El zapote mecánico

Como en la imagen, el fútbol colombiano estuvo de espaldas durante años cuando escogió por motivos desconocidos este color naranja acaramelado para vestir a los integrantes de la Selección. Muy a pesar de las goleadas en contra y los constantes embates sufridos ante equipos poderosos como Brasil, Argentina o Uruguay, esta foto, que data de 1984, muestra el desespero argentino durante un amistoso jugado en Bogotá, que Colombia ganó 1-0 ante los gauchos, (gol de Prince) siendo este triunfo, el primero de una escasísima saga de victorias colombianas ante los argentinos cuya más nefasta expresión fue el 5-0 de septiembre de 1993.

En la imagen podemos reconocer rápidamente a los argentinos: Oscar Ruggeri, Jorge Rinaldi, Miguel Russo, Daniel Ponce y Ricardo Gareca. Del lado colombiano aparecen, de espaldas Miguel Prince (15), Gildardo Gómez (6), Pedro Sarmiento (5) y un lujo completo: Alfredo “El Pirata” Ferrer vestido con la camiseta de Colombia. Es el mechudo de la derecha que está al lado de Gareca.

Poco después las imágenes cambiarían: Mientras los argentinos rompían tablas de rating con la transmisión de la final de México ´86 entre Argentina y Alemania, en Colombia los 80 puntos de rating (la medición más alta de la historia) se los llevaba la oscura familia Olmedo, de la serie “Los Cuervos”..

Cambio de correo

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La redacción .

Sueños del León

Silencio.No hagan ruido. El «León» se puede despertar..

Carlos Castro Varón

Tuvo la mala fortuna de ser homónimo de un goleador. Algo que no viene nada bien más cuando se es volante de marca, posición más propensa al trabajo efectivo quizás, pero silencioso. Para diferenciarse del goleador de Turbo, el «crédito de Arcambuco» debió recurrir en más de una ocasión a su segundo apellido: «Varón». Apellido que, por cierto, no desentonaba con sus modales en la cancha. Hay que decir que era guapo y rendidor, su estampa aún se recuerda en el antiguo San Bonifacio.

Este tolimense, que debutó en el Quindío, tuvo sus cinco minutos de fama entre 1995 y 1997 cuando se vio beneficiado por esa extraña fijación que por esos días le entró al Bolillo y que lo llevó a incluir en cada convocatoria un volante de marca del perfil del «Tyson» Hurtado o Gustavo del Toro. Sus días de becario en la selección lo catapultaron a la capital. Comenzando 1997 fue anunciado como nueva incorporación de Millonarios. Llegó a Bogotá, se enfundó la azul y entrenó durante varios días hasta que una rabieta del sendador Camargo lo obligó a tomar un Bolivariano de regreso a Ibagué.

En Ibagué, tierra bestiarista, permaneció hasta finales de ese mismo 1997. A comienzos de 1998 rodó a Neiva de donde partiría, un año más tarde a Pasto, ciudad en la que permanecería hasta 2001 cuando, presumimos, se lo tragó el Galeras pues ningún registro se conserva de su trasegar después de esta fecha.
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Decapitados por la guillotina

Una de muchas batallas campales que se han librado en los estadios del país tuvo lugar a mediados de 1976 cuando Millonarios y Junior disputaron la final del torneo apertura. El partido de ida, en Barranquilla, terminó con un inobjetable 4-1 a favor de los tiburones. El de vuelta, en Bogotá, se saldó con victoria azul 3-1. De acuerdo con la reglamentación vigente para la época, este resultado obligó al ábitro Ómar Delgado a decretar un alargue de 30 minutos. Fue durante este tiempo suplementario que Miguel Ángel Converti se hizo presente con un 4-1 que desencadenó una gresca memorable. Cuenta el corresponsal que en medio de la zambra –que obligó la intervención de las fuerzas del orden–, tanto azules como costeños y Policía, todos dieron su vuelta olímpica. Días más tarde, la Dimayor decidió que el campeón del Apertura se decidiría por un sorteo televisado que terminaría favoreciendo a los de Curramba.

