¡Apareció!

NecoDef

El Bestiario del balón registra emocionado la reaparición de un amigo de la casa a quien todos creíamos desaparecido: Luis Enrique «Neco» Martínez.  Especialmente complacida se encuentra Maria Ester, quien, además de admirar a «Neco» como futbolista y también como varón, ya no tendrá que seguir con los trámites de la denuncia por desaparición  que habíamos decidido interponer ante la unidad de derechos humanos de la Fiscalía.  También descansará la unidad élite que habíamos enviado a Turquía, desde donde nos escriben entre pletóricos y malgeniados al enterarse de que el popular «Pollo vallenato» hacía rato había abandonado el país rumbo a Costa Rica.

Mucha suerte para «Neco», ganador desde ya del premio «Fannyloreneada del año» en los premios Bestiario del balón 2009.

Pibe bárbaro: Álex Escobar

Alex Escobar, ejerciendo como sucesor del Pibe en un partido contra Bolivia previo a USA'94.
Alex Escobar, ejerciendo como sucesor del Pibe en un partido contra Bolivia previo a USA'94.

Atendiendo la sugerencia de nuestro visitante frecuente «Hágame Famoso», damos inicio con este post a la categoría «Pibe bárbaro» dedicada a todos aquellos hijos de la patria a quienes la prensa deportiva puso -irresponsablemente, en la mayoría de los casos- en primera línea de sucesión al trono que todavía hoy ocupa Carlos «el Pibe» Valderrama.

Y nadie mejor para abrir esta saga que quien fuera el primero en recibir esta designación y además tocayo de Valderrama: el «Pibe», pero del barrio obrero, Álex Escobar.

Contrario a la historia de varios de los sucesores del Pibe, nominados cuando Valderrama ya se había retirado o estaba en el ocaso de su carrera, sobre la espalda de Escobar cayó el peso de ser sucesor del diez samario cuando este se encontraba en la cúspide. Aunque ya había habido quienes lo insinuaran, la designación se aceleró cuando el «Pibe» sufrió una grave lesión en un partido contra Suecia en Miami parte de la pintoresca etapa de preparación previa al Mundial USA’94. Frente a la perspectiva de tal vez no poder contar con Valderrama en el Mundial,  fue necesario mirar entre los volantes de creación del torneo local y entre ellos brillaba Escobar.

Así, con la reluciente chapa de «sucesor» (o reemplazante, como quieran) del Pibe llegó Álex a la selección que afrontaba la exigente -para el bolsillo de los viaticantes- etapa de preparación.  De inmediato, todos sus movimientos, en la cancha y fuera de ella fueron infame y milimétricamente comparados con los del siniestrado: «que mire que el Pibe la para mejor», «¿si ve? el Pibe daba tres pasos con el balón y este man 2.8», «cómo hace de  falta la rascada íntima del Pibe, qué fraude Escobar que se rasca es la oreja, no, así no se puede».

Como era de esperarse,  la lupa de la óptica Pescaíto con la que se observó su paso por la selección no permitió valorar el talento del diez del América y una vez recuperado Valderrama, Escobar tuvo que hacer maletas, despedirse de sus compañeros y cancelar el pedido que a última hora y en un intento desesperado por complacer a los críticos había hecho directamente a la fábrica de Igora Royal.

En pocas palabras, a Escobar le tocó la díficil tarea de ser sucesor de un monarca en ejercicio,  un imposible físico y lógico. Fue como una especie de príncipe Carlos de nuestro fútbol, que se volvió viejo de tanto esperar su turno y con la desgracia añadida de que cuando por fin llegó su hora ya todos andaban buscando un príncipe Guillermo. Ni modo.

Cara pálida querer narrar: el gran Indio Cuatindoy

Su presencia ser  rareza en medio de encorbatados comentaristas que llegar al estadio con cara de toro sentado. No. Esteban Cuatindoy romper monotonía en ruedas de prensa, cabinas y paraderos de bus por vestir indígena y testimonios de vida, ser camino  Copa del Mundo Francia 1998.

Rutina indio Cuatindoy comenzar en ruedas de prensa. Preguntar a carapálidas, comer pastel de jaguar, beber jugo de cactus y regresar Colmundo. Domingos salir sol, montar caballo metálico, llegar Campín y narrar goles. Ser habitual ver gritar anotaciones equipos con el sonido «Gol» y no con código indígena que decir que cualquier cosa tener que expresarse con sonoro alarido «Hauuuu».

Nadie volver encontrar Indio Cuatindoy estadio. Por eso recordarlo con cariño en video. Disfrutar.

Millonarios rojiblanco 2003

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Arriba (de izq. a der.) Héctor Burguez, Bélmer Aguilar, Edwin Rivas, Julián Téllez, Jorge López C.y Roger Cambindo. Abajo: Máyer Candelo, Johan Viáfara, Carlos Ortiz, Diego Cortés Bernal y Andrés Pérez.

