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Después de las divas, la palabra le correspondió a los doctores de la moda. Se consultó a Yovanca de Ferrater, que sólo tuvo elogios para el vestir del Tino y por esa razón sus declaraciones no se incluyeron en el cable que llegó a la redacción. Las que si llegaron fueron las de Ricardo Pava. El diseñador fue implacable. Se manifestó en contra de la generalizada tendencia, en la que, desde luego, se inscribía el Tino, del mocasín sin media. Clamó a gritos una plancha a vapor para librarlo de las arrugas en trajes de paño que, además, no eran su talla. En el dictamen de Pava, el de Tuluá sólo aprobó, y raspando, la asignatura de porte de chaquetas y cachuchas. Emprendedor, al terminar su declaración recomendó, seguramente adjuntando su tarjeta, que al crack se le proveyera de un asesor de modas.