Cuando la Libertadores dejó de ser la flota de Boyacá

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Tribunas metálicas de última generación, orgullo de Boyacá.

La segunda incursión de Chicó en una Copa Libertadores (2009) fue un evento que generó interrogantes desde la misma noche del 8 de Julio de 2008, cuando el equipo chicó-tunjano se ganó el título.  Desde ese momento comenzó la incertidumbre sobre cuál sería la plaza en la que los ajedrezados jugarían como locales. Esto, debido a la situación del Estadio La Independencia, que con sus 8.000 puestos estaba lejos del mínimo de 15.000 fijado por la CONMEBOL para partidos de Copa Libertadores. Existía además el agravante de que cuando se llevó al equipo a jugar en Bogotá ante el Audax Italiano de Chile, sólo 1.500 mártires fueron a verlo.

Ante esta situación, la Gobernación de Boyacá, que desde 2005 decidió adoptar al equipo de Pimentel como si se tratara de un niño de las granjas del padre Nicoló, decidió que era hora de meterle mano a La Independencia para que Tunja pudiera ser sede de la Copa Libertadores. No obstante,  el siempre tedioso proceso de contratación que caracteriza a las entidades públicas hizo que la demolición de la vieja tribuna oriental del estadio iniciara con bombos y platillos recién el 30 de Noviembre de 2008, fecha en la que el mismo gerente de la sociedad responsable de la obra anunció, lleno de optimismo, que “en 100 días se terminaría la construcción de la Tribuna Oriental y Norte, con capacidad total de 12 mil personas”.

Una más para la bienal de maquetas de estadios colombianos.
Representante de Boyacá en la bienal de maquetas de estadios colombianos.

Aprovechando la alta oferta de fuerza de trabajo en el sector de la construcción, que estaba terminando su auge en Tunja para entonces, se planteó la posibilidad de trabajar 24 horas diarias a 3 turnos; no obstante, las festividades navideñas, la lentitud intrínseca que toda obra trae y problemas encontrados en el propio suelo del estadio (algunos dicen que encontraron un cementerio de hinchas del Lanceros) hicieron que la posibilidad de jugar Libertadores en Tunja por un momento sólo existiera en la siempre terca cabeza de Eduardo Pimentel.

Los 100 días presupuestados se estaban agotando, por lo que la administración departamental y el Boyacá Chicó optaron por mirar alternativas: emulando el rocambolesco episodio de la final del Apertura 2008, se buscó quién proveyera tribunas metálicas que permitieran ampliar el aforo del estadio a la capacidad solicitada y con creces (de hecho, las tribunas móviles comprendieron hasta un 60% del aforo total). Ignoraban quienes defendían esta propuesta que la  CONMEBOL es muy reticente a permitir tribunas de ese tipo en sus escenarios.

En las  semanas previas al 11 de Marzo, fecha en la que el cuadro ajedrezado jugaría ante Gremio, se verían moverse brigadas de instaladores, pintores y demás representantes de todas las ramas posibles de la albañilería  todas con un solo objetivo: la adecuación estética del estadio para facilitar la visita del delegado de la CSF que daría eventualmente el aval  durante un partido de Copa Colombia ante el Cúcuta al que se permitió el acceso libre restringiendo las tribunas metálicas a solo mayores de 12 años (por si acaso, nunca se sabe).

Lo cierto es que el estadio tuvo un cambio radical en su golpe de vista, bien sea que pasó de la tradicional disposición ovalada del grueso de los estadios colombianos (por no decir todos) a una disposición rectangular, aproximándose a lo que sería el Estadio una vez terminado; el aval finalmente se dio, ignorando el hecho de que Pimentel encargó, en un último acto desesperado de no mandar a su equipo al Campín, tapar los claros de la tribuna oriental con enormes pancartas alusivas a la ciudad y al equipo. Seguro colaboraron para la causa los tres o cuatros wiscachos con los que, dicen, se agasajó al  delegado y con los que, de paso, se evitó que cayera en detalles.

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El estadio con las tribunas. Foto cortesía Mache.

