¡Quite chino sapo!

Los árbitros son los seres más odiados en la esfera del fútbol, y si cuando uno es niño, se les coge bronca, hasta pasa a ser imperdonable el peinado de Rafa Sanabria o la gordura de Antonio Chávez. En pleno sorteo de campo en el juego Colombia-Argentina por las eliminatorias hacia el Mundial de 1986, el réferi manda manotazos entre Diego Maradona y Norberto Molina para que el recogebolas se largue y no sobe con autógrafos o cosas tan pueriles.

Pero como nuestro anonimato nos hace sentirnos tan mal como el recogebolas, aquí un homenaje al soldadito desconocido que quiso bravear a Maradona y que terminó braveado por sapo..

Freddy Torres Acosta

Sobrevalorado defensa central vallecaucano (no confundir con su homónimo, el popular «Chito»)que gracias a una sagaz movida de Efraín Pachón y su pool de empresarios recaló en el fútbol argentino recién a los 30 años, quedando en evidencia que si no lo hizo antes, no tenía demasiado para ofrecer. Quienes tuvieron el gusto de ver su desempeño en los estadios colombianos seguramente no darán crédito a este dato. Estan en todo su derecho. Fue en el año 2000 cuando se desvinculó del Deportes Tolima –equipo en el que supo hacerse cliente frecuente del boletín de penas y castigos– y fichó a préstamo para el recién ascendido Almagro. Previamente había jugado en Santa Fe (dos partidos en 1990), en el Cúcuta Deportivo y en el Deportivo Cali. Eran días en los que la exportación de colombianos rumbo al sur estaba en pleno auge, Angel, Iván Córdoba, Yepez y Serna habían abierto una senda por la que Pachón, viejo zorro, quiso colar a su longevo pupilo.

Apenas un sólo partido bastó para cerrar su capítulo en tierras criollas y fue en una derrota 3 a 0 frente a Unión. En aquel plantel compartió entrenamientos con Chaile, Brahman Sinisterra, Aragón, Demus, Coria y Bevacqua entre otros. Con la llegada de la dupla Brown–Enrique creyó que volvería a ser considerado, y a su vez esperó con ansias a Diego Maradona como manager general de la institución. Pero no sólo no se dio esto último, sino que los técnicos le bajaron el pulgar y lo dejaron ir junto a Fabio Lenguita, Leonel Liberman, Ricardo Lunari y José Ramírez.

Sin embargo, su estadía no fue tan intrascendente como se piensa, al menos no para todos, ya que Jonathan Santana se acercó a la religión gracias a sus consejos. «Ya había aceptado a Cristo en mi corazón antes del accidente, a través de un compañero cristiano, Freddy Torres, que jugó conmigo en Almagro. El accidente no fue el factor fundamental de mi acercamiento a Dios, pero sí ayudó a aferrarme más», declaró Jony. El moreno pasaría luego, quizás con un poco más de éxito, por el Real Cartagena (2002) y el Monagas de Venezuela. Que piola, ahí no es tan difícil.

Post en asocio con enunabaldosa, a cargo de cucu y SCU..

"Se le cayó un pañuelo"

Momento cumbre del programa que todavía hoy es referente entre los pocos espacios deportivos que se han visto en el país. En el último capítulo de 1991, mientras Hernán Pélaez y Carlos Antonio Vélez presentan una recopilación de los mejores goles vistos en el año un inesperado estruendo se escucha en el set. Superado el susto, ambos presentadores hacen gala de su profesionalismo y dan paso, vía cuchuflí, a los mejores goles del rentado en 1991 con golazos del «Paolo» Rodríguez, de Allan Valderrama y del juvenil Víctor Pacheco incluidos. Relájese y disfrute..

Ganadores de las camisetas

En sorteo celebrado en el salón de protocolo «Hermanos Pachón» de las instalaciones del Bestiario del balón con la presencia de un delegado de la oficina de apoyo a localidades y de Yasuri Yamileth,traida especialmente desde el Chorrillo para hacer volar los papelitos, resultaron ganadores de las tres camisetas que el Bestiario ofreció a quienes se unieran a la comunidad, los siguientes bestiaristas:

-«Paulo Mix»
-«ron»
-«Juan Valencia»

Felicitaciones a los ganadores..