Todo se remonta al 2000 cuando terminó el vínculo entre Millonarios y la Organización Ardila Lülle y a los azules les tocó salir a la calle a buscar patrocinador. Pronto apareció la antigua empresa coreana de electrodomésticos Goldstar bajo su nueva denominación de LG dispuesta a bajarse de unos buenos pesos para a cambio poder estampar su logo, rojo, en la camiseta azul. La conmoción fue inmediata. Ligas de hinchas defensores del honor, la dignidad, pero sobre todo la tradición y las buenas costumbres, pusieron el grito en el cielo ante lo que consideraron, con algo de razón, una afrenta para una hinchada en ese entonces ya agobiada y doliente.

De nada sirvieron los clamores y la hinchada tuvo que soportar el punto rojo durante todo un año. Algunos optaron por ocultarlo cosiendo encima (bueno,  poniendo a la mamá a coserle encima) un parche con el escudo de los entonces Comandos Azules No. 13.  Pero la cosa podía ser peor. Al menos en la camiseta titular predominaba el azul, cosa que no ocurría con la alterna de color blanco. Por suerte -hasta donde tenemos registro- durante el año no fue necesario utilizarla.

Para el 2001 se fue LG y llegó Comcel y fin del problema.  El fantasma, no Ballesteros ni del descenso, esos llegarían después, reapareció a comienzos de 2003 cuando se rumoró que LG regresaría con su punto rojo a una camiseta que hasta bien entrado el semestre (mayo, para más señas) no tuvo marca.  Después de intensas negociaciones finalmente se acordó que el punto en la camiseta azul sería blanco. Tal vez por descuido, no sabemos, no se aclaró cuál sería el color del punto en la camiseta alterna que justo tuvo que usar Millonarios en la sexta fecha del apertura cuando le correspondió visitar en el MACAL de Villavicencio al recién ascendido Centauros.  Fruto de este descuido fue la camiseta que vemos en la imagen en la que un voluminoso punto rojo se hace aun más visible gracias al fondo blanco de la camiseta.  Un rojo escarlata que por suerte encandelilló a hinchas mareados por las curvas de la vía al llano (y muchos también enguayabados) impidiendo que fueran plenamente conscientes de la mancha en la honra azul  que fue esa tarde ese punto rojo.

Hamir Carabalí

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El celebérrimo clásico en que Santa Fe derrotó 7-3 a Millonarios tuvo como saldo dos víctimas fatales. El primero, Fernando «Bombillito» Castro,  lateral bogotano que en ese partido debutaba como profesional con Millonarios y que, víctima del trauma de la goleada, sólo pudo jugar un partido más en primera división  (contra Pereira, la fecha siguiente).  El segundo fue Hamir Carabalí, recio defensor central que para la época ya registraba una importante trayectoria en Millonarios, Quindío, Santa Fe, Pereira, Unión y Once Caldas y que en ese partido reaparecía en su casa matriz gracias a una segunda oportunidad que le daba el entonces técnico azul Moisés Pachón.

Valga decir que Carabalí sólo estaba en los planes de Pachón. Para hinchas, periodistas e incluso algunos jugadores fue toda una sorpresa ver su nombre en la alineación del equipo con el que Millonarios arrancó la temporada 1992. No era un desconocido, pero si fue una gran sorpresa encontrarlo esa tarde haciendo pareja de centrales con el hoy técnico de Rosario Central, Ariel Cuffaro Russo. Y fue víctima fatal porque un buen desempeño esa tarde le habría garantizado la permanencia en la defensa azul, cosa que era sinónimo de un relanzamiento de su carrera. Pero no. Haber hecho parte de la zaga responsable de haberle dado el vistobueno a siete goles del rival de patio fue motivo suficiente para que Carabalí no volviera a aparecer ni siquiera por el banco de suplentes.

Al año siguiente recaló en el Atlético Huila y luego pasó también por el Real Cartagena. Para esa época, todavía no se exportaban futbolistas a El Salvador.

Estamos con los muchachos del profe Marroquín

Mundial85

El Bestiario del balón, siempre anacrónico, siempre en el lugar equivocado, se une a la iniciativa nacional para brindarle pleno respaldo a la muchachada que nos representará en el Mundial juvenil de la Unión Soviética.

