Cali Le Coq Sportif 1986

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En la década de 1980 se registraron  incursiones fugaces de reconocidas marcas de ropa deportiva en nuestro medio. Una de las más fugaces y tal vez menos documentadas fue la de la Le Coq Sportif. Esta marca, de origen ciclístico,  primero vistió a la Selección Colombia para luego, como lo muestra esta fotografía con dos grandes ausentes, vestir al Deportivo Cali en 1986.

P.D. Por más que lo intentó, nuestra siempre efectiva Unidad Investigativa no logró establecer si existió alguna relación entre la presencia de Lucho Herrera, reconocido y exitoso pedalista, en la nómina del Cali de ese año y la decisión de los directivos verdes de optar por esa marca.

Un titular profético

Los amigos de ADN saben cuán dura es la crisis de Millonarios. Por eso, 12 horas antes de que el equipo azul jugara contra Tuluá en El Campín, sabían que iba a terminar muy mal la historia. Por eso y en un acto que simplemente se puede denominar como la mejor muestra de tener olfato periodístico, escribieron que Millonarios «enfrenta hoy a Cortuluá con la misión de NO reivindicarse con su hinchada».

Nunca más cierta la bajada de este artículo. Salieron en tanqueta, Obelar fue reemplazado en el primer tiempo, echaron a Omar Vásquez…

Acá ninguno se reivindicó. Aplausos por el gran acierto de este buen medio, que por un día se convirtió en el Nostradamus del fútbol. No era tan difícil predecirlo tampoco.

Radiobestiario y Tal Cual

Desde la mesa (redonda) de trabajo el podcast ideal para sobrevivir a la guerra del centavo.

Esta semana con:

-Los jugadores del América se gastaron el premio en mareol.

-Devaneo: aperitivos «low cost».

-Primicia: Eugenio Baena atiende en call center de La Equidad.

-El viacrucis de Miguel Ángel.

-El matemático Néstor Otero en negociaciones con los verdes (del Partido Verde).

-Conozca nuestra polla.

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Lugar equivocado: Diego Luis Córdoba en Millonarios

Lo primero que hay que decir, para tener claro el contexto, es que Diego Luis Córdoba fue declarado, por unanimidad, persona non grata por los vecinos del barrio bogotano de Pablo VI por las ruidosas e improvisadas verbenas que de madrugada organizaba junto a algunos de sus compañeros de Santa Fe  a comienzos de esta década.

Es de imaginarse entonces que en un personaje de este perfil (a quien los propietarios de licorerías de Teusaquillo estuvieron a punto de levantarle un pequeño, pero sencillo monumento en el separador de la calle 53) fuera proclive a incurrir en deslices. A nosotros, ni más faltaba, sólo nos interesa registrar los futboleros, como el que protagonizó a mediados de 2005 año en que, no sabemos si en la mitad de una laguna, olvidó su origen rojo para realizar una breve pasantía de cuatro meses en el rival de patio cuando a este lo dirigía un amigo de esta casa: Fernando «el Pecoso» Castro.

Seamos francos, el Diego Luis que llegó a Millonarios no era el mismo que en Santa Fe por las tardes truncaba avances rivales para después por la noche truncar el sueño de los vecinos de la unidad residencial de marras. De hecho, ya ni lo uno ni lo otro hacía. Era apenas una versión decafeínada y sin azúcar del volante que cinco años atrás fue la revelación cardenal.

Maguigo

La idea, suponemos, era hacerle el quite al lugar común, apostarle a la creatividad. La tarea: retratar al capitán, a la figura del equipo, Edison «el Guigo» Mafla. Lo normal, lo de moda para la época, era optar por lo obvio y alquilar un disfraz de capitán de navío -o sólo la gorra y luego buscar en la Plaza España cualquier blazer de botón dorado-y enchufárselo al capitán, pero del equipo.  Pero no. Había que romper moldes, deshacerse de esquemas.

-«¿Si no es de capitán entonces de qué lo disfrazamos?¿De Guigo? ¿Qué es un Guigo?» Preguntó alguien de la redacción.

-«Un Guigo es un animal de los llanos, como entre Güio y pingüino», acotó un despistado.

-«No te las vengas a dar aquí de sabiondohombre, Guigo no es nada, es su apodo y ya.» Respondió el editor.

