Reciclaje de ocasión: Los años maravillosos de Néstor Otero


Agradecimiento a Armando Vargas y el Noticiero de lo cotidiano

A pesar de que la imagen es una simple evocación de alumnos y profesores en el colegio Lauretta Bender de Cali, la imagen tiene algo más de futbolístico que la pose de sus protagonistas. Las preocupaciones de los educandos estaban centradas en su clase de matemáticas porque su profesor era cuchilla. No les exigía saber despejar la X en un problema de álgebra y tampoco decir en segundos cuál era la raíz cuadrada de 2549.

No, el profe de cabeza rápida tenía mejores cosas que enseñar. Alguna vez se presentó un diálogo similar a este en el aula de 8 grado.

-Pase al tablero, Martínez. ¿Listo para el examen?

-Sí profe, pero no me vaya a dar duro.

-Duro daba Obdulio Trasante, hermano. (risas de los alumnos) A ver: cuál fue el esquema táctico utilizado por Stefan Kovacs en el Ajax de 1971.

-Uy no profe, ¿eso cuando lo vimos?

-Hacete el pendejo, mijo, que el otro día revisé cuadernos. ¿Qué está haciendo en esta clase? Responda pues, porque si no, saca uno.

-Profe, pero… Póngame a despejar una fórmula que pa eso soy teso.

-Listo hermano.

Y el profe escribió en el tablero la sigla W-M y botó la tiza al suelo. Lo miró subiendo las cejas y retó a su alumno:

-Quihubo «toronjo». ¿Le quedó grande?

-Nono, profe, ¿eso en qué página del álgebra de Baldor sale?

-Ehhhhhhh brutico si no, hermano. ¿No digás que no conocés a «Herber Chamman»?

No, la verdad que no, profe.

-Tenés uno por bruto. ¿Cómo no sabés qué es la W-M si sos el capitán del equipo de fútbol? Te voy a sapear con el DT ¿oís?

Finalmente, rajando y rajando alumnos, al profe no le quedó otra que abandonar las aulas y dirigir clubes de fútbol. Claro, los futbolistas también le sacan canas cuando, como si les estuviera explicando un trinomio cuadrado perfecto, no entienden qué es «cerrar la banda» o «ganar la espalda». Era Néstor Otero. El «matemático» (abajo, tercero de izquierda a derecha)..

Radiobestiario colombianísimo

El equipo del Radiobestiario quiere que los gringos -Nadal incluido- que visitan Colombia vuelvan a las salinas y a Guatavita. Además en esta edición:

-Sepa cuánto hay de la actitud El Balay a la actitud Herbalife.

-Piero furioso con los «muchachos» de Iron Maiden.

-Exclusivo: atropellan búfalo por visita de Nadal y Jojovick.

-«Nos robaron», volvió a decir la delegación.

-Ladrones madrileños, encartados con Datacrédito.

-«El Loco» Arroyave, el Blatter del micro mundial.

-La conjuntivitis puede ser su pasaporte a un mundo de privilegios. Óiganos hasta el final y entérese cómo.

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Elías, Correa para los corruptos

El fútbol es una profesión tan corta como malagradecida. Conscientes de esto, muchos de quienes lo practican abonan el terreno mientras están activos en otros oficios o profesiones para una vez llegado el momento del adiós tener escampadero que permita, por lo menos, mantener a raya las culebras de planta. Uno de estos  precavidos fue Elías Correa, recio volante santandereano que dejó lo mejor de su talento en la primera línea del mediocampo cardenal a comienzos de los noventa. Correa, autocrítico, sabía que un jugoso 10% de una eventual transferencia a un Parma o a un Milan definitivamente no iba a llegar a su vida. Por eso, tomó precauciones y desde muy temprano incursionó en la arena política como concejal de Piedecuesta, Santander.

Una vez terminado el período emigró a Bogotá, donde, dado lo discreción que demandaba su cargo, no eran frecuentes sus apariciones en la gran prensa. Por eso, cuando por fin un medio puso sus ojos en él -no importa que fuera la revista del club- le hizo caso a su equipo de asesores encabezado, dicen, por un entonces principiante Ravi Singh, y más que hablar de su desempeño en la cancha, de su sed de títulos o de su inquebrantable compromiso de complacer a la hinchada, prefirió referirse a su floreciente carrera política. «Poneme ahí que quiero ser alcalde de Piedecuesta», dicen que le sugirió al reportero que, sorprendido por el lado B del volante, no tuvo problema en complacer a este caudillo del medio campo.

