Radiobestiario emo

Regresa radiobestiario, rastreando el lado más emo del fútbol colombiano.

-Arranca la elección de los 5 bestiaristas de la historia.

-Contacto emocional con Diego Umaña y los equipos emo de nuestro rentado.

-Devaneo por el fabuloso mercado del usado, con homenaje al R21.

-Se avecina la temporada de mochileros. Se vienen las pastas «a la Marinelli».

-Los jugadores del Rionegro se refrescan con galletas polvorosas.


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El recuerdo de "Cronómetro"


Cada sábado, muy bien envuelto dentro del cono que armaba el repartidor de diarios, llegaba a las casas una revista anexa que venía adjunta al diario El Tiempo. «Cronómetro» era la ventana del deporte, analizado de manera mucho más exhaustiva que en sus páginas deportivas (esas que en sus buenísimos años era todo un cuadernillo de mínimo 8 páginas)

Esta edición, una de las últimas, data del 2 de abril de 1989. Las figuras de cada partido fueron Julio César Falcioni (América), Fernando Hernández (Santa Fe), James Olaya (Tolima), Jorge Ambuila (Cali), Gabriel Jaime Gómez (Medellín), Omar Cañas (Bucaramanga) y Juan Baustista Sanclemente (Cúcuta).

Entre las rarezas de esta síntesis están por ejemplo, Darío Campagna en Millonarios, Guillermo «Teacher» Berrío en el América, el lateral costeño Alfredo Doria en el Caldas, Rolando Campbell en el Tolima y la bestiarísima alineación del Sporting con los brasileños Luvanor y Rómulo como figuras..

Habiso Clasificado: se nesesita Ballet Parking incha del Valet Azul


Colaboración: Andrés Ríos.

Condiciones: que le guste el aguante, que sepa manejar desde camiones Pegaso hasta Simca 1204. No importa si no sabe conducir su temperamento en el estadio. Basta con que sepa manejar automóvil y que escriba el nombre Gerardo Bedoya con «J», «V» y «LL».
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Día exacto de la muerte del zapote mecánico


Arriba, de izquierda a derecha: Eugenes Cuadrado, Gonzalo Soto, Luis Eduardo Reyes, Américo Quiñónez, Luis Octavio «Ormeño» Gómez, Jorge Porras; Abajo, de izquierda a derecha: Carlos Ricaurte, Víctor Lugo, Willington Ortiz, Arnoldo Iguarán y Luis Norberto «Huevo» Gil.

La palabra zapote solamente tenía dos relaciones en Colombia: Una, las paletas de «Helados Holanda» y el uniforme de la Selección Colombia. Pero esa etapa marcada por colores sicodélicos y actuaciones deplorables de «Tribilín» Valencia, finalmente vio su final el 26 de mayo de 1985, cuando se estrenó una nueva camiseta. Fue victoria 1-0 contra Perú en las eliminatorias hacia un Mundial en el que, de no ser por la impericia de muchos, habríamos podido participar sin necesidad de repechajes, ni Navarro Montoya..

El "Pibe" vendiendo aguacates

Por eso fue, es y seguirá siendo el gran «Pibe» Valderrama.

(Gracias, Andrés).

La verdadera razón de la debacle en USA’94

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Ríos de tinta han corrido tratando de explicar uno de los más potentes traumas en la historia de nuestra nación: el fracaso rotundo de la selección Colombia en el Mundial de Estados Unidos 1994. Desde apostadores hasta brujas pasando por los entonces candidatos a la presidencia han sido señalados como los culpables de la desastrosa presentación de los nuestros en el mundial del país del raton Miguelito.

En medio de tantas versiones, mitos y leyendas, hasta hoy había pasado de agache esta imagen que nuestra siempre certera unidad investigativa encontró en una publicación de la época. Es la de los 14 muñecos articulados tipo «GIJoe» con los jugadores más representativos del equipo de Maturana. Hasta aquí, nada raro. Una novedosa estrategia de mercadeo. Lo que no se sabía hasta hoy, y que gracias a nuestra unidad investigativa por fin sale a flote, es que días antes del Mundial un comando secreto de las fuerzas gitanas rumanas fue enviado a las calles bogotanas con el único objetivo de hacerse a la colección completa de los muñecos de la selección. Una vez cumplida la misión regresaron su tierra natal y le entregaron el botín a Mirciade Ujulescu, reconocida gurú mística-espiritual del pueblo romo afincado en el país de los Cárpatos, quien procedió a bañar los muñecos con una pócima secreta que días después, vía Hagi, Raducioiu y Popescu (fieles esbirros de doña Ujulescu) demostró su total eficacia.

