Se ha dicho, injustamente, que la obra del Pascual Guerrero costó más de lo esperado y se demoró otro tanto más. No se dan cuenta los que esto sostienen que así se dinamizó la economía del Valle y, además, se le dio más empleo a más gente por más tiempo. Critican los acostumbrados a destruir y nunca construir que el estadio se entregó sin terminar, que falta la pista, parte del techo y los parqueaderos de aviones o «skyboxes». No reparan ellos en que el estadio inconcluso es precisamente un homenaje a la pujante raza vallecaucana, que no se conforma, que anhela la perfección y que por eso no da nunca nada por terminado. Sabe que siempre puede ir más allá.
Son esos mismos los que al ver esta foto seguro dirán «mire está barbaridad, una silla detrás de una viga, ¿cómo no hubo una mente pensante que evitara atornillar ese asiento ahí?»
Pues les respondemos: la mente no sólo era pensante, sino incluyente. La silla en este lugar se dispuso previendo una posible clasificación de la selección de Chile que, se daba por descontado, traería entre sus fanáticos al popular «Cortadito». Y para él sería este lugar, con pantalla Full HD detrás de la viga que, por supuesto, no se aprecia en la imagen. Que los australes no hayan clasificado y la silla se haya quedado vacía, eso es otra historia, se sale de las manos de los encargados de la obra.
Foto cortesía de Camilo Márquez (@opdverdad).