Contribución: Carlos A
El 4 de febrero de 2001, a las 7.30pm, se completó en Guayaquil una de las mayores entre tantas vergüenzas futbolísticas que el destino le ha deparado a este país sufrido y madrugador. No hubo tarjeta Visa que pudiera paliar la tristeza de este grupo de muchachos, quienes fracasaron rotundamente en el Sub 20 clasificatorio para el Mundial de Argentina en 2001.
Un grupo de vagos orientado por Alfredo Araujo (jugador de Tolima y Junior en la década del 80) fue a tierras ecuatorianas con el propósito de clasificar al Mundial Sub-20 que se llevaría a cabo en Argentina. La selección gaucha era la anfitriona, razón por la cual estaban aún libres los 4 cupos que la FIFA otorga a la CONMEBOL para los mundiales juveniles.
En la primera fase, Colombia compartió grupo con Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia, en la ciudad de Cuenca. El primer partido, contra Uruguay, arrojó un prometedor 1-0 gracias a Leonardo Enciso. El resultado era prometedor si tenemos en cuenta que aún había que pasar por encima de Argentina y Chile, sin duda los rivales más difíciles junto con los charrúas. El primer obstáculo estaba superado. Sin embargo, pocos días después Argentina se encargó de aterrizarnos con una portentosa goleada 4-1 en la que el equipo de Pékerman jugó a su antojo y que puso en evidencia las primeras y gruesas fallas de una defensa liderada por Wilman Conde Jr. y Jámel Ramos.
Dos días después Colombia hizo lo que se esperaba: ganarle a Bolivia; Óscar Villarreal se encargó de darle el triunfo al combinado patrio sin que la defensa superara, o siquiera afrontara, sus serios problemas tácticos, agravados además por un mal trabajo en la zona de recuperación donde John Culma y Jimmy Obando fueron un auténtico colador.
Las esperanzas de acceder al hexagonal final parecieron extinguirse en el último partido del grupo: un 2-1 en contra cortesía de los chilenos parecía haberlo sentenciado todo. A la derrota había que sumarle, tal como había sucedido contra Argentina, las expulsiones en el equipo colombiano: John Culma se anotó con una roja en el minuto 81.
Nadie daba un peso por el equipo cuando, fieles a nuestra estirpe, entramos a depender de una victoria de Argentina o un empate en el Argentina-Uruguay con que se cerraba la primera fase. Los uruguayos necesitaban de un triunfo para seguir con vida en el torneo y había mucho temor en la concentración colombiana pues los charrúas jugaban contra una Argentina ya clasificada no sólo al hexagonal final sino también al mundial. Sin embargo, la suerte estuvo del lado de nuestros muchachos madrugarores esa noche y el clásico del Río de la Plata se saldó con empate favorable para nuestros intereses. La clasificación dio pie a una celebración que inspiró entre los televidentes un dolor de patria sólo comparable con el que se siente contemplando el malogrado velódromo de Arauca. Tal y como lo dijeron en “El Siguiente Programa”: no están celebrando que clasificaron sino que no los eliminaron. Totalmente cierto, ya que este equipo no hizo ningún mérito por acceder a la siguiente fase.
Llegó entonces el hexagonal final, el generosísimo hexagonal final que garantizaba mundial a los primeros 5 equipos algo que no parecía un imposible para Colombia si tenemos en cuenta que selección local era la más débil sobre el papel y el equipo chileno era un rival que se podía vencer.
Como era de esperarse, comenzamos mal. En Machala, Paraguay nos atendió 3-1 y el camino empezó a complicarse. Seguía Brasil, que había goleado 6-0 a Chile y seguramente repetiría este accionar contra los nuestros. Los diarios al día siguiente no hablaron de proezas ni milagros: 4-1 fue el resultado final a favor de los brasileros. El siguiente en el camino era Ecuador, equipo al que había que ganarle sí o sí; un gol de Johnnier Montaño en el minuto 73 le devolvió la esperanza a la selección. 1-0, sufrido, pero lo habían logrado.
En el que fue el mejor partido de Colombia en el torneo, faltó el centavo para el peso. Luchó todo el partido contra Argentina y jugó bien pero en el minuto 77 Alejandro Domínguez sentenció el 1-0 a favor de los futuros campeones juveniles. Quedaba entonces el partido contra Chile con la dirección arbitral del español Mejuto González . No parecía ser tan difícil, ya que los australes venían de perder con Ecuador y además había un sentimiento de revancha. No obstante, el técnico Araujo hizo unos cambios en la alineación titular que nadie entendió. Se le enredaron las cosas, el planteamiento no funcionó y los cambios tampoco. 0-0 fue el resultado final sellando con broche de latón una actuación de una selección menor sólo comparabale con la del preolímpico 2000.
Pensando en una eventual investigación de oficio por parte del Ministerio Público, el Bestiario pone a disposición de la comunidad la nómina de esta selección:
Arqueros
1 Álvaro Solís (Santa Fé)
12 Edgar Uribe (jugó en Nacional)
Defensas
2 Wilman Conde (Real Cartagena)
19 Jamel Ramos (Santa Fé)
16 Rubén Darío Bustos (América)
4 Diego Valdez (Cali)
3 Jorge Amara (Junior)
15 Juan David Batista (jugó en Pasto y Medellín)
6 John Jairo Culma (Cruz Azul de Oaxaca, segunda división mexicana)
5 Diego Toro (Nacional)
Volantes
14 Jimmy Obando (jugaba en el Cali)
17 Javier Flórez (Junior)
20 Luis Felipe Chará (Nacional)
10 Johnnier Montaño (Tuluá)
18 Álvaro Domínguez (Cali)
8 Aldo Leao Ramírez (Nacional)
Delanteros
7 Óscar Villarreal (San Martín de Perú)
9 Leonardo Enciso (¿Pasto,Cartagena?)
13 Leonardo Rojano (Estuvo en el Junior hasta el primer torneo de 2006)
11 Carlos “Chumi” Álvarez (Bucaramanga)
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