Por allá a mediados de la década de 1980 cuando Millonarios vivía sus vacas gordas a alguien se le ocurrió que era una buena idea construir una sede deportiva y social en los terrenos de la autopista norte «para estar a la altura de los más prestigiosos clubes del mundo». Una vez hecho el anuncio, el siguiente paso fue dirigirse a la Panamericana más cercana para comprar una cantidad suficiente de balso, témperas y colbón madera que le fueron entregados al hijo de uno de los directivos para que después de terminar sus tareas escolares les elaborara la maqueta.
Terminada la maqueta, vino su presentación a la prensa en evento organizado por la «publicista del club», Vivian Campillo (había que estar muy a la vanguardia para en esa época contar con ese cargo en la nómina del club). En el lanzamiento del proyecto además de selectos canapés aderezados con salchichas viena hubo también discurso de corte veintejuliero del entonces vicepresidente Germán Gómez García como se puede apreciar en la postal. Al terminar, dicen los que fueron, el club puso a disposición de los periodistas a sus mejores kinesiólogos para ayudarlos a superar el agotamiento muscular que les produjo el tener que sostener durante varias horas sus grabadoras de Fisher Price.
Terminado el evento, llegó el momento de contratar el maestro que les hiciera la obra. Ya estaban a punto de cerrar el trato cuando uno de los presentes -hasta ese momento un tipo común y corriente- entró en una especie de trance. Con los ojos en blanco, temblando y con algo de babasa asomándose por la comisura de sus labios ,atinó a decir: «veo camión de trasteos Rojas frente a sede…máquina de escribir y escritorio de triplex». Una asistente de contabilidad que pasaba por el lugar y que, en secreto, cultivaba un fuerte interés por los temas místicos inmediatamente intervino: «lo que el doctor está viendo es un embargo, él no les había querido decir nada para que no se le burlaran, pero a él le pasan esas cosas, él puede ver lo que va a pasar, yo de ustedes les haría caso».
Aterrados, el resto de integrantes de la junta en un acto de sensatez le pidieron al maestro que abandonara las oficinas para luego acordar que lo mejor era curarse en salud y hacerle caso a los sorprendentes vaticinios del colega ahora también clarividente: si el embargo era inminente, lo mejor sería optar por tener lo menos posible para que llegado el fatídico día, no hubiera con qué llenar el camión de trasteos Rojas.
Más de veinte años después, una mañana de mayo de 2010, la misma asistente de contabilidad que sirvió de intérprete en el episodio del trance, ahora fungiendo de contadora-asistente de gerencia y auxiliar de servicios generales, fue quien le abrió la puerta a los funcionarios del juzgado que llegaron a la sede de Nicolás de Federman tras cualquier objeto de valor que se pudieran llevarse en cumplimiento de una orden de embargo. «Sigan tranquilos, siéntense en esos butacos, no les ofrezco tinto porque se lo acabó Ariel Carreño que ahora que está en La Equidad le dio por venir todas las tardes a ver qué ha pasado con su cuenta de cobro. Sigan, miren a ver qué encuentran, por ahí andaba la réplica del trofeo de la Copa Cafam, creo que, para serles sincera, no queda más que se puedan llevar».