Aunque bien una escultural modelo digna de nuestra popular sección “Bestiarísima” sería la apropiada dignataria de tan poco pudorosa prenda, el equipo motilón –con el sabio consejo de la querida ropa deportiva Comba- sacó al aire este modelo vaporoso de la casaca rojinegra en tiempos acordes al caldeado clima de la institución. Estaban cerca de irse a la B, en la campaña 1996/1997.
La tela vaporosa de la camiseta tenía como efecto desacalorar a sus futbolistas en medio del duro clima que pega en el General Santander a las 3:30 de la tarde y el patrocinador debía ser una gaseosa que al tomarse, produjera de inmediato sed, ojalá de victoria. La saladísima gaseosa Konga acompañó en el pecho a los jugadores cucuteños en esa temporada en la que regresaron a la B para casi nunca más volver.
Para jugadores de piel negra, como Cerveleón Cuesta –quien regaló esta prenda hace varios años y fue recuperada del ostracismo de un clóset por la unidad investigativa del Bestiario del Balón- no había ningún problema en usarla sin nada debajo. Los jugadores de piel blanquecina como el neón o extremadamente pudorosos, preferían utilizar una camiseta negra de algodón debajo, lo que produjo el efecto contrario a lo que el diseño buscaba: la libertad de movimientos y la liberación del sudor.
El Cúcuta se fue a la B cerrando un nefasto campeonato y Comba tuvo que echar al tacho de la basura esta buena idea. Luego en Nike se dieron cuenta de tamaña genialidad e inventaron el famoso Dri-Fit de sus camisetas.