Con frecuencia en el FPC se fantasea, se sueña despierto,con la llegada de poderosas multinacionales -o desabrochados jeques- a redimir equipos sumidos en la inopia. Un bazar de especulaciones en el que siempre ha habido un lugar para gigantes del nivel de Coca Cola, Parmalat, McDonald’s, Exxon-Mobile, Burger King e Industrial de poleas.
Muchas de estas versiones a través de la historia han tenido como protagonista a la empresa de la bebida más popular del planeta que hoy, en cualquier caso, estaría vetada de nuestros estadios por cuenta del actual patrocinador. El caso es que cuando no existía este obstáculo varias veces corrieron rumores sobre su desembarco que nunca llegaron a concretarse. Y si no se concretaron, se decía en aquellos tiempos, era que a este y a otros tantos colosos corporativos no les terminaba de convencer la cepa de los dueños de X o Y equipo.
De ahí que llame tanto la atención esta foto de 2007, año en que, sin mucho ruido, no sólo Coca Cola patrocinó por primera y única vez a un equipo en Colombia -de nuevo, si nos equivocamos favor corregir- sino que se fijó una escuadra, ese año en la B, cuyo entorno es un solo derroche de polémico emprendimiento en estado puro. Eso sí, no se descarta que se trate de una historia de tumbilis similar a esta.
La vida del hincha está llena de grandes preguntas: ¿qué pasaría si mi equipo desciende? ¿Qué se sentirá ser hincha de X equipo? ¿Por qué si vamos perdiendo y falta un puto minuto les dio por cobrar ese malparido tiro de esquina en corto? Y entre todas estas, ¿qué harán los futbolistas en Halloween?
Sobre esta última no hay, seamos francos mayor información. Uno creería que así como un oficinista aprovecha la fecha para disfrazarse de futbolista, estos a su vez dan rienda suelta a oscuras represiones y salen a la calle ataviados con pantalones de pana, mochilas arhuacas, gafas de marco grueso, sacos con parches en los codos y cualquier otra suerte de prendas y accesorios en las antípodas de su profesión.
Pero no. No parece ser así por lo menos si nos atenemos a este hallazgo que prueba como los jugadores de la selección que disputó las eliminatorias a Francia 1998 decidieron que, como ya tenían el uniforme y además les salía gratis, lo más práctico era conseguirse una de millones de pelucas del Pibe que permanecían en el sótano de la Federación y de todos y cada uno de los estadios del país, ponérsela y salir a pedir dulces con sus amiguitos en las inmediaciones de la concentración aprovechando, por cierto, que ya no estaba Valenciano que al primer descuido se los empacaba todos.
Identifícalos y gánate una copia del libro -inédito- «Mis primeros 80 años» de Víctor Danilo Pacheco.
El buen Yulián, cuando corría con las selecciónes juveniles mostrando sus rulos ai aire supo probar las mieles del atractivo y corto negocio del modelaje. Como el fútbol, al ser ambas disciplinas de tan corta duración, tomó la decisión de poder desarrollar alguna profesión de mayor vigencia y por eso, luego de varias clases intensivas en varias academias de teatro y después de superar la etapa del actor que recién graduado se la pasa tomando canelazo, usando boina y portando una larga bufanda en cualquier lanzamiento de obra -hasta de lotes- pudo finalmente entrar al maravilloso mundo del tubo catódico.
Su papel fue corto pero resultó ser inolvidable. Encarnaba a un enfermero medio asesino que se arrepiente de su fechoría al final de la escena. Tras largos estudios de su parte y ensayando los métodos de Stanislavki y el siempre efectivo método italiano, Anchico fue Angrande en el plató.
Su compañera de set debía morir, sin embargo Anchico pensó que si oficiaba como libretista podía también tener buen futuro. Cambió a escondidas el desenlace de la escena y de esta manera logró que la actriz, también novata como él, pudiera estar algunos capítulos más al aire. De repente y sin quererlo, a Yulián Anchico se le debe la explosión artística de Ana María Orozco, mundialmente famosa años después con «Betty la fea».
Anchico intentó llamar a la Orozco al teléfono durante la cumbre de su fama pero nadie respondió. Cuando él se coronó campeón con Santa Fe la Orozco lo recordó y quiso hablar con él para felicitarlo. El que no respondió en esta ocasión, fue Yulián
Según nuestros registros -y si nos equivocamos favor corregir- esta fue la primera selección Colombia en lucir un logo de una marca en su camiseta. Eran épocas en las que la Federación compraba uniformes y ponía el gorrito para juntar pa’l pasaje de los muchachos. Tiempos previos a esta era del emprendimiento, la prehistoria de la responsabilidad social y de la tricolor como vitrina para su empresa.
