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A comienzos de la década de 1990 un cisma sacudió al fútbol colombiano. Tomando como referente las tribunas de los estadios argentinos, algunos fanáticos de vanguardia hicieron el tránsito del frío y parco «ra-ra-ra» a nuevas y dinámicas formas de apoyar a sus equipos. Así, esos adelantados que aun a costa de adelantar sus problemas de várices decidieron permanecer de pie durante los 90 minutos, abrieron un boquete por el que pronto llegaría el tan controvertido fenómeno del aguanterismo, con sus «eshes» en lugar de «eses», sus muñecas caídas y brazos erguidos y, por supuesto, su paquete de argentinismos que rápidamente se instaló en el léxico de los hinchas más jóvenes.
Por suerte, el periodista del programa Personajes, seguramente temeroso de lo que se venía encima, reservó un campito en la nota para el hincha rebelde que, escéptico y anárquico, decide sólo militar en las siempre nobles causas de la paz y el alcohol.