James Mina Camacho: homenaje a un adelantado

Durante décadas la sobriedad fue la regla en el vestir de los arqueros. Quizás por el altísimo nivel de responsabilidad que demanda su puesto, el golero era el menos indicado para experimentar con nuevas tendencias que pudieran eventualmente revolucionar el arte de atajar. Salvo una que otra golondrina que no hizo verano, fue necesario esperar hasta la década de 1970 (más de 70 años después del nacimiento del deporte) para que soplaran vientos de cambio bajo el arco. Fue así como al tiempo que en Argentina aparecía Hugo Gatti, en Colombia un morenazo caucano, longilíneo y de felinos reflejos sorprendió con su decisión de abandonar los tradicionales tonos oscuros que hasta el momento habían utilizado los cancerberos y cambiarlos por colores vivos, muchos de ellos casi fluorescentes. Y ojo que esta decisión de Mina no fue fruto de un capricho o de una petición de su cónyuge del tipo «ay papi, ponete ese rojo que me enciende», nada de eso. El buen James elaboró toda una teoría sobre los colores y el oficio de atajar. Más de una vez se le escuchó decir que un buso fluorescente en un partido nocturno podía ejercer un influjo lo suficientemente nocivo en la retina del atacante como para hacer que sus remates derribaran aves migratorias en lugar de romper piolas. Tan molesto como el de las plenas de una poderosa Kenworth a medianoche por carretera de la cordialidad.

Fue tanto el empeño que le puso Mina al tema de su vestuario que se alcanzó a decir, esto sin confirmar, que en su mejor momento mandó acondicionar un moderno cuarto oscuro en su residencia en el que se encerraba horas enteras para estudiar el efecto de diferentes tonos de verdes, amarillos y naranjas en el ojo humano. Una vez terminada su carrera, en los estadios del país se volvió cosa común ver a arqueros con pintas estrafalarias, colores vivos y peluqueados de vanguardia. Es por esto que los Caleros, los Higuitas, los Van Estrahalen e incluso, por qué no, los «Chapulines» Campos, tienen todavía hoy una deuda grande con James Mina Camacho, todo un precursor de la moda bajo los tres palos.

Imagen: Cortesía Orlando López..

Hoy soy Toja

Cuando el llamado a ser ídolo de multitudes está grabado en nuestro ADN, no importa cuántas gambetas le hagamos al destino tarde o temprano volveremos a ser centro de todas las miradas y ojo de huracanes de euforia y fanatismo. Este es el caso de Juan Carlos Toja, joven volante bogotano con un cierto aire a Jim Morrison que, como ya lo registramos en su momento, ante lo azarosa y agitada que se ha convertido la vida del futbolista moderno, optó por la paz y el sosiego que sólo puede ofrecer una liga semiprofesional como la MLS. Sin embargo, y quién sabe si contra su voluntad, no había terminado de atravesar los controles de inmigración cuando su aire de rockstar ya lo había hecho sex-symbol, ídolo y candidato a recibir las llaves de Dallas, ciudad que lo acogió. Esta es la prueba reina. .

"Profe Yudica, ¿nos lleva por $500?"

A comienzos de la década de 1990 el Deportivo Cali vivió días difíciles que obligaron a sus directivos a optimizar al máximo sus recursos humanos. Fue así como en una reunión de la junta directiva la angustia que produjo el exceso de tinta roja en el balance contable del año llevó al gerente administrativo a sugerir una reingeniería interna pensando en reducir al máximo los gastos.

Con consecuencia de este apretón, el utilero en sus ratos libres enceraba la madera de la sede administrativa, el PF se estrenó como jardinero e incluso se llegó a ver al «Guigo» Mafla al mando del conmutador en horas vespertinas. El técnico de entonces, el argentino José Yudica, no escapó a esta política de austeridad. El chofer del bus «azucarero» se perfilaba peligrosamente hacia la jubilación, cosa que, por supuesto, preocupaba a la directiva. Tras una hábil maniobra del departamento jurídico, y cobrando una jugosa indemnización, el conductor quedó desvinculado y su puesto vacante. El buen «Piojo», por su parte, pasó a recibir una bonificación en su quincena de 50 pesos por pasajero. .

Rodillo al cuadrado

No siempre tiene que ser el Diario Deportivo el llamado a nutrir nuestra siempre estelar sección «Joyas de la prensa». La imagen de hoy, que también reúne los méritos para ser «Postal de nuestro fútbol», corre por cuenta del diario El Tiempo, que en vísperas del mundial de Francia le pidió a su departamento de fotografía ser «lo más creativos posibles» con el material gráfico que acompañaría una entrevista al entonces DT nacional. Tamaño documento no podía quedar sepultado el archivo. .

Fútbol con bigote: adivine el personaje

¿Quién es el portador de este potente mostacho sub20?

Adivine y gane un ejemplar del libro del Bestiario (es en serio, aplica para el primer comentario que le pegue al perrito).

Colaboración: vicious y maosetu. .

