomar chocolisto y de escuchar que Lucho Herrera se coronaba campeón. Los tiempos cambiaron. De vivir las hazañas del jardinerito de Fusa, tuvo que ver cómo Nairo Quintana le quitaba la camiseta de montaña a sus propios recuerdos.
Por eso, en complicidad con su amigo César López, Cepeda decidió escapar de la realidad de fans enloquecidas lanzando su brassier hacia la tarima y de sacudir sus labios como trompetista para calentar la voz. López le prestó una escopetarra para camuflarse -estaba muy delgado Andrés por ese entonces- y se fue metido dentro de una caja con el arma de impacto letal -no hay nada más ofensivo que una escopetarra- hacia la ciudad de Pasto, donde por esos días arribaba el arquero rockero David González, de pelo largo y balaca, con el fin de afincarse al lado del Galeras después de hacer una larga pasantía por Inglaterra.
Arriba, Andrés Cepeda ordena la barrera; abajo, sonríe al saber que en el hotel de la concentración lo iban a contratar para tocar en el bar
Cepeda tuvo suerte: mientras esperaba escondido en un rincón del santuario de Las Lajas le llegaron noticias: un arquero que sabía tocar guitarra y que tapaba para el Pasto sufría una grave lesión y tendría que ausentarse por largo tiempo de las canchas. Cepeda entonces apareció en las prácticas un día después de la lesión de González y le dijo a su DT, Flavio Torres:
“No hay dolor que sea eterno,
no es eterno un hasta luego,
hasta luego es un regreso,
no hay regreso sin encuentro
y un encuentro es lo mas bello,
cuando estamos cuerpo a cuerpo”.
Esta fue la cara que hizo Cepeda en la charla técnica cuando Flavio Torres confirmó su titularidad
Y se metió bajo los tres palos, donde no lo hacía muy bien. Jamás había ensayado ocupar esa posición. Pero en las concentraciones era un hit: su guitarra y su voz hicieron que sus compañeros cambiaran los torneos de Playstation por largas veladas acompañadas de vino caliente, canelazo, chimenea y malvaviscos asados -él le aconsejó a sus coequiperos que llamaran así a los masmelos-.
David González tuvo que refugiarse en el rock pesado para no perder la cordura por la suplantación de Cepeda
Por fin Cepeda se alejaba de sus fans. Y hasta le daban la palomita de dar un concierto de atajadas en Tunja. Quiere adueñarse del puesto que le dejó vacante “Pescador Lucero y Río” Álvarez. De David González se sabe que al verse desplazado y triste porque nadie notaba su ausencia, hizo un grupo de trash metal llamado “Odio a Cepeda”.
El Embajador de la India reloaded
Así jugaba Perrault: no le pegaba a la pelota. Solo al agua
Aporte de @guilloarango
La historia data de 50 años atrás. Jaime Flores apareció un día en Neiva y a las dos horas ya era ensalzado con homenajes y premiaciones. Las atenciones sobre su figura no eran menores. Gobernación y alcaldía estaban convencidas de que en su tierra, en la siempre querida Neiva, estaba de visita el Embajador de la India.
Ambos, tanto Flores como Perrault, eran hombres místicos
Con mochila en la espalda, medias usadas guardadas en bolsas del Ley para hacerle una encerrona a la pecueca, sudor axilar profuso y pinta ganadora apareció Charles Philippe Perrault, galán con ínfulas de jugador de fútbol que llegó a las bellas tierras huilenses con un solo objetivo: triunfar en el disparejo césped del Guillermo Plazas Alcid.
Ningún empresario lo trajo -o al menos no se tiene información sobre ello-. ¿Cuáles eran sus credenciales para ganarse un lugar en la titular? Canadiense de nacimiento, había hecho sus estudios en la Universidad de Montreal y cuando las fiestas de la fraternidad Lambda Lambda Lambda le dejaban un tiempito libre, defendía la camiseta del EDO Griffons AA. Sus números eran flacos como su bolsillo: marcó dos goles en once juegos en una categoría más amateur que la selección de Tahití.
No hay inmunidad diplomática que valga a la hora del festejo
No era todo: varios estudios fotográficos lo acompañaban, como si se tratara de un modelo famoso, y él los exhibía entre quesillos y achiras comprados en el terminal. Dice la leyenda que no acumuló muchas horas de vuelo en los entrenamientos del Huila, pero que sí granjeó experiencia sin igual en la noche discotequera, donde bailaba como Fred Astaire.
Otra similitud entre ambos: les gustaba ver sus pies arrugados por el agua de las piscinas
Un día su rastro desapareció. Se fue de nuevo con su mochila, su pecueca y sus quesillos a otro lugar del mundo. Eso sí: en el recuerdo quedó su imagen con la camiseta número 16 del Huila que, por decisión de la directiva, fue retirada en homenaje a este forastero que de nuevo comprobó que un rayo puede caer dos veces en el mismo sitio.