Cuando la Libertadores era apenas una ruta de flotas…

Como homenaje a la inclusión del Cúcuta Deportivo al torneo más importante de América, el Bestiario del Balón quiso recordar el mejor equipo rojinegro que hubiera hecho sensación antes del que se coronara campeón en el 2006. Y la evocación se traslada hasta 1988 cuando fue celebrado con bombos y platillos la entrada de los nortesantandereanos al octogonal final. Un equipo merecedor de un despliegue sin igual fue este integrado por Luis Murillo, Miguel «Fercho» González, Pedro Blanco, Alexander Churio y José Tursi. Abajo Francisco Castell, Danilo Robledo, Oscar Duque, Néstor Saavedra, Juan Bautista Sanclemente y el maestro Felipe Nery Franco completaban el listado de héroes. Lejanos de dar una vuelta olímpica pero con los cojones para meter al equipo más debil del torneo en la pelea por el título de 1988, los integrantes de este equipo se recuerdan tanto, como aquellos que fueron campeones..

Especiales del Bestiario: final colombiana, Copa Libertadores 2003 (reloaded)

Contribución: Maximus

A nadie le gustan las falsas esperanzas. Mi abuelo, sabio como él, cada vez que los contrarios acechaban nuestro arco, visiblemente resignado decía: “este partido se perdió”. El sabía que generar falsas esperanzas era de pésima educación. Es mejor fracasar desde un principio. Al final casi siempre uno se reencuentra con la estúpida realidad y queda como queda uno después de las conversaciones que empiezan “si me ganara el baloto yo haría muchas cosas. Por ejemplo…”.

Corría el primer semestre de 2003. Las eliminatorias para el mundial de 2006 no empezaban aún, –no hay que olvidar que nuestra selección había sido prácticamente eliminada de antemano en el momento en que se escogió a Francisco Maturana como director técnico, sin más meritos que una seguidilla de fracasos por todo el continente y una oscura pero diciente aparición en ‘Condorito’–. Así, con la selección dando tumbos, la afición pudo, sin mayor problema, concentrarse en el rentado local y en la Copa Libertadores de América. Sin distracciones. Excepto el llanto de Daniel en Protagonistas de Novela y las vicisitudes de guarichas que hoy son presentadoras y lobazos que hoy son lobazos.

Por su parte, la Copa Mustang I de ese 2003 rompía fuegos a principios de febrero, cuando el certamen “continental” se encontraría ya en pleno desarrollo. Así, a nadie le sorprendió ver salir al América de Cali visiblemente fuera de forma a jugar contra el Santos ese 5 de febrero. El primer rival de los escarlatas era el Santos Diego, Robinho y Ricardo Oliveira, entre otros. El marcador final fue un 5-1 en el Pascual Guerrero con un proverbial baile de Robinho a un Iván López que todavía es visitado por el volante gaucho en sus pesadillas. Pasaron las semanas y el rojo vallecaucano empezó a mejorar su juego. Después de la derrota en Cali vino un empate a uno en la visita a Nacional de Ecuador y luego, con un hat trick de Julián Vasquez, el rojo derrotó 4-1 a 12 de Octubre de Paraguay, campeón de la competitivísima liga guaraní en el Clausura 2002 derrotando al todopoderoso Libertad. En resumen, y con el perdón de los más fanáticos, un equipo malo. No obstante, la prensa, y no sólo la colombiana, parecía gratamente impresionada; los locutores de Fox Sports Américas se refirieron en más de una ocasión al América como “candidato”.

Después de otra debacle ante el Santos, le correspondió al cuadro caleño despachar al Racing de Gerardo Bedoya –con amonestación, cómo no, para el de Ebejico, quien siempre veía la disciplinaria en los clásicos vallecaucanos– por la vía de los penales. Después de Racing, la recordada serie contra River en la que el “Pecoso” Castro –como siempre un hombre recto, buen competidor y nada mañoso– fue expulsado en Cali después de intentar un alargue extra rápido de cabello a Hussain en plena pista atlética del Pascual. Esa fue la noche del 4-1 que sigue siendo, a la fecha, el último gran recuerdo del hincha rojo (sólo comparable con la partida de Manuel Galarcio). En las otras series, el Medellín había también se las había arreglado para llegar a las semifinales a costillas de Cerro Porteño y el encopetado Gremiode Porto Alegre. Las llaves de las semifinales terminaron confeccionadas de la siguiente forma: Boca-América y Santos-Medellín.

