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Albeiro Valencia y su inservible gol maradoniano
Tomó la pelota en el mediocampo y dio media vuelta. No le salieron encima las figuras de Hoddle, Reid, Sansom, Butcher y Shilton. En el camino dejó nombres como los de Julio César «el
mechas» Sarmiento, Jorge Ambuila, Henry Otero, Miguel Marrero y Luis Fernando Polo. No alcanzó a gambetear al arquero -como Maradona sí lo hiciera con Peter Shilton-, sino que metió un taponazo imposible para Jorge Rayo. Debió ser el mejor gol de Albeiro Valencia en primera división.
Pero hubo mucha distancia entre la hazaña goleadora del 10 argentino en el Estadio Azteca y entre la genialidad del delantero que hizo ruido esa noche de 1989 en el estadio Centenario. El gol de Diego fue fundamental para los argentinos en 1986. Para el Quindío no significó mucho. Perdieron en casa 1-2 contra en Cali después de tres años.
Las buenas condiciones lo llevaron a dejar sentado en el banco al «Pirata» Ferrer y Valencia, a punta de piques -y algunos desatinos en la definición- fue titular en el Quindío desde 1989, luego de muchas suplencias por cuenta de jugadores como Maximiliano Cincunegui y el buen Pirata antes mencionado.
Las vidas de Maradona y de Valencia tuvieron otro punto en común. El año 1991 como punto bajo. En ese año el argentino fue suspendido por doping durante año y medio después de un juego Napoli-Bari. Lo de Albeiro fue más triste: lo asesinaron de un disparo en la cabeza luego de una riña y para peor de males, la ambulancia que lo transportaba herido, se estrelló.
Adivine el personaje
Era, por la temporada 95/96, apenas un aprendiz en la A. Su rodaje en la segunda división no le daba suficiente experiencia, pero por su altura prometía ser un centro delantero que tal vez embocaría uno o dos goles de cabeza en el estadio Doce de octubre de Tuluá. Mientras las imágenes de televisión lo mostraban tratando de conectar centros ofensivos a diestra y siniestra -enviados usualmente por los pies de compañeros como Carlos Molina, Jorge Amado Nunes o la «Cachaza» Hernández- frente a los arcos adversarios se dio cuenta que la mayoría de ellos eran rechazos defensivos. En vez de embocarla, la sacaba lejos del área del contrincante, actuando como un defensa y no como un 9. Por eso un entrenador decidió ponerlo en su puesto original: el de zaguero central donde hizo dupla con Álvaro Aponte, hombre que tenía justo el defecto contrario: jugar como el mejor delantero del equipo adversario.
Plan Boyacá futbolera
Juan Francisco "con Millonarios no se jode" Hirigoyen
Su llegada a Millonarios representó una prueba de fuego para Google. En efecto, una vez aterrizó el nuevo arquero azul, como es la costumbre, los hinchas procedieron a sus computadores para verificar su pedigrí. Y por más que exigían al buscador, este muy pocos datos aportaba. «No sea bruto, es Irigoyen sin H, debe ser el hijo del Búho, busque a ver», «nada hermano, ni h ni sin h, venga intento con ll en vez de y»,»¿seguro no le sale nada?»…
Y ningún resultado por ningún lado. Él aseguró haber sido tercer arquero de Guaraní de Paraguay y haber jugado uno que otro partido -no especificó nunca de qué orden- en su natal Mar del Plata. Sin la prueba concluyente de que se trataba de un arquero profesional o, por lo menos, de un arquero, terminó debutando en un partido contra Chicó ocho días después de la lesión que marcó el final de la carrera de Héctor Burgues.
Tuvo suerte. Entonces Millonarios comenzó con una racha que alcanzaría los siete partidos ganados de forma consecutiva. Uno de ellos de visitante contra el Pereira, que incluyó un penalty dudoso a favor del local faltando cinco minutos cuando el partido estaba 0-1. Terminado el partido las cámaras lo buscaron y él, parado en la cúspide de su carrera, envalentonado exclamó: «con Millonarios no se jode». Este mantra tuvo buen calado entre los hinchas que rápido lo adoptaron como grito de batalla de esa campaña que luego se iría al carajo con la no clasificación del equipo del buen «Pecoso» a los cuadrangulares.
