Cuando se anunció hace unas semanas que el nuevo patrocinador del torneo sería Postobón no faltó quien pusiera el grito en el cielo. Hinchas, periodistas, ciudadanos de a pie y comités de señoras elegantes advirtieron que la presencia entre los equipos participantes de uno vinculado con la empresa que a partir del 2010 respaldará al rentado representaba, cuando menos, un escollo ético, un impresentable conflicto de intereses.
No obstante, en medio del drama nadie cayó en la cuenta de que no era la primera vez que esto sucedía. A los hinchas del equipo sobre el que recayeron todas las miradas les faltó esgrimir en su defensa que en el segundo semestre del 2002 Mustang, patrocinador del torneo, fue también bizarro e improvisado sponsor de Millonarios sin que los bríos del popular corcel de Protabaco hayan servido para sacar a los azules del penúltimo lugar de la reclasificación en el que terminaron ese año.