América Fila-1999

Uno más en la larga lista de breves y no menos extraños convenios entre equipos colombianos y firmas extranjeras de ropa deportiva. El que hoy nos ocupa tuvo lugar a finales de 1999, cuando el América abandonó la marca argentina Topper para estrenar diseños la casa italiana Fila. Tal y como había sucedido años atrás con Adidas, el negocio ítalo-caleño fue efímero: sólo algunos meses los diablos visitieron esta camiseta. Para comienzos de 2000 ya la habían abandonado para utilizar a la muy caleña marca Lusti mientras llegaba la indumentaria Kappa, a la que si supieron mantenerse fieles por más tiempo.

Dicen los que saben que la razón por la que intempestivamente fue roto el contrato con Fila fue la misma que en otros momentos ha enviado por el retrete contratos similares: incumplimiento del proveedor en esta ocasión representado por algún avezado emperesario centroamericano. Cualquier información adicional que sirva para aclarar este nuevo misterio textil, con gusto la recibiremos..

El podcast del Bestiario

Elogiado y vilipendiado, vuelve Radiobestiario.

-Devaneos a la carta: Rumania y sus autos.

-Saquen paraguas, juega el Cali en Bogotá.

-Los equipos colombianos y el mercado de valores.

-El esperado regreso de Miguel Angel.

-Invitado especial: Padre Alirio.

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De turismo por Colombia: Once Caldas en Riosucio


Guido Torres del Once y Mauricio Ospina del Unión disputan un balón en el Vergel. Ambienta la valla de «Bacco».

El Bestiario del balón, fiel a su compromiso con la región y con el uso de la red como herramienta cívico-cultural, inaugura la sección «De turismo por Colombia» con el propósito de recordar a todas aquellas plazas que de forma fugaz han sido anfitrionas de la primera división del fútbol profesional colombiano.

El encargado de inaugurar la sección es el municipio caldense de Riosucio, población que además de ser sede cada dos años del carnaval del diablo -patrimonio inmaterial de la nación- también es recordado en el panorama nacional por haber sido el hogar del ya reseñado equipo de primera B Dinastía. Reconocido enclave cafetero con gran variedad de pisos térmicos -desde las orillas del Cauca hasta las alturas cercanas a la «Línea»-, su estadio «El Vergel» acogió en el primer semestre de 1994 al Once Caldas mientras se terminaba de construir el estadio Palogrande, sustituto del viejo Fernando Londoño (sí, el señor padre del ex ministro).


El candidato a bestiarista Carlos Arias pudo conocer un municipio más de nuestra geografía.

En efecto, a la espera de que terminaran las obras del nuevo escenario, el equipo del «Piscis» Restrepo se vio obligado a recorrer el eje cafetero y el norte del Valle -probó ser local en el Alfonso López de Cartago- en busca de un hogar sustituto. Finalmente fue Riosucio y su estadio con capacidad para 6,000 espectadores el escogido por los de Manizales. Del paso del fútbol profesional por la tierra de David «Cachaza» Hernández queda un invicto de 598 con el arco invicto como local de Juan Carlos Henao, una piedra que le cayó al hoy técnico de la selección en ese entonces DT del Unión, Jorge Luis Pinto («¿Cuál fue el lío con la tribuna? Me cayó una piedra y tuve que reclamar», respondió Pinto al periodista de Nuevo Estadio) y algunos reclamos aislados de los jugadores del Once por el tamaño de la cancha que, según parece, tiene las medidas mínimas aceptadas por la FIFA.

Después del Mundial de Estados Unidos, el Once abandonó su hogar de paso para regresar a Manizales a estrenar, contra el Cruzeiro, un Palogrande al que le faltaba la cubierta que hoy luce. En Riosucio el fútbol se ha asomado esporádicamente por cortesía de la aun más ingrata Primera C como sede alterna del equipo Acción Cívica Chec.
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El estadio azul: de 1989 a 2003(II)



Primera entrega multimedia

El cuento venía desde 1989 cocinándose a un fuego muy bajo. Eran otros tiempos, otras economías y claro, otros socios. La idea era exactamente la misma que la que se planteó 14 años después, más exactamente en el 2003: edificar un gran coliseo digno de un equipo campeón, el 13 veces ganador del torneo colombiano, con suites de lujo, gran tablero electrónico, capacidad para 60 mil espectadores.

¿El diseño? Exactamente igual al Monumental de Guayaquil y su ubicación estaría acorde con el avance de la ciudad hacia la Sabana: se recuperarían los bellos terrenos del Hipódromo de los Andes, perdidos a manos de la manigua. Pero eso era 1989, cuando Millonarios contaba con un equipo ganador y que parecía irse encumbrando hacia lo más alto, gracias a su magnífica primera fase en la Copa Libertadores de América.


