
El lado B de Diego Gómez no tiene que ver con su secreta pasión por el boxeo que hace poco dejó ver con el jab de derecha que le propinó al siempre vapuleado Álvaro de Jesús Gómez. No. Tampoco tiene que ver con su supuesto parecido con José Luis Félix Chilavert y las aún no comprobadas versiones según las cuales en más de un Halloween «Diego-gó» salió a pedir dulces con un buzo negro y un cachorro estampado a manera de disfraz (dice la fuente que nunca encontró un bulldog similar al del buzo del paraguayo).
Pero no. Con nada de esto tiene que ver el lado B del arquero vallecaucano. Para sorpresa de algunos les contamos, fotos en mano, que esta faceta oculta de Gómez tiene que ver con su carácter polifacético en la cancha, con su condición de jugador multiusos ideal para desvares y emergencias como bien lo constató «Pacho» Maturana en 1992.
Arquero desde pequeño, Gómez supo tamb
ién capacitarse como lateral. Necesitado a mediados de 1992 de un jugador polifuncional que le cubriera la banda derecha ante una lesión de Antonio Moreno y una suspensión de Wílmer Cabrera, Maturana recorrió al entonces joven arquero ante el consejo de Diemo Umaña que, sensible como siempre, ya había percibido que en lo más profundo de su condición de arquero se escondía un lateral de medio tiempo.

El balance final de la carrera de Diego Gómez como jugador de campo fue de dos partidos jugados: uno contra el Cali en el que debutó reemplazando al «Pony» Maturana y uno más contra el Bucaramanga en el que incluso fue titular. Luego volvió a su puesto habitual en el que tuvo que hacer fila detrás de su hermano Julio, este sí arquero de tiempo completo.