Ya con aval en mano, el Chicó jugaría sus tres partidos de la ronda de grupos en el Independencia, pero con resultados agridulces: 18 mil tunjanos verían como Gremio, después de alegar, quejarse, reprochar e increpar sobre la idoneidad de Tunja como sede (hay directivos que dijeron incluso que temían que el fantasma de “Raúl Reyes” les jalara las patas en la “selva” que les dijeron que había en la carretera entre Bogotá y Tunja), derrotaba 2-0 al Chicó; luego, en una muestra de cómo se hace respetar un feudo, vapulearon a la Universidad de Chile 3-0 y mandaron a alrededor de 100 hermanos del cuadro Patriotas de vuelta a su país con las caras largas; finalmente, en un partido dramático sobre el final, derrotaron 2-1 al Aurora. Una vez se esfumó la clasificación del otrora tercer equipo de Bogotá en Portoalegre, las tribunas desaparecieron misteriosamente un domingo.

Pasado el tiempo, la tribuna de Oriental se fue ampliando y permitiendo su ocupación cada vez más, hasta que a la fecha de publicación de esta nota estaba terminada en un 90%, quedando pendientes los arreglos en lo concerniente a los palcos, cabinas de medios y galleras que se proyectan va a estar listas en más o menos un año, más el comienzo de las obras de la tribuna de Norte.

Tribunas metálicas minutos antes de partir.
Tribunas metálicas minutos antes de partir.

La verdad, poco se sabe del destino de las heroicas tribunas desde entonces. En los corrillos del Pasaje de Vargas (tertuliadero por excelencia de Tunja) se dice que se volvieron fanáticas del tenis y fueron a templar al  Parque Recreacional del Norte, ubicado a menos de un kilómetro al Norte del estadio con motivo de los partidos del equipo de Copa Davis disputados por esos días en Tunja; otras fuentes afirman que se les dio un descanso remunerado de 30 días y que volverían a aparecer para las finales del Apertura de este año, si el equipo de Alberto Gamero llega a esa instancia. Lo único que está claro es que esas  tribunas fueron las protagonistas de una de las pocas victorias del fútbol de Colombia frente a la CONMEBOL y que son las grandes responsables de la inclusión de Tunja a la lista de ciudades que han sido sede de las  Copa Libertadores, lista donde se destacan metrópolis como Puno (Perú), Niteroi (Brasil), Valera Trujillo (Venezuela), entre otras.

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Miguel Ángel, patrono de la Independencia.

Más fotos aquí.

El estadio azul: de 1989 a 2003(II)



Primera entrega multimedia

El cuento venía desde 1989 cocinándose a un fuego muy bajo. Eran otros tiempos, otras economías y claro, otros socios. La idea era exactamente la misma que la que se planteó 14 años después, más exactamente en el 2003: edificar un gran coliseo digno de un equipo campeón, el 13 veces ganador del torneo colombiano, con suites de lujo, gran tablero electrónico, capacidad para 60 mil espectadores.

¿El diseño? Exactamente igual al Monumental de Guayaquil y su ubicación estaría acorde con el avance de la ciudad hacia la Sabana: se recuperarían los bellos terrenos del Hipódromo de los Andes, perdidos a manos de la manigua. Pero eso era 1989, cuando Millonarios contaba con un equipo ganador y que parecía irse encumbrando hacia lo más alto, gracias a su magnífica primera fase en la Copa Libertadores de América.


Mapa con la ubicación del Estadio Azul

Pero 1989 y 2003 son muy diferentes: mientras que de las canteras azules aparecían jugadores como Nilton Bernal y Cerveleón Cuesta, en 2003 Wilberto “Temblor” Valencia y Julián Martínez, ganador de un reality, era la cuota de las inferiores. Si antes los extranjeros del club eran Sergio Goycochea, Darío Campagna, Mario Vanemerak y Óscar Juárez, al pobre Norberto Peluffo en 2003 le tocaba lidiar con un número 10 que calzaba 42 y que ni apellido argentino tenía: era un tal Esteban González. Martín Perezlindo era el otro foráneo, con logros de periódicos amarillentos en selecciones juveniles argentinas y Racing Club. Muy poco a decir verdad.

Pero como si se tratara de un extraño error de calendario o algún fallo del famoso Y2K, 1989 y 2003 se unieron en el tiempo para hacer realidad el sueño de un estadio digno para Millonarios.