-Un practicante tomó entonces la palabra: «Ya sé. Si no es de capitán disfracémoslo de crack.»

-«¿Pero crack no es bazuco? Ahí tocaría pegar pa’ una olla, conseguir una pipa y ropa de segunda, varias tallas más grande. Recuerden que el bazuco agranda la ropa.» Sugirió el despistado.

-«Dejá de hacer chistespendejos. Ya  sé. La tengo. El Guigo es un mago del balón, disfracémoslo de mago, andá más bien y te consigues un disfraz de mago», sentenció el editor sin aclarar que en mente tenía el traje de un mago de la línea Lorgia-Fabriani-Richard, es decir: frac negro, camisa blanca y sombrero de copa alta.

Sin mayores indicaciones pero sí con mucha prisa,  el practicante salió a cumplir  la tarea.

-Buenas mi rey, ¿para alquilar un disfraz de mago?

-Le tengo de Melchor y Baltazar, no de Gaspar.

-El que sea, no sé, cualquiera, pase el de Baltazar.

Con el disfraz de Baltazar en una bolsa del Tía llegó al día siguiente el practicante al estudio donde se harían las fotos. Como era de esperarse, al ver el disfraz, el editor montó en cólera. Pero de nada le sirvió porque el tiempo escaseaba al tiempo que el genio del Guigo empeoraba.  Así, con este panorama, al editor no le quedó más alternativa que hacer el foto estudio con el disfraz de mago oriental (alguien ofreció sus jeans y su camisa sugiriendo que combinadas con el chalequillo podían formar un disfraz de Juan Tamariz, pero la propuesta no tuvo mayor acogida).

Por último hay que decir que todo se habrán imaginado los protagonistas de esta historia menos que el episodio terminara siendo premonitorio. En efecto, y los hinchas de Santa Fe saben a qué nos referimos, meses después, un par de pases mágicos bastaron para que el Guigo desapareciera, cual Copperfield, la séptima estrella cardenal.

El complot del Vaticano contra los tres ingleses ausentes del Panini 98

El caso de Irán no fue el único que llamó la atención de los investigadores, porque  en el album Panini de 1998 –lejos, el más bestiarista de todos los tiempos- hubo lugar a que en el mercado nacional no se consiguieran tres laminas pertenecientes a la selección inglesa, una de las favoritas a llevarse el torneo y que jugaría contra nosotros en primera fase.

Ningún colombiano que se precie de haber sido censado en 1985 y 1993 tiene en esa edición del album, los cromos de Tony Adams, Robbie Fowler y Les Ferdinand. Nunca salieron. Aunque se habló de desaparición forzada e incluso, de una estrategia de mercado del productor del album para cobrar carísimas tarifas por los tres implicados, mucha gente se quedó esperando alguna señal que jamás llegó.

Se especuló mucho sobre el porqué se había suspendido la emisión de las calcomanías de Adams, Fowler y Ferdinand. Todo fue un asunto Papal.

Tony Adams era un consumado alcohólico y de acuerdo a los instantes en los que salió el album (Semana Santa), no era conveniente transmitir estos antivalores a la niñez. Robbie Fowler cayó en la misma bolsa que Adams: el atacante de Leeds y Liverpool le encantaba celebrar sus goles oliendo la línea de cal de la cancha, simulando esnifar coca.

El CELAM, reunido en su sede campestre cercana al Gimnasio Iragua, mandó una comunicación al Vaticano para que, desde allá, presionaran a Panini, que les quedaba más cerca. Surtió efecto el clerical pedido que, además de buscar fortalecer los valores de una sociedad perdida, también quería apuntalar la enésima candidatura de Monseñor Castrillón como Papa con este gesto, tan pacato como efectivo.

¿Y Les Ferdinand? El muchacho era juicioso y lejano de la polémica. ¿Por qué no se podia permitir la mona de Les en el país? Fácil. En el Newcastle puso a comer banca a nuestro Faustino Asprilla, así que se convirtió en enemigo del país. Fue el chivo expiatorio de toda la operación.

Al no ganar Castrillón y ser de nuevo el “Papa Moral” del mundo, fueron quemadas todas las pruebas de la censura a las monas de Adams, Fowler y Ferdinand. Solo hasta hoy el misterio pudo ser revelado.