Años después los perjudicados por el juego sucio de los rumanos, al enterarse, vía Indio Amazónico, de la responsable de su inesperada debacle hicieron una vaca para contratar un comando de mercenarios que recuperara los muñecos de las garras de la Sra. Ujulescu. La misión tuvo éxito parcial: fue imposible recuperar los de Gabriel Jaime «Barrabás» Gómez y JJ Tréllez. .

Radiobestiario multiplica su audiencia

Regresa Radiobestiario con temas para grandes y chicos:

-Develamos el misterio de la línea amiga Haz de Oros…

-Homenaje al «Embajador de la India»…

-¿Luis Zapata incautado en DMG? Les tenemos la historia…

-Fútbol, letras y lana virgen, el caso de Víctor Luna…

-De «Bonita banana» a «Seguros La Equidad», los nombres más bizarros en la historia del fútbol…

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Bucaramanga en tiempos en los que el ipod no existía


Bucaramanga subcampeón 1996/1997. Arriba, de izq a der: Toninho, Arturo Reyes, César Vásquez, Rafael Méndez, Gustavo Iturburo, José Fernando Castañeda. Abajo: Vladimir Campo, Marcelo Ibáñez, Luis Alfonso «Cheo» Romero, Hernando Patiño, Alex Rodríguez.

Esta temporada el Bucaramanga se fue a la B, pero si se compara la nómina de hoy con la del equipo subcampeón del larguísimo torneo 96/97, no se sabe cuál conjunto es más bajo perfil. Con muy poco, los búcaros fueron subcampeones de nuestro fútbol bajo la batuta de Carlos Mario Hoyos. La única diferencia es que al equipo que descendió en este torneo lo dirigió el ipod de Víctor Luna. Los jugadores, en pleno camerino, se acercaban a los bafles portátiles que estaban instalados en el Alfonso López y oían las instrucciones del apple ipod que les indicaba la mejor manera de jugar. Así les fue.


Bucaramanga 1988. arriba, de izq a der: Luis Piazzalonga, Julio César «Mechas» Sarmiento, Ramiro Ruiz, Eugenio Uribe, John Freddy Van Stralhen. Abajo: Jorge Ramoa, Adolfo Holguín, Adalberto «Watusi» Lozano, Zabulón Ruiz, Héctor Ramón «Rambo» Sosa.

Y si se comparan los planteles de 2008, 1997 y 1988, el de finales de los ochenta era hasta mejor que los dos anteriormente citados. El «Rambo» Sosa, tremendo goleador, autor en el 88 de uno de los mejores goles del torneo según teledeportes (gol a Millonarios de tijera), Jorge Ramoa, crack argentino pero de cepa completamente búcara (en Millonarios y Pereira no le fue tan bien) y míticas figuras como Sarmiento, Piazzalonga, (el argentino defensa autogoleador) y «Solopinta» Van Stralhen hacen que hoy los hinchas del «Leopardo» evoquen estas formaciones con la tristeza de saber que siempre se puede estar peor.

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"Te invito a una lunada" (facsímil bestiarista)

Con el propósito de mostrar otras facetas de sus jugadores, la revista del América contaba con un espacio denominado el «Reportaje del mes». Para la edición de abril de 1988 el llamado a abrirle su corazón a los seguidores rojos fue el volante Víctor Luna, de gran talento, pero algo refundido en medio de tantas estrellas que poblaban la nómina escarlata en los felices años 80. Desde el comienzo, el periodista Umberto Valverde la tuvo clara: la cosa era por el interés, poco común, sin duda, de Luna por la bohemia. Y no por la vulgar bohemia de Pachanga y pochola, no. A juzgar por lo descrito, a Luna se le podría encontrar cualquier tarde saliendo de la «Tertulia» ataviado con un gorro titicaco, saco de lana virgen, y mochila arhuaca terciada. Imagen que brota después de leer las siguientes frases: «Naturalmente, Víctor Luna no es futbolista común y corriente. Es una persona que ama la cultura, el conocimiento, el cine y, sobre todo, es un hombre que tiene una ética. Por decirlo más popularmente, es el intelectual del grupo. Escribe y lee poesía».


Víctor Luna, con aire de bacán, camino a «La Tertulia».