Facsímil del formato para comprar una suite en el estadio azul. Se pagaba un 15 % para separarlo y 18 cuotas mensuales sin intereses. Una cuota extra (el 10 % )al firmar escrituras

Fue en un bar del exclusivo sector de la 93 en el que se aprovechó para lanzar la nueva camiseta y para claro, empezar a vender las suites del “Estadio Azul”. Mientras unas mujeres de trusa bicolor danzaban con un bailarín disfrazado de árbitro y que parecía sacado de un casting de película soft porno de “The Film Zone”, se explicó que el estadio quedaría ubicado en un gran lote de Siberia, a las afueras de Bogotá, por la calle 80. Norberto Peluffo, tal vez tan aterrado como los espectadores por esa inexplicable danza entre un réferi y dos artistas con negligé, comentó muy en broma y poco en serio que si este estadio se construía, “tocaba traer a Madonna o a Michael Jackson”.

5000 parqueaderos, suites que contaban con alfombra, muros en estuco y vinilo, baño enchapado en su zona húmeda, salidas hidráulicas para instalación de cocineta y ductos para instalación de TV, locales comerciales que garantizaban la venta hasta de un enano vietnamita y mucho más eran los beneficios de edificar el proyecto del estadio de Millonarios.


Foto tomada desde el Kokorikóptero del Bestiario sobre la maqueta de una de las suites.

Pero la gente empezó a pensar que los locales comerciales tendrían tanta afluencia de clientes como el Aeroburguer de Guaymaral y analizó que irse a Siberia para ver a Millonarios contra Quindío un miércoles por la noche sería jartísimo sin contar con que muy compleja misión sería regresar a casa dado el nulo sistema de transporte del sector. Muchos “tontonieles” que pagaron de contado sus suites pensaron que iban a hacer el negocio del año: en sus lujosos habitáculos, alquilarían y subarrendarían partes del lugar para que aquellos a los que se les fuera la flota, pudieran tener una cálida noche de hospedaje con chocolate en agua y sándwich de calado en las bellas suites.

Como suele ocurrir con las iniciativas dirigenciales en Millonarios, las ideas quedaron congeladas en Siberia, Rusia. Y hasta mejor. ¿Quién iría a un Millonarios-Centauros de Copa Colombia al Estadio Azul?.

Crónicas del Bestiario: Bogotá Vs. Santa Fe

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El Bestiario del balón no puede de ninguna manera ser inferior a su responsabilidad histórica como bitácora por excelencia de lo más bizarro de nuestro fútbol. Con esta consigna en mente un grupo élite de nuestra redacción se hizo presente en el más bogotano de los clásicos, hecho realidad gracias a la Copa Colombia: Bogotá vs. Santa Fe en el verdadero templo del fútbol bogotano, el estadio Alfonso López de la Universidad Nacional. Ataviados con sombrero de fieltro, chaleco, corbatín y vestido de paño de Gino Pascalli, al mejor estilo cachaco, franqueamos los pastizales de la «Ciudad Blanca» y ocupamos nuestro lugar en la grada para disfrutar este partido bestiarista por donde se le mire. Disfruten la crónica gráfica haciendo click en cualquiera de las imágenes.
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Especial interactivo: Fútbol en la cama

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«Los lectores de hoy exigen propuestas audaces, muchachos. Esas fotos de arqueros estirándose y de goleadores celebrando ya no venden, jóvenes. Tienen que se creativos, encontrar nuevos ángulos, nuevos espacios, mostrar otras caras de los ídolos». El profesor de comunicación social que a comienzos de los noventa aconsejó de esta forma a sus pupilos, quizás no midió el alcance de sus palabras. Meses después, las páginas de diarios y revistas especializadas se vieron invadidas de fotos con futbolistas en escenas atractivas sólo para sus madres, sus compañeras y, años después, para los lectores de este espacio. .

Especiales del Bestiario: "Mao" Molina en Santa Fe

Contribución: Manuel Carreño

En los últimos 31 años por la escuadra cardenal han pasado muchos jugadores de gran renombre nacional (y a veces internacional) con la chapa de ser los salvadores de la cada vez más larga sequía de vueltas olímpicas. Todos estas promesas de héroes no solo han tenido que dejar la casaca albirroja con las mismas seis estrellas que esta tenia cuando llegaron, sino que además han salido por la puerta de atrás mostrando un rendimiento muy distante de aquel que le trajo la fama. Debemos decirlo, en la mayoría de estos casos ha estado presente también un inocultable gusto del jugador de turno por la mágica noche bogotana.

