Torneo de las Américas sub23, nuevos hallazgos

Ya en su momento habíamos reseñado ese esperpento que fue el Torneo de las Américas sub23,certamen celebrado en febrero de 1994 que reunió en el país a la élite de la categoría, incluyendo por supuesto a los grandes: Uruguay, Argentina, Brasil y Antioquia.

Pero había muy poco soporte audiovisual, aspecto fundamental para terminar de convencer a los que, con toda la razón, permanecían incrédulos. Por suerte nuestra recién creada unidad de big data dio con este registro de los goles de la final, partido que tuvo todos los ingredientes que los cánones de los partidos contra Uruguay señalan: equitativa repartición de pata, gresca y memorables correteadas.

Bonus track: el debut internacional de Juan Carlos Henao que tuvo que usar el discado directo nacional para comentarlo con su familia en Medellín porque entonces no había todavía celulares en Colombia.

 

El render del Campín

Si fuera por los renders que los políticos exhiben, Colombia sería líder continental en infraestructura. Bogotá tendría metro, tranvía y tren de cercanías, al país no le cabría una autopista de doble calzada más y hasta Millonarios tendría su propio estadio. Por desgracia, no vivimos en el maravilloso mundo de los pajazos digitales sino en un valle de lágrimas, licitaciones chonetas, polémicos empresarios,empresas de papel y, lo más grave, puentes y troncales de papel.

Todo este auge de los renders como herramienta de trabajo de los políticos vendehumo parecía ser cosa de hace pocos años y gracias a la magia de los computadores.

Pero no. Este hallazgo del grupo de memoria histórica de nuestra unidad investigativa es revelador. Corresponde al render, si bien no digital pero render al fin y al cabo del entonces futuro estadio «El Campín» publicado en la revista Cromos en mayo de 1936.

En esa época Bogotá se preparaba para celebrar su cuarto centenario de fundada. La ciudad no contaba aún con un estadio de fútbol (el Alfonso López de la Ciudad Universitaria también estaba en construcción) y los partidos tenían lugar en escenarios como la Escuela Militar o el campo de «La Merced» en Teusaquillo.

En lugar de echar globos, se decidió que el municipio celebraría la fecha con un plan de obras en el que se incluyó el estadio. Algunos dicen que por idea de Jorge Eliécer Gaitán, tema que es no es del todo claro, en tanto estas imágenes son de mayo de 1936, un mes antes de que el caudillo asumiera como alcalde de la ciudad.

Como se puede ver en el dibujo, el diseño inicial de las tribunas era en forma de herradura sin tribunas en Norte. Pese a que no tenemos imágenes del aspecto que tenía el estadio dos años después cuando fue inaugurado con el partido Colombia y Ecuador el 10 de agosto de 1938 por los Juegos Bolivarianos, estas dos fotografía de la época tomadas también de Cromos nos dan pistas sobre hasta qué punto el ingeniero alemán Federico Leder Müller y su colega colombiano Rafael Arciniegas cumplieron con lo proyectado.

Como es bien sabido, el Campín que hoy conocemos es resultado de varias ampliaciones. El segundo piso de oriental, Norte y Sur, así como el tercer piso de occidental datan de finales de los sesenta. Las fotos muestran que para la inauguración ya existía un primer anillo que en el extremo que se puede ver en la foto del partido (¿Sur?¿Norte?) era de baja altura.

Es claro también que techo en Oriental no hubo sino hasta la ampliación de 1968, que nunca se vio al estadio sin tribunas en norte y que la fachada que muestra la primera imagen nunca llegó a verse así. Y no tenía por qué, en tanto era un estudio preliminar. Pero más allá de estos detalles sobre cómo fue madurando el Campín y le fueron saliendo tribunas (aportes bienvenidos) lo que sí está claro es que en los treinta ya había renders. La diferencia es que estos en cosa de apenas dos años se hacían realidad.

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Lista la mascota para el próximo equipo de Bogotá

Afligido por el acaparamiento mediático de la fauna Barranquillera, y aprovechando la ola generada por el recién bautizado Gamero, es hora de reivindicar a otro gran símbolo bogotano: La polilla de estadio. Siempre presente, terror de toda mujer primeriza en el Nemesio, es hora de que reclame su posición entre el hall zoológico de la fama del fútbol colombiano.