Mapa con la ubicación del Estadio Azul

Pero 1989 y 2003 son muy diferentes: mientras que de las canteras azules aparecían jugadores como Nilton Bernal y Cerveleón Cuesta, en 2003 Wilberto “Temblor” Valencia y Julián Martínez, ganador de un reality, era la cuota de las inferiores. Si antes los extranjeros del club eran Sergio Goycochea, Darío Campagna, Mario Vanemerak y Óscar Juárez, al pobre Norberto Peluffo en 2003 le tocaba lidiar con un número 10 que calzaba 42 y que ni apellido argentino tenía: era un tal Esteban González. Martín Perezlindo era el otro foráneo, con logros de periódicos amarillentos en selecciones juveniles argentinas y Racing Club. Muy poco a decir verdad.

Pero como si se tratara de un extraño error de calendario o algún fallo del famoso Y2K, 1989 y 2003 se unieron en el tiempo para hacer realidad el sueño de un estadio digno para Millonarios.


Facsímil del formato para comprar una suite en el estadio azul. Se pagaba un 15 % para separarlo y 18 cuotas mensuales sin intereses. Una cuota extra (el 10 % )al firmar escrituras

Fue en un bar del exclusivo sector de la 93 en el que se aprovechó para lanzar la nueva camiseta y para claro, empezar a vender las suites del “Estadio Azul”. Mientras unas mujeres de trusa bicolor danzaban con un bailarín disfrazado de árbitro y que parecía sacado de un casting de película soft porno de “The Film Zone”, se explicó que el estadio quedaría ubicado en un gran lote de Siberia, a las afueras de Bogotá, por la calle 80. Norberto Peluffo, tal vez tan aterrado como los espectadores por esa inexplicable danza entre un réferi y dos artistas con negligé, comentó muy en broma y poco en serio que si este estadio se construía, “tocaba traer a Madonna o a Michael Jackson”.

5000 parqueaderos, suites que contaban con alfombra, muros en estuco y vinilo, baño enchapado en su zona húmeda, salidas hidráulicas para instalación de cocineta y ductos para instalación de TV, locales comerciales que garantizaban la venta hasta de un enano vietnamita y mucho más eran los beneficios de edificar el proyecto del estadio de Millonarios.


Foto tomada desde el Kokorikóptero del Bestiario sobre la maqueta de una de las suites.

Pero la gente empezó a pensar que los locales comerciales tendrían tanta afluencia de clientes como el Aeroburguer de Guaymaral y analizó que irse a Siberia para ver a Millonarios contra Quindío un miércoles por la noche sería jartísimo sin contar con que muy compleja misión sería regresar a casa dado el nulo sistema de transporte del sector. Muchos “tontonieles” que pagaron de contado sus suites pensaron que iban a hacer el negocio del año: en sus lujosos habitáculos, alquilarían y subarrendarían partes del lugar para que aquellos a los que se les fuera la flota, pudieran tener una cálida noche de hospedaje con chocolate en agua y sándwich de calado en las bellas suites.

Como suele ocurrir con las iniciativas dirigenciales en Millonarios, las ideas quedaron congeladas en Siberia, Rusia. Y hasta mejor. ¿Quién iría a un Millonarios-Centauros de Copa Colombia al Estadio Azul?.

Un adiós a la casa de la selección


Las ruinas de un altar de la patria.

La redacción en pleno no lo podía creer. A través del siempre ameno y oportuno Bestiario connetzion nos enteramos de la reciente demolición de la que fue en los últimos 20 años la verdadera casa de la selección: el estadio Orange Bowl de Miami. Sede de 2,354,543 vibrantes confrontaciones contra El Salvador, 1,233,998 contra el seleccionado de Estados Unidos, 342,454 contra Honduras y 34,654 contra Haiti, este gigante florideño fue testigo del debut con la tricolor del 98.3% de los futbolistas colombianos que han merecido ese honor en décadas recientes. Tan instalado estaba en el imaginario de los nuestros, que a más de uno se le escuchó decir «mi sueño es algún día llegar al Orange Bowl (se daba por entendido que su sueño era llegar algún día a la selección)». En fin, el caso es que una vez enterados de la noticia, nos pusimos en la tarea de averiguar más detalles de tan trágico suceso que enluta nuestro balompié. Fue así como nos enteramos de que en los bajos del escenario funcionaba desde hace 15 años una franquicia de la Difútbol que hasta último momento, pabellón nacional izado, se opuso a la demolición. Fuentes sin confirmar hablan incluso de dos secretarias y un funcionario de frondoso bigote y prominente abdomen que optaron por encadenarse a las rejas de la oficina. Se llegó a especular que se trataba de Álvaro González Alzate, versión que fue inmediatamente desmentida por un vocero de la Licorera de Caldas.