Enumerar las veces en que la hinchada santafereña se emociono con un nombre que llegaba a la institución, solamente para después maldecirlo un par de meses después, demandaría un Bestiario exclusivo para el Santa Fe. Si nos pusiéramos a registrar todos los nombres, este sitio colapsaría. Sin embargo, en años recientes se presentó un caso que brilla con luz propia. Primero, porque ilusionó hasta el alma al mas escéptico de los santafereños y, segundo. porque, aunque su declive efectivamente tuvo que ver con andanzas nocturnas, lo suyo fue un caso de mas “caché” que el del jugador promedio.

Mauricio Molina era una joven promesa del Envigado F.C y era además el jugador que mejor le pegaba a los tiros libres de Colombia. Había sorprendido desde muy temprana edad al convertirse en el jugador mas joven en meter un gol en el fútbol colombiano –por supuesto, al Santa Fe en el Campin– y supo lucir la 10 en más de una selección juvenil. Pronto, en el año 2001, comenzó la especulación sobre cual sería el futuro del niño maravilla. Todos los equipos lo querían. Cali y Nacional como era de esperarse empezaron una pugna que en un determinado momento parecieron ganar los paisas cuando Molina alcanzó a salir en TV, en horario triple A, con la camiseta “verdolaga” puesta.

Sin embargo, pasaban los días, la negociación con Nacional no se cerraba y la cosa parecía enfriarse. Fue entonces cuando de la nada Santa Fe entró a terciar en la puja, primero como un rumor, después como una opción y en cuestión de días, como el destino mas seguro del media punta paisa. El mercado de pases se sacudió, ya que nadie entendía como el equipo de mayor poder adquisitivo en Colombia era derrotado en su intento por llevarse a la revelación del momento por un equipo que no pasaba su mejor momento económico y que no disputaba ningún torneo internacional. El porqué Mao desembarcó en Santa Fe y no en Nacional, y las razones por las que la negociación se concretó tan rápida como sorpresivamente solo las conocen dos almas benditas: Gustavo Upegui y Cesar Villegas. El caso es que en una semana todo estaba finiquitado y Molina era presentado oficialmente como jugador de Santa Fe.

La hinchada no lo podía creer. El jugador de moda, el de más proyección, el que todo el mundo quería, estaba en Santa Fe. Había razones para ilusionarse. Más si tenemos en cuenta que en su debut fue el autor de los dos goles con los que Santa Fe remontó un uno a cero contra Tulúa. . Lo promisorio del debut se ratificó en las fechas venideras cuando vino otro gol contra el América, y uno de media chalaca en el clásico ante Millonarios. Pero la locura se desató del todo con un gol de tiro libre en el último minuto ante Junior que significó tres puntos y la ratificación de Santa Fe como candidato indiscutido al título.

Entonces la “Maomania” cardenal estalló y la ilusión inflaba el pecho de la sufrida parcial. Los hinchas soñaban con ver a Mao metiendo de tiro libre el gol en la final que diera el titulo después de tantos años. No sospechaban que este cuento de hadas pronto comenzaría a desmoronarse…

Es bueno decir que al llegar a Bogotá y a medida que se consolidaba como pilar del equipo, aumentaba también el trato hostil de algunos compañeros quienes lo veían como un advenedizo mejor remunerado. Angustiado, buscó apoyo en el plantel y lo encontró en un delantero de refinada estampa quien lo acogió en su seno, y lo ayudo a ser acogido por otros senos aun más interesantes. De la mano de este ariete, Mao supo incursionar en un importante harem de modelos, actrices y demás madrinas de ocasión quienes acogieron al joven antioqueño como su mascota. Después de aquel partido con Junior se reportó que, sin ser nada grave, a Mao lo aquejaba una pubalgia, razón por la que debería ausentarse de un par de partidos. Sin embargo, a medida que las fechas pasaron la pubalgia se complicaba y su regreso a las canchas se dilataba.