El caso es que algún adelantado en el seno de la Federación consiguió que Z, la popular marca de aceite de cocina, patrocinara la selección prejuvenil (así se llamaba entonces a la sub17) de Dulio Miranda que disputó el Mundial de la categoría en Escocia. Era un equipo de fuerte raigambre caribeña con Henry «el Ferry» Zambrano (foto), Víctor «el capo del Revertrex» Pacheco y Oswaldo «Nene» Mackenzie como sus principales figuras. Destacaban también Modesto Gaibao, Enrique «el Llanero» Braidy, Leonidas de la Hoz y Alfredo Nieto.
En lo comercial, la estrategia fue con todos los fierros e incluyó este comercial:
En lo deportivo, se empató con Ghana en el debut para luego perder con Portugal y la siempre indescifrable Arabia Saudita. Y aunque no hubo comisión de la verdad, ni se usaba en esa época de informes presentados en letra Comic Sans 18 y a doble espacio por el DT, fuentes que se negaron sistemáticamente a revelar su nombre nos aseguran que mucho tuvo que ver en el regular desempeño de Pachequito and friends la exigencia del patrocinador de proporcionar una cucharada sopera de su producto a los titulares y media a los suplentes cinco minutos antes de cada partido como «revulsivo para potencializar su desempeño».
El reciente episodio paranormal que protagonizó James Rodríguez puso de moda el elemento fantasma en nuestro fútbol. Al del descenso, al de la promoción y al de las lesiones, tal vez los tres más reconocidos, se sumó uno que andaba traspapelado tanto en los archivos como en la memoria del hincha y que por tratarse de un episodio cómico-deportivo-dirigencial sabemos que nos corresponde a nosotros hacer cumplir el sagrado derecho a la verdad que a todos nos asiste.
Para finales de 1996 Colombia lideraba la eliminatoria a Francia 1998. La olaverdeada de Estados Unidos parecía, solo parecía, haber quedado atrás y la malsana euforia tricolor comenzaba a hacer de las suyas alimentada en parte por el siempre confiable ranking Fifa que nos tenía en un halagador séptimo lugar. En esas estaban cuando Efraín Pachón llegó a las oficinas del ente federativo con el cuento de que se había conseguido dos partidos en Asia para noviembre y que pagaban 40.000 dolaracos por cada uno. Los rivales serían Tailandia y Corea.
Aplicando la criollísima máxima de que «plata sí hay, lo que toca es agarrarla», inmediatamente se dio vía libre al emprendimiento. No obstante, el sonido de la registradora mental les impidió oír a quienes advirtieron que la gira se cruzaba con el partido en La Paz por la sexta fecha de la serie previa al Mundial. Una vez cayeron en cuenta no se asustaron. Recordemos que el arte de aplazar partidos de fútbol ocupa renglón privilegiado en la lista de expresiones de nuestro patrimonio inmaterial, de ahí que, confiados, los «popes» de la Federación llamaron a Pachón
-«Hermanolo, si sos bien despalomao vos, eh, no te diste cuenta que la vueltica donde los turcos, ¿los turcos? eehh jajajajaj, donde las geizas, ¿sí son geizas? ¿geishas? ¿ya las cuadraste? ¿cuántas nos tenes por beneficiario? JAJAJAJAJA, bueno, esa vueltica se nos cruza con el partido en La Paz, decíles que les caemos más tarde, que estamos demorados, que los picaditos los jugamos una semanita después. Vení, vení, traete limoncito, brindá por eso»
Pero no contaban, y Pachón no les había dicho según informó en su momento Semana, que el margen de folclor admitido en esta transacción era mínimo. En el medio había nada menos que un agente Fifa que de entrada les advirtió que cualquier incumplimiento se les iría hondo y hondo era sanción de 200 millones de la época y, lo más grave para estos récordmen de la viaticación, uno o dos años sin amistosos para la selección, hecho que obligaría a clausurar el Orange Bowl y a dejar sin trabajo durante 24 meses a la selección de Honduras que, sin duda, alcanzó a alistar demanda.