Pero el rifirrafe no terminó cuando cayó la moneda. Este se prolongó en los micrófonos de Radio Cadena Nacional; para más señas, en el espacio del programa «La guillotina» que sirvió de marco para el enfrentamiento entre el Alberto Piedrahita Pacheco, «El padrino», (no el padre, el mismo que hoy todavía funciona) y Édgar Perea (no el abuelo, el mismo que hoy todavía disvaría). La pérdida de estas dos figuras por parte de RCN mereció este artículo de la revista «Antena» que llega a ustedes por cortesía de nuestros amigos del Museo Vintage..

Parodiario

Uno de los sitios amigos del Bestiario es Parodiario, un excelente proyecto de humor político, parodia y sátira de todas las raleas que, igual que este espacio, está en la lista negra del Ministerio de Desarrollo. Al entrar, presenten esta tarjeta..

Marcelo "Pato" Guerra

A la hora de escribir la historia de los refuerzos de madera que han anclado en los equipos capitalinos bastaría un sólo formato en el que «Arsenio Benítez» o «Silverio Ramón Penayo» podrían llenar el mismo espacio en blanco sin alterar el hilo narrativo del texto. Ambas son historias con un sorprendente discurrir paralelo: no hay que olvidar, por ejemplo, que los ya citados Benítez y Penayo fueron casi contemporáneos, como también lo fueron Cotera y Tomic o Catagena y Lobinho. Dos caminos tan paralelos tenían que tener un punto de encuentro y este tiene nombre propio: Marcelo «Pato» Guerra.

Al llegar a Millonarios en el segundo semestre de 2000 hubo un dato de su frondosa hoja de vida (Wanderers, Progreso, Peñarol, Aucas, de nuevo Peñarol): la anterior escala del «Pato» había sido en «Juventud de las piedras», de la segunda división charrúa. Al salir a flote este dato, muchos temieron que el nuevo refuerzo azul fuera, en efecto, de piedra. A otros, más optimistas, los reconfortó que «El pato» no viniera de «Juventud leñadora».

Un gol de tiro libre al Huila y uno en el parque estadio no fueron suficientes para garantizar la continuidad del tibio mediapunta uruguayo. Así, cuando muchos creían que «El pato» había emprendido su regreso a la República Oriental, una hábil gambeta de su vivaz empresario lo dejó instalado en Santa Fe, como gran refuerzo de los rojos para el segundo semestre del año. En Santa Fe, Marcelo sólo aportó argumentos para demostrar cuán acertada fue la decisión de los directivos azules al dejarlo ir. Hay que decirlo, eso sí, Guerra hizo historia al tiempo que aportó su granito de arena en el siempre noble propósito de construir lazos de hermandad entre las hinchadas; nunca un refuerzo foráneo había concretado la gesta de fracasar en ambas orillas el mismo año. «El pato» lo logró y por eso hoy es un personaje con una popularidad que muchos envidian en la capital.

A finales de 2000 regresó a su país natal en donde trasegó por el siempre glorioso Tanque Sisley, Rentistas y Sudamérica. Marcado –e inspirado– por la genial movida de su empresario cuando lo puso en Santa Fe, regresó a Colombia a finales de 2005 con la idea en mente de conseguir como empresario la dicha que en la cancha le fue negada.


Exclusiva del Bestiario: «El pato» con Yohner Toro haciendo sus primeros pinitos como empresario..

Estamos en Cartel Urbano

El Bestiario sigue asomandose por la gran prensa. Esta vez fue la gente de Cartel Urbano la que nos dedicó estas líneas:

«Para aquellos que se la pasan alegando que el fútbol es aburrido, aquí hay una razón para callarles la boca: Bestiario del Balón , una página donde los troncos que se los baila hasta la abuelita son los protagonistas, donde los marginados a la banca y las estrellas fugaces se reivindican, donde las rarezas y anécdotas del balompié local hacen recordar otros tiempos. El menú de este blog incluye personajes del mes, uniformes y jugadores feos, fotos curiosas, perfiles de dirigentes corruptos y decenas de historias futboleras que sólo podrían suceder en la tierrita del Sagrado Corazón.»

A ellos, muchas gracias..

