Vivalda-Selección Italia 1985

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Arriba, de izq. a der.: Marcelo Trobiani, Miguel Augusto Prince, Eduardo Pimentel, Alberto Pedro Vivalda, Germán Gutiérrez de PIñeres y Germán Morales. Abajo: Juan Carlos «Nene» Díaz, Norberto Peluffo, Jimmy Hendrix, Hernando «Mico» García y Juan Gilberto Funes.

Los 80 y los 90 fueron décadas felices para los arqueros. Antes de que los minuciosos contratos entre clubes y marcas de ropa deportiva impusieran severas restricciones a su libre albedrío, estos podían darse todo tipo de licencias, muchas de ellas ya documentadas en este espacio, como la de Eddy Villarraga  emulando a Tony Meola o la de Óscar Córdoba disfrazado de arquero del Bayern Münich.

Alberto Pedro Vivalda, argentino que militara en Millonarios entre 1982 y 1985,  fue uno de tantos cuidapalos anarcos que no tuvieron  temor a decirle «NO» al utilero llegado el momento de recibir su indumentaria de dotación. Y «el Loco»  dijo no porque había logrado hacerse a un buzo azul claro metalizado de entonces selección campeona del mundo: Italia.

No lo lució por muchos partidos. Quizás delanteros rivales se quejaron del reflejo que molestaba sus ojos o también pudo haber ocurrido que Dino Zoff lo alertara de una posible demanda por suplantación. O quizás simplemente lo guardó para no gastarlo. Eran otros tiempos, no había apertura, no existían  almacenes en Unicentro con estantes llenos de indumentaria de equipos y selecciones europeas. Era, sin dudas, una «monita difícil», que bien podría ser víctima del decol en la lavada y, por lo tanto, había que cuidarla.

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El de "La selección" no es el primer Higuita de la TV

HiguitaSerieTV
Juan Pablo Franco encarnando al golero paisa. Nótese el buzo de Millonarios, donde Higuita hizo la práctica profesional.

Más que un Grammy o un premio Nobel, para muchas figuras públicas no hay mejor reconocimiento a su trayectoria que recibir la llamada de algún productor de Hollywood comunicándole que ha decido hacer una película sobre su vida y milagros.

Seguramente René Higuita alguna vez soñó con contestar el teléfono y que al otro lado estuviera Martin Scorsese, con una propuesta en este sentido. Digamos que, guardadas las proporciones, algo parecido le sucedió en 1997, sólo que el que lo llamó fue el director local Darío Vargas. El proyecto se llamaba “Sangre, sudor y lágrimas” y en el reparto no estaban Jack Nicholson o Catherine Zeta Jones, sino Juan Pablo Franco, como René, Patricia Ércole, como Magnolia, su compañera, Catherine Siachoque, como su primera novia y Andrea Guzmán como otro de los amores furtivos del golero paisa.

La idea, como en el 99% de estos casos, era mostrar “el lado humano” del ídolo, pero como también tocaba mostrar su faceta de futbolista fue necesario, ante la escasa habilidad de Franco bajo los tres palos, procurarse un extra capacitado para protagonizar escenas de alto riesgo como el famoso escorpión.

A la larga, la serie no fue el éxito que se esperaba y pronto desapareció del aire. Quedó, eso sí, una anécdota que vale la pena rescatar: la primera peluca que le dieron a Franco no le quedó bien. Como ya estaba todo dispuesto y no se podía esperar fue necesario recurrir a un extra que terminó siendo, adivinen, el mismo René Higuita que terminó de extra de sí mismo. Una historia que pocos pueden contar.

Adelanto del libro «Bestiario de la TV» próximo a publicarse. 

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De cuando el Internacional de Porto Alegre se colombianizó

InterLeona

Todo se remonta a septiembre de 1996, cuando después de muchos pomposos anuncios de partidos con equipos de primerísimo nivel, finalmente Millonarios terminó celebrando sus bodas de oro enfrentándose una noche de jueves  contra un rival de medianísimo perfil como el Internacional de Porto Alegre en partido que terminó 0-0 con lesión grave de Édison Domínguez.