Así, mientras el equipo entraba en un tremendo letargo la hinchada empezaba a oír cada vez mas historias del convaleciente jugador en cuanto templo del tropipop de la capital. A esas alturas estaba claro que las causas de la prolongada dolencia de Mao si tenían que ver con grandes hazañas en el área de candela, pero no precisamente en la de una cancha de fútbol…

Santa Fe con esfuerzo entró a cuadrangulares y a pesar de la baja de Mao, peleó hasta la última fecha para entrar a la final. En ese partido, –un clásico contra un Millonarios eliminado y misteriosamente motivado– Mao volvió sin estar del todo recuperado. Jugó algunos minutos y fue, en el gramado, un espectador más del gol de Diego Moreno que enterró otra ilusión cardenal.

Esos fueron los últimos momentos de Mao con la albirroja. Sin hacer mucho ruido se fue de la ciudad y mientras se oían todo tipo de chismes acerca de su regreso, Cesar Villegas, máximo accionista y gestor del negocio, era asesinado. Sin Villegas de por medio el negocio se deshacía, la plata abonada se perdía y el jugador cambiaba el rojo de la capital por el del Valle de Aburrá. En el “Poderoso” retomó su mejor forma y fue suyo el gol de tiro libre en Pasto en el partido de vuelta de la final que le dio al DIM su tan ansiada tercera estrella.

Así, mientras Mao tocaba el cielo pastuso con las manos, la peor de las nostalgias embargaba a la hinchada santafereña: cuando se añora lo que nunca jamás sucedió.
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Quindío-Canada Dry 1988: el "levantamuertos"

Los hinchas del equipo milagro recuerdan con gran cariño la formación de 1988, una de las que pudo entrar a los cuadrangulares tras varias temporadas muy flojas. Con recién estrenado estadio Centenario estos futbolistas, de muy buena producción con los cafeteros, pudieron salir del encuadre bestiarista que poseían algunos de ellos antes de jugar en el Deportes Quindío. Este es el desglose, de izquierda a derecha (nótese los balones Mikasa):

Arriba

Carlos Prono:suplente de Luis Islas en el seleccionado argentino juvenil subcampeón del mundo en México 83, y descartado en Chacarita Juniors. Mina Camacho le ganó el puesto en el Caldas 86.
Norberto Cadavid: venía de ser duramente criticado por haber participado con poco éxito en el Tolima de Jorge Barón y además, en el Pereira, se hizo infaustamente famoso por casi matar a patadas a Javier Chimá en una gresca contra el Junior.
Adolfo Téllez: siempre fue bastante flojo. Jugador salido del Quindío.
Darío Campagna: salió de Rosario Central luego de haber descendido con los «Canallas». La tribuna centralista no lo quería por su poco sacrificio. Le decían «El muerto».
Augusto Vargas Cortés: el menos bestiarista, más allá de su parecido con un miembro de los Lebron Brothers.. Gran lateral izquierdo.
Rosemberg Bernal: otro producto flojo del Tolima Tapa Roja de 1986. Volante de marca muy maleta.

Abajo

Maximiliano Cincunegui: pintaba para ser goleador tremendo en Vélez, pero terminó haciendo goles en la segunda división del fútbol argentino con el Deportivo Armenio.
Luis Erramuspe: jugador de segunda en Argentina, no se pudo establecer mucho cuando jugó para el Bucaramanga en el 86.
Norberto Peluffo: el «mono» gran jugador en Nacional y Millonarios ya venía de vuelta, sin mucho ritmo.
Jorge Ricardo Forero: ¿alguien tiene datos sobre este muchacho?
Carlos Peláez: muy buen lateral derecho, pero cuando se esperaba que Francisco Maturana lo llevaría a Nacional en el 88, el pobre se quedó en el Quindío.
Hasta 1997 no se volvió a ver en el Centenario un Quindío tan vistoso. Y las figuras de este equipo fueron Prono, Campagna, Erramuspe, Peluffo y hasta Cincunegui hizo sus golcitos.

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Estadio Eduardo Santos


Imágen nocturna del coloso samario tomada con nuestro ya famoso «Kokorikóptero»

Colaboración: Abra

Hogar del célebre “morrito”, de muy ingrata recordación para algunos arqueros, no podríamos hablar del estadio Eduardo Santos de Santa Marta sin hacer referencia a él; sería como hablar de Starsky y no de Hutch; de Laurel pero no de Hardy; del Dr Jekyll y no de Mr Hyde, de Batman pero no de Robin, en fin, son mutuamente dependientes.