Permaneció en la nómina azul hasta junio de 2006 cuando se despidió con un yerro de corte cómico-musical en un partido contra Nacional en Bogotá. Una vez terminado ese torneo apertura circuló una versión, que nunca se confirmó, según la cual padecía de una no muy clara condición neurológica. Con la plata de la liquidación compró un plan25 y se fue a descansar en inmediaciones del hoyo soplador -la atracción turística-. Al regresar permaneció unos meses más en Bogotá en donde algunos lo vieron dedicado a la prestación de servicios tercerizados en el área de la telecomunicación celular. Que se sepa, nunca más volvió a jugar fútbol profesional.
Jhonny Acosta
A comienzos de la década pasada su nombre apareció en cuanta convocatoria de selecciones juveniles hubo. En el Suramericano sub20 de Uruguay 2003 presentó en sociedad su talento y estaba dispuesto a reconfirmarlo en el Mundial de Emiratos Árabes. Lleno de ilusiones andaba cuando una tarde en el Hernán Ramírez uno de tantos derroches de fuerza bruta del lateral de Millonarios Ómar Alexander Rodríguez lo dejó con la tibia, primero, y luego con su carrera partida en dos.
En efecto, tras la fiera embestida del siempre poco dúctil «Cabezón», la carrera de Acosta se quedó en la pista de carreteo sin poder nunca despegar. Volvió, sí, pero otro Jhonny, apenas la sombra del hábil mediapunta de la selección de Reinaldo Rueda. Sin llegar nunca a sobresalir, cuajó una carrera entre aceptable y discreta con la camiseta del otrora grande matecaña, más fugaces «freelances» en Central Córdoba de Argentina, Envigado, Blooming de Bolivia y UTC Cotopaxi de Ecuador. Con ugó 160 partidos, marcó 13 goles y su principal ejecutoria fue tragarse el sapo de tener que compartir equipo con el «Cabezón» en el segundo semestre de 2007.
Servicio social: VHS or Beta para Pinto
Desde Costa Rica Jorge Luis Pinto sufre como hincha azul en días de finales. Es que el entrenador está urgido de revisar varios videos de selecciones que son sus rivales en la Concacaf. Entró a su estudio personal y de pronto se dio cuenta de que en su biblioteca solamente reposan cassettes de VHS y Beta. En tierras Ticas Pinto todavía anda en la búsqueda de un aparato que le ayude a poder mirar varios de sus tapes. La idea es que el entrenador santandereano, para no ser injusto, quiere ver las actuaciones de Gabelo Conejo, Juan Cayasso, Hernán Medford y Claudio Jara para saber si los convoca. Pero dos betamax marca Sanyo le han reventado dos cassettes. Las cabezas de la videograbadora están sucias y enredadas y de Betatonio todavía no le contestan el teléfono para ayudarle en el entuerto.
Si usted sabe o tiene un VHS o un Beta, comuníquese con Jorge Luis Pinto. Es cuestión de mandarle un beeper y listo.
Exclusivo: La vida de Leonel entre la Selección y el Itagüi
Mientras en otros medios abundan las crónicas de sus ejecutorias como jugador y luego como técnico, en el Bestiario del balón hemos sido los únicos que hemos seguido palmo a palmo la carrera musical de Leonel de Jesús Álvarez Zuleta, crédito de Remedios (Antioquia).
Fue así como en su momento revelamos detalles de la banda de black metal «The Lion's Agony» que integrara por allá a mediados de los 80 y que debió haber compartido más de un bazar con el entonces metacho Juan Esteban Aristizábal y su gente de Ekhymosis.
