Alberto Casas y su lamparazo más desconocido

Junior de Barranquilla se acababa de coronar campeón del corto torneo adecuación de 1995 -a pesar de perder 3-1 contra Santa Fe en Bogotá- y era la noticia del día. Por eso Alberto Casas Santamaría dejó por un instante su cargo de director del noticiero «Colombia 12:30» para terciar con Carlos Zapata en la sección de deportes. El ex ministro de comunicaciones y que también anduvo en la cartera de cultura hizo anuncios fuertes en su intervención.

Con paraguas en mano, le metió picante al trámite del partido por un supuesto «pacto de caballeros» entre los presidentes de Santa Fe y Junior insinuando un probable arreglo y además se arriesgó a dar el veredicto económico que dejó el clásico cervecero entre Águila y Leona. Los Santodomingo daban la vuelta olímpica con los junioristas y la Organización Ardila Lülle comía grama de lo lindo al ver que el Cúcuta, club que llevaba su patrocinio, se iba a segunda división. Eso sí: en ventas de botellas, la cosa cambiaba. Carlos Zapata miró impávido y decidió no comprometerse mucho. ¡Era el jefe el que estaba hablando en vivo y en directo!

Esta escena es todavía más surrealista si se mira la escenografía: mientras que el «Doctor» Casas está cobijado por los aros olímpicos, Carlos Zapata se deja consentir por los cachaquísimos cerros tutelares de Bogotá. El mundo al revés.

Solo faltó una tanda de poesías y un brindis animado para que todo cerrara de manera ideal. Los más aguzados afirman que había una hielera y una botella de sello azul bajo el mesón.

¡Salud!

¡Santos Chigüiros belicosos, Batman! La pelea con el Guigo Mafla

Después de una intensiva y ardua búsqueda en los archivos, parecía estar todo perdido. Pero -como siempre suele pasar- en el último cassette aprecieron los ¡plaf! ¡Kataboom! ¡Spooof! ¡Touché! ¡ieeeeee! y demás onomatopeyas dignas de enfrentamientos de Ciudad Gótica. Allí, en ese último carrete aparecieron como por arte de magia los golpes cruzados entre Edison «Guigo» Mafla y Jair «Chigüiro» Benítez, en medio de un juego entre Santa Fe y Cali que además de guardar esta leyenda, también dejó para la historia el más alto pico de rendimiento del «Nobel del gol», el uruguayo Gabriel García, autor de dos goles esa tarde-noche volátil y el extraño número 10 en la camiseta del agredido.

Ya con la causa juzgada y el tiempo como contemporizador, extraña la actitud robinesca de Benítez -en ese instante no tan poseído por Wesley Snipes, dada su torpeza al responder al cachetadón- quien se deja cascar sin miramientos por el Bruno Díaz disfrazado de volante de creación. Y la anotación no es casual: «Chigüiro» manejaba altísimos índices de estrés desde su llegada al rojo por las constantes puteadas que, en una especie de corifeo, le espetaban primero el «Pecoso» Castro, y luego la tribuna por su escaso tino a la hora de centrar la pelota.

Narración cortesía de Santiago Moure, Martín De Francisco y Ricardo Henao.

Vuelve el Radiobestiario

Un nuevo comienzo de temporada y una nueva oportunidad para refrendar, a punta de los lugares comunes de siempre, el afecto por nuestro fútbol. Para ayudar en la tarea vuelve el podcast preferido por las carcachas de los equipos de la B.

Espere esta semana

-Bella vista, equipo de fútbol de fachada. Sepa qué hay detrás.

-En el fútbol colombiano se perdieron los valores.

-América se prepara para los derrumbes y contrata a un cuentero.

-Castillo vino a Cali, tapó en el Cali pero no pudo comprar paquete adicional. Detalles.

-Lo esperado: Miguel Ángel se pronuncia sobre el «affaire» Dangond.

