Daniel Machacón o el verdadero gran ausente de Brasil 2014

DanielMachacon

Ojo a la lista: David Ospina, Abel Aguilar, Fredy Guarin, Falcao García, Carlos Valdez, Cristian Zapata, Camilo Zuñiga y Edwin Valencia, entre otros. No es la última convocatoria del equipo de Pékerman, es parte de la nómina que inscribió la Federación para el Mundial sub20 de 2005 celebrado en Holanda donde, a propósito, contamos con una voluptuosa barra en la tribuna por cuenta de numerosas emprendedoras del amor y  polémicos microempresarios que son Colombia en el país de los tulipanes.

Pero eso esta vez no es lo importante. Lo que nos interesa es que junto a esos nombres estaba el del volante Barranquillero Daniel Machacón, quien para entonces era una de tantas promesas que juntó Eduardo Lara en el equipo al que eliminó la Argentina de Messi en el último minuto de los octavos de final. Machacón sólo jugó los minutos finales del partido de primera ronda en que se derrotó a Siria 2-0.

Al grano: suele ocurrir con estas camadas que vienen predestinadas para la gloria, que un cachorro se queda atrás. Ese que, escuálido, ve como sus otrora compañeros de útero alcanzan un porte y un desarrollo muscular envidiable y toman camino mientras él se ve a gatas para sobrevivir con algo de dignidad siempre cerca del nido y con un rictus en su cara, a todas estas, muy parecido al que carga 24/7 el ya mencionado profe Lara.

Eso le pasó a Machacón quien  pronto vio como la gran mayoría de sus carnales comenzaron a coleccionar visas schengen y americanas en sus pasaportes y alcanzaban la categoría Platino en sus tarjetas de cliente frecuente de Avianca mientras él se convertía, a duras penas, en un «habitué» del Puente Aéreo, escala obligada de los desplazamientos del Júnior a otras ciudades. Cuentan que en las salas de espera exasperaba a sus compañeros con cuentos tipo «Falcao se tiraba pedos dormido» o «David Ospina no podía dormir sin antes chupar dedo frotando una cobijita que ha tenido desde niño».

Y la cosa empeoró. Porque mientras sus ex compañeros pasaban de ligas del sur del continente a las más prestigiosas de Europa, Machacón salía del Junior para hacer escala en Neiva  y finalmente poner lo suyo en el descenso del Bucaramanga  a finales de 2008. Desde entonces ha estado sumido en el infierno de la B (pasó también por Valledupar hasta aterrizar en Uniautónoma), con todo lo que eso implica y que suficientemente hemos descrito en este espacio en cuanto a consumo de mareol, indigestión con gelatinas de peaje pasadas, lesiones irreversibles de columna resultado de eternos viajes en flota , cheques tan posfechados como chimbos  y desprendimientos de retinas por consumo de pornografía en celular bajando la Línea.

Hoy, cuando Colombia se apresta a celebrar el regreso a un Mundial gracias a esta prodigiosa generación, en el Bestiario del balón sabemos que nuestra responsabilidad no es acolincharnos en un bus de la victoria cuyo sobrecupo hará hablar en lenguas al General Palomino. No. Lo nuestro debe ser, como siempre ha sido, rescatar del cruel olvido mediante  pequeños, pero sencillos homenajes a aquellos  que, como Machacón, harán parte de esa extraña minoría que botarán el TV con motivo del Mundial.

América-Pepsi 1981

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Arriba: Juan Caicedo, Falcioni, Pascuttini, Olave, L.E. Reyes, A. Valencia. Abajo: Lugo, C. Mosquera, Saturnino Arrúa, J.M. Battaglia y G. Chaparro.

Para comienzos de los 80 -tal y como ocurre hoy- lo común era ver camisetas de equipos en su estado natural. La del América, a diferencia de la de su vecino verde  que para finales de los 70 vio aparecer los nombres de Sharp, Baboo y Avianca en su pecho, se había mantenido ajena a los tentáculos del mercadeo.  Lo único había sido el muy curioso recurso de estampar el nombre del equipo a lo ancho de la indumentaria dirigido quizás a los aficionados en condición de daltonismo.

Pero las fuerzas del mercado pudieron más que los romanticismos y las excentricidades y para 1981 esta popular bebida tipo cola se instaló en la percha americana. Fue, hasta donde tenemos noticia, su primer patrocinador y fue también la primera incursión de Pepsi en el fútbol profesional colombiano del cual se ausentaría hasta el 2006  cuando regresó pero con fondo azul. En la roja su lugar sería luego ocupado, en este orden y en esta década, por Aguardiente Blanco, Popular y Colombiana.