La carrera -futbolística- de Correa duraría unos años más con pasos por Junior y Tolima. Se retiró a finales de los noventa y por razones que desconocemos abandonó su plan B. Previsivo como era, tenía un plan C: montó, con éxito, una escuela de formación deportiva. No sabemos si en el pensum de su escuela está la materia «Constitución y democracia», pero de lo que sí estamos seguros es que este es un buen momento para que Elías, ahora con el apoyo de la comunidad bestiarista, retome su carrera política y, siguiendo el ejemplo de René Higuita, se lance como candidato para las elecciones del próximo mes de octubre. Ahí le dejamos el eslogan de la campaña.

Futbolistas con cara de señora vieja: Julio César Falcioni

Arquero. En sus años en Colombia hubo quienes lo confundieron con actriz protagonista de película sueca. Hoy, como técnico de Boca, cuando quiere evadir a la prensa se hace pasar por directora de ONG, también sueca.

Radiobestiario melodramático

Vuelve el Radiobestiario y lo hace con tintes melodramáticos.

-Sepa por qué llora Léider, declaraciones exclusivas.

-Los jugadores colombianos viven en sus carros y entre torneo y torneo los parquean en la Línea.

-Miguel Ángel deconstruye a Jenny, la pereirana.

-¿Árbitros con datáfonos?

-Devaneo: discurso estándar para justificar empelotada.

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Wikibestiario: ¡Escóndete, Barcelona! Éste sí es el Dream Team

Rebrujar por la red trae complicaciones laborales, tardanza en la entrega de ciertas responsabilidades y joyas como la imagen que acompaña este post. Ante la noticia de que el perfil de Facebook de Hernán Peláez, de acuerdo a las mismas palabras del director de La Luciérnaga, es falso (“Yo no uso ni Facebook ni Twitter”, ha dicho en repetidas oportunidades) la unidad investigativa del Bestiario del Balón se puso en la tarea de explicarse por qué el dichoso perfil podía parecer convincente, propio de Hernán Peláez.

Nos sorprendimos con el hallazgo: El primer equipo de Estrellas de la TV aparecía entre las imágenes que relacionaban al periodista con su perfil. La foto data de 1972, tomada en las instalaciones de Inravisión y están formados, de izquierda a derecha, verdaderas piedras angulares de los medios en esa época: Armando Plata Camacho (discjockey juvenil de marras), Juan Harvey Caycedo (voz de comerciales y de coplas llaneras), Pepe Cubillos (gran impulsador del deporte en Colombia), Jorge Barón (el que se arriesgó a lo Justin Bieber a escribir su biografía siendo muy joven y quien antes de echar agüita pa la gente fue presidente del Tolima y dueño de las torres que quedan frente a Unicentro), Otto Greiffenstein (figura de “Panorama”, ídolo de esta redacción por su garbo y su costumbre de entrar un scotch a la cabina de radio de Caracol Estéreo solo para afinar la garganta), Armando Moncada Campuzano (narrador de la Guerrilla Deportiva del Grupo Radial Colombiano), Humberto Rodríguez Jaramillo (otro narrador muy famoso de los años setenta) y el DT, el gran Edgardo “Cuqui” López (ex delantero de Tolima y América, gran parrillero y a quien los miembros de esta redacción consolamos cuando unos vándalos le robaron unos banderines de Banfield en el primer piso de su restaurante).

Abajo, también de izquierda a derecha: Juan Monroy (vozarrón y miembro de la ACL en su tiempo), Alberto Piedrahita Pacheco (el “Padrino”), Alfonso Lizarazo (conductor de programas ochenteros de baile como “Baila de rumba”, locutor, presentador de Sábados Felices y congresista), Hernán Peláez (decían que era un gran 10 pero un problema de rodilla truncó su carrera) y Julio Sánchez Vanegas (el que incluyó en la parrilla de TV “Miss Universo”, cachas de Donald Trump y dueño de la frase “Concéntrese, para que no se le olvide”).

Messi, Xavi, Iniesta, Piqué y compañía palidecerían ante este combo de las estrellas.

En especial en el tercer tiempo.

¡Comesaña está «cabrero», niño!

Cuando uno está de malas pulgas no quiere que le pregunten nada. Menos, que le digan que si está bravo. En la niñez, un berrinche de ese estilo terminaba en lágrimas: de mal genio y además un tercero cuestionando la piedra interna usualmente desembocaba en cataratas de llanto de la víctima de la piedra y en coros colegiales tipo «tiene el ojo aguado, va a llorar, va a llorar».