Tan oscuro panorama hizo que cundiera el pánico. Pero nunca más de lo debido, pues los entonces dirigentes eran tan emprendedores como recursivos. Esto permitió que uno de ellos sugiriera: «Aahh, mameyhermaaaano, mandamos a cualquier rejuntao y qué, qué van a saber que no son los que son, y si joden pues llevamos pelucas del Pibehermano, ¿vos guardaste alguna? y se la ponemos a cualquiera de estos y sale, es más, pintá con marcador otras dos de negro y se las clavamos a dos pelaos y decimos que uno es René, otro Leonel, ¿vos crees de verdad que esos turcos se la pillan? naaaaaaaahhhh qué vaaaaa, si lo importante es que vaya la titular del comité, a encender a taponazos a esas geyzas, ¿sí son geyzas? ¿gaishas?, bueno, golfas en todo caso, JAJAJAJAJAJ»
Y así fue. Mientras la titular de la selección regresaba de empatar con Bolivia, la titular del Comité Directivo de la Fedefútbol atravesaba el pacífico ansiosos por dejar lo mejor de sí en los diversos escenarios de la noche tailandesa, para lo cual, precavidos, habían prestado sendos kimonos en sus Foto Japón más cercanos «para usar ¡sin nada debajo! JAJAJAJAJA». En el mismo avión, por cierto, iban 18 jóvenes incautos que había logrado reunir Javier Álvarez, superando las reticencias de sus padres quienes no entendían a qué selección se los llevaban si la de verdad estaba en Bolivia. «Mijo, en cualquier caso, prométame que por nada del mundo va a soltar el pasaporte», le advirtieron a más de uno.
El pánico escénico pronto pasó factura. El primer partido terminó con derrota 3-1 contra la siempre complicada selección tailandesa, mientras que en el segundo fueron cuatro los que nos empacaron los coreanos, frente a un solitario descuento de nuestra parte obra de Juan Guillermo Villa extra escogido para jugar con la falsa cabellera de Leonel Álvarez. Versiones sin confirmar señalan que en el tercer tiempo, a cargo de la plana dirigencial, maratonistas etílicos y todos con doctorado en filología del lenguaje de los cuerpos además de gratas revelaciones en la siempre difícil prueba del masaje tailandés, se pudo remontar apenas simbólicamente marcador.
Así formaron contra Corea: Darío Aguirre; Diego Alzate, Rafael Vásquez, Osman López, Brahaman Sinisterra; Alexánder Orrego, Rubén Darío Velásquez -que para entonces no había debutado como profesional-, Ancizar Valencia, Jhon M. Ramírez; Wálter Escobar y Hugo Gallo. Entraron Ricardo «Gato» Pérez por Gallo (14 ST), Juan Guillermo Villa por Jhon Mario Ramírez (18 ST) y Misil «Soy jugador de selección, los clubes son poca cosa para mi» Restrepo por Velásquez (26 ST).
Nadie, por supuesto, iba a tener la lucidez de interpretar lo ocurrido como una señal, nadie iba a sugerir que los siete goles en dos partidos que le hicieron a Javier Álvarez en su falso debut como DT nacional bien podían ser un signo de los tiempos, un augurio de tiempos peores que se aproximaban como en efecto ocurrió.
Consumada la debacle deportiva, quedaba el desquite en Western Union. Confiados en que los 80.000 dolaracos estarían esperándolos a su regreso, volvió la delegación solo para encontrarse que el girito estaba embolatado. Y entonces los reproches: «Hermano, ¿vos estás seguro que les diste bien la cédula?¿Vos ya revisaste en monigrán, en güesteriunion?, Preguntá en adpostal, quien quita, ¿tenés moden? metete a interné a ver si aparece ahí.» Aahhhh berrionda vida… ¿Será que a estos vergajos les dio por pitufear y van a mandar el billete pedaceado?
La plata se embolató, cosa que dejó al Comité descuadrado al punto que, para cubrir ese hueco, para pagar la fisioterapia de recuperación activa post masaje tailandés no tuvieron reparo en embarcarse en otra aventura similar un año después. De nuevo, un amistoso metido entre dos fechas de eliminatoria.
Pero esta vez el escenario era más cercano, Nueva York, lo que limitaba el margen de acción y los hacía más propensos al escrutinio. De ahí que optaran por una escuadra incluyente. Los adultos mayores tuvieron su cuota: Jairo Ampudia, así como los niños y niñas de Colombia gracias al llamado de Giovanni Hernández . Ambos tuvieron su oportunidad en el segundo tiempo. Ampudia, no hizo otra cosa que posar para un fotógrafo personal que contrató -faltaba más- para registrar cada segundo de este momento Kodak de su ya declinante trayectoria.
