América Adidas 1995

Eran días felices los del América de Cali a finales de 1996, tal y como lo comprueba la sonrisa Kolynos de Leonel Álvarez. Eran días de lujos y derroches en las filas escarlatas. Días en los que la lista Clinton era todavía la lista que llevaba Hillary al supermercado.

Entre estos excesos se cuenta el cambio frecuente de indumentaria. De Umbro a Nanque, de Nanque a Topper, todo en menos de dieciocho meses. Entre estos ires y venires –o mejor: vestires y desvestires– hubo un par de partidos, a finales de 1995, en los que a los diablos se les vio este curioso uniforme Adidas, bastante lejano de cualquiera de los diseños estándar que en esa época mostraba la marca alemana..

El 7-3 al estilo de "Fútbol en detalle"

El clásico capitalino más recordado de la historia no podía dejar de tener su espacio en el Bestiario. Y qué mejor que al estilo de «Fútbol en detalle» del Noticiero de las siete. Voz en off: Adolfo Pérez..

Selección sub 20 2001

Contribución: Carlos A

El 4 de febrero de 2001, a las 7.30pm, se completó en Guayaquil una de las mayores entre tantas vergüenzas futbolísticas que el destino le ha deparado a este país sufrido y madrugador. No hubo tarjeta Visa que pudiera paliar la tristeza de este grupo de muchachos, quienes fracasaron rotundamente en el Sub 20 clasificatorio para el Mundial de Argentina en 2001.

Un grupo de vagos orientado por Alfredo Araujo (jugador de Tolima y Junior en la década del 80) fue a tierras ecuatorianas con el propósito de clasificar al Mundial Sub-20 que se llevaría a cabo en Argentina. La selección gaucha era la anfitriona, razón por la cual estaban aún libres los 4 cupos que la FIFA otorga a la CONMEBOL para los mundiales juveniles.

En la primera fase, Colombia compartió grupo con Argentina, Chile, Uruguay y Bolivia, en la ciudad de Cuenca. El primer partido, contra Uruguay, arrojó un prometedor 1-0 gracias a Leonardo Enciso. El resultado era prometedor si tenemos en cuenta que aún había que pasar por encima de Argentina y Chile, sin duda los rivales más difíciles junto con los charrúas. El primer obstáculo estaba superado. Sin embargo, pocos días después Argentina se encargó de aterrizarnos con una portentosa goleada 4-1 en la que el equipo de Pékerman jugó a su antojo y que puso en evidencia las primeras y gruesas fallas de una defensa liderada por Wilman Conde Jr. y Jámel Ramos.

Dos días después Colombia hizo lo que se esperaba: ganarle a Bolivia; Óscar Villarreal se encargó de darle el triunfo al combinado patrio sin que la defensa superara, o siquiera afrontara, sus serios problemas tácticos, agravados además por un mal trabajo en la zona de recuperación donde John Culma y Jimmy Obando fueron un auténtico colador.

Las esperanzas de acceder al hexagonal final parecieron extinguirse en el último partido del grupo: un 2-1 en contra cortesía de los chilenos parecía haberlo sentenciado todo. A la derrota había que sumarle, tal como había sucedido contra Argentina, las expulsiones en el equipo colombiano: John Culma se anotó con una roja en el minuto 81.

Nadie daba un peso por el equipo cuando, fieles a nuestra estirpe, entramos a depender de una victoria de Argentina o un empate en el Argentina-Uruguay con que se cerraba la primera fase. Los uruguayos necesitaban de un triunfo para seguir con vida en el torneo y había mucho temor en la concentración colombiana pues los charrúas jugaban contra una Argentina ya clasificada no sólo al hexagonal final sino también al mundial. Sin embargo, la suerte estuvo del lado de nuestros muchachos madrugarores esa noche y el clásico del Río de la Plata se saldó con empate favorable para nuestros intereses. La clasificación dio pie a una celebración que inspiró entre los televidentes un dolor de patria sólo comparable con el que se siente contemplando el malogrado velódromo de Arauca. Tal y como lo dijeron en “El Siguiente Programa”: no están celebrando que clasificaron sino que no los eliminaron. Totalmente cierto, ya que este equipo no hizo ningún mérito por acceder a la siguiente fase.