Pero lo que aquí nos interesa es que,  por esos avatares propios de los partidos fuera de calendario, el Internacional terminó luciendo en su pecho el patrocinio de Cerveza Leona, misma marca que para entonces respaldaba a los azules.  Hasta aquí, una anécdota más. Lo que no se sabía y que la Unidad Investigativa del Bestiario del balón fue lo que esta travesura de mercadeo le costó al equipo

Resulta que por cuenta de haber lucido, así hubiera sido por apenas 90 minutos, un logotipo tan de la entraña del FPC, una serie de acontecimientos paranormales tuvieron lugar en el seno del club.  Dicen en Porto Alegre que durante unos pocos días, fuerzas que los empleados del club describieron como sobrenaturales los obligaron a incurrir en todo tipo de prácticas muy comunes por estas latitudes, pero menos frecuentes aunque no del todo desconocidas en la tierra de la samba.

Por ejemplo, aseguran por lo menos tres fuentes diferentes que pasaron por esos días por las oficinas haber visto al gerente deportivo, medio zombi, pidiendo  partidos sin razón, al tiempo que decía ver puntos invisibles entre las AZ y tenía horrendas pesadillas con cuadrangulares de la muerte y fantasmas del descenso.

Coinciden los testimonios en que los de recursos humanos, por su parte, eran víctimas de súbitos ataques de narcolepsia cada vez que intentaban llenar las planillas para pagarle salud y pensión a los futbolistas, mientras que los de mercadeo aseguran que deshicieron sin razón alguna un contrato con una eficiente empresa de boletería,  para cambiarlo por uno, bastante desfavorable para el club, por cierto, con una competidora que ofrecía las peores condiciones y el mayor índice de maltrato y tortura posible al hincha.

A su vez, cuentan que los de jurídica durante esos días y sin razón aparente terminaron demandando cuanto partido perdió o empató el equipo con argumentos tan traídos de los cabellos como que el rival había desentonado mientras cantaba el himno o que dos bombillos del marcador estaban fundidos.Del presidente no se supo mayor cosa pues al parecer jamás estuvo en condiciones para presentarse a la oficina, preso de una compulsión etílica que prendió todas las alarmas entre sus más allegados.

Faltaban los jugadores. Rememoran los entrevistados que de repente su umbral del dolor se vino a pique. Esto se expresó en la cancha, donde cualquier insulto, rasguño o pellizco del rival desembocaba en aterradoras escenas de gemidos, sacudones y estertores que obligaban a decenas de hinchas a encomendar sus  respectivas almas a su correspondiente santo de devoción y también en la vida cotidiana, con desgarradores alaridos tras el más leve corte con una resma de papel para la impresora doméstica.

Algo más: en ese lapso ningún cambio de frente les funcionó -de hecho, tres de ellos impactaron inocentes y bellas porristas- y a todos ellos se les olvidó parar el balón. Sin excepción, cuanta bola llegaba a sus pies rebotaba descontrolada terminando la mayoría de las veces en poder del rival.

Así fueron las cosas durante un par de semanas. Aterrados con lo que ocurría, los miembros de la junta tomaron cartas en el asunto. Fue, al parecer, un franquiciario carioca del profesor Salomón el que dio con la causa del fugaz hechizo y también con la pócima para desactivarlo: «que entre los once titulares de ese día se bajen un petaco entero de Leona, cuidándose de en cada botella reservarle el primer sorbo a las ánimas benditas del purgatorio».

Hallazgo de @bogotanoazul.

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Santa Fe-Adidas 1996 (Actualización)

Corría el primer semestre de 1996 cuando en el cuadrangular de los eliminados del octogonal que otorgaba al ganador un cupo para la Conmebol, Santa Fe sorprendió cambiando su tradicional atuendo Saeta «always active» por uno de la marca de las tres rayas.

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Camiseta blanca con «cuello de (chino) Águila» rojo y vivos negros.

