Cuando al Panini de 1998 le faltó Irán

Recién salió el álbum (el primero desde 1986 que no imprimía y distribuía Carvajal con carátula exclusiva para Colombia) los primeros en comprarlo creyeron que les había correspondido un ejemplar defectuoso. Al reclamar notaron que no, que en todos los ejemplares faltaban los números y el contorno de las láminas en la página correspondiente a Iran (luego, los más observadores notaron que lo mismo sucedía con tres ingleses, pero de eso nos ocuparemos en otra entrega).

El rumor pronto cogió fuerza: había sucedido lo impensable, el álbum Panini venía sin un equipo. Como si el tarjetón viniera sin un candidato, como un minicromos sin foto de la señorita Vichada. Después del asombro vinieron, cómo no, los rumores. Que en Irán la religión no permite que le tomen fotos a la gente por que se les va parte del alma, que el Ayatollah de turno había prohibido que sus súbditos dedicaran tiempo a semejante nimiedad, que Panini planeaba entrar con fuerza al mercado estadounidense y que un buen gesto en este sentido era «ningunear» a los iraníes. Después de mucho especular, finalmente llegó la versión oficial:  Panini (la empresa italiana, no la cigarrería bogotana de la calle 100 con 11) había fracasado en su negociación de los derechos de imagen de la selección iraní y que por tal razón había optado por imprimir sólo una cantidad limitada de láminas que estarían disponibles para los coleccionistas que las solicitaran por correo.

Mientras se divulgaba la versión oficial, en medio de tanto caos y confusión, un noticiero llego incluso a emitir un informe en el que el agregado cultural de la embajada iraní anunciaba haber llegado a un feliz acuerdo con la empresa encargada de la distribución del álbum en Colombia (Ediciones Culturales) para la impresión de unas láminas especiales destinadas exclusivamente al mercado colombiano. No se sabe si como resultado de este convenio gráfico-cultural o de la reproducción masiva de las láminas que algún coleccionista le solicitó a Panini, el hecho es que faltando poco para que comenzara el Mundial, las monas, caramelos o láminas iraníes de repente arribaron a bordo de una alfombra mágica a los puestos de venta e intercambio informal que en vísperas de la Copa del Mundo pueblan las aceras de nuestras ciudades.

Una versión de las láminas tardías de Irán.

De dudosa calidad y resolución (algunas incluso se vendían en blanco y negro) y, sobre todo, sin ninguna certeza de que la identidad de los sujetos que posaban en efecto correspondía a los nombres que aparecían en el álbum o si se trataba de miembros de la comunidad islámica afincada en Maicao, las láminas iraníes -en diferentes versiones-  finalmente llegaron a la desértica página de este histórico álbum Panini.

Radiobestiario aguafiestas

El podcast ideal para la espera en la fila de reclamos de Telmex esta semana con:

-¿Qué hacía Carlos Julio en un garaje durante la quema de la bruja de Unicentro? Les tenemos la respuesta.

-Ante el aluvión de medallas suramericanas no podía faltar el aguafiestas.

-Sepa cuál es el clásico del PIN.

-Ana Marta Pizarro furiosa con Nazarith. Les tenemos los detalles.

-Jeffrey quiere ser procurador ¿o registrador?

-Farándula internacional: Tracy Smith, invitada especial.

-Recuerdos de mamá Regina y otros coleros inolvidables del tarjetón.

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El ropavejero de la Sabana

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Atlético La Sabana, luciendo disfraz de Atlético Nacional (imagen tomada de www.torneopostobon.com.co).

El fútbol colombiano no deja de sorprendernos sobre todo si de temas de confección deportiva se trata. Después de ver equipos usando piyamas en lugar de uniforme, uniformes-linternas e incluso camisetas bipolares creíamos haberlo visto todo. Pero no. Nadie en la redacción sospechaba cuán equivocados estábamos hasta que la semana pasada un avezado integrante de nuestra unidad investigativa notó algo extaño en la crónica gráfica de la tercera fecha de la Copa Postobón. Revisando el material que llegaba (vía Telecom) de las ciudades encontró algo que no le cuadraba. ¿De aquí a cuando el Atlético La Sabana, que ya había llamado nuestra atención el año pasado  por usar uniformes Adidas genéricos, lucía ahora uniformes Marathon y era además patrocinado por Postobón?

Confundidos, asumimos que el equipo sucreño había suscrito sendos contratos con ambas empresas válidos a partir del 15 de marzo.  La hipótesis de trabajo pronto se derrumbó cuando encontramos que el sábado siguiente en su partido contra el Real Santander el Atlético La Sabana retomó la indumentaria Adidas no oficial que esporádicamente se le ve. Este uniforme lleva estampado a su patrocinador de siempre: la Alcaldía de Sincelejo. Bueno añadir que en otros partidos de la temporada al equipo del «Chino» González Scott se le ha visto un uniforme blanco rojo y verde sin marca visible.