Después le contamos al mundo que en momentos en que el fútbol lo agobiaba, desaparecía de concentraciones para sintonizarse con su niño interior desempeñándose como baterista freelance de Rod Stewart.
Y esto es lo último: bien conocida fue su depresión post salida de la selección. Pues bien, de nuevo, la música lo acogió. Por suerte para él y quienes lo quieren, encontró cálido refugio como líder de la percusión en la Orquesta de la fortuna del popular programa «Do re millones».
Ahora que acaba de firmar como nuevo DT del Itagüi, respetuosamente le sugerimos a sus nuevos patrones que si quieren un técnico centrado, con sus chakras bien afinados lo mejor es que le permitan seguir con su este, su oficio paralelo y verdadera pasión.
La portada del caso Carbonero (2017)
Mientras dura la buena no hay problema. Todo el mundo en Argentina, y muchos en Colombia, saben quién es Carlos Carbonero, ariete de Arsenal de Sarandí, flamante campeón del clausura. El lío viene después. Y más acá que allá. Por mucho menos el CTI y la Dijin han puesto los ojos sobre pobres diablos que lo más ilegal que habrán hecho en sus vidas es engullirse a hurtadillas una uva chilena en un baño de un Febor.
Y es que la foto es simpática. Siendo generosos, hasta creativa. Pero absolutamente irresponsable, denota ignorancia supina del país de origen del jugador. Al grano: el riesgo de que en unos cinco años cuando el Carbonero que hoy ocupa primeros planos de la gran prensa sea un experto catador de bancas de estadios venezolanos es altísimo.
Entonces nadie, y menos en estos tiempos en que colombiano campeón en Argentina podemos ser usted o nosotros y en los que el fútbol es puro presente, recordará al buen Cabonero. Se habrá producido ya el gran colapso del sistema con origen en un corto circuito propiciado por Electricaribe que habrá mandado por el gran retrete sideral todos los archivos de la Internet Mundial. A salvo habrán quedado las arcaicas azetas de las citadas autoridades que no tendrán reparo en desempolvar esta foto y presentar al hoy goleador como enlace o asesor ideológico «freelance» de alguna organización terrorista.
Y entonces la boína que sacó del apuro al periodista varado que tenía que volver a la sala de redacción «con algo diferente» y la que, obnubilado por la gloria peregrina, Carbonero no tuvo problema en lucir será su pasaporte de entrada a Paloquemao. En la imputación saldrán a flote las tres o cuatro visitas que el acusado hizo al apartamento de alias «Stalin» Motta, el frente de la barra brava de Arsenal que en agosto de 2012 llevó su nombre y por lo menos una alusión o foto del carismático perro Trosky de su primo.
De ahí que desde esta tribuna pedimos a nuestros colegas en el Cono Sur mesura. Entiendan que este es un país jodido, portador de un conflicto en su ADN nacional que no le permite a sus ciudadanos el lujo de quedar registrados en cualquier publicación, sea Olé o el Satélite Futbolero con prendas o actitudes que más adelante puedan ser boccatto di cardinale para algún investigador necesitado de un ascenso, de dos días libres para consagrarlos al dulce amor en una suite del Caciqué Toné.
y ni ésta…
http://www.youtube.com/watch?v=iLoRWRkH8SI
El paliducho jugador de fútbol Andrés Iniesta, perteneciente al Barcelona, decidió disfrazarse de Ricardo Ciciliano cuando, en un partido contra el Medellín, le atajó un penal a Jaime Castrillón. Iniesta mandó jubilar a Iker Casillas e inscribió su nombre entre los grandes cultores de hazañas internacionales. Además de hacer un gol en la final de la Copa del Mundo, las manos del extremo pusieron, de acuerdo a William Vinasco Ch, en la final de la Eurocopa a España. Casillas meditó seriamente y en la final estará jugando de alero por izquierda. Sabe que después de semejante atajada no tendrá más oportunidad en la portería española. El dueño del arco es Andrés Iniesta.