Aprovecharon también para llevar a los originales René y Leonel con la siempre taquillera excusa de hacerles un homenaje, además de un titular de la escuadra auténtica como Harold Lozano Lesionado (su segundo apellido).
El encargado ahora de dirigir sería Juan José Peláez, escogido entonces por ser el asistente de Hernán, pero sobre todo por su bigote al que sendas gotas de camomila en pleno vuelo le darían el mismo tono del de su jefe. Esto, sumado a otras gotas, pero estas de limón para aclarar temporalmente sus ojos, aniquilarían cualquier duda que pudieran tener los empresarios sobre la verdadera identidad del DT.
Decíamos que la nómina estuvo marcada por la inclusión. Fue una de esas «mezclas de juventud y experiencia» que tanto gustan por estos lares. Saltaron a la cancha René Higuita, Flaminio Rivas, «Chaca» Palacios, Alexis Mendoza y John Wilmar «Pelusa» Pérez; Leonel Álvarez, Hárold Lozano, Jhon Mario Ramírez, Arley Betancourt, Ricardo «Gato» Pérez y Luis «la Puya» Zuleta. Ampudia y Hernández entraron en el segundo tiempo, mientras que Óscar Fernando Cortés fue el último en tener su «palomita». El marcador final, en línea con el ánimo del encuentro, fue un fraternal 2-2.
Como siempre, no sobra recordar que aprender de los errores no ocupa renglón alguno en la lista de virtudes de los colombianos, de ahí que es altamente probable que pronto volvamos a tener selecciones fantasmas. La próxima tendrá la ineludible misión de incluir al gran marginado de las dos anteriores, borrado aun pese a su condición de integrante natural de cualquier convocatoria del tercer tipo: el «Fantasma» Ballesteros.
Sin hacer méritos para, diga usted, un apartaestudio en el parnaso de los más grandes del fútbol colombiano de todos los tiempos, el buen Alonso «Pocillo» López alcanzó a ganarse una pieza en el corazón de los hinchas azules, por cuenta de sus catorce años de servicio ininterrumpido en la banda izquierda de Millonarios, aportes que le permitieron tenerla escriturada durante todo este tiempo. Tan instalado estaba que el día de diciembre de 1985 cuando se consumó su salida este, dicen, clavó una bandera de Colombia y puso a sonar el himno en una grabadora Hitachi de doble casetera para impedir ser desalojado de un predio que había ocupado quieta y pacíficamente en término incluso superior al fijado por la ley.
Muchas veces jugador de selección, para 1984 ya tenía el sol a sus espaldas. No obstante, todavía le quedaba algo de gasolina, combustible que se consumió en los segundos que duró este abrazo en plena Caminata de la Solidaridad de ese año con quien por no sabemos qué razón en algún momento decidió ensañarse con la divisa embajadora.
¿Qué vino tras el malevo gesto de O Rei? Un título perdido en la última fecha, un licenciamiento, un fracaso en una eliminatoria y, por último, el fin de su carrera con más pena que gloria dos años después. Una lástima que no quiso hacerle caso al niño que tuvo un instante de clarividencia segundos previos a la foto como bien lo demuestra su rostro, convulsionado al saber ya lo que vendría para su ídolo local.
La llegada a Barranquilla de esta selección Camerún desprovista de sus principales figuras, como es tradición cuando un seleccionado extranjero pisa territorio nacional con fines amistosos, ha sido un bálsamo para esta redacción.
De entrada nos hizo recordara a ese combinado de jóvenes nigerianos de diversas profesiones que en 1994 vinieron a emular a sus ídolos fútbolistas y vestidos de verde sirvieron de artesanal sparring a la selección Colombia que semanas después terminaría olaverdeada en Los Ángeles. Luego nos pusimos a recopilar datos sobre los oficios y negocios de cada uno de estos aventureros, para lo que emprendimos un seguimiento de prensa que incluyó, desde luego, a Noticias Uno.
Y fue entonces cuando vino la revelación. Si observan con cuidado el muy buen informe de Paulo César Cortés, verán a los 34 segundos a uno de los jóvenes emprendedores comenzar sin mayor tiempo de espera y con una presión nivel Chingaza-II una robusta evacuación de su vejiga que se extiende hasta Puerto Colombia y se prolonga hasta el segundo 54, momento en el que procede al tradicional «sacudelis», demasiado breve según expertos consultados para este caso por lo que no se descartan posteriores goteos.
