
Su apellido es credencial suficiente para pertenecer a a este selecto club. Sin embargo, no es este el único mérito en su haber. Fue también Néstor un eterno suplente, un central bastante limitado y, muy en sus comienzos, una promesa en el Deportes Tolima de Jorge Luis Bernal (si, el mismo) y en la selección que nos representó en los ODESUR’86 que tenía como base a los pijaos y a Juan Topo como seleccionador.
Defensa, lateral y volante de marca, a este antioqueño en raras ocasiones se le vio otro número diferente al cuatro en su espalda. Técnica no derrochaba y sus movimientos se parecían más a los del «Gringo» Palacios que a los de Andrés Escobar. Sin embargo, un as bajo la media cargaba Néstor: esporádicos latigazos que, aun cuando en muy contadas ocasiones iban a templar a las redes contrarias, bastaron para hacerlo famoso y temido entre quienes osaron alguna vez cortar la trayectoria de uno de estos obuses.
Formado en las inferiores del América, club con el que se estrenó en el profesionalismo, depués del Tolima-ODESUR llegó a Millonarios en donde supo ser suplente de oro de Conde, Cuesta, Pimentel y Gamero. Titular indiscutido del equipo alterno junto a Jair Abonía, Luis Quiñónez y en contadas ocasiones Alirio Girón, sólo hasta 1991 con la llegada de Retat pudo durante algunos meses ser titular del primer equipo haciendo pareja con Cerbeleón. En Bogotá estuvo hasta finales de 1992 cuando el Unión Magdalena se fijó en él. Pocos meses después, se volvió a saber de él cuando apareció su foto junto a la del arquero paraguayo Claudio Ibarra y a la del delantero argentino Pedro Manuel Olla en una contraportada del Diario Deportivo que reseñaba los jugadores despedidos del Unión por bajo rendimiento. Pocos se despiden del profesionalismo con foto a full color en el primer Diario Deportivo del país.
Después de un corto periplo por la B, Pizza colgó los guayos. Hoy se dedica a la formación de nuevos valores en la naciente escuela Galápagos de la capital..













