Higuita también jugó en el Olaya

No era ningún niño de brazos y lejos estaba de ser un cocacolo de Studebaker Coupé que levantaba mujeres con el ronroneo de su automóvil como Carlos Vives en la ochentera novela “Tuyo es mi corazón”. No. René siguió los cánones de jugar en el estadio Olaya Herrera con avanzada edad, como en su momento lo hiciera Sekularac primero y (un absurdo de aquellos) Dragan Miranovic después. De 37 años y con la camiseta del Bajo Cauca, el portero paisa visitó el mítico estadio del sur de Bogotá para jugar contra el entonces Chicó (no Boyacá Chicó).

En el 2003 la presencia del arquero llevó a que varios oficinistas usaran el viejo truco de dejar la chaqueta en el espaldar de la silla, un tinto a medio tomar, el protector de pantalla desactivado y un esfero sobre el teclado del computador para que sus demás colegas pensaran que simplemente se levantó 5 minutos para ir al baño. Pero no. Esa estratagema se realiza cuando el hombre de oficina quiere volarse temprano sin tener que rendirle cuentas al otro día al jefe. Todo ese plan, solamente para observar Chicó-Bajo Cauca a las 3 de la tarde en el mítico estadio del suroriente de Bogotá.

Higuita se animó a patear un tiro libre pero se devolvió en el bus de la delegación cabizbajo, con el discman sin pilas, porque su esfuerzo no fue suficiente para que su equipo sacara un buen resultado. Chicó ganó 1-0 con gol de Anuar Guerrero.

Imperdible el vainazo de Higuita, pidiéndole a la barra de oficinistas que no fueran líchigos y pagaran la boleta. (#marcabogota)

El guayabo libertador de Gildardo Gómez

«Libertadores no se ganan todos los días, pa-pá». Ese debió haber sido el grito de batalla de Gildardo Biderman Gómez la noche del 31 de mayo de 1989. Y es que después de ganar el campeonato de clubes, más de un jugador verdolaga se inscribió inmediatamente en otro de carácter etílico. Así, esa noche muchos dieron lo mejor de sí para hilvanar una rasca de campeonato que al día siguiente amaneció convertida en un auténtico guayabo trifásico y pomarroso, de esos que se llevarían todos los aplausos en una bienal de resacas. Como lo muestran estas imágenes, Gómez seguramente alcanzó por lo menos la semifinal, sino el título, de este torneo post-libertadores. Para librarse del guayabo, dicen, la única alternativa era el mundialmente famoso caldo de culebra. Por supuesto, todas las miradas recayeron sobre Leonela, único reptil del plantel.

«Chupe Judas»

El Bestiario del balón invita a sus lectores a hacer una pausa en esta semana mayor y sumirse en la reflexión inspirados en esta recreación de la pasión de Cristo con el toque moderno, herético, fresco y juvenil de Hernán Orjuela Buenaventura en su «Notituticuanti».