Llegó entonces el hexagonal final, el generosísimo hexagonal final que garantizaba mundial a los primeros 5 equipos algo que no parecía un imposible para Colombia si tenemos en cuenta que selección local era la más débil sobre el papel y el equipo chileno era un rival que se podía vencer.

Como era de esperarse, comenzamos mal. En Machala, Paraguay nos atendió 3-1 y el camino empezó a complicarse. Seguía Brasil, que había goleado 6-0 a Chile y seguramente repetiría este accionar contra los nuestros. Los diarios al día siguiente no hablaron de proezas ni milagros: 4-1 fue el resultado final a favor de los brasileros. El siguiente en el camino era Ecuador, equipo al que había que ganarle sí o sí; un gol de Johnnier Montaño en el minuto 73 le devolvió la esperanza a la selección. 1-0, sufrido, pero lo habían logrado.

En el que fue el mejor partido de Colombia en el torneo, faltó el centavo para el peso. Luchó todo el partido contra Argentina y jugó bien pero en el minuto 77 Alejandro Domínguez sentenció el 1-0 a favor de los futuros campeones juveniles. Quedaba entonces el partido contra Chile con la dirección arbitral del español Mejuto González . No parecía ser tan difícil, ya que los australes venían de perder con Ecuador y además había un sentimiento de revancha. No obstante, el técnico Araujo hizo unos cambios en la alineación titular que nadie entendió. Se le enredaron las cosas, el planteamiento no funcionó y los cambios tampoco. 0-0 fue el resultado final sellando con broche de latón una actuación de una selección menor sólo comparabale con la del preolímpico 2000.

Pensando en una eventual investigación de oficio por parte del Ministerio Público, el Bestiario pone a disposición de la comunidad la nómina de esta selección:

Arqueros
1 Álvaro Solís (Santa Fé)
12 Edgar Uribe (jugó en Nacional)

Defensas
2 Wilman Conde (Real Cartagena)
19 Jamel Ramos (Santa Fé)
16 Rubén Darío Bustos (América)
4 Diego Valdez (Cali)
3 Jorge Amara (Junior)
15 Juan David Batista (jugó en Pasto y Medellín)
6 John Jairo Culma (Cruz Azul de Oaxaca, segunda división mexicana)
5 Diego Toro (Nacional)

Volantes
14 Jimmy Obando (jugaba en el Cali)
17 Javier Flórez (Junior)
20 Luis Felipe Chará (Nacional)
10 Johnnier Montaño (Tuluá)
18 Álvaro Domínguez (Cali)
8 Aldo Leao Ramírez (Nacional)

Delanteros
7 Óscar Villarreal (San Martín de Perú)
9 Leonardo Enciso (¿Pasto,Cartagena?)
13 Leonardo Rojano (Estuvo en el Junior hasta el primer torneo de 2006)
11 Carlos “Chumi” Álvarez (Bucaramanga)

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José Luis Pino

Contribución: Abra

Temido volante de recuperación del “Poderoso” DIM de finales de la década de 1980 y comienzos de los noventa cuando en dicho equipo pululaban “cracks” de la talla del “Pipe” Uribe, Danovis Muñoz, Carlos Jiménez y Omar Cañas, entre otros. Se esperaba de él un temple para jugar al fútbol en concordancia con su apellido.Tiempo después, la parcial rojiazul vería, decepcionada, como el temple se convertía en madera, también en concordancia con su apellido.

Después de salir campeón con la selección Antioquia juvenil en el nacional sub-23 Copa Postobón, se enroló en las filas del equipo del pueblo. Germán “Cuca” Aceros, técnico de la escuadra profesional en ése entonces, afirmaba sobre nuestro homenajeado que: “no me temblará la mano si necesito utilizarlo”. El tiempo diría después que era mejor que si le hubiese temblado.