Y si queremos leer el episodio a la luz de la guerra de las colas, tendríamos que cerrar recordando que la respuesta de Coca-Cola se daría con alguna demora, poco más de veinte años.

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América redundante, 1980.

Maradona en Cúcuta

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Aporte de @pinocalad

Pasó por tierras fronterizas pensando en muchas posibilidades: quedarse en Colombia después de que recibiera la oferta de un club de noble abolengo caleño y la riposta inmediata de su par americano, donde también decidió posar con una camiseta conmemorativa. Realmente era muy difícil elegir entre ambos equipos. De pronto fue por eso que alguien le dijo que se pegara una pasadita por Cúcuta a ver si se amañaba.

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Fue antes de pisar el sagrado gramado del General Santander que el Diego empezó a ver las ventajas de vestir la casaca del rojinegro: podría tanquear a precio de huevo solamente cruzando la frontera, encontraría Cocosettes en tiempos de nula apertura y podría tener cerca hasta a Jimi Hendrix.. Estuvo cerca el Diego de vestir la casaca del Cúcuta. Dicen que, de hecho, se quedó con alguna camiseta de recuerdo. la vida, años después, lo vestiría con colores similares a los del doblemente glorioso, cuando se enroló en el Newell´s Old Boys en 1993.

Hizo dos goles a Quiñónez y le metió un baile tremendo a los que hubieran podido ser sus compañeros de escuadra. No solamente en Pereira, con su golazo recientemente desempolvado, hizo historia el crack argentino. El «Pelusa» dejó la postal de sus rizos al viento en la capital de Norte de Santander y el peinado que en ese tiempo usaba el gaucho, fue posterior herencia e inspiración del «Pelusa» más conocido en Cúcuta: Felipe Nery Franco.

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El inesperado triángulo Delfina-Chiva-Monaguillo

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Ocurrió a mediados de los setenta que la junta directiva de Santa Fe decidió abrir una convocatoria para el cargo de mascota del equipo. Luego de desechar hojas de vida de especímenes locales y desempleados como faras, capitanes, copetones y uno que otro lagarto, escogieron a un joven león quien frustrado ante las tristes perspectivas que para su vida le ofrecía el Zoológico Matecaña de Pereira se presentó al cargo con la buena suerte de quedar elegido. Daniel Samper fue el encargado de ir a recogerlo una vez culminado el proceso de selección.

Eran, una vez más, otros tiempos. Época en la que parecía cosa fácil y libre de misterios o complicaciones legales meter un cachorro de león en una vieja casa de Teusaquillo que era donde funcionaban las oficinas cardenales. Allí aterrizó el prospecto de fiera y allí permaneció por un buen tiempo, lapso en el que los empleados tuvieron que  proveerse de inciensos, ambientadores de canela, fósforos, galones de creso pinol y cuanta sustancia o artefacto ayudara en la causa de mitigar los olores de las excretas de Monaguillo que fueron aumentando en densidad y poder conforme las gónadas del infante felino despertaron para el universo.

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Monaguillo, en plena jornada laboral.

Hasta aquí nada nuevo. De hecho, la historia se ha contado más de una de vez, una de ellas en el prólogo del libro surgido de estas páginas virtuales. Lo que hasta ahora no se sabía es que en este lapso sí hubo una voz valiente que reivindicó los derechos del animal, a quien, además, no le pagaban ni pensión ni salud, a duras penas caja de compensación que, por obvias razones, tenía problemas para usufructuar.

Fue Delfina Guido, para entonces Dorisita en Don Chinche, quien,según se extrae de este testimonio que ha rescatado la Unidad Investigativa, en algún momento le dijo al entonces presidente rojo Guillermo «la Chiva» Cortés, palabras más, palabras menos, «Ole chivin, no sea guache y deje de tener en esa casa al pobre animalito. Mire que ellos sienten, mire que ellos son de campo, no de ciudad, usted que es chiva tenga compasión del animalito, pobrecito».

Al parecer la popular y recordada «Chiva» hizo caso omiso a la petición de la carismática actriz, sin importar que esta postura le significara a la institución perder a una seguidora. Cuentan que algún amigo psicoanalista le dijo que no le hiciera caso, pues lo que en realidad ocurría era que a través de ese reclamo la inesperada activista ambiental estaba tramitando un deseo reprimido que lo tenía nada menos que  a él como objeto. De ahí se podía concluir que el que el bienestar del animal era solo una excusa. Caminando por el delgado filo que separa la realidad de la ficción se podría decir que poco después se comprobó que cachacazos como Cortés eran el target perfecto para la artista argentina si nos guiamos por el irredento amor que siempre profesó por el doctor Pardito, un tipo decente como lo era, según ella, la hinchada de River, su equipo del alma en tierras gauchas.

