Eso le dijeron a alias Karina como argumento final y contundente para que dejara las armas. Un infiltrado le había pasado el dato al DAS de que la temida guerrillera tenía una debilidad: el fútbol. A esta fuente le había confesado una noche que estaba cansada de lanzar cilindros y que lo suyo era lanzar centros.
De esto se agarró el grupo de sabuesos que estaba tras su pista. Al tiempo que examinaban sus procesos y le abrían el camino legal para reincorporarse a la vida civil, adelantaron gestiones con varios equipos, pero todos se negaron argumentando que podría ser un elemento ligeramente disociador en el seno de sus planteles.
Finalmente llenaron de argumentos de índole patriótico a los directivos del DIM y de medias la genitalia de la ex subversiva. Todo esto, sumado a una cédula a nombre de William Arboleda, permitió el éxito de este singular proceso de reconversión profesional.