-Y Alexis García «dangonea» al sector cooperativo de Colombia.

Carcachita, aporte de @danniecruz

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Encuesta colombomerengue

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Premios Bestiario del balón 2010: los ganadores

Premio «Ronald Ayazo» al futbolista más piscinero de 2010, ganador, sin mojarse, por tercer año consecutivo, con los ahorros del pasado, con 640 votos: Emerson «Piojo» Acuña.

Premio «Artridene Gel» al juez más obtuso de 2010, ganador, por segundo año consecutivo, con 634 votos: Óscar Julián Ruiz.

Premio «Álex Cujavante» al jugador más agrandado de 2010, ganador, por tercer año consecutivo, con 619 votos: Giovanni Moreno.

Premio «Víctor Aristizábal» al jugador, técnico o directivo más insoportable de 2010 (fusión ministerial, premios «Friends» y «Vidrio en la media»). Ganador, con 513 votos, Giovanni Hernández.

Premio «Héroes de Cajanal-DMG»(fusión ministerial) al que mucho prometió y nada cumplió en 2010, ganador, con 483 votos, Teófilo Gutiérrez y su incursión otomana.

Premio «Sensación Acevedo» a la promesa que no cuajó en 2010, ganador, con la friolera de 836 votos, Néstor «Palmira» Salazar y los goles que prometió pero no cuajó.

Premio «Príncipe de Marulanda» al chascarillo futbolístico de 2010, ganador, con 742 votos, «la triple corona de Santa Fe».

Premio «Pacho Maturana» a la frase célebre de 2010, ganador, con 674 votos, Alexis García con «Tener a Morantes es como tener a Messi».

Premio «La fina» al arquero con manos de mantequilla en el 2010, ganador, con 713 votos: Juan Obelar.

Premio Wala con más aire barrial de 2010, ganador, con 494 votos, Nacional y su uniforme verde ref. «chaqueta de Policía».

Premio «damnificados Costa Caribe» a la transferencia fallida de 2010, ganador, con 690 votos, «Cristian Nazarit al Real Madrid».

Premio «‘Kiko’ Barrios» a la celebración más precaria de 2010, ganador, con 717 votos, Léider «topless» Preciado.

Premio «Cachaco» Rodríguez al futbolista no-fitness de 2010, ganador, por segundo año consecutivo, con la friolera de 1255 votos -redimibles a gramos-, Léider Preciado.

Premio «Hernán Silva Arce» al escándalo del 2010, ganador, con 613 votos: «el oro golfi en las finanzas de Santa Fe».

Ganador medalla «Nélson Rivas» al colombiano que de mejor forma haya ordeñado las finanzas de un club foráneo en 2010: Teófilo Gutiérrez en el Transzonspor con 623 votos.

Premio «Señorito Silueta» al futbolista metrosexual (y gastrosexual) de 2010, ganador, con 546 votos, Gerardo Bedoya y sus rayitos.

Premio «Juan Carlos López» al peor directivo de 2010, ganador, con 690 votos, juntas de América y nuevo América.

Premio «Paisas club ex Rey de copas» para el futbolista que más contribuyó a las finanzas de las licoreras departamentales en 2010, ganador, una vez más, con 710 votos, Dayro Moreno.

Premio «Pequeño pony» al futbolista más patabrava de 2010,  ganadores, con 1042 votos, John «Tena fútbol» Viáfara y su pandilla cooperativa.

Premio «Viejo Jack Warner» al equipo que más turismo hizo en el 2010, ganador, con 780 votos, Millonarios desde 1988.

Premio «Nule Hnos.» al estadio con la obra más demorada, ganador, con 602 votos, «Ruinas helénicas de lo que alguna vez fue el Olímpico Pascual Guerrero». (foto cortesía, @30januar).

httpv://www.youtube.com/watch?v=_0rGKYX57b4&feature=player_embedded

Post del año, con 807 votos: «¡Ala mi rey! Pelé es bogotano».