El fútbol antes de la fibra óptica (y después de Telmex)

Existió una época en la que los aficionados debían esperar pacientes al noticiero del domingo por la noche para ver los goles de su equipo. Cortos de tiempo por lo general -«disculpen, tenemos que irnos porque no se imaginan la multa de Inravisión si nos pasamos»- siete, ocho, máximo nueve de los 30 minutos con los que contaban eran dedicados a un rápido recorrido «por los estadios del país» (recorrido por lo general incompleto porque «sabrán disculparnos pero por fallas de Telecom no recibimos la microonda desde Santa Marta). Al día siguiente, en los noticieros del mediodía y de las siete algunos minutos se reservaban para revisar los mejores goles y las jugadas polémicas. Efímera fue la vida de programas para ver la jornada a fondo como Teledeportes o el mismo Notideportes a cargo de Juan Guillermo Ríos. Era una época en la que poder ver los goles cuantas veces se quisiera, a la hora que uno prefiriera , desde el angulo que uno escogiera y desde cualquier rincón de la geografía nacional era una utopía tan lejana y absurda como un presidente de la Fedefútbol sin bigote.

Ante este panorama estas detalladas ilustraciones muy comunes en la prensa deportiva de la época eran la única herramienta que tenían a mano los hinchas. Mucho antes del celular, el blackberry y la TV digital, esta era la única forma de revivir tarde tras tarde aquellos goles que, por sin ayudas tecnológicas, ya habían quedado grabados con hierro caliente en la memoria del fanático..

José Luis Murillo

Como bien lo dice nuestra misión-visión, el Bestiario del balón también es hogar de aquellos que tuvieron sus «cinco minutos de fama para nunca más volver». De aquellos que por capricho del destino no pudieron consolidar una carrera que se anunciaba llena de sucesos.

Este es el caso de José Luis Murillo, espigado defensa central que alcanzara a disputar algunos pocos partidos con Millonarios en el 2000. Rápido, eficaz en el juego aéreo e impecable en la marca, Murillo fue rápidamente referenciado como grata revelación en el Millonarios del «Flaco» Rodríguez. Todo iba viento en popa para la nueva figura hasta el triste día -16 de abril, para más señas- en el que, enfrentando al Quindío en Bogotá, en una confusa jugada en el área José Luis chocó contra Eduardo Niño, por ese entonces suplente-titular del arco embajador. El diagnóstico confirmó lo que todos temieron al ver los gestos de dolor del siniestrado: rotura del ligamento cruzado anterior, la misma lesión de Oscar Cortés, la misma de Osman López; dos de los más recordados zagueros azules de la última década y la misma que también sufrieron Eddy Villarraga y Juan Carlos Jaramillo cuando vivían sus días más felices como futbolistas. Muchos creyeron entonces que una (¿otra?) maldición se había instalado en el camerino azul.

El tiempo le dio la razón a quienes así explicaron este y los demás insucesos pues José Luis nunca volvió a asomarse por el once titular azul. Cosas del ingrato fútbol. .

Te acordás hermano qué tiempos aquellos…

Nada mejor que esta postal para escenificar lo contrario de aquel adagio que dice: “Dime con quien andas y te diré quien eres”.

Partido clásico en el Atanasio, jugado cualquier día de 1997, la fecha exacta no importa ni tampoco el marcador, lo rescatable es la camaradería de la parcial verde para con el arriesgado hincha rojo que se atrevió a meterse en la jaula del león.

Esto tal vez no lo podamos volver a ver nunca jamás….

Contribución: Abra
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Regresa Radiobestiario

Desde la sala de la casa vuelve el podcast del Bestiario. Hoy con:

-Maria Ester y la hora exacta.

-Invitado especial internacional, «barrabrava» de Gimnasia y Esgrima de Jujuy.

-Informe especial de «Chemaría» Yepes de la Torre desde Neiva.

-Reminiscencias de 610 AM, fútbol visitante.

-Medalla «Alirio Blanquiceth» al árbitro más obtuso de la fecha.

-Nueva y estelar sección: «Qué pasó con…» Hoy: Jesús Di Filippe.

-Sonido «Mono» digital de última generación.

Para descargarlo, click secundario (botón derecho) y después en «guardar destino (enlace) como…»

Para usuarios de iTunes y portadores de iPods hacer click acá. .

Julito de Montevideo

«Bueno señores, no más fotos cliché», advirtió el director. «Quiero audacia, originalidad, nada del técnico sentado en el banco o del goleador detrás de la red. Como esas ya hay mil fotos, recuerden que somos un medio audaz, innovador, moderno, diferente». Algo confundidos, los miembros del equipo de redacción de la revista acataron la orden y se pusieron manos a la obra. Para la siguiente edición el técnico planillado para ser entrevistado era el del Junior, adivinen, Julio Avelino Comesaña. «¿Qué hacemos, hermano?» ,»ayudáme a pensar en algo para las fotos de la entrevista y que le guste al jefe». «Ya sé, yo tengo un sobrino novillero, él nos consigue la entrada a la Santamaría». «¿Pero qué, qué decimos, cómo justificamos esa producción?» «Fácil, digamos en el pie de foto que el Junior es un toro duro de lidiar». «¿Y Julio si se le medirá?» «Hombre, claro, si ya una vez lo pusieron a comer lasaña, imposible que no se le mida a esta». «De una entonces, cuádrame eso y lo sacamos». .