Las grandes innovaciones no se notaron tanto en el uniforme principal como en el alternativo: el que vemos en la primera  foto y este tipo «cuello de aguila» que generó escozor entre los más puristas de los santafereños. Una novedad adicional: el apellido de los jugadores estampado en la espalda.

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Camiseta Adidas No. 17 perteneciente a Robert Villamizar y utilizada en el primer semestre de 1996. Cortesía Museo Robert Villamizar.

Como suele ser la constante en las incursiones de la marca alemana en nuestro rentado, el matrimonio con los rojos terminó pocas semanas después, tal y como le ocurriría, por esa misma época,  a esta marca con América y Millonarios. Para el segundo semestre de 1996, Santa Fe volvería a lucir los diseños «international» de Saeta. ..

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Imágenes cortesía de @LaPieldeSantaFe

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Cuando Ormeño casi se vuelve Ospina

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Ormeño entra al campo con gesto de desconfianza. Zape tampoco se sentía seguro de su reemplazo

Estaba resignado hasta la médula. Su posición en la Seleción Colombia siempre había sido la de cumplido suplente de Pedro Zape y se conformaba con eso. No había poder humano que mandara al banco –ni siquiera para hacer consignaciones o transferencias- al buen Zape. Luis Octavio “Ormeño” Gómez ocupaba esa zona de incómodo confort del que tiene el número 12 en la espalda.

Pero un día le tocó salir al campo. Zape se lesionó en el Colombia-Argentina de Bogotá y se notó, porque Argentina, sin ser gran cosa, derrotó 1-3 a los de Gabriel Ochoa. “Bueno –pensaba Ormeño- qué carajo, vuelvo a la banca en Buenos Aires y como si nada”. Mientras el arquero que en ese entonces atajaba para el Medellín imaginaba qué souvenirs comprar en Lavalle, Ochoa le puso un camión compactador de la administración Petro en la espalda: iba a ser inicialista en el Monumental.

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Piernas temblorosas antes, manos firmes al detener el balonazo de Maradona.

Justo ese estadio que sigue siendo protagonista de los bombardeos más crueles sobre nuestras porterías –incluso el día del 5-0- lo iba a tener a él como blanco adecuado. Prefirió no usar la 12, sino la 22 y decidió esperar a ser derretido por la lluvia ácida que escupirían Maradona, Burruchaga y Pasculli. Cuando agarró la primera, se sintió bien; después atajaba todo lo que le mandaban, incluso una jugada de Maradona –similar a la que le haría a los ingleses un año después- la paró con las palmas y las rodillas. “Ormeño” se dio cuenta de todo el tiempo desperdiciado en el banquillo resolviendo preguntas como “río francés de dos letras” en los crucigramas que podía llenar con tanto tiempo libre.

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Jorge Valdano celebra mientras que Ormeño se revuelca por los aires. Ganaba Argentina 1-0

Hasta que llegó Jorge Valdano con un cabezazo que lo devolvió a la realidad. No importaba lo que había parado esa noche: igual Colombia perdía 1-0. Ni siquiera El Gráfico lo dio como figura. El honor se lo llevó Ubaldo Fillol por detener –un paradón, a decir verdad- un mano a mano claro de Carlos Ricaurte.

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Síntesis de la Revista El Gráfico. Fillol sacó 8. Ormeño 7

En el partido siguiente contra Perú regresó Zape y después vino Navarro Montoya… de nuevo era suplente. No valió mucho su actuación en la cancha de River. Al contrario: es como si por haberlo hecho bien le hubiera tocado ponerse el 33 en la espalda el resto de su vida.

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Colombia-Perú y la leyenda de las Patasolas

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Luego de intensivas búsquedas de archivo la Unidad Investigativa del Bestiario del Balón pudo confirmar aquella cábala que tenía la Selección Colombia a mediados de los ochenta cuando jugba como local en el Estadio El Campín.