Re-post: Santa Fé campeón de la última Copa Colombia


Santa Fe campeón de la Copa Colombia 1989: Arriba (de izquierda a derecha): Adolfo Valencia, Freddy Rincón, Manuel Rincón, Miller Cuesta, José Romeiro Hurtado, Fernando Hernández. Abajo: John Edison Álvarez, William «El Palmero» Morales, Héctor Ramón «El Rambo» Sossa, Sergio Vargas y Germán Morales

(Publicado por primera vez  el 14 de febrero de 2008)

Ahora que para dicha de nuestra redacción regresa la Copa Colombia, no está por demás recordar los detalles del último certamen de este tipo disputado en Colombia. Fue en 1989, sí, el año de la cancelación del torneo, el año del asesinato del juez Álvaro Ortega.Durante el receso entre el torneo apertura y el finalización de ese trágico año, los 15 equipos que entonces hacían parte de la Dimayor se dividieron en ese invento tan colombiano que son los pentagonales regionales. En el de la zona norte quedaron ubicados Magdalena, Nacional, Medellín, Junior y Sporting; el de la zona central lo conformaron Tolima, Santa Fe, Bucaramanga, Millonarios y Cúcuta; mientras que el del Occidente tenía a Cali, América, Caldas, Pereira y Quindío. Los integrantes de estos grupos se enfrentaron, todos contra todos, en dos rondas. Al ser cinco los equipos, cada fecha debía descansar uno y al ser tres lo grupos, cada fecha descansaban tres equipos que no tenían enfrentamientos entre sí.

Al terminar la fase de triangulares el Junior encabezaba la tabla de posiciones (había una sola tabla, pese a la organización regional de esta primera instancia) con Millonarios en el segundo puesto y Santa Fe en el tercero. Pereira, el octavo, cerró el grupo de clasificados a las «eliminatorias». En esta instancia se conformaron llaves siguiendo este criterio: primero contra octavo, segundo contra séptimo y así. Al Junior le correspondió como rival el Pereira, a Millonarios el América, a Santa Fe el Quindío y a Medellín el Unión Magdalena. Estos equipos, como es natural, debían disputar partidos de ida y vuelta para definir el clasificado a la siguiente instancia. En caso de empate, debía recurrirse a los cobros desde los doce pasos. América, Unión, Santa Fe y Junior fueron a la postre los ganadores de las llaves y los llamados a disputar las semifinales. En esta instancia y después de un empate 1-1 en Cali y un triunfo 3-1 en Bogotá el Santa Fe eliminó a los del médico Ochoa. El Unión, con sendas victorias 1-0 en el Eduardo Santos y 0-3 en el Metropolitano logró el otro tiquete.

La ronda final, disputada el 28 y el 30 de junio, arrojó un empate en Santa Marta y victoria 2-1 de los dirigidos por el entonces aprendiz de DT, Diego Umaña (su único título hasta la fecha) sobre el «Ciclón Bananero» dirigido por Jorge Luis Pinto. Logro que obligará a los cronistas que cubran la versión 2008 de la Copa a referirse al Santa Fe como el «actual campeón». Todo un lujo en tiempos de sequía. .

Las dos pasiones de Hendrix en la pista del Campín

Hendrix simula prestar atención a oficial mientras se deleita con riff.
Hendrix simula prestar atención mientras se deleita con un riff.

Tiempo después de su periplo cucuteño y con el paso de los años reflejado en un afro más lacio y discreto, Hendrix encontró la estabilidad que tanto añoró a 2.6000 metros y a miles de kilómetros de su Washington natal.

Enterrado el acoso de la gran prensa -convencida hasta hoy que era él el quien yacía bajo tierra en una tumba del Greenwood Memorial Park de Renton- y hace rato enganchado en el siempre cautivante pero nunca bien valorado rentado colombiano, Hendrix, con el tema de los papeles resuelto y con la promesa de silencio eterno de la enfermera que lo descubrió durante su convalecencia en el Erasmo Meoz, pudo concentrarse en su segunda gran pasión: el fútbol. Como es bien sabido, enfundado en la azul de Millonarios y también en la tricolor reeditó en los estadios los momentos de euforia, de masas a sus pies que años antes había vivido trepado en el escenario.

Una sola cosa conservó Hendrix de su faceta anterior y fue, como lo demuestra la foto, su gusto por la música. En el tiempo que permaneció como futbolista activo siempre se las arregló para que al terminar los partidos (que ganaba su equipo, por supuesto) en la pista atlética lo estuvieran esperando unos audífonos de alta definición. Lo de menos era que tuviera que cumplir luego con breves ceremonias como la de recibir un trofeo, tal vez patrocinado por Asadero Llano Mío y elaborado por A. Rodríguez B., al mejor jugador de la cancha. No importaba. Para Hendrix estaba claro que la cereza en el pastel de sus triunfos tenía que ir por cuenta de una fender estratocaster.

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Radiobestiario de ascenso y descenso

GolazoPasto

Regresa el podcast de la familia colombiana. Esta semana con:

-Pequeño, pero sencillo homenaje al que nos deja.

-Reminiscencias del Deportivo Pasto.

-A Chemaría lo siguen robando.

-Secretos de la negociación con Kol Cana.

-¿Cómo pide una pizza Ricardo Soler?

-Señorita Valle A y Señorita Valle B, opina Miguel Ángel.

-Milton Patiño también toma tinto en la Dimayor.

-Señores directivos: no amplíen los estadios.

-El chino González Scott protagonizará corraleja.

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