La adultez no exime las lágrimas o el temperamento volátil. Eso sí, ya no hay manera de recibir coritos pendejos porque la edad adulta trae consigo la fuerza bruta. El gran Julio Comesaña es tipo paciente. En Barranquilla, como jugador y entrenador, soportó en muchas ocasiones con estoicismo puro el famoso apodo de «Pelo ´e Burra» y el día que regresó al Metropolitano con Santa Fe, se acordó de tanta montadera y decidió que no era el día de soportar más vejámenes en su contra.

Las circunstancias conspiraron. Santa Fe vencía 1-2 a los 45 minutos del segundo tiempo y el árbitro dio siete minutos de adición de forma inexplicable. Y justo cuando iba a concluir el juego empató Christian Montecinos. El volcán explotó por el lado más predecible. Ni siquiera los ruegos del Pibe Valderrama valieron para darle solaz a Comesaña que, además de ver cómo se le escapaba un triunfo del bolsillo, debía soportar a un cronista cansón, pero a la vez comprensivo.

Pero para Julio era demasiado: el calor lo llevó de ser un tranquilo Bill Bixby a convertirse en un intemperante Lou Ferrigno.

Lugar equivocado: Valenciano en Millos

Valenciano, goleador de (sobre)peso, deja su huella en el Campín. Nótese como su pie derecho queda enterrado en la gramilla.

Si hay un culpable deportivo de la crisis azul este es Iván René Valenciano. Por alguna extraña razón el barranquillero obtenía un placer suprasexual cada vez que un balón impulsado por él penetraba el arco azul. Su proyecto de vida, su razón de ser en este mundo fue durante muchos años hacerle goles a Millonarios. Y es que su daño no sólo era en cantidad -como en el caso similar de Léider Preciado- sino también en calidad.Goles suyos  impidieron que los azules clasificaran al cuadrangular final durante tres años consecutivos (1991, 1992 y 1993).  Seis años después, jugando con el Medellín, contribuyó con dos pepazos a tumbar una tarde lluviosa en Bogotá el invicto histórico de 29 fechas que habían construido mancomunadamente Jorge Luis Pinto y Luis A. García.

Tantos favores recibidos le fueron luego reconocidos con un contrato que firmó con la administración Jorge Franco en el primer semestre de 2002. Fiel a sus convicciones, Iván René siguió haciendo de las suyas, pero esta vez desde adentro, un «inside job». En el tiempo que estuvo en el equipo de Kosanovic y Gutiérrez de Piñeres no marcó ningún gol y sí erró un penal.  Aun así se fue prometiendo volver. Y, pasa sólo en Millonarios, en efecto, volvió. Con más kilos que credenciales y por pedido de su carnal Dragan Miranovic llegó como refuerzo para el primer semestre de 2005.

Los que lo recuerdan de esos días aseguran que junto a él, el Léider Preciado de hoy bien podría pasar por Belky Arizala.  En esta segunda estancia en filas embajadoras ya no andaba con la fijación tan entre ceja y ceja. Esto le permitió hacer un par de goles, pero sólo uno en partidos oficiales: fue contra el Pereira, por la quinta fecha del Apertura. Días después abandonó la disciplina del club.  Aseguró tener motivos de peso.

Wikibestiario: El lenguaje de los cuerpos

httpv://www.youtube.com/watch?v=fZYInfYFzKs

Un caso más en que cualquier cosa que se escriba palidecerá ante la contundencia de las imágenes. Se podría decir que este archivo que nos filtraron puede servir para advertir sobre los excesos -la demencia colectiva- que suele contagiar a Colombia en dos ocasiones: cuando el país es sede de algún evento o cuando «el anhelo de paz» se convierte por unos pocos días en anhelo nacional (aquí se mezclan las dos).

Otros, por su parte, dirán que cae bien una cara fresca, sensual de la querendona, morena y trasnochadora que refresque su imagen luego del escándalo «Lechuza». Sea lo que sea sólo nos queda por recomendar que el exceso erótico-deportivo de Jenny sea rotado por las aulas del país para que las jovencitas de hoy vean que la euforia, pasado el evento se llama ridículo. Y advertirles que si quieren dar rienda suelta a la pasión del balón que por un mes invadirá al país lo hagan en ambientes íntimos, lejos del escrutinio de las cámaras.