La Sabana, con extraño uniforme Adidas genérico pocos días después (imagen tomada de www.torneopostobon.com.co).

¿Cómo explicar entonces la fugaz aparición de Marathon y Postobón en la camiseta sabanera? Tenemos tres hipótesis. La primera es que La Sabana es el único equipo en Colombia con una sólida política de compromiso y manejo ambiental. Esto les habría  permitido ser pioneros en el tema del reciclaje de uniformes, en este caso los que usara Atlético Nacional en 2008.  Reciclando uniformes desechados por sus rivales, este equipo estaría ahorrando importantes cantidades de agua que de otra forma desperdiciarían lavando los propios. Falta ver si la Dimayor se suma a la ola ambiental estableciendo la revolucionaria figura del «punto verde» a otorgarse al terminar el torneo al equipo que haya mostrado una mayor sintonía con el planeta. De ser así, La Sabana ya cogió ventaja.

La Sabana, con el atuendo Adidas genérico, enfrentando a su benefactor por la Copa Colombia 2009.

La segunda hipótesis nos remite a un tema difícil de abordar: el desvío de las ayudas recolectadas con motivo de la catástrofe en Haití. En este sentido, no es descabellado especular con que el Atlético Nacional, respondiendo al pedido de las entidades humanitarias de donar ropa usada en buen estado, haya aprovechado la ocasión para deshacerse de una buena cantidad de uniformes sobrantes del contrato con Marathon que estaban ya estorbando en sus anaqueles.  Ya en las bodegas de alguna de las entidades a cargo de enviar la ayuda al país caribeño pudo haber emergido la tradicional figura del oscuro avivato que, al verlos,  optó por apoderarse de ellos para luego vendérselos al Atlético La Sabana a un precio inferior a los del mercado encimándoles además una piyama térmica para uso exclusivo de González Scott.

La Sabana, con su uniforme habitual.

Por último, alguien hizo el favor de recordarnos que el Atlético La Sabana y Atlético Nacional suscribieron a comienzo de temporada un convenio de esos tan comunes en nuestro medio en el que un equipo de la A le brinda apoyo a uno de la B. El convenio, hasta donde sabíamos, incluía préstamo de jugadores y algún tipo de soporte logístico. De lo que no teníamos ni idea era que el convenio incluyera una cláusula obligando al equipo sabanero a ser receptor de los desechos sólidos textiles reutilizables del Nacional. Esta, por ahora y a la espera de los aportes de nuestros visitantes, parece ser la hipótesis más solida.

Hamlet Mina

El Nelson Rivas colombiano (recordemos que Rivas es, ante todo, un italiano más). Con la misma dosis de talento que a miles de futbolistas apenas les ha alcanzado para deambular un par de años por equipos de mitad de tabla de la B, Mina, en cambio, ha tenido la inmensa fortuna de ser poseído por el más hábil de los trapecistas cada que sale de un equipo logrando, ante el asombro de la afición, caer casi siempre parado.

Recio volante amigo del juego brusco y también de la noche, Hamlet comenzó su carrera en el Deportivo Cali a finales de la década de 1990. Sin causar propiamente sensación pasó luego al rival de patio en donde se mantuvo hasta 2002. De ahí, una temporada en Santa Marta para recargar energías y junto a la  Sierra invocar al trapecista que, diligente,  atendió el llamado permitiéndole aterrizar en Santa Fe a comienzos de 2004. En Bogotá fue príncipe de Cun-Dinamarca recibiendo atenciones de todo tipo, incluida una de Millonarios que lo acogió en junio después de seis meses de desenfreno en el bando rival.

Cansado de tanta fortuna, Hamlet sintió que era hora de ser más consecuente con su nombre y que tenía que imprimirle un toque más dramático a su trayectoria. Fue por esto que al salir de Millonarios a finales de 2004 le pidió al trapecista que lo abandonara, que ya estaba bueno de vacas gordas y que era hora de añadirle espinas a su carrera. Pensando en eso descartó ofertas de equipos poderosos para recalar en en Unión en 2005 y de ahí bajar a ese purgatorio en la tierra que es nuestra primera B con el Centauros de Villavicencio.