De las escasas ocasiones en que ha sido testigo de alguna final de campeonato, nos debemos remontar al año 1968, año en el que el Unión se coronó por primera y única vez hasta ahora, como campeón de nuestro competitivo torneo profesional.

En el primer juego de la final, Unión Magdalena derrotó al Deportivo Cali por 1-0 con gol de Palacios en Cali. El partido de revancha se jugó con el estadio ’Eduardo Santos’ completamente abarrotado. El verde mostró su gran poderío y se fue en ventaja por 2-0 (Iroldo y Ramírez Gallego). Pero en la segunda parte el cuadro ’samario’ consiguió el 2-1 en el minuto 10 (Raúl Peñaranda) y cuando sólo faltaban cuatro minutos para finalizar el partido, llegó el gol de Ramón Rodríguez para el 2-2 final.


Este fue el equipo «bananero» campeón en 1968

Ahora soplan otros vientos: la afición samaria está desconsolada por el hecho de que el escenario hasta el momento, solo es testigo del trasegar de equipos de la B, cuando durante tantas temporadas, fue un fortín inexpugnable; no han valido hasta ahora las súplicas al todopoderoso de su hincha número uno, el padre Linero. Ni tampoco logra alegrar a los pocos aficionados que asisten hoy en día al escenario, el sonido jacarandoso de la llamada “sirena humana”. Pero más triste que el hecho de perder un equipo con tanto swing como el Magdalena, es ver por las calles aficionados que no tienen más remedio que ponerse una camisa del Júnior: es como si se perdiera Spike Lee para los Knicks o Jack Nicholson para los Lakers.


El «morrito» haciendo de las suyas

Cuentan las malas lenguas que un día de Mayo del año 1974 (12 de Mayo para ser exactos) Júpiter entro en conjunción con Saturno lo que hizo que la gran afición del elenco bananero deseara mejor boxear que ver el partido de fútbol, jugaban Unión Magdalena y (otra vez) el Deportivo Cali. Resulta que un gol de tiro penal, concretado por el zaguero Alberto Cardacci a favor del Deportivo Cali a los 15 minutos de la primera parte, sirvió de punto de partida para la batalla campal vivida en el estadio ‘Eduardo Santos’, cuando restaban por jugarse ocho minutos del partido. El árbitro Pedro Nel Pineda fue víctima de agresión violenta, especialmente por parte del jugador Alfredo Arango. Pineda, juez emergente para este juego, reemplazó a última hora al central Omar Delgado, quien no pudo cumplir la cita deportiva, ya que el bus donde viajaba se quedo varado a la entrada del Rodadero.

Centenares de botellas comenzaron a caer al campo de juego, antes del pitazo final. El público invadió la cancha para agredir al árbitro Pineda. La policía tuvo que intervenir enérgicamente para alejar a la multitud, la cual esperó, hasta bien entrada la noche, la salida del citado árbitro de las instalaciones del estadio samario. Desde ese momento viene la tradición de prestarles una tanqueta a los jueces que tuvieran este tipo de inconvenientes al terminar los partidos.


La estatua del «Pibe» ha sido desgüazada por cacos de toda estirpe

El escenario no ha sido una excepción en cuanto a recibir la visita de los “amigos de lo ajeno”, y no precisamente se está hablando de técnicos como José Sassía o de refuerzos como Marcial Garay o Daniel Raschle. Unión Magdalena y Envigado F.C, jugaron la primera fecha del cuadrangular semifinal del torneo apertura de la Primera B a las 3:30 de la tarde y no a las 7 de la noche como estaba inicialmente programado. Resulta que los alrededores del estadio Eduardo Santos recibieron la visita de callejeros cacos que hurtaron por lo menos 200 metros de cables que llevaban la energía a las torres lumínicas en la tribuna de sol, quedando una de ellas completamente inservible.

Ni el gran Pibe Valderrama ha escapado de sus garras: de su estatua ubicada en las afueras del escenario han desaparecido hasta las letras del nombre. En el último hurto se llevaron el cordón de bronce del pantalón, por lo que casi se le cae algo aparte de sus medias.