Tal panorama hizo que la moderada prensa colombiana se deleitaba con lo que podía ser una “final colombiana”. El “Pecoso”, cauteloso como sólo él lo es, decía que era “lógico” desde el punto de vista arbitral y comercial que la final fuera Santos-Boca. Sólo por temas arbitrales y comerciales, por supuesto. No había necesidad de recurrir al manido “X es colombia en la Copa Libertadores” porque eran dos los equipos colombianos en esta instancia definitiva. Todo un motivo para volver a inflar el orgullo nacional. En medio de la expectativas, las preguntas de siempre: ¿Sería esta la quinta final del América? ¿ Se volvería a asomar la maldición de ‘Garabato’? ¿Impediría don Garabato que el América esta vez si se llevara la Copa?

El resto es historia. Partido de ida en la Bombonera y un lapidario 2-0 en contra. “Vamos a los penales” decían los hinchas y la prensa. “En el Pascual los llenamos”, “ese Tévez no es gran cosa”.

En efecto, ocho días después hubo penales. Schiavi y Delgado fueron los encargados de rubricar desde el punto fatídico el 4-0 que hizo rodar por el retrete a la tan anhelada final colombiana. Al vergonzoso 3-0 con que terminó la primera mitad hay que añadirle que la defensa americana sencillamente no vio a Carlos Tévez. Tanto así, que fue sustituido en el minuto 50 por la obvia ventaja que su presencia suponía. A Cangele, su reemplazo, tampoco es que lo hubieran visto de a mucho. El “Pecoso” en el banquillo esta vez no tuvo oportunidad de aplicar su revolucionario tratamiento a ningún contrincante. Nadie iba a quedar incluido en la Lista Clinton. Nadie hablaba la de la maldición de Garabato. El resultado hablaba por sí solo.

Sin embargo, no todo fue negativo. Julián Vásquez fue uno de los máximos anotadores del torneo con ocho tantos. Con nueve se situaron Marcelo Delgado (que anotó tres en la serie de la final) y Ricardo Oliveira, el mismo que después fracasaría en el Valencia.

Medellín, por su parte, batalló hasta el gol de Leo que sentenció el 2-3 a los 87 minutos del partido de vuelta. En el de ida Santos se había impuesto 1-0 con mucha dificultad. El campeonato sería de Boca, y contrario a lo que después se insinuó, Santos recibió medalla de subcampeón en las narices de Carlos Bianchi.

Así, el destino tuvo a bien decidir que la final colombiana no iba a ser en ese 2003. Tenía, sin embargo, reservadas mejores cosas para Colombia en el 2004. Sólo en el 2004.

La gesta roja

Contribución de «Anónimo»

Después de haber conseguido en 2002 su anhelada tercera estrella, al «Poderoso» le correspondió medirse en la primera fase con Boca Juniors de Argentina, el Colo Colo chileno y el Barcelona de Ecuador. En su debut ante boca en la mitica bombonera, todo permitía presagiar una masacre digna del libro Guinness. Pero no fue así. Medellin salió a jugarle a Boca de tu a tu, perdiendo sólo por 2 goles a 0 y con penal desperdiciado por Tressor Moreno cuando el partido estaba 1 a 0. Para el siguiente partido, contra Barcelona de local, con dificultad y gracias a un golazo de «Choronta» Restrepo, Medellín vencía a los vecinos por 1-0. Animados por esta victoria, Medellín viajó a Santiagoa jugar contra Colo Colo. A pesar de buen juego exhibido, el partido terminó con una derrota por 2 goles a 1. En el siguiente partido, contra Boca en Medellín, un gol en la agonía del partido de David Montoya le dio el triunfo al rojo y aumentó las esperanza de clasificar a la siguiente estancia. Con este panorama viajó el DIM a Guayaquil donde goleó al Barcelona por 4 goles a 2. Este resultado, unido a un empate entre Colo Colo y Boca en «La Bombonera» le permitió al «Milancito» clasificar a octavos. Faltaba un partido, de trámite claro está, ante Colo Colo. Este terminó con victoria cómoda del DIM 2 goles a 0.

En los octavos el rival fue el Cerro Porteño. En el partido de ida jugado en territorio paraguayo, los rojos se escaparon con la victoria por la mínima diferencia, otra vez gracias a David Montoya. Por su parte, en la vuelta, Medellín se complicó más de lo que debia y perdió por 1-0. En la definición por penalties, David González empujó al «Rojo» a la siguiente fase igualando de paso su mejor actuación en copa conseguida en 1994. El siguiente rival fue Gremio de Porto Alegre, en Brasil. Mostrando un juego excelente, Medellín sacaba un valioso empate 2 a 2 que le permitía llegar tranquilo a la definición en casa. En la vuelta, un gol del «Camello» Serna le daba la ventaja al «Poderoso», pero un gol de Gremio sobre la hora hizo pensar que la serie se definiría por la vía de los fatídicos penales. Sin embargo, el minutos de dios cuando ya todo terminaba William Vasquez Chacon le daba la clasifcicación a Medellín a semifinales.

