Su Radiobestiario semanal

Desde la sala de la casa un nuevo podcast del Bestiario. Hoy con:

-El Top3 bestiarista de la última fecha.

-Lechoneadas memorables en cuadrangulares.

-¿Dónde están las viejas glorias del perdiodismo radial bogotano?

-Invitados especiales: «Mostaza» Merlo y Miguel Ángel Bermúdez.

-«El Wilfredo Rincón del recuerdo» Hoy: «El gamo» Estrada.

-Sonido «Mono» digital de última generación.

Escúchelo aquí:


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¿De parte de Dios o del Diablo?

Pocos seres humanos se han dado el gusto de tomarse una foto con el Santo Pontífice de la Iglesia Católica. De los que recuerda nuestra redacción y que sean oriundos de nuestro país, los únicos que coronaron visita papal fueron Juan Guillermo Ríos y Antonio José Caballero, pero es una empresa difícil.

Sin embargo hubo alguien que los sobrepasó. Nuestro bien conocido crédito Nelson Rivas la volvió a sacar del estadio. No solamente le bastó con conseguir un traspaso del Cali a River Plate. También parece chico que Nelson hubiera podido conseguir pasaporte comunitario y jugar con el poderoso Inter de Milán.

Pero Rivas no tiene límite: aunque su compañero, el bravo Marco Materazzi se pidió salir a la derecha del padre, en una producción fotográfica realizada por el Inter en sus 100 años de historia, Rivas con una pilatuna de primaria lo hizo quitarse de ese lugar.

Rivas le dijo :»Ve Marco, que por ahí anda Zidane todo rabón a buscarte». Materazzi se quitó y Nelson se ubicó justo en el puesto que Marco guardó desde las 7 de la mañana para salir al lado del Papa. Esta es la imagen que certifica primero, la habilidad de Rivas en estas trapizondas (verlo a mano derecha de la imagen, detrás de Joseph), y la cara de decepción de Materazzi (en la esquina derecha, casi alzando la trompa para alcanzar a salir en la imagen), que fue engañado con el más pueril de los trucos.

Eso sí. Rivas es un berraco pero hay que decir que nunca logró fotografiarse con otro amigo de esta casa: Karol Wojtila..

Junior Wilson (fallido) 2007

En el fascinante mundo de la confección deportiva colombiana son comunes los casos de contratos entre un equipo y una marca (siempre con algún reconocimiento internacional) con final abrupto. Como ejemplos tenemos los casos de Adidas con Millonarios y América a finales de los 90, el de Fila con el mismo América por la misma época y el de Umbro con los azules en 1995 y con el Cortuluá en el 2002. Es justo decir que siempre que esto sucede, las marcas locales (Saeta, Lusti, Torino) aparecen para en cuestión de horas evitar así tener que encomendarle al mensajero del club «buscar 18 camisetas en el Exito mientras vemos qué se hace».

Uno de los casos más recientes de malentendidos entre multinacionales del diseño deportivo y clubes colombianos tuvo lugar a comienzos de 2007 cuando el Junior decidió abandonar la marca local Zodium para firmar con la casa tenística norteamericana Wilson. Como suele suceder en estos casos, lo primero en llegar fueron las camisetas de entrenamiento y los buzos de los arqueros. El paquete con los uniformes de competencia tardó más de lo debido, razón por la que el Junior ser vio obligado a lucir un uniforme de transición durante varias fechas mientras, suponemos, el furgón del servicio de Servientrega con las cajas llenas de uniformes llegaba a la sede «Adela de Char». Pasaron los días y las semanas y nada se supo de los uniformes. Dicen por ahí que las camisetas llegaron primero a algunos almacenes deportivos del centro del país, donde poco o nada le podian ser útiles a los «Tiburones». Después de varias semanas, se agotó la paciencia de los amigos del «Zurdo» y Comesaña (e.g. la familia Char) y se decidió que mientras «se veia que se hacía» se le pediría a la casa bogotana Saeta que los desvarara. Sin remilgos y mostrando gran eficiencia, Saeta pronto tuvo listo un diseño para vestir de urgencia al Junior, todo esto mientras se ultimaban los detalles del contrato con la casa franco-pereirana Patrick.