El Pibe Valderrama por Amilkar Ariza

Contribución: Dr Orlack

En tiempos del mandato de Hugo Gnecco Arregocés, al mejor estilo de «Miguel Angel» y de «Cares de Lindos», se ordenó en Santa Marta la construcción de la estatua del pibe Valderrama.

Si Florencia –Italia, no confindir con la sede del extinto Fiorentina del Caquetá– se precia de tener la primera estatua desnuda del Renacimiento y la desaparecida ciudad de Rodas de haber creado el más grande homenaje al Dios Helios, era claro que Santa Marta no se podía quedar atrás. De esta manera –y con el afán desmedido de gastar hasta el último peso del presupuesto– se contrató a Amilkar Ariza, conocido artista y escultor de la región atlántica famoso por sus homenajes a Joselito Carnaval, María Moñitos, doña Bertica(la Andrea Guerrero de Telecaribe) y a todo el elenco de «Cheverísimo» para que «se pusiera la 10» que había dejado vacante el hombre de la ensortijada cabellera y a punta de cincel creara una de las maravillas del mundo moderno.

El alboroto creado en torno a tan magna construcción fue solo comparable con lo que se vivía en los años ochenta con la irrupción del Guri Guri en cualquier centro comercial bogotano. La cantidad de niños, borrachos, desempleados, mujeres y ancianos revoloteando por los alrededores del Eduardo Santos aguardando el gran día era impresionante. Fue un 23 de noviembre de 2002 cuando al son de unos buenos merengues de Rikarena y unos tragos de Old Par, el mandatario costeño presentó oficialmente el nuevo atractivo turístico.

La espera valió la pena pues a partir de esa fecha la cantidad de «cachacos» que van a visitar y a tomarse una foto debajo de la efigie es gigantesca. Debemos añadir que en el acto de presentación, y ante el clamor popular que solicitaba más estatuas que adornaran la ya decaída capital del Magdalena, el modelista Ariza prometió ponerse manos a la obra con la de Allan Valderrama y surgió un artista amateur que ofreció la del «salvaje» Orlando Rojas. El Bestiario del balón se compretió a apadrinar la esta iniciativa.


Plano general de la obra.

Leonardo Enciso

De un corresponsal.

Pocos jugadores han sido tan resistidos por la tribuna y tan sostenidos por el director técnico como este delantero nacido en Pereira, pero criado para el fútbol en Cali. Enciso podría ser comparado con el Yohner Toro del América, institución que lo vio nacer para el fútbol pero que se quedó sin argumentos para sostenerlo.

Con cierto aire físico a Julián Téllez, pero con una cabeza que sobrepasaba los límites de cualquier medición, el ’Cabezón’ tuvo además la fortuna, para su carrera, de ser considerado por los técnicos de las selecciones menores de la época. Así, Enciso participó en el famoso Suramericano sub-20 de Ecuador del 2001, en el que el equipo que dirigía Alfredo Araújo quedó de sexto entre seis en el hexagonal final. En ese torneo ilusionó con un gol en el primer partido, frente a Uruguay, y después no la volvió a meter ni en los entrenamientos. Lo mismo pasó en el Preolímpico del 2004, cuando Jaime de la Pava lo llevó como primer suplente de Sergio Herrera y Martín Arzuaga. Como era de esperarse, jugó muy poco y no marcó un solo gol.

Esa falta de pericia frente al arco contrario la sufrió en el América, donde su poder de artillero fue tan escaso como puede ser hoy el dinero en ese equipo. Es uno de los pocos jugadores que fue insultado en un partido por las dos hinchadas al mismo tiempo.

Curiosamente, se fue seis meses a préstamo al Pasto, donde marcó algunos goles y volvió a Cascajal con sed de gloria. Pero nada. Otro viaje a Nariño le abrió el arco y las puertas del América, pero su tercer retorno fue el comienzo de su fin: jugó en Pereira, Cartagena y Pasto, sin éxito. En su último paso por las vecindades del Galeras no anotó un solo tanto. Cuando creiamos que la tercera era la vencida, nuevamente decepcionó. Al parecer colgó los guayos, pues se desconoce su paradero actual..