Selección Colombia D’León 1988

La camiseta de la selección estuvo muy alcance de la industria nacional en los ochenta antes del contrato firmado con Umbro en 1993. Casi todas las casas de ropa deportiva criollas tuvieron su palomita. Y entre ellas una antioqueña que tuvo su auge a finales de los ochenta vistiendo a los equipos paisas y como sastre oficial de René Higuita: D’León, marca que seguramente en su misión incluía algo así como «seremos el león que devore al puma». Finalmente esto no ocurrió, no tenemos noticias de su supervivencia. Le quedó, eso sí, el honor de haber estado en más de una convocatoria.

 

La saga Croydon

La llegada de Croydon, estandarte de la industria nacional, a la camiseta cardenal es un buen motivo para hacer un recorrido por la relación Santa Fe-empresa privada.

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Esta camiseta con caracteres chinos fue utilizada por Santa Fe en un clásico previo a una gira por la China en 1979. Hasta donde sabemos, este fue el único partido en el que se usó el uniforme pues la gira se malogró por la derrota de esa tarde que motivó a los directivos a cancelar el periplo. No sabemos si luego la directiva firmó convenio con el China Town de la 92 con 11 para ofrecerlas como regalo a cambio de un pedido de 12 o más lomos agripicantes.

Madamme Colette


Arriba (de izquierda a derecha): Moisés Pachón, Héctor Jaime Múnera, Astolfo Romero, Hebert Armando Ríos, José Luis Carpene, Gabriel Martínez. Abajo: Hugo Ernesto Gottardi, Sergio Angulo, Hernando «Pimienta» Cuero, Raúl Humberto Grimoldi, Julio César Gaona.

El matrimonio entre el alcohol y el fútbol ha parido toda suerte de criaturas. Desde aquellas de carne y hueso fruto, por lo general indeseado, de una noche de tragos y euforia por un gol en el último minuto, hasta esas obtusas coreografías en las celebraciones de los goles de la selección para ambientar la campaña publicitaria del producto estrella del patrocinador (partidos de preparación previos a USA’94, para más señas). Al respecto hay que decir que, pese a la amplia gama de licores disponibles en el mercado, en nuestro medio han prevalecido los mismos elixires que también hacen parte de la canasta familiar de los hogares colombianos: ron, cerveza y aguardiente. Por eso llama la atención la presencia de un fino champán, Madame Colette, en la camiseta del Independiente Santa Fe por allá en 1985. Dicen, no nos consta, que la oferta de la gente de Colette superó a última hora la del también espumoso Sprint 18..

Arroz Futura

Salido de los mejores cultivos de la hermosa población de Saldaña (Tolima), el desgranado y rendidor Arroz Futura, banquete habitual en las mesas colombianas durante la primera parte de los años ochenta, fue el patrocinador oficial de Independiente Santa Fe hasta 1985, en tiempos en los que Mustafá y su harem no habían acaparado tantas fuerzas con su marca registrada “Arroz Roa” o cuando el sabroso “Arroz Florhuila” no era empacado en bolsa sino en caja de cartón.

En la imagen un hombre que en su primera incursión por Colombia le fue muy bien y en la segunda, muy mal. El atacante bogotano (como Navarro Montoya nació accidentalmente en Colombia, pero es más argentino que el asado de tira) Walter Perazzo.

Caja Social

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Santa Fe 1981. Arriba: José James Mina Camacho, Fernando Herrera, Radamel García, Aldo Rodríguez, Miguel Escobar y Oswaldo Marcial Palavecino. Abajo: Eladio Vásquez, Víctor Palacios, Alfonso Cañón, Rolando Tovar y Miguel Ángel Converti.

Pese a que Santa Fe ha estado históricamente más cerca de la pobreza franciscana que del emprendimiento jesuíta, para 1981 se tomó una licencia aceptando el patrocinio de la Caja Social de Ahorros por ese entonces propiedad de la Compañía de Jesús (suponemos, sociedad en comandita). El resultado fue esta camiseta que en la foto luce un equipo al que tal vez la agencia encargada de la publicidad de la entidad financiera no le supo aprovechar todo el potencial que ofrecía para promover sus servicios.

Por ejemplo: tremendo afro de Rolando Tovar pudo haber sido también una invitación a dejar crecer sus ahorros o, caso contrario, una excusa para sugerir que en otras entidades su platica se perdería como billete metido en la manigua de esta cabellera. También podrían haberle sugerido a los futuros clientes que otras entidades bancarias daban incluso menos seguridad que la que alcanzaba a aportar en el arco el gran Mina Camacho en un partido nocturno. Por último, podrían haber dicho en una cuña  que el dolor de perder de un sopetón los ahorros de toda una vida por confiar en cooperativas de barrio era incluso superior al de un patadón de los que muy bien sabía propinar Radamel García.