El estadio Eduardo Santos fue inaugurado en 1951, su capacidad máxima es de 23.000 espectadores.
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Manuel Castro y el gol fantasma

Foto: Soho

SantaFe-Pereira era perfecto para llevar a los niños a un estadio de fútbol por primera vez. “Vamos a esto en vez de irse uno pa´ Rodeolandia” dijeron algunos padres presentes en las graderías que, a mediados de 1989, decidieron mostrarle a sus hijos de qué se trataba el fútbol.

Aunque era una tarde clara, el sol sacaba extraños destellos amarillos incandescentes, casi como si se tratara del mismísimo pelo de Dorian Zuluaga. Y cuando uno puede hacer esta comparación, significa que va a pasar algo grave.

Manuel Castro apenas había arbitrado un par de partidos en primera división y pitar en Bogotá era casi saltar a la fama. Todo transcurría con normalidad en un juego anodino porque Santa Fe andaba en plan de “brazos caídos” por una huelga ante la falta de pagos para la plantilla y Pereira buscaba su paso al octogonal. Promediando el primer tiempo Héctor “Rambo” Sosa entró al área pereirana y quiso gambetear al portero Reinel Ruiz. El balón quedó en las 5.50 y Héber González rechazó el peligro con tranquilidad, como quien está jugando en la oruga verde de Rodeolandia.

La pelota siguió su curso, todo estaba perfecto, pero Castro, el nefasto juez, señaló el centro del campo. Para él, que se encontraba lejos de la jugada, había sido gol. Su juez de línea, Néstor Macareo se equivocó y no supo qué decir. Mientras tanto los hombres inocentes y candorosos del Pereira se transformaron en el Galatasaray: los de la Perla del Otún, como si fueran hijos de Alí Agca se fueron a romperle el papamóvil (y la crisma también) a Castro que, confundidísimo, había desatado una de las más grandes miserias de nuestro fútbol.


Héctor Ramón Sosa gritó un gol que nunca existió. La pelota estuvo a tres metros de la línea de sentencia.

El “Rambo” Sosa, coprotagonista de la escena, salió con el caradurismo argentino exacerbado a celebrar el “gol” con Armando “Pollo” Díaz. También lo acompañaron en su festejo los “pollos” escupidos por miles de hinchas de su propio equipo, avergonzados por completo por su estupidez.

Muchos fanáticos se fueron de las graderías y otros le dieron la espalda al campo como señal de protesta. Como en esos tiempos el “Juego limpio” no era tan corriente, el partido continuó como si no pasara nada. 1-0 ganaba Santa Fe. Finalmente Pereira terminó empatando 1-1.

Como consecuencia de este suceso Manuel Castro nunca olió más un camerino para árbitros y el Pereira perdió un punto valioso en pos de su lucha por entrar a los ocho, cosa que no ocurrió finalmente.

Es que, claro, el torneo de 1989 fue un monumento a la absurdez: el goleador fue un volante de marca, Héctor Méndez, y su equipo, Pereira, ni siquiera clasificó al octogonal. Se jugó un bodrio monumental llamado Copa Colombia, que ganó Santa Fe, venciendo 3-0 en la final al Unión Magdalena. No hubo campeón porque mataron al árbitro Álvaro Ortega…

Definitivamente los padres que llevaron ese día por primera vez a sus hijos al estadio ese día fueron afortunados: le mostraron a su descendencia lo que es verdaderamente el fútbol.
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William Guillermo

Contribución de Disco Stu

No fue su romance con Ana Bolena Meza o su participación en “El carretero”, “Alicia en el país de las mercancías” y “Suspenso 7:30” lo que le dio a Luis Eduardo Arango el reconocimiento del que hoy goza entre la teleaudiencia. Si hoy al antioqueño lo saludan en la fila del supermercado es en homenaje a William Guillermo, busetero dicharachero con un desafiante acento paisa, que irrumpió a mediados de los ochenta en ese ambiente tan del altiplano en que se desarrollaba la trama de “Don Chinche”.

Ataviado con aquel curtido sombrero tipo pava a medio desteñir que hacía alegoría al tetracampeonato del Atlético Nacional en 1981, William Guillermo parecía ser un peculiar ejemplar no sólo de la cultura paisa sino también de las minorías provincianas que se iban a probar suerte a la capital. No está por demás recordar que esta era una época previa a la explosión demográfica de hinchas verdes que sacudió al país entre 1989 y 1990 en la que Bogotá y sus equipos miraban por encima del hombro a los representantes de la provincia.