Su drama voluntariamente aceptado se prolongó por un año más con un tercer regreso al Unión Magdalena (suponemos que buscando estar más cerca de su sensei, seguramente un mamo Kogui). Después, y cansado ya de tanto sufrimiento, un nuevo llamado al pie de la Sierra al espíritu del trapecista que, generoso, le permitió caer nada más y nada menos que en el Estrella Roja. Con el pasaje ya listo y la transferencia ya cerrada, Mina se dio cuenta de que el espíritu le había resultado chocarrero cuando supo que el Estrella Roja no era el de Belgrado sino el de Caracas.

Superado el chiste pesado del más allá, sendos pasos fugaces por Cortuluá y Quindío para a finales de 2009  intentar invocar, ahora sí,  al espíritu de confianza, al del trapecista de siempre. Pero no. Otra vez el chocarrero y otro chiste flojo: lo mandó para el América-Clinton.

Radiobestiario electoral

El Radiobestiario de esta semana con el análisis bestiarista de la contienda electoral:

-Panel solar de expertos analistas hacen análisis iconográfico del tarjetón. Sorprendentes hallazgos.

-Sepa cuáles han sido nuestros equipos PIN.

-Espacio para la cultura: reseña de «Sexopolítica» de Édgar Artunduaga.

-La increíble y triste historia de Jorge «Sansón» Bolaño.

-Voz autorizada: Miguel Ángel analiza la bronceada de Maria Fernanda Valencia.

-Zemaría defiende a su pupilo y paisano «Rocky» Lara.

-Eugenio y el Voto Caribe.

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El candidato del Mundial 2014

De entrada aclaramos que no lo conocemos. No somos amigos de él y  salvo tres o cuatro hojas de vida que a su nombre han llegado buscando un lugar en nuestra ya prestigiosa unidad investigativa ningún contacto hemos tenido con Hernández Bonnet.

En este orden de ideas, tampoco tenemos ni idea qué propone. No tenemos certeza sobre sí una vez elegido presentará un proyecto de ley para imponer el bigote obligatorio entre los cronistas deportivos o si su despempeño legislativo se limitará  a invitar constantemente a Pisa a sus colegas senadoras. Ni idea. Por supuesto que tampoco ponemos las manos en el  fuego por él. Si dos meses después de elegido renuncia no nos echen la culpa igual que si su nombre llega a aparecer en casetes, computadores o acetatos comprometedores.

De lo único que sí estamos seguros es de que si votan por él y logran que salga elegido senador, las posibilidades de que Colombia clasifique a Brasil 2014 aumentarán en un 92.3%  dadas las reconocidas cualidades saliníferas de este candidato cuando comenta los partidos de Colombia por el Gol Caracol.  Una vez elegido Hernández, la siguiente tarea será convencer a Javier Fernández para que se lance como candidato al Concejo de Roldanillo el año entrante.Si esto se logra, hasta nos podremos dar el lujo de que el técnico en la próxima eliminatoria sea Pacho Maturana.

Quince años después, la verdad sobre el caso Arley Betancourt

En nuestro fútbol abundan las verdades a medias. Según una encuesta recientemente contratada por nuestra siempre inquieta Unidad Investigativa a la pregunta de cuál es la primera imagen que se le viene a la mente cuando escucha el nombre de Arley Betancourt 99.93% de los encuestados respondieron «Karate kid» (un desubicado encuestado restante respondió «familia de Belisario»).  Esto por el célebre episodio, ya reseñado, cómo no, que protagonizó el volante en los juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995.

Otras serían las respuestas si la opinión publica estuviera al tanto de la verdadera historia detrás de la patada de Arley que comienza con la foto que acompaña este texto. Esta muestra a Arley profunda y plácidamente dormido un año antes del altercado con el juez Ronald Gutiérrez. En el tercer sueño se encontraba Betancourt cuando algún intrépido y creativo fotógrafo de la desaparecida revista «Deporte Gráfico» decidió que era una gran idea mostrar la faceta onírica del volante. Sigiloso se acercó, instaló luces y trípode en silencio para no despertar al de Cerrito. Dicen  que incluso una asistente del fotógrafo logró aplicarle sendas capas de base sin que se inmutara (al contrario, dice la fuente, provocó sendos espasmos en el lenguaje de los cuerpos).

Cuando todo estuvo listo, el fotógrafo obturó, las luces descargaron sus vatios en el rostro del volante y Arley palideció. Aterrado y creyendo por un instante que las luces del fotógrafo eran las del túnel del que sólo tiene llaves la parca, tuvo que esperar algunos segundos para volver en sí y ser plenamente consciente de lo que sucedía. Una vez pudo ponerse en pie, presa de la ira, sólo atinó a agradecer el sorpresivo foto-estudio con una torpe patada voladora que, por suerte, el fotógrafo pudo esquivar.