Premio «Perrada de Edgar» a la mascota más pobre de 2010, ganador, con 526 votos, el siempre promiscuo tiburón Willie.

Homenaje a los soldados desconocidos: Dimas y Gestas

Material gráfico cedido por @egolaxista_

No piense mal, porque no hay ladrones ni inocentes crucificados. Es que en temas bíblicos siempre se recuerda –y que no se nos tome como profanos- al que estaba en el centro de la foto y no mucho a aquellos que aparecían a un costado.

En esta imborrable postal de la Copa Ciudad Pereira en su XIII edición ocurrió lo mismo. El eje de la imagen, el protagonista de portada fue el que trascendió. Gerardo Bedoya, recién desempacado de Ebéjico, Antioquia, fue elegido como el mejor jugador del torneo, cuando por el sector izquierdo repartía cambios de frente, proyecciones al ataque y una que otra patadita para defender los intereses del Pilsen Ferroclub. Pelo corto, ausencia de iluminaciones capilares y  un zezeo que no se conocía, sus características.

Pero la unidad investigativa del Bestiario del Balón quiso saber más de los anónimos que rodeaban al hombre más popular del estadio Mora Mora y alrededores en esos tiempos. De peinado “Calypso”, con una contextura similar a la de Oseas, el delantero de Palmeiras que le amargara la vida al Cali en la Libertadores  de 1999, y con un patrocinador en el pecho que le encajaría mejor a la fortaleza de Bedoya al jugar (“Trilladora Marina”) Paulo César Salazar, delantero insustituible del “Cuba Volea” y goleador de esa edición con 7 anotaciones. A la derecha, Arley Herrera, el mejor jugador juvenil de la competición y compadre de Paulo César en eso de jugar en el “Cuba Volea”.

Bedoya luego subió a los cielos –aunque tuvo un par de bajadas al infierno- en Pereira, Cali, Racing Club, Puebla, Colón, Boca Juniors, Nacional, Millonarios, Envigado y Chicó.

De Salazar y Herrera nadie más escribió una línea. 16 años después el archivo recuperó su recuerdo.

Nota al pie: el colero de la tabla resultó ser el equipo “Toño Deportes-Asofrut Chinchiná”, que, como es lógico, ya tiene un lugar en el corazón de nuestra redacción.

Ricardo Arjona

No es un Franco Baresi bolivariano. Tampoco un Marco Materazzi. Es más, ni siquiera un Cerbeleón Cuesta. Aun así, Oswaldo Vizcarrondo, defensa venezolano muy del montón logró sobresalir como uno de los baluartes del Once Caldas campeón del segundo semestre. ¿Cómo lo hizo?

Después de arduas investigaciones y con base en información de informantes –el Loco Darío, uno de ellos- la Unidad Investigativa del Bestiario del balón logró develar el misterio Vizcarrondo. El primer y definitivo hallazgo tuvo que ver con su verdadera identidad. Y es que aunque porte un pasaporte bolivariano con el nombre de Oswaldo Vizcarrondo, en realidad se trata del cantautor autodidacta guatemalteco Ricardo Arjona.

¿Cómo hizo el siempre incomprendido pero no menos popular cantante para llegar a jugar fútbol profesional en Colombia?  Lo primero es que hoy como están las cosas para llegar a la Liga Postobón –y, en consecuencia, para ser invitado de Quique Wolff en Corazón Andino- no hace falta mayor talento. Basta un poco de empeño, un buen editor que se encargue del videoclip promocional y poderle pegar al balón cuando menos con el borde interno.  Pero aun con un nivel tan paupérrimo no todos logran sobresalir. ¿Cómo lo hizo Arjona?