Centésimas después, llega el momento de la higiene, para lo cual, como buen varón práctico -y en esto exigimos sinceridad y autocrítica por parte de lectores tanto como resignación de nuestras lectoras- no se pone a buscar un gel antibacterial, ni un pañito húmedo, mucho menos un pastico mojado y procede a utilizar su vestimenta como toalla improvisada.
Pero el episodio no termina ahí. Pronto, varios de sus compañeros que pasaban por el lugar reciben un estímulo inconsciente en forma de olor amoniacal que inmediatamente activó no sabemos qué conexiones que los pusieron en sorpresiva necesidad de repetir la gesta de su paisano, pero esta vez en masa.
Lo ocurrido, que, lejos, incluso más que los dos goles de Falcao, es el hecho más destacado de estos dos partidos deja varios interrogantes que, esperamos, nos ayuden a resolver:
-¿Será cierto que el empresario decidió traerlos por tierra y, como venían de afán, no pudieron parar a rociar arbolitos «y les tocó aguantarse»?
-¿Puede interpretarse este gesto como manoverguismo avanzado? Por lo tanto, ¿Será esta una señal de los camerunenses para que Millonarios se fije en ellos? ¿Terminarán los directivos azules, sin saber por qué, contratándolos?
-¿Tenía pretenciones territoriales el proceder? ¿Reclamarán, en consecuencia, acción del Country Club los involucrados antes de irse?
-Ahora que el tema se puso de moda, ¿se tratará de un mensaje subliminal de una campaña del Ministerio de Salud para que los hombres procedan a hacerse los chequeos necesarios para estar en condiciones de emular, o incluso superar, a los protagonistas?
-Por tratarse de una contravención, ¿alcanzará la fiscalía de Barranquilla a actuar de oficio? ¿Será posible que el trabajo comunitario que reciban como sanción incluya limpiar la jaula del Cole?
-¿Antanas Mockus convulsionó anoche sin razón aparente hasta ahora?
-¿En los centros comerciales de Yaundé los hombres van juntos al baño mientras las mujeres se quedan renegando solas afuera?
Ya habíamos contado la paradójica historia de la primera vez de Higuita, pero nos faltaba la foto. Para resumir: uno de los máximos ídolos del Atlético Nacional saltó por primera vez en condición de futbolista profesional al gramado de un estadio con el buzo (Adidas) de…Millonarios, nada menos. Fue el 8 de septiembre de 1985, en el Campín, partido que terminó 1-1 con goles de Lugo para Nacional y Marcelo Trobbiani para Millonarios.
Ficha:
Millonarios: Higuita, Galeano, Gutiérrez de Piñeres, Molina, «Pocillo» López, Morales, Peluffo, Díaz, Trobbiani, «Pirata» Ferrer y Funes.
La salida de Miguel Prince y la llegada de Eduardo Julián Retat al banquillo del club fue apenas una cortina de humo para la estrategia pensada por los directivos del equipo para esquivar la posibilidad de perder su puesto en la primera división. La prueba reina, encontrada por nuestra Unidad Investigativa, es esta imagen del álbum del fútbol profesional colombiano 2012. En los archivos de la Dimayor está inscrito como «Patriotas Boyacá». Pero en una jugada jurídica digna de Abelardo De La Espriella, esta imagen habla del «Patriotas Bocayá».
Ese vacío jurídico -cree la dirigencia- será vital si el club se queda colgado en la búsqueda de puntos. El caso, en los tribunales de arbitrio deportivo se ha denominado como «la batalla de Bocayá». ¿Cuál sería la solución del entuerto? De acuerdo al historial de casos de este tipo, la propuesta sería aumentar la cantidad de equipos en la A e incluir a «Patriotas Bocayá» en primera división.
Se dice en los corredores que los dirigentes bocayenses estarían dispuestos a ceder varios planes de tiempo compartido en hoteles de Duitama y Sogamoso para aquellos directivos que, llegado el caso de un descenso patriota, apoyen la demanda del Patriotas Bocayá y que incluso hay altos hilos invisibles que desde ya están modificando la letra de la quinta estrofa del himno nacional. La original decía así:
De Boyacá en los campos
el genio de la gloria
con cada espiga un héroe
invicto coronó.
Soldados sin coraza
ganaron la victoria
su varonil aliento
de escudo les sirvió.
La versión modificada se cantaría así:
De Bocayá en los campos
Carpintero y Lazaga
Viáfara y su guante
invicto coronó.
Patriotas sin descenso
Comieron Pizza Nostra
su varonil aliento
de escudo les sirvió.