Radiobestiario de recogimiento

El Radiobestiario de la semana mayor suena como un (David) cañón y les trae para sus horas de reflexión una buena divagación.

Incluye:

-La última cena de Millonarios.

-Alegato Pérez: Jugadores con guantes en Bogotá.

-Comienzan a perfilarse los candidatos al premio «Lambada» al reverzaso del 2010.

-¿Obelar cuadra caja modelando en compraventas de carros? Investigación.

-Cubrimiento en vivo desde las termales de los acontecimientos: la semana de pasión de Miguel Ángel.

-Devaneos: los carros y los segundos apellidos de los futbolistas.

El Gatico Pérez interviene durante la grabación del Radiobestiario.

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Spin-off del Misterio persa, concurso

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Después de varios días de arduo trabajo, nuestra siempre acuciosa Unidad Investigativa finalmente pudo recolectar las tres versiones que circularon de las láminas de Irán del álbum Panini-Francia 1998.

Como en el Bestiario del balón la interactividad es prioridad, les proponemos ahora este sensacional concurso en el que ustedes deberán, primero, identificar cuántos de los integrantes de esa selección se sometieron a una cirugía plástica para alterar sus facciones entre foto y foto. En otras palabras, cuántos tienen un rostro diferente en cada versión de las láminas. Segundo, los invitamos a identificar a los miembros de la comunidad islámica afincada en Maicao y en el resto del país que amablemente posaron para que miles de coleccionistas colombianos no tuvieran que cargar con la frustración de tener en sus anaqueles un álbum Panini de un Mundial sin llenar. Como premio tenemos para ustedes una caja de láminas del álbum Navarrete de la Copa América 2001.

Cuando al Panini de 1998 le faltó Irán

Recién salió el álbum (el primero desde 1986 que no imprimía y distribuía Carvajal con carátula exclusiva para Colombia) los primeros en comprarlo creyeron que les había correspondido un ejemplar defectuoso. Al reclamar notaron que no, que en todos los ejemplares faltaban los números y el contorno de las láminas en la página correspondiente a Iran (luego, los más observadores notaron que lo mismo sucedía con tres ingleses, pero de eso nos ocuparemos en otra entrega).

El rumor pronto cogió fuerza: había sucedido lo impensable, el álbum Panini venía sin un equipo. Como si el tarjetón viniera sin un candidato, como un minicromos sin foto de la señorita Vichada. Después del asombro vinieron, cómo no, los rumores. Que en Irán la religión no permite que le tomen fotos a la gente por que se les va parte del alma, que el Ayatollah de turno había prohibido que sus súbditos dedicaran tiempo a semejante nimiedad, que Panini planeaba entrar con fuerza al mercado estadounidense y que un buen gesto en este sentido era «ningunear» a los iraníes. Después de mucho especular, finalmente llegó la versión oficial:  Panini (la empresa italiana, no la cigarrería bogotana de la calle 100 con 11) había fracasado en su negociación de los derechos de imagen de la selección iraní y que por tal razón había optado por imprimir sólo una cantidad limitada de láminas que estarían disponibles para los coleccionistas que las solicitaran por correo.

Mientras se divulgaba la versión oficial, en medio de tanto caos y confusión, un noticiero llego incluso a emitir un informe en el que el agregado cultural de la embajada iraní anunciaba haber llegado a un feliz acuerdo con la empresa encargada de la distribución del álbum en Colombia (Ediciones Culturales) para la impresión de unas láminas especiales destinadas exclusivamente al mercado colombiano. No se sabe si como resultado de este convenio gráfico-cultural o de la reproducción masiva de las láminas que algún coleccionista le solicitó a Panini, el hecho es que faltando poco para que comenzara el Mundial, las monas, caramelos o láminas iraníes de repente arribaron a bordo de una alfombra mágica a los puestos de venta e intercambio informal que en vísperas de la Copa del Mundo pueblan las aceras de nuestras ciudades.

Una versión de las láminas tardías de Irán.

De dudosa calidad y resolución (algunas incluso se vendían en blanco y negro) y, sobre todo, sin ninguna certeza de que la identidad de los sujetos que posaban en efecto correspondía a los nombres que aparecían en el álbum o si se trataba de miembros de la comunidad islámica afincada en Maicao, las láminas iraníes -en diferentes versiones-  finalmente llegaron a la desértica página de este histórico álbum Panini.