El cantautor, que siempre albergó una secreta, pero intensa, pasión por el balón, recurrió a una estrategia muy efectiva. Un delantero que se negó sistemáticamente a revelar su nombre aseguró que no había el juez dado el pitazo inicial cuando el guatemalteco ya había empezado  a susurrarle al oído de los atacantes rivales lo más selecto de su repertorio con la complicidad de “Neco” Martínez, Alexis Henríquez  y otros compañeros de zaga quienes, a sottovoce, conformaban un coro improvisado.

Arjona, de blanco, se despide de su afición.

Era insoportable. Comenzaban por Mujeres.Luego Jesús verbo no sustantivo, de ahí Historia de Taxi y remataban con Quesos, cosas, casa. Esas para el  primer tiempo.  Buen estratega, Arjona tenía un arma secreta. Si llegado  el minuto veinte del segundo tiempo el partido estaba empatado, arrancaba con De vez en mes. Imagínese usted, uno desesperado, caliente en la cancha y la defensa cantando:  “De vez en mes te haces artista, dejando un cuadro impresionista, debajo del edredón” ¿Qué venía después? Ah, sí:  «De vez en mes un detergente, se roba el arte intermitente, de tu vientre y su creación, si es natural cuando eres dama que pintes rosas en la cama una vez de vez en mes…”¿Qué pasaba? Ante eso, muchos colegas, seamos francos, preferían hacerse echar.

Consultado, el técnico Juan Carlos Osorio aseguró no saber nada al respecto. No obstante, otra fuente dentro del equipo nos confirmó lo que inmediatamente sospechamos al conocer el caso: la popular libretica del  estratega risaraldense no era para anotar los movimientos técnico-tácticos de sus hombres. No. En ella estaba el setlist de cada partido, el cual variaba dependiendo del perfil sicológico que presentara la delantera rival. Por ejemplo: la tríada Mujeres-Primera vez-Solo  era perfecta, según la fuente, para desconcentrar a  la muy hormonal delantera de Millonarios conformada por Arrechea y Pajoy.

Juan Carlos Osorio, ajustando sobre la marcha el setlist de su línea posterior.

Pero no todo salió a pedir de boca del guatemalteco. Como ya se conoció, fue de los primero en abandonar el barco a finales del año pasado. Si bien argumentó diferencias económicas, la Unidad Investigativa del Bestiario del balón ha podido establecer que en realidad le están pasando factura.

Cuentan que la noche de celebración del título alguien cometió el error de prestarle “por un minuto” el micrófono.  Alegre como estaba, desenfundó una guitarra plegable que mantenía oculta en su maletín y  se despachó con absolutamente todo su repertorio. Resultado de esto fue la más amarga celebración que se recuerde en Manizales. Los directivos, que habían diseñado todo un plan asesorados por expertos norteamericanos  para que Dayro Moreno permaneciera en el recinto donde tenía lugar la fiesta, no tuvieron más remedio que permitir su huida rumbo a Chicoral. Emerson Acuña, en su estilo, intento lanzarse de clavado, presa del desespero, desde una de las ventanas que por descuido alguien dejó abierta. Osorio, por su parte, comisionado por la junta directiva se cansó de anotarle en la libretica “suficiente Ricardo, para ya”. Nada sirvió.

Ya entrados en gastos, Arjona se desbocó. Se olvidó de conservar las apariencias para delirio de los tres o cuatro fanáticos suyos y del Once  que estaban presentes en el recinto. Con ellos se quedó hasta el amanecer, sabedor de que sus días como defensa central del «blanco blanco» habían terminado. Pero, hombre sensible, tan encariñado estaba con el equipo que a través de estos fanáticos prolongó su vínculo con la institución: decidió cederle los derechos de sus canciones a la barra Holocausto Norte. Pero no solo eso. También liderará su adaptación a cánticos oficiales desde su nuevo cargo de asesor barrístico-musical.

Ricardo Arjona, recién salido de una cámara de envejecimiento temporal, orgullo de Manizales.