La ilusión era evidente. Incluso este servidor, hincha del rival de patio, quería que Medellin lograra la Copa. El rival en la semifinal era el otrora equipo de Pelé: El Santos de Brasil. En la ida, en tierras cariocas, Medellín perdió 1-0, resultado que ilusionaba a la sufrida parcialidad roja. En el partido de vuelta, con casa llena, a los 13 minutos Tressor Moreno empata la serie y parecia que Medellín se llevaria por delante al Santos. Pero dice un dicho que cuando el pobre saca a secar lo ropa, fijo empieza a llover. Fue así como una falta que era casi un tiro de esquina la cobra el rival y el balón le pega sin querer al grandulon defensa de Santos, Alex y se transforma en la ventaja transitoria. Medellín sin embargo siguió peleando, pero otro duro golpe para la causa se produjo cuando Fabiano pone el partido 2-0. Con este panorama, se necesitaban ahora 2 goles para ir a los penales. Faltando 10 minutos «Mao» Molina empató el partido y sólo faltaba un gol para ir a la lotería de los cobros desde los doce pasos.El público, hasta ese instante apagado, comenzó a alentar al equipo con el clásico «si se puede». Al final, no se pudo. La estocada final llegó a los 87 minutos con gol de Leo y el sueño lastimosamente terminó. Nuevamente faltaron los 5 centavos para el peso.

Como consecuencia de esta gran actuación, se vendieron jugadores a diestra y siniestra. Algunos triunfan en el exterior y a otros les tocó regresar. Lo cierto es que los directivos se lucraron. Y de qué manera.
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Santa Fe-Arroz Futura

Salido de los mejores cultivos de la hermosa población de Saldaña (Tolima), el desgranado y rendidor Arroz Futura, banquete habitual en las mesas colombianas durante la primera parte de los años ochenta, fue el patrocinador oficial de Independiente Santa Fe hasta 1985, en tiempos en los que Mustafá y su harem no habían acaparado tantas fuerzas con su marca registrada “Arroz Roa” o cuando el sabroso “Arroz Florhuila” no era empacado en bolsa sino en caja de cartón.

En la imagen un hombre que en su primera incursión por Colombia le fue muy bien y en la segunda, muy mal. El atacante caleño (como Navarro Montoya nació accidentalmente en Colombia, pero es más argentino que el asado de tira) Walter Perazzo.
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Juan Gilberto Núñez "Pichú"

Si de insultos se trata, los habitantes de la zona cafetera somos bastante pródigos, elocuentes y apasionados; herencia de nuestros ancestros arrieros que a lomo de mula y gracias a un culo resistente poblaron estos montes espesos y agrestes. De esto puede dar fe este mediocre volante ofensivo (porque ofende su forma de jugar), que fué en sus inicios estrella de la selección del Valle del Cauca y posteriormente figura en aquel recordado mundial juvenil en que la selección Colombia derrotó a Finlandia 9 goles a 1, siendo artífice de una de las anotaciones y uno de los mejor calificados junto al pastuso Hidalgo (que anotó 4). Núñez llegó a las filas cafeteras el primer semestre de 2004 como la gran esperanza junto a Hugo Rodallega, provenientes ambos de la escuela Boca Juniors de Cali, propiedad de Hernando Ángel Montaño.

En su primer año con el «Milagroso» anotó la fantástica cifra de 2 goles (contra 11 de Rodallega), uno de ellos en una inolvidable tarde en que Deportivo Pereira se llevó en el saco 3 goles del jardín de América. Ante tal ejecutoria, la prensa local reseñaba: “este muchacho pinta para mucho…”. Comprometedor comentario, porque el espigado moreno se dedicó a cometer errores infantiles, malogrando opciones de gol y mostrando un juego cobarde e individualista, pero por ser propiedad del accionista mayoritario del Milagroso siempre tuvo su puesto seguro en la titular.