Junior, con uniforme provisional esperando a Wilson. .

Radiobestiario, su podcast de confianza

Desde la sala de la casa vuelve el podcast del Bestiario. Hoy con:

-El Top2 bestiarista de la última fecha

-Invitado especial: Jeffrey Díaz

-Toda la verdad (semanas después) sobre el Chicó 7 Tolima 2

-Nueva y estelar sección: «El Wilfredo Rincón del recuerdo» Hoy: Bogdan Tomic.

-Sonido «Mono» digital de última generación.

-Duración: 31 minutos.


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Junior campeón de amarillo

En estos días en que el mercadeo ha colonizado al fútbol, en que para muchos hinchas (nos incluimos) es tan importante saber qué marca vestirá al equipo que seguimos como averiguar qué delantero llegará para reforzar el ataque, no debe sorprendernos que del último título conquistado por el Junior lo que más se recuerde no sea el gol agónico de Ribonetto, ni la goleada a Nacional en el partido de ida, sino el curioso uniforme amarillo con el que los «tiburones» dieron la vuelta olímpica en el Atanasio.

Confeccionado por la misteriosa casa «Runic» (algunos dicen que es árabe, otros que de la China, los más escépticos hablan del barrio «7 de agosto» en Bogotá como su tierra natal), este amarillo quemado sorprendió al público más que acostumbrado a ver al Junior con su tradicional camiseta a rayas o, en el peor de los casos, con una camiseta blanca con vivos rojos o azules. (Lejos estaban aún los días de la recordada camiseta alterna referencia «azul pesadilla».) Sobre su origen, se dijo en su momento que se trataba de un uniforme de entrenamiento al que tuvieron que recurrir los muchachos del «zurdo» a última hora cuando el juez de ese partido, «Artridene» Ruiz, decidió que las franjas verdes del Nacional y las rojas del Junior podrían generar confusión entre los televidentes. Otros, más folclóricos, aseguraron que el amarillo en las prendas históricamente se ha relacionado en nuestro país con la buena suerte -sobran detalles- y que por tal razón no estaría por demás invocar de esta forma a la diosa fortuna en busca de un «empujoncito» adicional.

Sea lo uno o lo otro, lo cierto es que después de ese partido que, entre otras, el Junior perdió 5-2, el amarillo no volvió a la camiseta «tiburona». Puede ser que lo estén guardando para la última fecha del finalización 2008 como último recurso para espantar al fantasma del descenso. .

James Mina Camacho: homenaje a un adelantado

Durante décadas la sobriedad fue la regla en el vestir de los arqueros. Quizás por el altísimo nivel de responsabilidad que demanda su puesto, el golero era el menos indicado para experimentar con nuevas tendencias que pudieran eventualmente revolucionar el arte de atajar. Salvo una que otra golondrina que no hizo verano, fue necesario esperar hasta la década de 1970 (más de 70 años después del nacimiento del deporte) para que soplaran vientos de cambio bajo el arco. Fue así como al tiempo que en Argentina aparecía Hugo Gatti, en Colombia un morenazo caucano, longilíneo y de felinos reflejos sorprendió con su decisión de abandonar los tradicionales tonos oscuros que hasta el momento habían utilizado los cancerberos y cambiarlos por colores vivos, muchos de ellos casi fluorescentes. Y ojo que esta decisión de Mina no fue fruto de un capricho o de una petición de su cónyuge del tipo «ay papi, ponete ese rojo que me enciende», nada de eso. El buen James elaboró toda una teoría sobre los colores y el oficio de atajar. Más de una vez se le escuchó decir que un buso fluorescente en un partido nocturno podía ejercer un influjo lo suficientemente nocivo en la retina del atacante como para hacer que sus remates derribaran aves migratorias en lugar de romper piolas. Tan molesto como el de las plenas de una poderosa Kenworth a medianoche por carretera de la cordialidad.