Descubrimiento de @Sebverdolaga

Adivine los personajes

Como si se tratara de un capítulo más de “Padres e Hijos” el fútbol también sabe juntar familias, como si de la extensa prole de los Franco –con Luis Eduardo Motoa y con Luz Stella Luengas y sus gafas sin lente- se tratara.

Estos dos señores estuvieron el el Deportes Tolima a finales de la década de los ochenta. Uno, un volante intermitente, pero de gran clase, recordado amargamente por Carlos Fernando Navarro Montoya y la parcial santafereña que rodea los treinta y pucho. El otro, un recio zaguero reseñado ya en este sitio.

Ellos dos fueron náufragos en aquella formación tolimense, que no tuvo mucho brillo. Hoy sus hijos también comparten club. Eso sí, en la imagen solo uno de los vástagos mojó cámara. Sin duda la genética colaboró muchísimo para que la herencia de los dos, se mejorara ostensiblemente en términos futbolísticos.

Si adivina la identidad de los padres, y obvio, de los hijos, recibirá una invitación –no endosable- en la cámara de masajes “Hamir Carabalí”.

«Álvaro, tenemos que hablar», homenaje a Álvaro de Jesús Gómez

Quién sino este espacio consagrado a los signados por el número 2, a los que se han hecho millonarios morales a punta de acumular 95 centavos que nunca alcanzan para el peso para rendirle un justo homenaje a Álvaro de Jesús Gómez

Homónimo de otro que en política se doctoró en segundos lugares, este técnico antioqueño acaba de coronar su propia triple corona: lograr el título de la Primera B con tres equipos diferentes para días después, y todavía con confeti en el pelo, enterarse de que él no subirá, que deberá permanecer, como fiel ascensorista, sentado y callado en el butaco.

Primero fue el Centauros, en 2002 donde la mañana después de celebrar el ascenso, aseguran fuentes en Villavicencio, tuvo que abrirle en calzoncillos y chanclas a un agente inmobiliario que venía, junto con un barrigón uruguayo de nombre Luis Cubilla, a ver  el apartamento que el club le asignaba  al técnico de turno. La historia se repitió tres años después en Cúcuta, cuando, días después de celebrar el ascenso, se encontró con que el espacio en el parqueadero marcado con un “DT” estaba ocupado. Pronto se enteró de que el dueño del carro era Jorge Luis Pinto.

La experiencia más reciente ocurrió hace unos días cuando, luciendo unas elegantes Ray Ban para disimular los estragos de la celebración, ingresó a las oficinas del Itagüi sólo para encontrarse cara a cara con Carlos Mario Hoyos. “Vi a Hoyos en la sede, yo creo que pasó a saludar”, le comentó luego a un amigo con la ciega ingenuidad del papá que ve en las jeringas en el cuarto de su hijo un precoz interés por la medicina.

Sin embargo, y pese a que de dientes para afuera lo niegue, Gómez, el colombiano que más millas ha acumulado en el programa de fidelización de expreso Brasilia, ya ha desarrollado todo tipo de neurosis por culpa de estos traumas. Entre ellas está la de dirigir en las finales con una hoja de vida minerva al cinto o la de convertir en tradición familiar el “día de las bolitas”, que es cuando todos se juntan en  la víspera del partido de vuelta de la final para empacar en plástico de este tipo muebles y enseres de la casa. Pero sin duda la que más llama la atención es la de evitar a toda costa tomar en arriendo apartamentos en edificios con ascensor.

Paradójico y lo que quieran, Gómez más que nadie sabe que el triunfo es traicionero y que nada como un buen subtítulo para garantizar la estabilidad y tranquilidad familiar. Pero es terco y no aprende. Cada vez que es contratado por un equipo de la B lucha hasta alcanzar el éxito. Una victoria que en lugar de la posibilidad de dirigir en la A y suprimir así de una buena vez  el mareol de su botiquín le significará una llamada de un directivo embriagado de éxito que,una vez más y como todos, le saldrá con un fulminante: “Álvaro, tenemos que hablar”.