Ronald Pulido, el mártir del Olaya

De los videos que no dejan gran cosa por decir. Tal vez destacar:

  • El destello poético en la descripción que hizo el, entonces aún más, joven Adolfo del drama de Ronald.
  • El arranque de culpa que padeció  Adolfo y que terminó en el insulso espaldarazo a una carrera truncada a temprana edad.
  • Las declaraciones «camper cross» de Ronald, echándole todo el barro del mundo a sus compañeros. Rompió un camerino que venía unido y compenetrado (?) .
  • El aire de lejanía, de «inhóspitos territorios nacionales», detrás de cada alusión al lugar de origen del malogrado arquero. Aflora incluso cuando él mismo habla, a lo Eutimio Pastrana, de las tardes memorables que supo protagonizar en su querido Yopal.

El marco es el nacional prejuvenil de 1990 que se jugó en el Olaya. Y todo el crédito por esta joya va para «Diablo Americano» donante del material y  benefactor en grado de gran comendador del Bestiario del balón.

Taz, taz, taz…

Radiobestiario y el no. 2

Regresa el podcast que necesitan los ipods para vivir con un popurrí de temas que usted no se puede perder:

-Una sinergia para construir e inmediatamente socializar la «mivión» (misión+visión) de la Dimayor

-Una nueva rama le nace la arqueología y es gracias a la primera B colombiana.

-Tormenta de ideas para la segunda temporada del reality que decidirá quién será el DT de la selección.

-Llegamos a donde ningún otro medio había llegado: los baños de las oficinas. Devaneo escatológico laboral.

-Nuevos detalles de la visita del plantel azul a predios de Noemí.

-¿El estadio abandonado del Cali, meca del terrorismo hipster?

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El papa rojo

A la creatividad periodística le deberían poner pico y placa. O por lo menos instalarle filtros. Todo para evitar que ideas como la de poner a un futbolista a posar disfrazado de algo entre monje benedictino, gurú oscurantista y papa negro de Pereira prosperen. Y es que en su momento puede que haya tenido alguna gracia, pero la vejez de estos brotes de ingenio es fatal. Para el medio, pero también para el protagonista quien hoy, por culpa de esta foto, tiene que gastar largas horas explicándole a los padres de familia de la escuela de fútbol que hoy regenta que sus hijos no tendrán contacto con silicios y similares.

Aporte de: Godoy2210

Incunable: El Pecoso Castro se gradúa de ídolo

Debieron pasar muchos años para poder encontrar una de las imágenes más perseguidas por la Unidad Investigativa del Bestiario del Balón, pero finalmente se logró hacer la tan ansiada captura. En «Don Chinche» una de las más recordads series cómicas de los años 80 apareció el gran Pecoso Castro en uno de sus capítulos. No fue la única presencia futbolera: Gabriel «La Pantera» Martínez, durísimo central que jugara en Junior y Santa Fe y Antonio Chávez, árbitro FIFA -en este caso afiliado a la «Fifirifai»- estuvieron presentes en el encuentro que enfrentaba a dos corrientes tan disímiles como las del Menottismo y el Bilardismo: en una esquina el equipo de Pachín Chemas «Don Chinche» (Héctor Ulloa) y de Eutimio Pastrana Polanía (Hernando Casanova). En la otra, el club de Eraos Pedraza (Víctor Mallarino) y William Guillermo (Luis Eduardo Arango). Un duelo que registraremos paso a paso: por ahora las formaciones de los equipos y el sorteo de campo.

Sea World en el Monumental, adivine los personajes

No sólo en Sea World o en el acuario del Rodadero es posible ver a dos delfines brincar en simultánea. En septiembre de 1993 los cinco goles que Colombia le metió a Argentina dieron pie a esta escena de dos émulos de flipper cuyas vidas más o menos paralelas se cruzaron esa noche bonaerense en la que dejaron asomar el perritu que ambos, y Jorge Correa Pastrana también, llevan dentro.

Aviso clasificado: se compran Renault 4 para acabar con la crisis de la Selección Colombia

 

(Clic sobre la imagen para ampliar)

La Federación Colombiana de Fútbol, pensando en el bien del equipo nacional, está haciendo un llamado a coleccionistas, talleres de mecánica y señoras que adquirieron un Renault 4 en los últimos 40 años, con el fin de comprarlos y así entregarlos a los miembros del equipo actual a manera de bono motivacional.

Un directivo del comité encontró esta vieja publicidad en uno de los rincones de su casa y de inmediato puso a correr a los demás dirigentes para levantarse en el mercado 25 Renaults 4. ¿La consigna? Entregarle a cada uno de nuestros futbolistas uno de esos amigos fieles si se logra la entrada al Mundial brasileño.

Ante la noticia varios jugadores ya están haciendo planes. Pablo Armero lo engallará con el fin de hacer piques en las calles de Udine. David Ospina y James Rodríguez armarán la primera edición del Rally Niza-Oporto y Dayro Moreno le pondrá amplios bafles en el baúl con el fin de recorrer con su música las calles de Tijuana.

Solamente hubo dos malas caras ante la decisión de regalar estos bellos escarabajos: la de Julio Comesaña, quien fue enterado del premio segundos después de presentar renuncia a su cargo y Gustavo Bolívar, que considera al Renault 4 como un carro «común y corriente».

El factor X de Daniel Tílger

Hizo lo que quiso. Se puso cuantas camisetas pudo, jugó al urólogo en plena cancha y ante miles de aficionados,  supo lo que era celebrar goles vestido de azul, verde rojo, aurinegro, verdeamarelo y rojiblanco, entre muchas otras combinaciones. Sólo le faltó de amarillo de selección y eso porque le dio pereza hacer fila en la 100 para apostillar los papeles que le pedían.

Daniel Tílger alcanzó la realización personal y profesional en Colombia, pero esta fue parcial. La unidad investigativa del Bestiario del balón ha podido establecer luego de intensas pesquisas, que el delantero argentino en algún momento de su estancia por estas tierras quiso ingresar a la banda underground de trash metal «The lion’s agony» de Leonel Álvarez. Pero falló.

El cuento es que antes de ingresar, tuvo que seguir el proceso de selección. Este incluía una sesión de fotos con el instrumento al que que aspiraba, el bajo en su caso. Juicioso, el delantero cuadró fecha y una vez delante de la cámara dio todo de sí, pero fue demasiado. Al recibir el sobre con el material, Leo, despectivo y con sonrisa burlona que no disimuló entre dientes, dio el veredicto: «nuuu papá, esta pintica es puro pop, mero mainstrim, ¿sabes qué? pasáselo al monito este amanerado, el gringuito que dicen que se parece a mi ¿ah? ¿qué tal?…¿cómo se llama?…¡ Zulu! como que está montando su grupete, disque «Café Moreno»¿Ah?»¡Ja!, pero ni mandado a hacer para esos caribonitos está…»

Tílger recibió la razón, y, aunque alcanzó a dudarlo, consideró que el proyecto de Zulu era tan serio como otro Zulu que conocía, Zuluaga, «el Topolino» que lo divertía los sábados por la  noche. Y entonces archivó su anhelo.

"Dany, ven a mi (proyecto)", parece decir el popular Zulu.

Un «jacuzy» con René

René Higuita desnuda su alma ante dos facilitadoras del amor con flotadores subcutáneos.