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La historia del equipo que le permitió a la otra mitad del país tener su representación futbolística -como diría en esta nota de 1993 del noticiero AM PM el entonces joven reportero Óscar Fernando Gómez- comienza en 1985 y en el microfútbol. Alcanzada la madurez, en enero de 1987 se dio el salto de la zapatilla al guayo con el ingreso a la primera C. En esta categoría permaneció hasta 1991 cuando fue admitido como socio fundador de la Primera B colombiana (entonces Copa Concasa).
Junto a Deportivo Armenia, Dinastía Riosucio, Atlético Buenaventura, Cóndor, Envigado, Rionegro, Huila, Tuluá y Academia Bogotana, Alianza Llanos estrenó la categoría llamada a revitalizar las finanzas de Wyeth Consumer Healthcare, casa matriz del Mareol, medicamento de altísima demanda entre los planteles de estos equipos que pronto se convirtieron también en socios fundadores del club de amiguitos del Parador Rojo. Esto, en lo que a viajes, casi siempre por tierra, corresponde. Cuando le correspondía actual de local, lo hacía en el estadio Bello Horizonte, rebautizado luego Manuel Calle Lombana pese a la intensa campaña adelantada por Óscar Fernando con su propuesta de conservar el nombre original suprimiendo sólo una «l» de «Bello» para así enmendar el lapsus de la nota.

De uniforme a rayas blancas y negras, estuvo muy cerca de ascender en las dos primeras ediciones del torneo 1991 y 1992 con José Luis Forero como técnico. Su siguiente campaña destacada fue en 1995 cuando alcanzó el tercer lugar del torneo adecuación bajo la dirección del reputado técnico-ascensorista Álvaro de Jesús Gómez. Después, un puesto 11 en el torneo 1995-1996 con pasos más bien breves de Tulio Bedoya y Heberto Carrillo por el cargo de DT para en 1997 -con Radamel García como estratega- hacer dudosa historia al caer de la B a la C en esa breve época en la que ambas categorías estaban interconectadas.
Como suele suceder con los equipos de esta categoría, por sus filas fueron lo más parecido a un salpicón del Parador Rojo con jugadores de todos los perfiles. Jóvenes promesas como Mayer Candelo, Jorge Banguero, Orlando Ballesteros, Cástulo Boiga y Héctor Valoyes; viejas glorias como Jairo «Banano» Murillo y Carlos «la Fiera» Gutiérrez junto a créditos locales entre los que sobresalen el arquero Asdrúbal «la Araña» Martínez -de lejos, símbolo y estandarte del equipo-, Germán Tabares, Freddy Bogotá -también de greña llanera como Asdrúbal- y Enrique Braidy. Hasta realeza europea hubo en sus filas. Hablamos del argentino Andrés Mónaco, de los Mónaco de Montecarlo, quien registró un paso fugaz por el equipo a finales de 1995 junto a su compatriota Diego Obberti.
Por desgracia y como cualquiera de nosotros, Alianza no fue ajeno a la difícil situación del país. El problema es que fue muy cercano con cuatro de sus integrantes -Harold Fernández, Nelsón Arturo «Bimbín» Gómez Cuesta, Paco Baquero y Danilo Ospina- perdiendo su vida en oscuras circunstancias.

Diez años después de su descenso 2.0 y cuatro después de que otro equipo, Centauros, sin vínculo con los blanquinegros, se apropiara de su sueño de llegar a primera división haciéndolo realidad en 2002 gracias a un pujante y emprendedor respaldo, Alianza Llanos reapareció en la Primera C. Su técnico, un hombre de la casa: Enrique «el Llanero» Braidy. No nos fue posible confirmar si el arco sigue encomendado a «la Araña» Martínez.