Debemos decir también que durante sus 3 años en las filas cafeteras ha sido opacado por el éxito de otros volantes y delanteros como Diego Chará, Mauricio Romero, Carlos Hidalgo, Jorge Perlaza, el bestiarista Oswaldo Maceknzie, John Valencia, Sebastián Hernández y la meretriz Marcio Cruz. La obstinación de los dirigentes cafeteros con su continuidad sin resultados es absolutamente inexplicable, puesto que jugadores de otras posiciones como el buen lateral Iván Vélez han anotado más goles en una temporada que Pichú en 3 años.

Su última anotación fue en la copa Mustang I de 2005 contra el Medellín en cancha cuyabra. En honor a la verdad, gol ilegítimo que reclamaron airadamente los jugadores del rojo pero que Pichú celebró en la tribuna de Artillería Verde gritando “ven que si puedo… HP… yo si puedo…” (su servidor pertenece a la barra y estuvo presente esa noche de miércoles, por lo que puedo dar fe).

Para la copa Mustang II de 2005 fue convocado por Juan Topo a entrenar con Deportes Tolima. Él, siempre humilde declaraba: “gracias a la afición cuyabra, espero algún día regresar al Deportes Quindío, más maduro y darles lo que no les pude dar. Gracias por la confianza”. Lo que Pichú ignoraba es que el público quindiano celebraba su salida como un título internacional…. Ignoraba también que dos semanas después sería devuelto por el vecino tolimense con el eufemismo de que “no llenó nuestras expectativas”. El llanto y crujir de dientes en las tribunas del Centenario se volvió a sentir.

Y aquí sigue el buen moreno, recibiendo su salva de insultos y rechiflas cuando pisa el gramado del jardín de América, viendo como sus compañeros son transferidos a otros equipos y preguntandose porqué a el no le dan la oportunidad. Sigue también haciendo lo que mejor sabe hacer: tomar un balón, enredarse y perderlo. Su especialidad: recibir un pase certero con la portería sola y mandarlo por encima del travesaño.
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Nuestras ovejas Dolly

Incunable fotográfico que muestra en una misma imagen a los más adelantados “imitadores” (solamente en look) de Carlos Valderrama. La consigna para Misael Ávila y Dorian Zuluaga estaba clara: en 1987 su buena campaña con el Deportivo Pereira les iba a dar grandes cosas, tal vez un Renault 21 en Francia o un contrato eterno con Belcolor. Ninguno estuvo cerca, pero hay que decir que Misael fue doble del “Pibe” Valderrama en el comercial de los desodorantes Montpellier que hicieron famoso al ídolo de Pescaíto y en el malísimo Cali de 1988. Dorian, en cambio, regresó a Santa Fe, donde estuvo varias tardes aciagas, buscando el talento perdido.
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Claudio Ibarra

Curiosamente su arranque fue bueno con el Once Phillips: sus atajadas fueron destacadas en la segunda fecha del arranque del torneo de 1992. El Phillips se llevaba una valiosa victoria de visitante ante Independiente Santa Fe por 0-1. Los previos afirmaban que los caldistas iban a ser arrasados por la máquina santafereña que ocho días atrás destrozaba a Millonarios con un score de 7-3, pero no hubo tal. El gol de Jairo “Banano” Murillo y las voladas del rubio paraguayo evitaron el contraste manizaleño.

Pero fue flor de un día lo del “paragua” porque tenía esa extraña condición que hace que un arquero sea del común y no un fuera de serie: durante un partido atajaba tres buenas pero se hacía dos goles bobos. Y así fue durante todo 1992, cuando el Caldas (o el Phillips) quedó fuera de la disputa por los octogonales finales. Además le respiraban en la nuca el talentoso Juan Carlos Henao (aún sin operaciones y ostentando un buen mostacho) y Óscar Córdoba, que aunque esos días era suplentazo de Millonarios, finalmente ganó el puesto en el siguiente año.

Por eso se fue hacia Santa marta, a la bahía más linda de América, a broncearse sus rojas carnes mientras defendía desastrosamente el arco de Unión Magdalena. Su rendimiento precario hizo que ocupara la ya nombrada contraportada más famosa del Diario Deportivo. Al lado de Pedro Manuel Olalla, Yesid Mosquera y Néstor Pizza, fue uno de los cuatro licenciados del plantel bananero por bajo rendimiento.

Un paso corto y poco recordable por el Deportivo Pereira (atajaba con gorrita) fue el fin de la historia de un hombre que tuvo su tarde de gloria, pero después se disfrazó de villano ante sus propias limitaciones.
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