Se supo también que a última hora se dispuso el viaje del utilero de la selección a recoger guayos, medias, canilleras, vírgenes, matas de sábila y demás enseres que los integrantes de la selección actual guardaban en uno de los camerinos. A esto hay que sumarle, por último, lo que nos aseguró una fuente muy cercana a la federación: «debo decir que la viabilidad de la selección está en duda. Sin un escenario donde prepararnos y recaudar fondos para otros viajes, veo muy difícil que esto siga, la verdad. No puedo decir más, usted me entiende, es un momento muy complicado». Consultado el técnico Pinto aseguró desconocer la noticia no sin antes negar la que para él es una versión de los enemigos de la selección.

Foto: Bestiario connetzion y Wikipedia..

Adivine el personaje…


Es muy fácil. No es extranjero, jugaba de defensa, fue criado por Carlos Bilardo y le gusta la noche, pero para cazar futbolistas indisciplinados. Adivine y gánese un yoghurt chambourcy con chocolita en compañía del «Manimal» Cortés..

Junior Da Silva

Junto a José Ferreira «Neto» y al chileno Christian Torres, este delantero hizo parte del paquete de refuerzos foráneos que llegó a Millonarios a mediados de 1993. De entrada, a la hinchada le llamó la atención que Da Silva no provenía de algún ignoto equipo del campeonato estatal de Paraná, sino de la siempre enigmática liga suiza. De esto se agarraron empresarios y directivos para anunciar que, junto con Neto, la gran estrella, venía también un «brasilero proveniente de una liga europea». Para no creer.

Confirmando un poco el bombo que había rodeado su llegada, Junior Da Silva debutó con gol en una tarde de domingo en el Campín en la que Millonarios venció al Pereira y que se recuerda también porque José Luis García, lateral azul, hizo su debut bajo los tres palos ante la inesperada expulsión de Eddy Villarraga (ya se habían agotado los, para la época, dos cambios, razón por la que Hernán Torres, arquero suplente, debió permanecer en el banco). Después de su gol inaugural, poco se le volvió a ver a Junior. Millonarios no logró clasificar al cuadrangular final y la cabeza del brasilero fue una de las primeras en rodar en la tradicional poda decembrina. Para fortuna de Da Silva, estaba vigente por esa época la figura de Efraín Pachón en su rol de máximo accionista del Cúcuta Deportivo. Benevolente, Efraín le ofreció al delantero «proveniente del fútbol suizo» un lugar en la delantera del Cúcuta Deportivo en la época en la que la Libertadores era una ruta de flotas para los motilones. En la frontera, el rendimiento del ariete carioca registró una ligerísima mejoría: con dos goles al Bucaramanga en diferentes partidos y uno al Cortuluá puso su granito de arena en el fallido intento de librar al «Doblemente glorioso» de las garras del fantasma del descenso.

Con el equipo en la B, en el Cúcuta de los Pachón no había campo ya para un delantero brasilero con trayectoria europea. Fue así como le cedió su lugar a Arnoldo Iguarán y en una Libertadores partió rumbo a Bogotá, donde se embarcó en un avión rumbo a su tierra natal para nunca más volver. .

Atendido por sus propietarios

Cuando eres periodista y tu selección le mete cinco a Argentina en el Monumental y con eso se clasifica a un mundial, hagas lo que hagas tienes la certeza de que será bien recibido por los lectores. Puedes, por ejemplo, vestir a tres de los más representativos integrantes del equipo de cocineros y ponerlos a preparar, en la cocina del hotel Dann, un suculento sancocho. No hay problema, la euforia del momento hará ver la escena como una cosa de todos los días. El problema viene años después, cuando algún desocupado escarba en el archivo y convierte esa foto en un «boccato di cardinale»..

Radiobestiario deportivo-cultural

Radiobestiario con todo sobre la final:

-Recorrido turístico cultural por el Chicó.

-Música tradicional del Chicó.

-Toda la historia del Chicó F.C. Del Chicó Prostatron al Boyacá Chicó.

-Diego Umaña, más emo que nunca.

-Se mueve la bolsa de jugadores, jugamos a ser directivos capitalinos.

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Felicitaciones al campeón


Nómina alterna del Lanceros campeón: Arriba (de izquierda a derecha): Antonio Toro, Diego Gamboa, Harold Freyle, Mauricio Vargas, Gerson Paz, y Héctor Méndez (delegado). Abajo: Leonardo Huertas, Carlos Salazar, Humberto Caicedo, Andrés Cifuentes, Juan Pino y Byron Agudelo.

El Bestiario del balón, siempre anacrónico, siempre despistado, saluda al Lanceros de Boyacá con motivo de su primer gran festejo después de 15 años de vida deportiva. .