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Foto: @betomora10
El lado B del fútbol colombiano
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Previendo la confusión y las críticas que generará la presencia en este espacio de tan recordado goleador, aclaramos que una de nuestras secciones está dedicada a aquellos futbolistas que además de talento también demostraron una gran afición por los trasteos. Con once equipos en más de quince años de trayectoria como profesional, al «muchacho de la carrera alegre», como alguna vez lo bautizó el comentarista de los ojos verdes, le sobran méritos para ser el decano de nuestra remozada sección «Capos de las mudanzas». .
Difícil encontrar un caso en el que se aplique mejor aquello de que una imagen vale mal que mil palabras. El tema de Daniel Tilger podría dar para llenar páginas enteras con reseñas de sus ejecutorias en Boca, Sporting, Once Philips, Santa Fe, Quindío, Junior, América, Cali, Millonarios, Unión de Santa Fe, Argentinos, Juniors, Nueva Chicago, Lanús y Tiro Federal. Se le podría dedicar un capítulo a anécdotas como la de aquella vez en que hizo sus primeros pinitos como urologo con Juan Carlos Hernao. A este capítulo le podría seguir uno con el relato de esta tarde caleña en la que, jugando con Santa Fe, celebró en solitario un gol ante la mirada de desaprobación de sus compañeros que previamente habían experimentado un considerable aumento en el saldo de sus cuentas bancarias.
Nueve años de carrera en Colombia en los que se dio el lujo de conocer el país mejor que el profesor Yarumo hacen que reputados colombianólogos como Malcom Deas palidezcan a su lado. En suma, el tema de la relación de Daniel con Colombia ameritaría quizás un Bestiario propio. Por eso ninguna imagen mejor que esta celebración en la que, sin ningún pudor, da rienda suelta a una pasión reprimida mostrando el escudo del equipo que siempre llevó debajo de la piel, incluso cuando debutó con la de Boca. .
Dicen las malas lenguas que en épocas de desempleo Hugo Tuberquia se instalaba en las oficinas de la Dimayor a tomar tinto mientras esperaba esa llamada que tarde o temprano siempre llegaba: «Hugo, llamaron del Chicó que estan necesitando urgente un suplente, pegue para allá y dejenos trabajar». Con una orden así o de talante similar, solían terminar los días de desempleo (que al fin de cuentas no fueron muchos) de este regular arquero antioqueño.
De él se comenzó a saber en 1992 cuando estrenó junto con el Envigado el recién implantado sistema de ascenso y descenso. Este, sin embargo, no fue su debut en primera: en 1990 ya había debutado con el Cúcuta deportivo. En el cuadro naranja permaneció hasta 1995 cuando se finiquitó su paso al Nacional en donde fue suplente de Higuita y alternó con Darío Aguirre. De su paso por Nacional se rescata también un breve y no menos curioso interludio en el arco del DIM para el segundo semestre de 1996. Cansado de brindarle calor al banco de suplentes del Atanasio, Tuberquia regresó al Envigado a comienzos de 2001. Del Envigado emigró a Venezuela para defender el arco de Estudiantes de Mérida, hasta comienzos de 2002 cuando llegó al oscuro Millonarios de Franco, Kosanovic y Gutierrez de Piñeres como suplente de Eduardo Niño.
Su paso por Millonarios fue un poco más que intrascendente: nunca tuvo necesidad de calentar. Después de un segundo semestre de 2002 en el que no dejó rastro volvió a aparecer en 2003 en el Bucaramanga. Sin pena ni gloria pasó por el cuadro bucaro para recalar en 2004 en el recién ascendido Chicó. En el equipo de Pimentel todavía se le recuerda por sus certeros pases gol en los últimos minutos de los partidos que solían llegar a feliz término cortesía de Luis Yanez. Cerrado su capítulo en el Chicó, con pelea con Pimentel de por medio, cómo no, Tuberquia fue a dar al Pasto, equipo en el que su rendimiento no fue suficiente para que le fuera renovado el contrato para 2006. Se desconoce su paradero actual.
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