Alexander Cortázar

CortazarDef

Surgió en 1987 con el equipo de la Escuela Carlos Samiento Lora patrocinado por el Deportivo Cali que participó representando a Colombia en un mundialito infantil en Caracas. Al ver su talento, muchos creyeron que se trataba de un talento superlativo. No tardaron (oh extraña costumbre) en salar con el mote de «el maradonita» colombiano a este niño de escasos 13 años. Terminado el campeonato, Alexander viajó a Italia a probarse, no con el Ascoli, ni con el Lecce, no, con el Napoles para cerrar así con broche de oro la salada. El viaje de Cortazar fue reseñado junto con el del Pitufo De Avila y el del ciclista Fabio Parra por la revista Semana en un artículo sobre los deportistas colombianos que emigraban al exterior.

Durante unos meses el país entero centró su atención en este joven prospecto vallecaucano creyendo que nos encontrabamos ante un fenómeno de la talla de Garrincha, Pelé o Maradona. La euforia, como siempre, duró poco. Alexander viajó y, como siempre, fue rápidamente olvidado. De él poco se volvió a saber. Se sabe que no prosperó su incursión por la bota itálica y que regresó a un país que pronto se olvió de su «maradonita». Poco se volvió a saber de él años más tarde cuando ya no era un niño, ni mucho menos un «maradona». Algunos dicen que estuvo unos meses en Millonarios en busca de una oportunidad que le fue negada. Otros lo vieron deambular por los equipos del Valle del Cauca. En lo único en que coinciden las versiones es en que llevaba una vieja revista Semana bajo el brazo.

.

Mario Jiménez

El tipo era todo un innovador en un fútbol colombiano que en los ochenta, apenas tenía escasísimas gotas de diferencia entre camionados de jugadores que parecían sacados del mismo molde. Este no. Siguiendo el ejemplo de argentinos como Raúl Navarro, Héctor Roganti y Alberto Pedro Vivalda, empezó a dejarse el pelo largo, pero bien cuidado. También comenzó a utilizar las medias escurridas, con la desfachatez del mejor número 10, pero era arquero.

En fin, lo que le importaba a Mario Jiménez era vestirse bien en el campo. Invertía dinero en su facha y eso que salvo Millonarios, estuvo en conjuntos más bien chicos: Santa Fe, Caldas, Quindío y Envigado.

A pesar de tanto aspecto, de tanta figura, por dentro parece que había algo más que sombras. Jorge Luis Pinto, cuando lo dirigió en Santa Fe, dijo que él se había vendido en varios clásicos contra Millonarios y que había recibido sobornos para perder. Incluso Santiago Santos, preparador físico de Pinto, puso una declaración juramentada en Cali donde afirmaba que Jiménez había sido “comprado” por los azules en esos clásicos.
buy propecia online

r />
Una vez, en Barranquilla y atajando para el Caldas, tapó un penal pateado por Edison Domínguez y cayó desmayado, sin aire, producto del taponazo. Pocas horas después la radio informó que Jiménez había muerto reventado por el balonazo de Domínguez. Pero era apenas una invención macondiana de algún cronista desocupado.

En su retiro fue detenido en los Estados Unidos y permaneció algunos meses en una cárcel de Florida. Luego se acogió a la justicia de ese país y empezó a delatar a sus antiguos “jefes” como consta en el informe de El Espectador, el que citamos a continuación.

“Así consta en el proceso Nº 22.851 de la Corte Suprema de Justicia, mediante el cual aprobó la solicitud de extradición hacia Estados Unidos de José Alirio Zipaquirá Triana, alias Palmero. En uno de sus apartes, la providencia dice: “Durante el concierto (para delinquir), Zipaquirá Triana y Torres Ochoa le enviaron a Mario Alfredo Jiménez, quien se encontraba en los Estados Unidos, cantidades de heroína en gramos y kilogramos desde Colombia. La heroína era distribuida en varios lugares en los Estados Unidos. Uno de tales despachos se realizó en abril de 2003”.
.

zp8497586rq