Llegó la hora del ansiado debut. En la mente de la parcial del “Poderoso” quedó grabado éste hecho pero no por su presencia, bastante intrascendente, sino porque ese mismo día el DIM estrenaba grupo de bastoneras y ellas, con sus vueltas canelas en minifalda, lastimosamente hicieron olvidar que se iniciaba en las lídes del fútbol una futura promesa.

En 1993 jugó para el Envigado. De ésta época, se recuerda con nostalgia una de las pocas reacciones fuera de tono de nuestro homenajeado. Fue durante un partido Envigado – Bucaramanga jugado en la ciudad de los parques del que Pino debió retirarse por orden del referí. Esto no sería tema de remembranza normalmente, si no fuera por la exigencia de titularidad que después de del escándalo motivado por su exclusión del campo Pino le planteara al “Pecoso” Castro. Como castigo por tamaña insolencia fue excluido de la nómina viajera que para el siguiente partido enfrentaría al Envigado en Santa Marta.

Pasaron los años y José Luis volvió al seno de la institución que lo dio a conocer gracias a que los directivos del Medellín sólo estaban prestos a vender, ceder, alquilar, permutar, vencambiar, en fin, cualquier cosa que no fuera comprar refuerzos.

La fanaticada del DIM celebró a rabiar su regreso.

Se desconoce su paradero al momento de escribir estas líneas..

Barras bravas cardenales

La Revista Cromos, en 1975, hizo una foto sobre los hinchas famosos de Santa Fe que celebraban el último título liguero del equipo bogotano. En la imagen, entre otros, andan los actores Boris Roth (el calvo), Alicia Del Carpio (la aseñorada), Fernando González-Pacheco (el de pinta juvenil), el Payaso Bebé (el de manos ponchas), Daniel Samper Pizano (el de barba sin bigote), Lyda Zamora (la de la indiscreta pancita) y Yamid Amat (con su habitual cara de amargo). Ellos no iban a sur, por supuesto…

Foto: Revista Cromos..

Especiales del Bestiario: Barrabases

Contribución: El cocinero

Barrabases ha sido tal vez la única historieta de habla hispana dedicada exclusivamente al fútbol. Todavía recuerdo ese increíble equipo titular. En la portería: Sam, arquero confiable que rara vez tenia la culpa de los goles. En la defensa: Roque, Mono, Topo y Peluca; dura defensa, en especial Roque que al mejor estilo del “Salvaje” Rojas rompió más de una canilla, proceder que, sin duda, no era el fuerte del equipo. En el mediocampo estaban Chico, Panzón y Patota. Chico era un pequeño pero escurridizo jugador, Panzón tenía el mismo peso de Valenciano después del carnaval de Barranquilla y de Patota hay que decir que pelota que le daban pelota que tiraba al arco sin que importara mucho donde estaba ubicado. Tal vez lo mejor del equipo era la delantera conformada por Torito, Bocha y el inigualable Pirulete. Torito era delantero por derecha, otro que a la hora de rematar no fallaba. Nunca entendí el porqué del sombrerito que llevaba. Bocha, por su parte, era delantero por izquierda y era el pasador ideal para Pirulete. Por último estaba Pirulete. Él era, sin lugar a dudas, la columna vertebral del equipo. Hacia jugadas emulando a Maradona en México’86, le ganaba a los arqueros por arriba y pateaba como ninguno. }

En la suplencia estaban Piernas de Palillo, Muñeco y el inolvidable Garotiño: un pobre jugador brasilero que bien podría tener aquí un espacio en la sección “Mejor se hubieran quedado”, ya que rara vez actuaba y cuando lo hacía salía abucheado e insultado por su color de piel. El director técnico era el Sr. Pipa, que a mi modo de ver tenia una relación demasiado cercana a estos jóvenes. Otros dos personajes que vale la pena mencionar son Tato Plumilla y Che Bombacha. El primero era el comentarista de la radio; físicamente era igualito a Carlos Antonio Vélez. El segundo, Che Bombacha, era un argentino manager de jugadores y aficionado al steak encebollado, que no sólo tenia mala reputación sino que se esforzaba en traer los saldos y sobrantes del mercado de pases. Nada que ver con los empresarios que rondan nuestro rentado.