Fue tanto el empeño que le puso Mina al tema de su vestuario que se alcanzó a decir, esto sin confirmar, que en su mejor momento mandó acondicionar un moderno cuarto oscuro en su residencia en el que se encerraba horas enteras para estudiar el efecto de diferentes tonos de verdes, amarillos y naranjas en el ojo humano. Una vez terminada su carrera, en los estadios del país se volvió cosa común ver a arqueros con pintas estrafalarias, colores vivos y peluqueados de vanguardia. Es por esto que los Caleros, los Higuitas, los Van Estrahalen e incluso, por qué no, los «Chapulines» Campos, tienen todavía hoy una deuda grande con James Mina Camacho, todo un precursor de la moda bajo los tres palos.

Imagen: Cortesía Orlando López..

Hoy soy Toja

Cuando el llamado a ser ídolo de multitudes está grabado en nuestro ADN, no importa cuántas gambetas le hagamos al destino tarde o temprano volveremos a ser centro de todas las miradas y ojo de huracanes de euforia y fanatismo. Este es el caso de Juan Carlos Toja, joven volante bogotano con un cierto aire a Jim Morrison que, como ya lo registramos en su momento, ante lo azarosa y agitada que se ha convertido la vida del futbolista moderno, optó por la paz y el sosiego que sólo puede ofrecer una liga semiprofesional como la MLS. Sin embargo, y quién sabe si contra su voluntad, no había terminado de atravesar los controles de inmigración cuando su aire de rockstar ya lo había hecho sex-symbol, ídolo y candidato a recibir las llaves de Dallas, ciudad que lo acogió. Esta es la prueba reina. .

"Profe Yudica, ¿nos lleva por $500?"

A comienzos de la década de 1990 el Deportivo Cali vivió días difíciles que obligaron a sus directivos a optimizar al máximo sus recursos humanos. Fue así como en una reunión de la junta directiva la angustia que produjo el exceso de tinta roja en el balance contable del año llevó al gerente administrativo a sugerir una reingeniería interna pensando en reducir al máximo los gastos.

Con consecuencia de este apretón, el utilero en sus ratos libres enceraba la madera de la sede administrativa, el PF se estrenó como jardinero e incluso se llegó a ver al «Guigo» Mafla al mando del conmutador en horas vespertinas. El técnico de entonces, el argentino José Yudica, no escapó a esta política de austeridad. El chofer del bus «azucarero» se perfilaba peligrosamente hacia la jubilación, cosa que, por supuesto, preocupaba a la directiva. Tras una hábil maniobra del departamento jurídico, y cobrando una jugosa indemnización, el conductor quedó desvinculado y su puesto vacante. El buen «Piojo», por su parte, pasó a recibir una bonificación en su quincena de 50 pesos por pasajero. .

Rodillo al cuadrado

No siempre tiene que ser el Diario Deportivo el llamado a nutrir nuestra siempre estelar sección «Joyas de la prensa». La imagen de hoy, que también reúne los méritos para ser «Postal de nuestro fútbol», corre por cuenta del diario El Tiempo, que en vísperas del mundial de Francia le pidió a su departamento de fotografía ser «lo más creativos posibles» con el material gráfico que acompañaría una entrevista al entonces DT nacional. Tamaño documento no podía quedar sepultado el archivo. .

Fútbol con bigote: adivine el personaje

¿Quién es el portador de este potente mostacho sub20?

Adivine y gane un ejemplar del libro del Bestiario (es en serio, aplica para el primer comentario que le pegue al perrito).

Colaboración: vicious y maosetu. .