Me pregunto entonces qué habría sido de William Guillermo si hubiese aparecido por primera vez no durante los ochentas sino en plenos noventas o incluso en nuestros días. Seguramente no sería visto como aquel dicharachero e insolente paisa que el resto del país miraba con la compasión con que se miran los hinchas de los equipos que no arrastran multitudes. Más bien, William Guillermo sería un paisa más, cuyo sombrero alegórico al ya otrora “campeón de América” sería más bien un codiciado trofeo de guerra para los Comandos Azules. ¿Y qué habría sido de su carrera de no haber mediado este personaje que reaparecería años después en el seriado de Tevecine Romeo y Buseta? Seguramente otros habrían los antioqueños llamados a interpretar personajes como “Reencarnación Vargas” en Caballo Viejo, el gardeliano “Jesús Abel” en “Quieta Margarita” y el estelar cantante tropical “Tony Barajas» en “Música maestro”.

De aquella época debemos rescatar la tarde en que apelando a su calidad de embajador paisa en la capital -con despacho, suponemos, en alguna de las siempre vacías sucursales de “Las Acacias”- William Guillermo fue invitado a hacer el saque de honor en el partido que su equipo derrotó 3-1 a Millonarios en el Atanasio Girardot por el octogonal final de 1988. Así como una vez terminado el partido la parcial verdolaga celebró a rabiar el final del invicto azul de 26 fechas, un Luis Eduardo Arango también eufórico y caracterizado hasta la médula alcanzó a espetar: “ahora por fin podré ir allá a hablar bien duro”.

Pero quienes reirían de último, y mejor, serían los azules que pese a su empate en última fecha en Barranquilla fueron campeones por delante de un Nacional que no fue capaz de derrotar a Santa Fe en el Campín. Terminado este partido, se escuchó a Arango, otra vez caracterizado, pero ahora más desafiante retar a la hinchada azul con su tradicional: “¿Saben qué? …¡MMHHNNN!”. .

Deportivo Samarios

En el intento de tener una liga civilizada, la Dimayor, junto a la Difútbol, le dieron un toque de elegancia al Campeonato de la Primera B, y como si fuera un torneo con altura, plantearon la posibilidad del descenso a una categoría ¿inferior? y le dieron la oportunidad a equipos de la Primera C de jugar en el preámbulo del fútbol grande.

Así fue que llegó el Deportivo Samarios, equipo salido de las arenosas playas de Santa Marta, a mediados de los años 50 y precursor del Unión Magdalena, volvió a la palestra.

Samarios, que buscaba ser el segundo equipo de la llamada Bahía más hermosa de América, tuvo la ilusión de renovar sus años dorados, con goleadas memorables como el 12-1 que le impuso al Huracán de Medellín en el torneo de 1951. Contando con los problemas del Unión Magdalena para mantenerse en la A, el futuro de Samarios en la B parecía incierto desde el momento en que se firmó la planilla de inscripción.

Ante la Dimayor llegaron con un plantel lleno de figuras: Roberto Bravo, Ubaldo Barranco, Moisés Pineda, Eddie Escorcia, Frank López, Miguel Hidalgo, Elquer (su solo nombre merece un capítulo aparte) González, Giovanny Ríos, Gustavo Lara y Juan Carlos Maestre. Solo un par de jugadores sobresalieron años después en el Ciclón Bananero, como Leonardo Candanoza (suplente de Roque Pérez… Si, Roque también tenía su suplente), Leonardo Huertas (delantero de picardía y poco gol) y el gran hijo de Samarios: Justiniano Peña.

Peña, zaguero central de mucha enjundia pero poco técnica, se hizo famoso con el Unión y en el único título del Deportes Tolima, fue el único jugador en vestir la camiseta lila y blanca de Samarios.

Su historia, como el del también costeño Unicosta se resume en un año de gloria (ascenso de la Primera C a la B en 1993), otro de sufrimiento (fue uno de los descendidos de la B a la C en 1994) y de olvido (todavía existe el club en las polvorientas calles de Santa Marta).

Hoy Samarios vive el triste recuerdo de algo que fue y ya no existe, así como el césped del Eduardo Santos…

PD: Si, el saco de portero de Candanoza da para un nuevo capítulo de Adelante con la moda… Pronto, el arquero noventero….