Un año después, en la semifinal del torneo de fútbol de los Panamericanos de Mar del Plata, Betancourt se acercó al juez costarricense Ronald Gutiérrez  para decirle que el balón que había lanzado un compañero no tenía como fin quemar tiempo. Cuando se disponía, cortés y respetuoso, a reclamarle a Gutiérrez, de la tribuna emergió un flash traicionero que, por esas cosas que ni Rodolfo Llinás podría explicarnos, activó no sabemos qué circuito neuronal de Betancourt logrando revivir enterito el trauma irreversible que le había causado el derroche creativo del fotógrafo. Fuera de sí, Arley reaccionó como ya todos sabemos. La diferencia fue que esta vez Betancourt no cargaba con el lastre de las horas de sueño que le quitó puntería aquella vez y, con una maestría que el mismísmo Jackie Chan envidiaría, lanzó la memorable patada que le significó a Gutiérrez varios puntos de sutura y a Arley la oportunidad de enriquecer su estadía en Mar del Plata conociendo las instalaciones de una Comisaría de Policía.

Radiobestiario y el Vágner del amor II


La mesa (de noche) de trabajo del Radiobestiario y una nueva edición del podcast preferido por los amigos del fútbol:

-Homenaje a Teresa Gutiérrez.

-Devaneo: Andrés Patricio, hijo del Doctor Pardito.

-Showbol en Starco.

-El Vágner del amor en pelota entre pelotas. Entérese.

-Jugadores de Millos ingresan al club de amiguitos del Parador Rojo. Primicia.

-Jack Warner la mete toda para que Cartagena sea sede del Mundial 2011. Eugenio lo apoya.

-Primicia de Miguel Ángel: Juegos Olímpicos de invierno en Tunja (invita Jack Warner).

-Sonido sobremasterizado al 70% (ofrecemos disculpas de antemano).

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Aviso parroquial

Se informa a nuestros visitantes que los nueve capítulos de la exitosa y premiada serie De Bogotá en las canchas comenzarán a ser reemitidos  a partir de hoy por Señal Colombia en el horario de las 10:00 p.m de lunes a viernes. A través nuestro, las directivas de la serie nos piden el favor de que  sus comentarios, críticas y halagos queden consignados en esta página. Si no surgen inconvenientes técnicos de última hora, nuestros visitantes en el exterior podrán sintonizar Señal Colombia aquí.

Leo Morula

Fue José Castaño el empresario que a mediados de 1995 se fue de club en club con un producto llamado a revolucionar el mercado. No era el noni, ni el gingko bilova, tampoco el factor de transferencia. No. Era la transferencia de un paquete de jugadores africanos -pague dos lleve tres- a precio de huevo. Un «chisgononónhermano, haceme caso, los tengo en la casa, me los mandó Roger Mila», repetía de ciudad en ciudad.»

Finalmente y después de muchas vueltas, Castaño logró convencer a los directivos del Once Caldas quienes andaban subidos en el bus de la vanguardia estrenando estadio y con muchas ganas de seguir innovando y sorprendiendo. Gracias a esto accedieron a contratar al ya reseñado y más o menos célebre Teobogo Moloi a N.N. Tagarika de Zimbawe (que jamás apareció) y a  Lebohang William Morula, «Leo», para los amigos, se le escuchó al llegar.

Ansioso por demostrar todo su potencial, Morula, surafricano igual que Moloi, desembarcó en la Nubia en medio de gran expectativa. Pocos días después y luego de haber jugado sólo 20 minutos contra el Quindío este mismo aeropuerto vio partir, sigiloso (versiones sin confirmar hablan de griffin y bigote postizo) a Leo.

Después de huir de Manizales vino a aparecer de nuevo engrosando las filas del Aurich Cañaña peruano. A esta altura, amigo lector, tal vez suponga que después del Aurich Cañaña no queda sino el Taurus de Panamá para un futbolista cuesta abajo en su rodada. Pues no. Ya sin griffin ni bigote, pero sí parapetado para evitar que la secretaria del Once lo reconociera y le cobrara el mes de EPS que ella tuvo que pagarle para no armar un caos con la planilla, a Morula se le pudo ver, con el número 18,  entre los suplentes de la selección surafricana que enfrentó al local Francia el 12 de junio en Marsella por el Mundial de 1998.

Cansado de aventuriar (también pasó por el Vanspor turco), Morula se instaló de nuevo en su país, donde quiso ser el Pelé del archiconocido Jomo Cosmos. En este equipo saltó de la cancha al banco -como asistente técnico-  y del banco a detrás de las rejas, pero no del estadio por causa de una sanción, sino de una cárcel en Pretoria donde fue a templar luego de que no supo explicarle a la Policía qué diablos hacía al volante de un carro robado.