Barrabases enfrentaba a muchos equipos. Entre ellos Los locos rayados, Los estupidos, Atlético cañones, Los macucos y Los megaterios. Estos eran equipos que por alguna razón nunca podían con los últimos cuatro minutos del partido. Dominaban y anotaban goles en los primeros 86 minutos del partido, pero insólitamente los últimos cuatro minutos eran una copia al carbón del América eliminado a manos de Rosario Central en la Libertadores de 2001 . En todo caso, el problema no era la falta de jugadores. Los equipos tenían a grandes figuras como los arqueros Candado y John Bull y delanteros del nivel de Cañoncito quien cargaba en su pierna izquierda con una potencia algo desmedida. Como la de Edison Domínguez, célebre por los bombillos del marcador electrónico del Campín que le fueron cargados a su cuenta.

Como toda caricatura Barrabases tenia situaciones que podrían parecer absurdas. Aunque, pensándolo bien, la cotidianidad de nuestro fútbol está llena de episodios de esta índole. Resumiendo, estas situaciones en apariencia absurdas le dieron a los niños que las leíamos una ilusión parecida a lo que fue supercampeones para los niños de mediados de los noventa: la ilusión de que a nuestra tierna edad podíamos ser jugadores de fútbol. .

Detrás del balón

Aquí está el fútbol para chicos y grandes en «Detrás del balón»..

Wilson Pérez y Petronila de Pérez

Un clásico de la prensa deportiva colombiana: Wilson Pérez nos presenta a Petronila, su señora madre, en la víspera de un partido de la eliminatoria a Italia’90.

Postales del ascenso

Fútbol de ascenso, fútbol del bueno. ¿Quién dijo que de potrero?.

Félix Ademola

“Puede retener el balón en las situaciones más difíciles. Es todo un artista del balón” dice el texto publicado en una página de internet dedicada a jugadores nigerianos. Por eso sorprende que a Felix Ademola, otro de los experimentos africanos realizados por el fútbol colombiano, le fuera tan mal en nuestro país.

La excusa no podía ser por el caluroso y malsano clima de Ibagué, porque si de climas malsanos se habla, Nigeria, y su capital Lagos, no son precisamente remanso de descanso y paz. Entre la malaria, pobreza, y las guerras civiles de su país se crió este muchacho así que curtido sí estaba cuando pisó el césped del Manuel Murillo Toro, además lo precedía una experiencia por el Lens francés y pasos por el FC Liege de Bélgica y su despliegue habitual también lo disfrutaron los aficionados del Stationery Stores de Nigeria.

Tampoco pudo argüir temas racistas. Cuando jugó en el Tolima compartía plantel con morochos tales como Antonio Saams, Néstor Ortiz y Ramón Moreno entre otros. Pero cada vez que podía, se equivocaba. Era volante central con tendencia a romperle las costillas a cada camiseta diferente a la suya.

Metió un par de goles con los tolimenses y nuestros hábiles noteros, aprovechando su nulo español lo pusieron a que dijera “Insulso”, “Gualanday”, “Pandi”, “Icononzo” y “Venadillo” para burlarse un rato de él y obtener la cretina nota de color sobre el “nigeriano de corazón tolimense”.

Se fue en silencio tras una temporada (aquella 95/96) y recaló después en clubes de segunda y tercera división del fútbol noruego.

Se dice entre telones que seis platos de lechona y tres avenas que consumió en Flandes le acabaron el estómago y que, para justificar su fracaso, decidió echar la lora del jugador que por no decir que fracasó, termina culpando a la comida de sus desastres.
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