Y tenía razón el especialista. ¿O es que alguna vez se vio a esta matrona rola-porteña marchando o en huelga de hambre por la libertad de Pastora?

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Adivine el personaje (dificultad media)

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Aparece sonriente, como si no fuera con él, en un mini auto Tym que era un Dodge Dart con techo, réplica de la camioneta que llevaba a varios turistas a vivir las mejores aventuras al lado de Ricardo Montalbán y Tatú en La Isla de la Fantasía. Pero el corito de «El avión, el avión» le caía perfecto a este jugador porque hacía goles en los aires y era avioncísimo en la cancha provocando adversarios rompiéndoles los dientes, gracias a sus puntiagudos codos.

Si usted adivina el personaje en cuestión, recibirá a vuelta de correo un video con los goles que marcó Álvaro Anzola durante toda su carrera.

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Andrés Cepeda

Colaboración fotográfica de @josegacel

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El rock es una eterna fuente de historias. Lo puede afirmar sin temor Jimi Hendrix, que recaló en Cúcuta silenciosamente engañando a todos sus fans. Pues Andrés Cepeda decidió seguir el ejemplo, cansado ya seguramente de tomar chocolisto y de escuchar que Lucho Herrera se coronaba campeón. Los tiempos cambiaron. De vivir las hazañas del jardinerito de Fusa, tuvo que ver cómo Nairo Quintana le quitaba la camiseta de montaña a sus propios recuerdos.

Por eso, en complicidad con su amigo César López, Cepeda decidió escapar de la realidad de fans enloquecidas lanzando su brassier hacia la tarima y de sacudir sus labios como trompetista para calentar la voz. López le prestó una escopetarra para camuflarse -estaba muy delgado Andrés por ese entonces- y se fue metido dentro de una caja con el arma de impacto letal -no hay nada más ofensivo que una escopetarra- hacia la ciudad de Pasto, donde por esos días arribaba el arquero rockero David González, de pelo largo y balaca, con el fin de afincarse al lado del Galeras después de hacer una larga pasantía por Inglaterra.

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Arriba, Andrés Cepeda ordena la barrera; abajo, sonríe al saber que en el hotel de la concentración lo iban a contratar para tocar en el bar

Cepeda tuvo suerte: mientras esperaba escondido en un rincón del santuario de Las Lajas le llegaron noticias: un arquero que sabía tocar guitarra y que tapaba para el Pasto sufría una grave lesión y tendría que ausentarse por largo tiempo de las canchas. Cepeda entonces apareció en las prácticas un día después de la lesión de González y le dijo a su DT, Flavio Torres:

“No hay dolor que sea eterno,
no es eterno un hasta luego,
hasta luego es un regreso,
no hay regreso sin encuentro
y un encuentro es lo mas bello,
cuando estamos cuerpo a cuerpo”.

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Esta fue la cara que hizo Cepeda en la charla técnica cuando Flavio Torres confirmó su titularidad

Y se metió bajo los tres palos, donde no lo hacía muy bien. Jamás había ensayado ocupar esa posición. Pero en las concentraciones era un hit: su guitarra y su voz hicieron que sus compañeros cambiaran los torneos de Playstation por largas veladas acompañadas de vino caliente, canelazo, chimenea y malvaviscos asados -él le aconsejó a sus coequiperos que llamaran así a los masmelos-.

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David González tuvo que refugiarse en el rock pesado para no perder la cordura por la suplantación de Cepeda

Por fin Cepeda se alejaba de sus fans. Y hasta le daban la palomita de dar un concierto de atajadas en Tunja. Quiere adueñarse del puesto que le dejó vacante “Pescador Lucero y Río” Álvarez. De David González se sabe que al verse desplazado y triste porque nadie notaba su ausencia, hizo un grupo de trash metal llamado “Odio a Cepeda”.

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Radiobestiario y el perritu

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En el podcast que solo retaca sonrisas un repaso, a vuelo de pájaro Juárez, por la actualidad el mágico universo del FPC.

Espere en esta edición:

-Que la revelación que se avecina nos coja clasificados.

-Debate sobre episodio de cleptomanía. Desde todos los ángulos, todas las opiniones para que usted forme su propio criterio.

-Perritu irrumpe en la torre de cristal y nos sumergimos en su mundo.

-Editorial: Miguel Ángel y su dictamen del doloroso pero patriótico «affaire» Ibarbo. Imperdible.

-Toda mina algún día se agota: se va Krul del Boyacá Chicó.

-Fuente nos revela detalles inéditos del encuentro Cadavid-Tancredi en oficinas de Millonarios.

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