Después de sendas preguntas por su presente futbolístico, por una eventual convocatoria a la selección de «Pacho» Maturana (no aclara en calidad de qué, podría ser de contertulio), Valverde retoma el tema del gusto de Víctor por las letras y las artes cerrando de la siguiente forma: «Terminamos hablando de la última película que estuvo viendo en La Tertulia, «Sin Testigos», un filme soviético sobre las relaciones de pareja. Luna me dice: «La vida de cada quien en su casa es definitiva para el rendimiento. Cuando uno no tiene conceptos claros sobre el afecto y el amor, tampoco puede tener claridad en el campo de juego». Y seguimos hablando, del fútbol, de la vida».

Para complementar el esbozo intelectual de Luna, el artículo incluía el siguiente recuadro con aforismos seleccionados del volante paisa.

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El profesor Salomón


Imagen común la de Ricardo Ernesto Salomón: gritando de angustia por tantos goles encajados.

En la antigua sede de Millonarios ubicada en el edificio de la Agrícola de Seguros de la Calle 67 con 9ª hubo tragedia en 1987. Desde la ida de Pedro Vivalda, Millonarios no contaba con un arquero lo suficientemente decente para soportar con su espalda el duro reto de atajar en el tradicional club bogotano.

Tan difícil fue la situación en la sala de juntas en la que se reunieron los socios que hasta algún vocal dijo que había sido un error haber dejado ir a Esteban Basigalup, dueño de varias historias de terror en la portería azul. Es que en 1987 estaban para ocupar el puesto de arqueros cuatro nombres que producían más desconfianza que DMG: eran Fabio “La Gallina” Calle, Rubén Cuevas con sus pisahuevos Croydon, el viejo Alcides Saavedra y un muy joven Ómar Franco.

Por eso decidieron contratar a un arquero extranjero. No necesariamente de categoría, pero al menos extranjero. Con eso bastaba. Fue entonces cuando llegó a la sede del norte un tucumano tímido llamado Ricardo Ernesto Salomón. Su hoja de vida no tenía pasos por River, Boca o San Lorenzo. Atlético Tucumán, Atlético Concepción y Racing de Córdoba, donde fue eterno suplente del ex Medellín Juan José Bogado, eran sus pobres cartas de presentación.


Salomón le pide al kinesiólogo Rubens que le ponga varios bultos de sorgo en las manos. Que él es fisicoculturista y los puede cargar…

La revista oficial de Millonarios le hizo un gran reportaje en donde, en vez de descubrirse sus habilidades como arquero, se revelaron detalles tan jugosos como que era dueño de un gimnasio para fisicoculturistas en Tucumán, que por venirse a jugar a Colombia tuvo que abandonar sus estudios como “Instructor de físicoculturistas” –debía tres materias- y que le encantaba tocar guitarra, seguramente acompañado de malvaviscos asados y canelazo hirviendo. Es decir, un tipo jartísimo.

El título de esta nota hecha en la fabulosa revista “Millos” terminó siendo casi el epitafio de Salomón en Colombia: “No soy ningún aparecido”.


El Profesor Salomón mira hacia el horizonte. Para mejorar sus músculos pedía que le patearan al arco con bolas de bolos pintadas como balones Mikasa (foto).

Bajo el arco estuvo solamente 4 partidos, pero eso fue más que suficiente para que su nombre fuera inolvidable para cualquier hincha de Millonarios que se respete: el “Turco” fue un desastre total y pasó a la categoría de mito cuando en Ibagué, el Tolima le hizo cuatro goles tontos, mientras él torneaba su cuerpo haciendo barras con la portería sur del estadio San Bonifacio. Es que era la única manera que tenía para adelantar las clases de Profesor de físicoculturista que había quedado debiendo en su Tucumán natal. Y también fue la única forma en la cual podía “Sacar pecho” de su estancia en Colombia. Sacó brazos también, muy manga el tipo…

Lo peor es que después de irse por la puerta de atrás, su reemplazo fue Rubén Cousillas.


La foto oficial con el equipo

Actualmente es el entrenador de arqueros de Atlético Tucumán y como para completar los episodios extraños, supo ser presidente del Concejo deliberante de Yerbabuena (Tucumán) y alguna vez, en el 2005 sufrió una puñalada por parte de hinchas del Atlético. El que salió a defenderlo fue su hijo Juan Pablo que supo seguir los pasos de su padre: era el arquero suplente de los tucumanos..