La imágen muestra cómo la pelota enviada por el goleador del equipo nacional en esos tiempos, Miguel Augusto Prince, acaba de superar el siempre estéril esfuerzo del arquero peruano Eusebio Acasuzo. Colombia derrotaba 1-0 a los incas y se encaminaba, en ese momento en la tabla de posiciones a pelear por su entrada en el Mundial 1986. Sin embargo dicen los que conocen los recovecos del estadio de la 57 que existía una maldición en el arco sur del Nemesio, que impediría que Colombia alcanzara en la cancha su objetivo final.

La imagen no deja de ser aterradora. Como ocurriera con la grabación de la película “Tres hombres y un bebé”, donde aparece el fantasma de un niño en plena grabación –escena que no nos dejó dormir durante varios días- , en ese partido un par de quimbas con las medias tricolor aparecieron en medio de la red de la portería, lo que dejó perplejos a locales como a visitantes.

¿A quién pertenecían esas piernas? ¿Por qué ese fuerte olor a pecueca cada vez que se dejaban ver? ¿Era acaso una especie de maldición? Parecía que no porque al final Colombia vencío a los peruanos. Sin embargo en el siguiente juego frente a los argentinos se perdió 1-3 en casa. Desde ese momento todo fue desgracia: derrota 1-0 en Núñez, victoria ante Venezuela con Navarro Montoya diciendo que estaban haciendo todo lo posible para clasificar, entrada al repechaje frente a Paraguay teniendo a muchos de los convocados apuntando a disputar encuentro ante los guaranies y final de Libertadores con el América frente a Argentinos Juniors en menos de cuatro días…

Dicen que en Barranquilla las Patasolas aparecieron el día que el “Chino” Pereda le hizo un gol increíble a Mondragón, pero compraron un antídoto: la lechuza que se paraba en el arco. Por eso la rabia eterna contra Luis Moreno…

A esta hora se busca un búho para evitar cualquier contratiempo mañana.

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Radiobestiario y los nestoroteros

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Un Radiobestiario en el que se revelan nuevos y sorprendentes detalles de la cotidianidad de quien ha inspirado toda una nueva forma de concebir el tiempo y el espacio.

E incluye también:

-Especial emprendimiento: aplicaciones del FPC para todas las necesidades.

-Cubrimiento integral del eterno regreso del Zurdo López al seno de los Char.

-Devaneo: bazares y plazas de comidas.

-Regresa Miguel Ángel y conceptúa, adivinen, sobre la sexualidad y la azarosa vida de DT en Colombia (dimayorfilia).

Descargar (Clic secundario y luego «Guardar enlace como…»)

Usuarios de iTunes y portadores de iPods hacer clic acá. ..

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Exclusivo: Andre Krul: íntimo y muy personal

En el 2012 la noticia de la llegada de un portero holandés a Tunja para defender el arco del Boyacá Chicó dejó perplejos a muchos. Lo que primero parecía una broma, pronto se confirmó cuando circularon las primeras imágenes de André Krul, joven cuidapalos proveniente de la siempre exigente liga de Malta, recién desempacado en suelo boyacense.

Como era de esperarse, todo tipo de versiones, mitos  y leyendas se tejieron en torno al que, para entonces, pues no había llegado George Saunders al América, era el más exótico de los fichajes en la historia del FPC. Que hace rato ya vivía en Villa de Leyva donde pasaba los días entre la búsqueda de boñiga de vaca y la traducción de minutas en el juzgado municipal, que pilas porque ya se sabe a qué vienen los jóvenes aventureros de su tierra aquí, que en realidad era un periodista encubierto escribiendo una crónica titulada: «Cómo es: ser arquero profesional en Colombia» para una prestigiosa revista de Amsterdam.

Tantas preguntas exigían respuestas. Por suerte, un avezado equipo de reporteros de los Países Bajos las recogió y se vino hasta acá ávidos de respuestas. La semana pasada publicaron el resultado de su trabajo en YouTube, pero en el idioma natal del longilíneo golero. Tuvimos que pagarle a Maria Ester un curso exprés con hipnopedia incluída de neerlandés para saber qué diablos había dicho. Una vez lo terminó -y con lujo de detalles- procedió a traducir el documento audiovisual, revelando así un auténtico rebaño de chivas.

Hallazgo de @darniosalamanca.

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